CAPITULO 56

Caminé por largos corredores, parecía que deambulaba por una mina abandonada o esa es la impresión que me dio, incluso había vagones descarrilados tirados a los lados y las luces que iluminaban pegadas al cielo raso en un delgado cable, parpadeaban lastimando mis ojos. Me detuve al encontrar una bifurcación, no sabía en cual dirección continuar, los quejidos ya no se escuchaban, en realidad, lo único que se oía era mi acelerada respiración.

-Jade. –Una voz que reconocí de inmediato me puso sobre aviso.

-Owen. –Lo llamé esperanzada.

-Sigue mi voz Jade, ven a mí.

Era obvio que podía ser una trampa, pero estaba decidida a hablar a no detenerme, y no creía que ningún demonio se opusiera a eso, más si yo era lo que Adriel dijo.

Me dejé llevar hasta que el panorama cambió, pise tierra estéril, árboles secos se alzaban tenebrosos, en una bóveda negra sin estrellas, y una luna grisácea iluminaba mi trayecto. Un olor nauseabundo golpeó mis fosas nasales, tuve que taparme con mi brazo, me revolvió el estómago.

-Jade, por aquí. –La voz de Owen se oyó otra vez pero en mis pensamientos.

Continué con cautela hasta que lo vi, se encontraba de pie, me sonrió, me alegré tanto, que corrí hacia él y lo abracé, tan fuerte como me fue posible y comencé a llorar.

-Shhhh, ya estamos juntos de nuevo, no permitiré que nada malo te suceda.

-Mis padres están muertos.
–Sollozo. –Asmodeo los mató.

-Lo sé. –Contestó mientras acariciaba mi cabello.

-¿Dónde está Erwen? ¿Destruyeron las llaves?

-Esas son muchas preguntas jovencita.

Esa odiosa voz resonó a mis espaldas, me volteé con cuidado y en frente de mí, Tamiel me sonrió. Como siempre mudaba todo de negro y sus alas se extendían a sus anchas.

Volví a ver a Owen pero él lucía tranquilo, y fue entonces cuando lo noté, su expresión había cambiado, sus facciones endurecidas sin ninguna emoción.

-Owen mírame. –Le pedí.

Él lo hizo, observé que sus ojos no tenían brillo, estaban vacíos, y entendí sin necesidad que me explicaran, que este no era mi Owen, solo un maniquí de Tamiel.

-Vaya, muy perceptiva, te subestimé.

-¿Qué le hiciste? –Le reclamé.

-No seas melodramática, le di una dosis más fuerte de oscuridad y esta vez me encargué que tus encantos no pudieran romper el vínculo que tiene conmigo. Y en cuanto a tus otras preguntas, sí, tu amigo el fénix pudo fundir la llave pero ahora no importa, estás aquí, y nos ayudarás a hacer, lo que estás destinada.

-¿Erwen está muerto? –La voz me temblaba.

-No, es un fénix, no puede morir, pero lo tenemos prisionero, Asmodeo se está divirtiendo torturándolo.

La rabia me invadió, debía ayudar a Erwen pero cómo, no contaba con el apoyo de Owen, sola no lograría nada.

-Puedo leer tu expresión, no te preocupes por él, ese es el menor de tus problemas.

Mis manos se cierran en puño, deseaba borrarle esa estúpida sonrisa de satisfacción.

-Sígueme. -Añadió.

-¿A dónde?

-¿A qué viniste niña tonta?

Comprendí a lo que se refería y lo hice con Owen a mi lado, lo volví a ver y él me sonrió, pero era una sonrisa fría, que me congeló la sangre. No tardamos mucho en llegar a una inmensa puerta, y cuando digo inmensa es porque lo es, tal y como lo dijo Adriel, un gigantesco candado, aprisionaba gruesas cadenas, impidiendo que se abriera.

-Háblale te escuchará. –Tamiel señala la puerta.

-Hola Jade. –Una voz dulce y gentil resonó del otro lado. –No temas, no te haré daño, soy un ángel como tú.

-No eres como yo. –Espeto alejándome de la puerta.

-Claro que sí, una vez fui el favorito de Dios, su mano derecha, pero él me desterró en el inframundo, por estar en desacuerdo con su creación.

-Te refieres a nosotros.

-No a ti, al hombre, piénsalo Jade, ¿Qué bien ha hecho el hombre en el mundo? Se ha dedicado a exterminar la obra del Padre, se matan entre ellos por poder, hay ambición y egoísmo en sus corazones, no merecen vivir, su raza debe desaparecer, como la imperfección que son.

-Hay muchas personas que no cumplen tu perfil. –Pienso en la inocencia de mi hermano, la sonrisa de Aaron, el amor de Cely y mis padres, la amistad y lealtad de Mara y Sebastián, y todas las personas que de una u otra forma, han marcado mi vida, con su apoyo, consejo y consuelo, y cada momento compartido con ellos.

-No te dejes engañar, todos hasta el más pequeño, es una bomba de tiempo, hay maldad en su interior, porque la oscuridad vive en el ser humano, como cizaña que debe cortarse. Déjame salir, yo le devolveré la vida a tus padres, sé mi mano derecha Jade, gobierna a mi lado, purificaremos la tierra, solo dominaran aquellos que sean superiores.

-Uno de los tuyos, les quitó la vida, ¿Por qué confiar en ti?

-Asmodeo actuó sin mi consentimiento, te juro que yo no tuve nada que ver. Si quieres venganza te la daré, lo castigaré.

