CAPITULO 50

(Segunda parte)

Llegué exhausta a la orilla, me quedé tumbada de espaldas sobre la blanca arena durante al menos dos minutos. Cuando recuperé el aliento me senté mirando a mi alrededor. El agua es verde, como un manto esmeralda que se extiende hasta el horizonte.

Me enderecé sorprendiéndome que mis ropas se encontraban completamente secas. No hacía calor, se sentía cálido, me volteé hacia la vegetación y llamé a Owen varias veces, sin resultado. Me adentré un poco para incursionar la zona, una frondosa selva me recibió, pero algo hizo que se me erizara la piel, el silencio sepulcral, normalmente se escucharía el ruido de aves, o algún animal, pero por el contrario solo se oía el sonido del viento filtrándose por las copas de los árboles, como un silbido lastimero.

Y es cuando lo vi, colgando de unas lianas, una avioneta, y así conforme fui avanzando fantasmas de aviones de todo tipo, fueron marcando mi camino, desde modelos utilizados en la primera y segunda guerra mundial, hasta más modernos. Corrí a los que estaban estrellados en el suelo, ya que otros estaban incrustados en los robustos árboles, pero ni siquiera encontré un cuerpo, nada que me indicara, qué fue de los tripulantes. Atravesé la isla como en media hora, y lo que vi del otro lado me dejó con la boca abierta. A todo lo largo de la playa, navíos encallados, de todos los tamaños y de diferentes épocas, incluso veleros del siglo XVIII y quizás más atrás en el tiempo.

Comenzaba a desesperarme por no encontrar a Owen, cuando visualicé el bote en el cual veníamos, estrellado contra unas rocas, corrí en su dirección, entre al agua que me llegaba a las rodillas, pero me decepcioné al hallarlo vacío.

-¡Maldita sea Owen! -Exclamé frustrada. -¿Dónde estás?

-Detrás de ti. -Me respondió, al girar, lo encontré de pie en la orilla. Salí del agua y cuando lo tuve cerca, nos abrazamos.

-Estaba tan asustada, no sabía qué había pasado contigo.

-Hierva mala, nunca muere. _Repuso

-No seas tonto. -Le planté un beso pequeño sobre los labios.

-¿Y ahora qué? -Inquiere. -No es como que soñáramos con la ubicación de la llave, estamos a la deriva.

-Lo sé, ¿Viste este lugar? ¡Es aterrador! -Expreso abrazándome a mí misma.

-Lo es, he deambulado por un rato, sin encontrar ninguna señal de vida, y cuando digo ninguna, me refiero que tampoco animal o incluso un insecto, nada.

-Lo noté, es como si estuviéramos en la dimensión desconocida. ¿Qué pasó con las personas que venían a bordo de las aeronaves y embarcaciones? Si nosotros llegamos aquí, me imagino que ellos también.

-Creo que es un misterio, tanto como lo es, el Triángulo de las Bermudas en sí. -Me responde.

-Tengo un mal presentimiento. -Le hago saber.

-Siempre que dices eso, algo desafortunado sucede. -Vuelve a ver a su alrededor.

-¿La sientes? -Consulto, refiriéndome a la llave.

-No, y eso es aún más extraño. _Contesta encogiéndose de hombros.

-Sigamos caminando, talvez en algún momento se revele a nosotros. -Dije tratando de creer mis propias palabras.

Con precaución recorrimos de extremo a extremo la isla y a la redonda, es como si el tiempo ahí no corriera, no tengo como explicarlo, no estábamos ni remotamente cansados pero sí, me empezó a dar sed.

-Estoy sedienta. -Hago la observación.

-Lo sé, estoy igual.

El sonido del agua fluyendo nos llamó la atención, encontramos un arroyo que atravesaba la isla. Las aguas son cristalinas y mi garganta quemó al verlo, deseando tomar el líquido.

-Estoy seguro que este arroyo no estaba aquí antes.-Me afirmó.

-Parece que la isla misma es una trampa mortal. Presiento que si tomas o comes algo de aquí, no solo no saldrás, sino que mueres. No lo sé, estoy cavilando.

