Capítulo 37: "Oportunidades"

En la escuela, muy a menudo nos hacen realizar trabajos en equipo, los cuales, en algunas ocasiones, suelen ser un poco tediosos porque en ciertos casos, nos encontramos con gente que se niega a colaborar en el proyecto, lo que termina afectando al resto en su calificación y, en el caso del grupo de Abel, era una situación similar, aunque en lugar de nota, aquí tenían la posibilidad de acabar con la vida de sus miembros, lo cual inquietaba bastante al rubio, ya que había experimentado la impotencia que se sentía al no poder salvar una vida, es así, que intentó intervenir, pero CN no lo dejó solo en eso.

—Sé que todos son diferentes entre sí y que no están obligados a llevarse bien, sin embargo, recuerden que el mundo depende de ustedes, elegidos, así que necesitamos que dejen sus diferencias a un lado para llevar a cabo su misión —les recordó el recién llegado, y su intervención pareció funcionar, por lo tanto, el ambiente se relajó en cuanto ambos muchachos que estaban enfrentados soltaron un suspiro.

—Bien... Voy a admitir que Uriel tiene razón, además, no sabemos si hay otras flores en este lugar, y por lo que vemos a simple vista, el instituto es demasiado grande —indicó elevando un poco las manos hacia arriba.

—Buena observación —declaró CN—. Esta es tan sólo un aula, es por eso que les he pedido que se dividieran en pares.

—Ya veo. Tiene sentido —dijo Lena llevándose una mano a la barbilla pensativa.

—¿Cómo nos dividiremos? —preguntó Abel.

—Creo que deberíamos aprovechar que CN está aquí y que haga pareja con Uriel —aconsejó Kadmiel, pues lo pensó a base de cómo se llevaba con el resto, pero el mencionado por este samurái, tenía otros planes.

—No, me temo que no es lo más provechoso para mi reina —señaló el enviado, lo que hizo que todos levantaran una ceja.

—¿Qué quieres decir con eso? —expresó Lena. Apenas la castaña añadió ese comentario, el atractivo chico, se llevó sus manos detrás de su cintura, se enderezó de forma elegante, y empezó a recitar.

—Lena irá con Uriel, Kadmiel irá conmigo, y por supuesto, Abel se mantendrá en compañía con Alan —especificó.

—¡Qué! ¿Por qué? —se exaltó enseguida la chica, pues no podía creer que la obligaban a ir con ese idiota, en cuanto al resto, a Kadmiel no pareció importarle ir con CN, y los dos mejores amigos tampoco, aunque sí se les atravesó por la cabeza de que la formación de los equipos... estaba algo errada.

—Uriel debe practicar su poder, y creo que fue la mejor decisión emparejarlo contigo por el hecho de que eres la que menos cree en él, así que... es la oportunidad perfecta para que empieces a creer en sus habilidades —hizo saber mientras posaba una mano sobre su pecho en señal de cortesía. Ahí mismo, Lena miró a Kadmiel buscando ayuda, aun así, éste encajó sus orbes sobre su compañera y admitió.

—No veo fallas en su lógica —respondió encogiéndose de hombros al no encontrar el cómo oponerse, en cuanto a los demás, les dirigió la misma mirada, a lo que también se negaron.

—Ah... está bien, le daré una chance —accedió finalmente.

—Bien, entonces no hay tiempo que perder —CN sonrió—. Por ahora tengamos este sitio como punto de encuentro, y nos veremos dentro de... una hora al menos.

Todos asintieron, así que otra vez, se dispersaron, comenzando así con la exploración del edificio, y a su paso, la gran institución, sorprendía con su impecable arquitectura, al igual que con su extenso repertorio de libros que se encontraban desparramados aquí y allá; se notaba que el símbolo de semejante escuela, era el conocimiento, aunque... ¿qué clase de conocimientos necesitabas siendo un súcubo o un íncubo? Tal dato era un misterio para nuestros protagonistas. Por lo pronto, se dejó atrás la admiración y las dudas para seguir el proceso de Lena y Uriel, quienes se encontraban caminando por algunos de los corredores exteriores que daban al patio, justo allí se les aproximaron unas chicas súcubos, las cuales rodearon a Uriel, y empezaron a hablar enérgicamente con él.

—Pero ¡qué diab-...! —Lena fue empujada de inmediato a un lado apenas lo abordaron.

—¡Nunca te habíamos visto antes! ¿Eres nuevo? —preguntó una rubia.

—¡Eres muy lindo! —señaló otra.

—¡Hey! —gruñó la compañera del chico aclamado, quien a pesar de haber gritado, no se le hizo ningún caso, e incluso el mismo Uriel no le dio importancia ya que, de algún modo, este muchacho se había adaptado rápidamente a la situación haciéndose el interesante con esas estudiantes, lo que terminó por cansar a la castaña—. Ahí va con sus tonterías otra vez —murmuró para sí, sin embargo... ella recordó lo que le dijo CN, por lo tanto, decidió darle una oportunidad a ese engreído, así que se apoyó en una columna cercana para luego notar el absurdo paso del tiempo. Cabe aclara que Lena no era una mujer que se caracterizara por su paciencia, y por lo mismo, no aguantó más, por lo que Uriel obtuvo como resultado, que su compañera lo abandonase decepcionada de él... de nuevo. A todo esto, el del mechón rojo, desestimó la situación, pues consideraba que la atención que había recibido, le traería beneficios, de los cuales, quizás, luego se arrepentiría. Mientras tanto, Kadmiel también se encaminaba con su nuevo compañero de grupo por otro corredor, el cual llevaba a las recamaras de los estudiantes.

