CAPITULO 44
Desperté y sentí la mano de Owen rodeándome a la altura del pecho, la retire con cuidado de no despertarlo, me voltee de medio lado y me quedé observándolo, hacía pequeños ruidos al respirar, no eran ronquidos, más bien, el sonido del aire al ser liberado, tenía la boca levemente abierta y me dieron una intensas ganas de besarlo.
Podía estar así, admirándolo por toda la eternidad, Owen era perfecto, a pesar de su mitad demonio. Me levanté con cautela, la casa se sentía vacía sin mis padres y mi hermano, incluso echaba de menos a Adriel, con todo y su constante parloteo.
Sonreí al recordar el día de ayer, ojala se repitiera, deseaba que esto pronto acabara, que El Oscuro se quedara donde debía de estar, que mi familia no corriera peligro, y que Owen y yo, pudiéramos compartir nuestro amor sin limitaciones.
-Hola Jade. –Una voz amable me exaltó, sacándome de mis meditaciones.
-¡Anael! –Exclamé sorprendida, corrí hacia él, abrazándolo.
-Veo que te alegra verme. –Lo escuché sonreír.
-No tienes idea cuánto. ¿Cómo están Mara, Sebastián y Aarón? ¿Les sucedió algo? Por eso estás aquí.
-No, tranquila, ellos están bien.
Respiré aliviada y agregué:
-Entonces ¿A qué debo el honor de tu visita?
-El Supremo ha tomado una decisión muy importante.
-Así ¿Qué puede ser? –Levanto mi ceja esperando recibir las noticias.
-Sabes que Miguel esta a cargo de las llaves recolectadas. –Me comenta.
-Sí, me dijo Adriel.
-Bueno, se ha hecho un cambio de planes.
-¿Cambio de planes? –Consulto extrañada.
-Sí, él quiere que ustedes las tengan.
-¿Es un chiste, cierto?
-No, de todas formas, son los custodios de las llaves.
Suspiro sin comprender nada, aquí hay algo que no me gusta.
-¿Por qué no me dices la verdad Anael? Eres un ángel no puedes mentir.
-Te he dicho lo que necesitas saber, no cuestiones los designios del Altísimo.
Claro, que inteligente, no contesta a mi pregunta, pero sale victorioso, dándome una respuesta a medias, que después de todo, es verdad.
-¿Y dónde están las llaves? ¿Las traes contigo?
-Sí. –Expresó, extiendió sus manos, formándose una esfera de energía, tan brillante que tuve que quitar la vista. La luz se fue opacando hasta quedar flotando las tres llaves.
–Tómalas. –Lo hice aún dubitativa, tenía el presentimiento, que había gato encerrado.
-¿Qué se supone debo hacer?
–Cuestioné todavía analizando lo que estaba pasando.
-Cuídate Jade, me dio gusto verte.
–Y diciendo esto, desapareció. Típico de los ángeles, dejarte con la palabra en la boca.
-Buenos días. –Owen apareció, estirándose a sus anchas y bostezando. Su mirada cayó de inmediato en las llaves. –¿Es eso, lo que creo que es? –Arqueo una ceja.
-Sí, Anael acaba de irse, dejándome este regalito.
-¿Es broma? –Frunce el ceño.
-No, al parecer ahora somos responsables de éstas.
-Así de simple. –Inquiere, sé a lo que se refiere.
-Así de simple. –Repito.
-Hay algo que no me gusta.
–Cuestiona.
-Únete al club. –Respondo intrigada.
-¿Y ahora? ¿Qué vamos a hacer? Es muy peligroso tenerlas sin protección, habrá que esconderlas. –Me sugirió.
-Correcto, en el Templo de los Alados estarán seguras, de todos modos, ningún demonio puede entrar ahí.
-Sí, ya tuve una experiencia cercana que me lo confirmó.
–Expresa recordando cuando lo lleve ahí y Tamiel contaminó su corazón, haciendo que su cuerpo se quemara.
-¿Me acompañaras? –Le pregunto.
-Claro, voy a cambiarme.