-Pues estoy de acuerdo contigo, no tiene lógica que no haya sobrevivientes. -Razonó mi demonio.

-Este lugar me pone los pelos de punta. -Aseveré deseando encontrar la llave y salir de ahí.

-Es la de Miguel, ya sabíamos que no sería sencillo.

-Perdona Owen, pero ninguna ha sido fácil, o se te olvida cuando casi te ahogas por causa de las sirenas, o las desagradables arañas en Perú, o todo lo que hemos experimentado. -Dejo salir el aire que tenía retenido.

-Como para escribir un libro ¿No lo crees? Sería un éxito, incluso hasta podrían filmar una película.

-Sé serio quieres. -Me enfado.

-No te enojes, solo intento encontrarle el lado divertido a esta locura.

-Owen de verdad tengo sed. -Toco mi garganta y miro el agua.

-Alejémonos de la tentación. -Me propuso y lo seguí.

La isla es enorme, pero por más increíble que pareciera la recorrimos completa, y la sed aumentaba con cada paso que dábamos. Arriba de unas palmeras cayeron dos cocos. Levanté uno y lo sacudí escuchando el preciado líquido moverse adentro.

-Es una maldita pesadilla. -Lo tiro con fuerza hacia el mar, pero la leve marea lo devuelve a la orilla, justo a mis pies. -Quiere que me lo beba, lo sé. - Pateo el coco tratando de alejarlo de mí.

-Jade, mírame. -Coloca ambas manos sobre mi rostro. -Piensa en otra cosa, enfócate en la llave, la isla de alguna forma te está manipulando.

Por loco que sonara, él tenía razón, ¿Cómo hacía para sobrellevarlo? Quizás por ser mitad demonio y ángel, era más fuerte que yo. Continuamos el trayecto sin llegar a ningún lugar en particular.

-¡Maldito Miguel! -Exclamó Owen enfadado. -¿Dónde pudo esconder la llave? -Se toca el mentón para luego colocar sus manos a cada lado de sus caderas.

-Owen. -Lo llamé cuando me empecé a marear.

-Jade ¿Qué tienes? -Se acercó a mí deprisa.

-No puedo seguir, tengo demasiada sed, quema. -Vuelvo a tocar mi garganta.

-Lo lamento tanto, resiste. Ven, siéntate acá.

Abrí los ojos como platos y señalé a sus espaldas, atónita con la visión que estaba teniendo. Mi demonio frunció el ceño y al voltearse quedó con la boca abierta.

-Hola. -Nos saludó una niña con largos cabellos dorados que le llegaban hasta las rodillas, unos ojos vivaces turquesa, su piel blanca nieve, y labios rosados. Me atrevo a decir que la criatura más hermosa que he visto jamás.

-¿Están perdidos? -Nos sonrió. Parecía dulce pero había algo en ella que no me agradaba.

-¿Cómo te llamas? -Le pregunta Owen acercándose.

-Annabel. -Al sonreír se formaron unos hoyuelos a cada lado de su boca. Por su apariencia, le calculaba seis años.

-¿Qué haces aquí? -Siguió el interrogatorio mi demonio.

-Éste es mi hogar. -Señala a la redonda.

-¿Vives aquí sola? -Continuó él incrédulo.

Ella asintió y cruzó sus brazos hacia atrás.

-Vengan conmigo, los llevaré a mi casa. -Agregó muy animosa.

Owen y yo intercambiamos una mirada, le indiqué que no, pero creo que al verme en ese estado le preocupó, porque me ayudó a ponerme de pie y se fue detrás de Annabel.

Llegamos a una choza construida en un árbol, me sentía un poco como Robinson Crusoe, lo que me hizo reflexionar ¿Cómo demonios construyó una niña de su edad esa edificación? En definitivo, no pudo ser ella, pero entonces ¿Quién?

Subimos ayudados con una soga, adentro estaba amueblado con cosas improvisadas de los restos de los navíos y aviones. Otra vez la pregunta saltó a mi mente ¿Cómo hizo esta niña para trasladarlos hasta aquí?