—¿En verdad crees que encontraremos algo por estos lares? —interrogó con amabilidad el samurái a su compañero.

—No estoy del todo seguro, ya que es Abel el que más siente la presencia de las flores, aunque ustedes terminaron en el mismo lugar que él, lo que nos hace llegar a la conclusión, de que puede que haya alguna por aquí —avisó CN mirando las paredes, lo cual hizo sospechar un poco a Kadmiel, pues le parecía raro... ¿Acaso no era mejor seguir a Abel y echarle una mano dado el caso?

—Entonces por qué... —apenas doblaron en una de las esquinas, CN desapareció de la vista del samurái, quien abrió los ojos parándose en seco—. ¡Qué rayos! —es aquí cuando se llevó una mano a la cabeza encontrándose completamente pasmado mientras se frotaba un poco ésta, pero entonces, no tuvo tiempo de pensar qué hacer, ya que una estudiante se topó con él, lo que lo hizo tambalear en su lugar—. Perdón —se disculpó por chocarse con ella.

—¡No hay problema ya que... me gusta tu olor! —informó la muchacha. Ese comentario, descolocó notablemente a Kadmiel, y para empeorar la situación, la chica lo agarró del brazo de forma posesiva, lo que lo puso en alerta debido a que no se encontraban en cualquier sitio y esto era perfectamente mal interpretable.

—Oye, ¿qué haces? —le cuestionó nervioso.

—¡Voy a llevarte conmigo! —aseguró, pero entonces, Lena apareció desde el lado contrario; ella venía de los jardines, pues éstos estaban cerca de los dormitorios.

—¿Qué? ¡Nada de eso! —aun si el guerrero se estaba oponiendo a la misteriosa chica, ésta se aferró con más fuerza a él, es ahí, que Lena, extrañada, terminó de acortar las distancias al notar la peculiar escena por la cual no mostró mayores preocupaciones.

—Pero ¿qué es lo que está pasando aquí? —dijo ella confundida.

—¡Oh! ¡Ustedes huelen igual! ¿Comparten esencias acaso? —indagó la muchacha que sujetaba a Kadmiel, provocando que éste se sintiera aún más incómodo. El protector de esa joven, se encontraba pasando por un momento tenso que, para colmo, hacía peligrar un secreto que había recibido por parte de la reina araña, es por eso, que temía que esta desconocida, con sus arrebatos tan raros, terminara diciendo algo que no fuera adecuado, lo que lo convertiría en la víctima de su propia verdad. La peligrosa situación estaba dada, por lo que, teniendo en cuenta de que todo esto era abrumante para el compañero de Lena debido al desencuentro, nos lleva ahora a escaparnos un segundo, para dar con otra interrogante... ¿En dónde podría estar CN? Ese peculiar individuo se dispersó como la niebla al doblar la esquina del pasillo, no obstante, el mano derecha, estaba más cerca de lo que lo podríamos dar a conocer, pues de forma casual, terminó cruzándose con los otros dos implicados en la búsqueda de la rosa.

—¡Oh! ¡Qué sorpresa! —declaró CN al dar con el editor y el dueño del café al terminar de doblar; casi se chocan, pero frenaron a tiempo.

—¿Cómo es que llegaste hasta aquí CN? —alegó perplejo Abel por su abrupta aparición.

—Sí, saliste de la nada —indicó Alan igual de impresionado que su mejor amigo.

—Ah, yo tampoco sé cómo explicármelo —comentó él, y pasó una mano por la pared preocupado—. Creo que fue producto de algún hechizo —soltó como posibilidad.

—De modo que el enemigo puede que esté aquí también —mencionó seriamente Abel.

—Sí, así que no bajemos la guardia —indicó CN, a lo que asintieron—. ¿Y ustedes por dónde iban?

—Ah. Nos dirigíamos a la biblioteca, ya que escuchamos decir a algunas personas que había una planta, o más bien, una especie de enredadera creciendo allí —aclaró Alan.

—Oh, tienen suerte, ya que he escuchado que el guardián de ese lugar no está; se dice que todo aquel que entra ahí, al no tener la suficiente experiencia, es destruido por él —semejante dato que soltó aquel chico, hizo preocupar tanto a Abel como a Alan—. Sin embargo... ya les dije que él no está por el momento, por lo tanto, ya no habrá peligro, además, yo soy muy fuerte, y puedo brindarles apoyo.

—Entiendo, entonces podemos confiar en ti —asintió Abel.

—Tengo una duda antes de ir —avisó Alan levantando un dedo.

—¿De qué se trata? —expresó el mano derecha.

—¿Qué clase de experiencia hay que tener para ir a esa biblioteca? —indagó.

—Bueno... supongo que son los conocimientos de esta institución, pero no sabría exactamente en qué consisten —admitió.

—Ah, supongo que son cosas que escapan a nuestro entendimiento —señaló Abel con cierta idea que le rondaba por la cabeza, que en consecuencia le dio un poco... de pena—. Pero bien, no tenemos de qué preocuparnos si el guardián no está, así que vamos.

Hasta ahora tuvieron la suerte de su parte, aunque sabe Dios por cuánto tiempo, no obstante, los pensamientos contradictorios no les impedirían seguir avanzando como lo habían hecho en la actualidad, de modo que no tenían nada asegurado desde ningún ángulo, aparte, ya habían recibido contestaciones por parte de su enemigo, el cual Abel sabía perfectamente que era peligroso, pero no por lo obvio, sino porque desconocían por completo sus planes, los cuales, Seitán se encontraba investigando. Sin embargo... ¿podrían adelantarse a ellos? Siempre estaba ese dejo de desconfianza en el aire.

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