Capítulo 33: "Lo que puede y no pasar"

El arrepentimiento es un sentimiento al que se suele llegar cuando nos damos cuenta de lo que hemos perdido o, de cuanto nos hemos equivocado en algo, por lo que, en algunos casos, buscamos desesperadamente remediarlo, cosa que no podía hacer en estos momentos el príncipe Lidciel, el cual estaba guiando al grupo de Seitán para reencontrarse con los otros dos chicos desaparecidos que seguían envueltos en penumbras.

—Es por aquí —indicó con una mano, señalando así unas escaleras que daban al calabozo del palacio y que, obviamente, fue él el primero en bajar.

Tal vez no era buena idea ir detrás de alguien que se supone los había traicionado, no obstante, Seitán no flaqueó a la hora de creer que decía la verdad, así que el trato fue simple; él debía llevarlos a la celda en donde se encontraban sus amigos, y luego, lo entregarían a las autoridades de su propio mundo, por lo tanto, no había mucho más que hacer porque la albina se molestó en tomar medidas antes de venir, es decir, avisó a sus lacayos del percance; ella era realmente perspicaz. Ahora, entre más se internaban, los rugidos de cierta criatura empezaron a poner en alerta a la pareja que caminaba detrás de la líder de la luz.

—¿Qué son esos ruidos? —preguntó inquieta Lena.

—Suena a una bestia... —expresó Kadmiel por lo bajo.

—Es una quimera —aclaró el ex heredero—. La puse fuera de la celda para vigilar a sus compañeros y así también, para evitar que fueran rescatados con facilidad; no se preocupen, ella no les hará daño mientras yo no se lo indique —a todo esto, el castaño se quedó pensando en su invitada, la cual, de seguro, se fue por donde vino al escuchar que la poderosa amiga de esos elegidos arribó a su palacio.

—Quizás con más razón debería yo intervenir —comentó Seitán, quien se adelantó al príncipe, el cual se vio sorprendido por su atrevimiento, aun así, no le impidió el paso.

A medida que los tacones de la bella extraterrestre resonaban sobre las escaleras de piedra, se encendían innumerables antorchas que le permitían ver el camino, hasta que al final de éstas, se encontraron con el dichoso animal, el cual rugió al comienzo y que, sin esperarlo, retrocedió ante la presencia de esa mujer tan imponente.

—Abre la puerta —le ordenó la muchacha a Lidciel. Apenas el joven recibió la indicación, éste asintió, y atendió a su mandato.

—¿Esa es...? —la voz del dueño del café fue la primera en escucharse.

—¡Oh! ¡Son los chicos, Abel! —indicó su mejor amigo al levantarse para posteriormente, aferrarse a las rejas—. ¡Me alegra que hayan venido! —en el instante en que Alan expresó su alegría, Lidciel abrió por fin la puerta, permitiéndoles salir.

—A nosotros también nos pone contentos verlos bien —mencionó el samurái, quien se acercó con la extraterrestre y su inseparable compañera.

—Pensé por un momento que no volveríamos a verlos —declaró Lena.

—Nosotros pensamos lo mismo en cuantos los collares perdieron su poder —aseguró Alan.

—Pero, ¿cómo fue que nos encontraron? —preguntó Abel.

—Eso se los contaré una vez volvamos al otro lado —avisó Seitán, quien en ese mismo momento creó un portal, lo que le permitió la entrada a la celda a unos cuantos tipos que vieron en la guarida de la isla Friendship, los cuales apresaron a Lidciel.

—¡Tú te vienes con nosotros por traición! —aseguró uno de los extraterrestres.

—¡Esperen un poco! —rogó el de piel tostada, y entonces esos sujetos se detuvieron unos segundos, lo cual aprovechó el capturado para dirigirse a la persona que hizo tanto el papel de salvador como de su verdugo—. Líder de la luz, por favor... cumpla su palabra.

—Lo haré —con un semblante solemne, ella asintió, y entonces, después de ver la sonrisa triste de Lidciel, éste fue llevado a través de ese portal al otro lado, a lo que ella se dirigió a sus elegidos—. Es el turno de ustedes de regresar.

Apenas la albina dijo eso, a la pareja liberada, no le surgió ninguna incógnita más que realizar antes de su regreso, puesto que era evidente que Seitán como Lena junto a Kadmiel, descubrieron que Lidciel los había capturado al detectar que estaban en su reino y, aunque no supieran sobre el trato de su líder con este traidor, no mostraron interés en ello, pues entendían que no había ningún otro problema para zanjar. Por último, al llegar a su mundo, los chicos despertaron al día siguiente cada uno en su respectiva morada. En primer lugar, Abel fue incordiado por los estimulantes mensajes del grupo de whatsapp, así que se sentó en la cama confundido.