-¿Quieren algo de comer o beber? _En una mesa estaba servido una variedad de frutas y unos cuencos rebosaban de agua.

-No gracias. -Contestó Owen, pero mi mirada no se apartaba de los cuencos, deseaba ir hacia ellos y tomar toda el agua que me fuera posible, hasta atragantarme.

-Te ves sedienta. -La niña tomó uno pequeño y me lo ofreció, me vi tentada a aceptarlo.

-Estoy bien. -Contesté sintiendo como el mareo se convertía en migraña.

-Ummm como quieras. -Se encogió de hombros. -Son los primeros que veo en mucho tiempo. -Se sienta en una silla de una avioneta.

-¿Desde cuándo vives aquí? -Le pregunté

-Desde siempre, eso creo. -Se volvió a encoger de hombros.

-¿Qué naciste aquí? -Arquee una ceja.

-No. -Se limitó a contestar.

-¿Y cómo llegaste? -Ciertamente estaba intrigada.

Ella señaló con su mano el cielo, lo que me hizo pensar que de seguro fue en un avión.

-¿Y estás sola? ¿Tienes padres?

-Ellos murieron. -Agarra una fruta que parecía ser una manzana mordiéndola.

-¿Cómo murieron? -Apenas fui capaz de pronunciar, la sed es tan insoportable que me dolía la garganta al hablar y se me secaba más.

Por tercera vez se encogió de hombros y continuó comiendo la manzana.

-Esto no me gusta. -Le hablé mentalmente a Owen.

-Lo sé, presiento que no es tan inocente como se ve, percibo cierta maldad en ella.

-¿Qué crees que sea?

-Estoy casi seguro que la encargada de que las personas desaparezcan.

-Debemos seguir buscando la llave. _Le hago la observación.

Él asiente y se dirige a Annabel.

-Te agradecemos tu hospitalidad pero debemos irnos.

-¿Por qué? ¿Quieren jugar conmigo?

-No podemos, estamos buscando un artefacto.

-¿Qué buscan? Yo les puedo ayudar.

Le retuerzo los ojos a Owen por su indiscreción, él capta de inmediato el mensaje.

-No es necesario, pero gracias.

-Ella no puede ayudarte. -Me señala.

-¿Por qué lo dices? -La encaró.

-Morirá, lo he visto.

-¿Qué has dicho? -Owen eleva el tono de su voz.

-No quieren ser mis amigos. -Hace pucheros.

-Annabel explícanos por qué Jade morirá.

-Por qué así él lo quiere. -Sonrió de una forma de verdad macabra para una niña, me recordó a El Exorcista.

-¿Quién lo quiere? -Owen lucía consternado.

-Debe beber agua o perecerá. -Nos hace la aclaración.

-Owen. -Lo llamé, incluso en mi mente, me sentía débil.

-Vas a estar bien, te llevaré abajo.

-No. -Grita Annabel, dejando salir una bocanada de viento de su interior. -Nadie se va de aquí. _Habla como si dos personas lo hicieran a través de ella, la niña y un hombre.

Mi demonio me puso de pie, pues descansaba en una hamaca, se dirigía a la cuerda cuando lo vi volando por los aires cayendo de espaldas por encima del barandal que recorría la choza hacia el suelo. Quise gritar pero no pude, me asomé y lo vi inconsciente. La volví a ver, sonreía de manera perversa, se me erizó la piel.

-Bebe. -Me sentí jalada hacia la mesa, mi cuerpo de repente no me obedecía, aunque no lo quería tomé el cuenco y lo puse sobre mi boca. -Bebe. -Me exigió.

Pasé saliva, luchando por no hacerlo, pero ella ejercía una clase de poder sobre mí, que me obligaba a obedecerla. Como pude le tiré el líquido sobre su cara, lo que la hizo enojar bastante.

Aproveche esos segundos de distracción, me guindé de la soga resbalándome hacia abajo, usando mi sudadera para no maltratar mis manos.

-Regresa. -Me llamó. Jalé la cuerda con lo que me quedaba de energía tratando de zafarla de su amarre pero no pude.