-Sí, hay algo que puedes hacer por mí. Él está torturando ahora a un amigo, liberalo como signo de buena voluntad.

-Te refieres al fénix, recién me he enterado, Tamiel me ha puesto al tanto.

-Acaso quieres que crea que no te das cuenta de lo que sucede en tus dominios, no soy tan ingenua.

-Jade, estoy encerrado, lo que pasa fuera de esta puerta, me es ajeno, te digo la verdad. Si es tan importante para tí su liberación entonces lo haré.

-¿Cómo sé que cumplirás?

-Confía en mí, él ya está libre, y te tengo un regalo.

Asmodeo se materializa en frente de mí.

-¡Qué demonios! –Expresa contrariado. Mira a su alrededor y al reconocerme su mandíbula se tensa. -¿Qué significa esto? –Se dirige a Tamiel.

-No me veas a mí, habla con el jefe.

Su vista recae en la gigantesca puerta.

-Asmodeo. –Lo llama El Oscuro.

-Mi señor. –Se inclina de cuclillas.

-¿Con qué autorización has procedido a torturar al fénix? ¿Te lo pedí acaso?

-No, pero él destruyó las llaves mi Señor, las que te liberaban y lo castigaba, hasta que se desvaneció.

-¿Por qué lo hiciste sin yo saber al respecto?

-Me nombraste gobernante en tu ausencia, atiendo tus asuntos, pensé que estarías complacido.

-Pensaste mal, ¿Acaso te ordené que matarás a los padres de Jade?

El rostro del demonio palidece unos segundos sin atreverse a mirar hacia arriba responde: -No, pero ellos eran un estorbo, solo quitaba obstáculos para tu resurgimiento.

-No puedes decidir por mí, has tomado decisiones por encima de mi autoridad.

-Perdona Amo, yo no creí que actuara mal, todo lo he hecho para tu beneficio.

-¿Y en qué me beneficia su muerte?

-Señor. –Su vista queda fija en la puerta.

-Jade, es tuyo, si quieres vengar a tus padres, puedes hacerlo, adelante.

-¿Qué? Pero ¿Por qué? Te he servido bien.

-Tus servicios ya no son requeridos, Tamiel acabo de ascenderte.

Asmodeo se endereza y juro que una gota de sudor se desliza por su rostro, su respiración es irregular.

-Hazlo Jade, quita la existencia del demonio que te separó de tu familia. –Me incita Luzbel, me veo tentada a hacerlo. Me acerco a él, puedo notar su temor, trato de formar una bola de fuego celestial pero por el contrario, una esfera de energía negra, es la que aparece en mi mano. Sin remordimiento la lanzó contra él y con satisfacción, veo su cuerpo retorcerse y convertirse en ceniza.

-Ves hija mía, tu poder ahora es mayor, déjame salir, yo no te fallaré, no permitiré que te lastimen nunca más y podrás estar con el hombre que amas.

Sus palabras sonaron tentadoras, Owen encerró mi mano entre la suya, si aceptaba podíamos estar juntos, mis padres revivirían. El Supremo me falló al dejarlos morir, la visión se cumplía y el siguiente en la lista era mi demonio.

Un hombre apareció de la nada, se inclinó ante Tamiel.

-¿Qué sucede? –Pregunta este con enfado.

-Estamos siendo atacados, huestes celestiales han invadido el inframundo.

-Se han atrevido.

-Ve Tamiel. –Le indica El Tenebroso. _Hazte cargo.

Owen camina hacia él pero lo detengo.

-No, quédate conmigo.

Él me sonríe zafándose de mi agarre, se acerca a Tamiel, los tres desaparecen.

-Jade, es hora. –Expresa ángel caíd, me volteo mirando la puerta, indecisa.

-Haz lo correcto hija mía, la humanidad no merece el regalo que se les ha dado.

Mis manos están temblando, me recorre un escalofrío, solo debo tocarlo y el candado cederá, me debato en cómo proceder.

-Dame un minuto, solo un minuto.

-Ya vienen, ellos saben que tú eres una amenaza a su existencia, te eliminarán sin contemplación.

-Pero.... -El aire comenzó a faltarme. -No, ellos son mis amigos.

-Dejaron de serlo en el momento en que abandonaste el Limbo.

Pensé en Anael, ¿Sería posible? ¿Me harían daño?

-Son muy valientes al venir aquí, no tienen dones celestiales, sin embargo, percibo energía angelical rodeándolos, debe ser obra del Creador...... -Hace una pausa.

Levanté mi mano, estaba a punto de tocar el candado cuando alguien apareció y cayó al suelo. Con espanto, reconocí a Owen.

-No. -Me acerqué presurosa, coloqué su cabeza sobre mi regazo, tenía una profunda herida en su abdomen.

-Jade. -Su mano ensangrentada intentó tocar mi rostro, pero no logró su propósito, se desvaneció y mi demonio expiró en mis brazos.

-No, Owen no. -Las lágrimas se deslizaron con fluidez y nuevamente mi corazón se partió, dejándolo marchito.

-Fueron ellos Jade, los ángeles, libérame, yo los castigaré por su osadía.

No podía pensar con claridad, pero una sensación de odio se albergó en mi ser, la visión se cumplió y no pude hacer nada para detenerla.

-Jade. -Luzbel me llamaba.

Me quedé mirando la puerta, debatiendome si abrirla o no.

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Hola, bueno, acá cumpliendo. Se pone interesante ¿Abrirá Jade la puerta? Coming soon!

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