—¿Cómo...? —se preguntó, y aún con pereza, tomó el teléfono para así ponerse a leer los mensajes.

En el celular, destacaban todos los posts de Alan, quien se mostraba eufórico por el repentino cambio de escenario, así también lo hacía Lena, aunque no lo estaba tanto como él, pero se veía molesta de alguna forma, es decir, ella terminó por irritarse debido a la oleada de mensajes, así que el rubio, se introdujo a la charla.

—Hola chicos, veo que están desbordando en energía. ¿También aparecieron en su casa, así como si nada?

—¡Sí! ¡Me sigue pareciendo increíble! —declaró Alan.

—No es para tanto; recordemos que Seitán es una extraterrestre o algo así —explicó la castaña.

—Lo que me recuerda que nos debe una explicación sobre el cómo nos encontraron —comentó Alan—. ¿Tú sabes algo Lena?

—Sí; nos lo platicó Seitán cuando íbamos a buscarlos, también nos dijo que les contáramos porque ella estaba ocupada —informó.

—¿Y cómo fue el asunto? A mí también me pica la curiosidad —admitió el dueño del café, quien recordó la situación de Lena después—. Ah, y casi me olvido. ¿Enserio estás bien al quedarte con tus padres?

—Primero te responderé lo más corto —informó la chica—. No tengo muchas opciones; mi trabajo no es muy bueno y apenas me alcanza para pagar mis estudios, pero no te preocupes, mientras tenga conmigo a Kadmiel, no hay nada de qué preocuparse.

—Comprendo...

—En cuanto al cómo los encontramos, fue gracias a ti.

—¿Gracias a mí? —dijo confundido.

—Sí. Seitán nos comentó que cuando creaste las flores, tu energía quedó en ellas. Por una parte, esa es la razón por la que damos con facilidad con ellas, y por otra, el cómo dimos con ustedes.

—Sigo sin entenderlo... es decir, comprendo eso de que damos con las flores por eso...

—¡Aguanten ahí! —interrumpió Alan—. ¿Entonces estás diciendo que si Abel hubiera rechazado la propuesta de ayudarlos... seguramente no hubieran concretado nunca la misión?

—Bueno... al parecer así era. Supongo que ella confiaba en que tomarían la decisión correcta —dio a entender Lena.

—Oh Dios mío... —Abel no podía creer lo que leía. Si su proceder hubiera sido otro, quizás no estaría nadie aquí al cabo de unos días o vaya a saber Dios cuánto. Sin embargo, no quería reclamarle nada a esa guerrera intergaláctica, puesto que aun con todo, quiso respetar el libre albedrio de ambos, aunque eso les costara la vida a miles de millones. Y mientras Abel se hundía tanto en sus pensamientos como Alan, Lena decidió proseguir en medio del silencio que los dos le plantaron.

—Bueno... sigo —comunicó—. La otra es que pudimos encontrarlos, porque las flores que recuperamos, de alguna forma, están dentro del cuerpo de Abel. Por lo que nos dio a entender Seitán, ella las colocó ahí para poder mantenerlas en una dimensión segura. Si bien las rosas estaban bien en otros lugares, los enemigos lograron encontrarlas y armaron todo este escándalo, así que tuvo que removerlas y llevarlas a otro lugar que no estuviera planeado.

—¡Oh! ¡Entonces están ahí! ¡Ya me preguntaba yo dónde iban a parar! —de repente, el que había hablado era Uriel; de alguna forma, se sentía que hacía tiempo que no se lo veía, y su súbita aparición en la conversación, dio pie para otras cosas.

—¡Tú! —Lena le puso un emoticón de enojo junto al mensaje—. ¡Nos dejaste todo el trabajo aquella vez! ¡Cobarde!

—Oye, oye. Yo no sabía qué hacer; no es mi culpa; sólo reaccioné de acuerdo a la situación —se escudó.

—¡Ya veremos lo que dice Seitán cuando se presente aquí! ¡No llegué a comentarle lo imbécil que me pareciste cuando nos enfrentamos a esa cosa porque temíamos por la seguridad de Abel y Alan, pero te juro que cuando apenas la vea, le diré todo! —lo amenazó.