Annabel comenzó a reír, parecía loca, me incline sobre Owen, coloqué su cabeza sobre mi regazo. Él empezó a reaccionar, abrió los ojos de golpe.

-Jugaremos a las escondidillas, ustedes se esconden y yo los busco. Uno-dos-tres- Tienen hasta diez e iré a buscarlos. Se tapó los ojos e inició el conteo otra vez: cuatro.

-Owen tienes que levantarte. _Reaccionó, apoyándose en mí, nos empezamos a alejar.

-Cinco. -Grita la niña.

Yo estaba mareada y Owen recibió un fuerte golpe, se recostó en un árbol para recuperar la compostura.

-No tenemos tiempo. -Le indiqué.

-Jade no veo nada.-Me reveló.

-¿Qué? -Esto no podía ser cierto.

-Estoy ciego. -Y cuando levantó la vista, vi que sus ojos eran blancos, como si tuviera cataratas.

-¡Oh por Dios! -Exclamé sin poder evitarlo.

-Listos o no haya voy. -Se escuché a Annabel decir.

-Tenemos que continuar. -Lo tomé de la mano, seguía comunicándome con él en sus pensamientos, no podía hablar por mí misma.

Como pudimos avanzamos, tratando de guiar a mi demonio, pero íbamos lento, a este paso, seríamos presa pronto de esta desquiciada.

-Mes estoy divertimento mucho. _Su voz sonaba cerca.

Me sentía de verdad desesperada, arrastraba mis pies, Owen me sujetó por el hombro, él era mis sostén y yo sus ojos.

-Derecha. -Le indiqué y es cuando la sentí, al fin la sétima llave.

-Jade. -Me dijo Owen emocionado.

-Lo sé.

-Ya los veo. -Su risa hacía eco a nuestro alrededor.

Salimos a la orilla de la playa donde las embarcaciones lucían tenebrosas, la señal se incrementaba conforme nos acercábamos a un velero antiguo. En su casco de madera una gran abertura se abría dejando que el agua del mar se colara. Ingresamos, regados en el fondo brillaban monedas de oro, y piedras preciosas. La luz entraba directo, lo que me daba buena visión, cada vez que veía algo brillar me agachaba para solo encontrar monedas u otros objetos de oro.

Dejé a Owen sentado mientras que mi vista se volvía borrosa y la sed ya era incontrolable, estaba a punto de beber agua salada.

-Aquí están. -Annabel comenzó a pegar brinquitos y aplaudir.

Comencé a llorar de frustración, estaba a punto de perder la conciencia, el estómago me daba vueltas.

-Ahora van a jugar conmigo. -La niña se deformó, su rostro angelical se convirtió en algo horrible, dientes puntiagudos, ojos negros y filosas garras.

-N-oo. -Apenas articulé.

Owen se puso de pie y no sé cómo pero llegó a mí, tomó mi mano. Esto era todo ¿Sería nuestro fin? Una bola de energía se levantó del agua y al observarla mejor, noté que era la llave.

-No te atrevas. -Me advirtió ese demonio.

Le sonreí y mentalmente le dije: "Hasta nunca". Agarré la llave y estábamos de nuevo en el Limbo. De inmediato me recuperé y al chequear a Owen, sus ojos eran normales.

-Felicidades. -Yei nos esperaba.

La llave levitó de mi mano, de inmediato se materializaron las otras seis, quedando todas flotando a la misma altura.

-Creo que Asmodeo no estará muy feliz. -Me sonríe Owen.

Pero yo no reaccionaba, no le podía quitar los ojos de encima a las llaves, después de todo el esfuerzo en encontrarlas, las teníamos, ahora la pregunta que me atormentaba era ¿Qué hacer con ellas?

*************

Hola, lo prometido es deuda, acá les dejo otro capi, y para compersarlos, lo hice más largo. Me gustaría saber sus opinios sobre el capítulo ¿Qué tal les pareció?

Y en este punto es donde empieza lo mejor, ya tienen todas las llaves ¿Las destruirán? ¿Qué va a pasar ahora?

Hasta la próxima semana. Los quiero muchooooo 😘😉

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