—Chicos, tranquilos —pidió Abel. El tema se había desviado completamente, y aunque estaba impactado por el lugar en donde habían decidido poner las flores para ocultarlas de su enemigo, en algo Lena tenía razón... Uriel no estaba siendo muy útil que digamos y... se comportaba más como un estorbo que otra cosa; de alguna forma, al principio, a Abel le pareció que sería, tal vez, un compañero pesado, pero útil, cosa que sólo cumplía con una de sus expectativas.

—¡Pero es que es la verdad! ¡No lo defiendas Abel! —le reprochó Lena.

—¿Qué dices? No lo estoy defendiendo, sólo digo que no llegarán a nada discutiendo...

—Ahí lo tienes —comentó Uriel poniendo un emoticón con su lengua hacia afuera.

—Ya vas a ver cuando te tenga en frente... —le advirtió.

—Si qué tiene temperamento —expresó Alan con una carita nerviosa.

La situación sólo podría resolverse de una forma, y era que la albina se apareciera, cosa que ocurrió después de que los celulares fallaran un poco, ahí fue cuando ésta los saludó a todos.

—Hola mis amados elegidos. ¿Se han levantado bien? —preguntó—. Espero que Lena les haya despejado sus dudas.

—Sí, gracias. Ella nos comunicó el cómo nos encontraron; jamás hubiera esperado semejante método —aclaró Abel.

—Hay sitios en el que al oscuro nunca se le ocurriría buscar, así que ese es el mejor lugar —les hizo saber.

—Sin embargo, él iba a venir a matarnos en persona —avisó Alan.

—¿Qué? No puede ser... ¿por qué haría él una cosa así? —dijo Seitán desconcertada.

—Nos lo dijo tanto Lidciel como esa quimera, que él vendría a darnos mate por sí mismo; su razón... no lo sabemos —alegó Abel.

—Esto no tiene pies ni cabeza... Se supone que él no sabe que tú tienes las flores dentro de ti —decía incrédula la albina, lo que provocó una sensación de incomodidad por parte del dúo, no obstante, Lena sí les creía.

—Yo he visto muchas cosas, así que no me parece muy loco lo que platican —opinó la castaña.

—Puede como puede que no. ¿Acaso el oscuro no tiene mejores cosas que hacer que ir por un par de chicos? Debe de estar muy aburrido siendo ese el caso, ¿no? —Uriel se carcajeó y luego volvió a poner más iconos que hicieron fruncir el ceño de los otros dos miembros masculinos pertenecientes al grupo.

—A mí también me estás empezando a fastidiar Uriel... No estamos locos, sabemos lo que nos dijeron —dio a entender con severidad Abel.

—Sí, supongo —respondió a secas.

—Ya dejen de discutir —intervino la líder—. Bien, entonces hagamos esto. Iré a investigar, y veré qué es lo que realmente busca de ustedes el oscuro; no puedo asegurar que encuentre las razones, pero haré lo mejor que pueda. Dudo que los vea como una autentica amenaza viendo lo confiado que es.

—Hablando de amenazas, deberías sacar del grupo al troglodita de Uriel —sugirió Lena.

—¿Por qué dices eso? —preguntó Seitán.

—No le hagas caso querida. Debe de estar de mal humor por la regla —se volvió a burlar descaradamente ese niñato.

—¡ERES UN INCORDIO! En primer lugar, no nos ayudó; escapó cuando más necesitábamos una mano, y gracias a él es que Kadmiel terminó herido. ¡No me inspira ni una pizca de confianza! —expresó sin pelos en la lengua.

—Eso no es verdad, ¿cómo no iba a ayudarlos? ¡Fui de gran ayuda, de verdad! ¡Estaba haciendo de vigía para que ningún otro monstruo los agarrara desprevenidos! —declaró el mentiroso.

—¡Ah! ¡No puedo creer que digas eso! —si la discusión fuera en tiempo real, de seguro Lena estaría poniendo el grito en el cielo.

—Basta ustedes dos. Si puse a Uriel en el equipo, es porque creo en sus capacidades; él mismo fue elegido por uno de mis subordinados más fieles, así que deténganse de una vez. Si él se equivocó, denle otra oportunidad, pues es lo más justo.

Era fácil para Seitán decir eso, pero el resto tenía otra perspectiva respecto al asunto. El hecho de que ella desestimara varias cosas, le causó un nudo en el estómago a todos, en especial a Alan y Abel, ya que ellos ya habían experimentado semejante situación, por lo que no deseaban revivir el pasado, pero... ¿qué podían hacer si ella no les creía? Al menos, sí hubo un cambio con la extraterrestre esta vez, y deseaban que permaneciera todo así, sin embargo... el asunto, parecía encaminarse a algo más oscuro.

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