Veinte minutos después nos dirigíamos al Templo de los Alados, se encontraba desierto, caminamos en dirección a una caja dorada que estaba colocada sobre una base de mármol, las metí adentro y cerré la pequeña compuerta.
-Listo. –Pronuncié, aun inquieta que nos hayan dado las llaves.
-Bien, regresemos. _Sugiere mi demonio. Le sonreí.
La mañana pasó sin percances, entré a la biblioteca, estaba aburrida y un poco extrañada que Yeialel no apareciera advirtiéndonos sobre la cuarta prueba. Tomé un libro y me senté a leerlo, era sobre la Corte Celestial, el tema me pareció interesante y empecé a leer. Owen, desde que regresamos del Templo se comportaba esquivo, alegó sentirse cansado retirándose a su habitación.
Me quedé dormida, pero mi sueño fue interrumpido por un sonido de aleteo. Levanté la vista y ahí frente a mí, se encontraba Anael.
-Me visitas dos veces en un día. –Le sonreí.
-¿Debo sentirme alegado con tu comentario o acaso lo has dicho con sarcasmo?
-Ambos, ¿Qué pasa?
-Parece que ha habido cambio de planes.
-"Cambio de planes". –Replico consternada.
-Sí, ha llegado cierta información a nuestros oídos.
-¿Y se puede saber qué? –Quise saber.
-No, lo lamento.
-Porque sospeché que dirías eso.
-Necesito las llaves, te las devolveremos.
-¿Acabas de dármelas y ya nos las vas a quitar?
-Es solo un momento.
Owen apareció trayendo un ramo de flores, al ver a Anael su cuerpo se tensó.
-¿No estabas descansado?
–Observé.
-No pude, decidí dar una caminata, corté estas flores para ti, pensé que te gustarían.
-Gracias. –Sonreí ante su detalle y las coloqué en un recipiente que previo, llené con agua. –Anael viene por las llaves.
Owen frunce el ceño pero no dice nada.
-¿Nos acompañas?
-No, prefiero quedarme.
-Como quieras.
Anael me extiende la mano y en segundos llegamos al templo.
-Están en la caja dorada. –Le señalo el artefacto.
Anael asiente y camina con paso seguro, se ve hermoso con sus alas majestuosas, las mías palidecen antes las de él.
-No están aquí. –Me indica
-¿Qué? –Me acerco para comprobar lo escuchado.
-¿Quién más sabía su paradero?
-Owen pero él .... –No me dejo terminar.
-Es mitad demonio Jade, que no se te olvide que al principio, él recolectaba las llaves.
-Eso fue antes, Owen no me traicionaría.
-¿Cómo puedes estar tan segura? Que tus sentimientos hacia él, no te nublen la sensatez. ¿Dónde ha estado hoy? ¿Han estado juntos todo el tiempo?
-No, me dijo que se sentía cansado y que iría a recostarse un momento.
-Pero no lo hizo, tú mismas lo escuchaste, salió.
-¿Qué me estás insinuando?
–Espeté molesta.
-La realidad Jade, no te ciegues ante los hechos.
-No te atrevas a juzgarlo. –Lo defiendo.
-Vamos. –Me toma la mano. –Qué el mismo nos explique donde estuvo.
Llegamos y Owen estaba en la sala de estar, sentado en el sillón ojeando un libro.
-Que caras más largas ¿Qué ocurre?
-Las llaves desaparecieron.-Confirmé.
-¡Estás de broma! –Exclama sorprendido.
-No, se han esfumado.
-Eso es imposible, tú misma dijiste que ningún demonio puede entrar al templo.
-Tú lo has dicho, ningún demonio, pero sí un mitad ángel. –Lo acusa Anael.
-Un momento, ¿Me están culpando a mí?
-Eres el único con un motivo de querer las llaves. –Anael lo mira de manera inquisidora.
-Yo no he sido, Jade, debes creerme.
Mi corazón quería hacerlo pero ¿Cómo era posible que no estuvieran? No podían simplemente desvanecerse. Sin embargo, algo en mi interior me gritaba que mi demonio era inocente.
-Jade, dime que me crees. –Sus ojos buscaban apoyo, no veía mentira en estos, solo sinceridad.
-Él no lo hizo, no pudo. –Me coloco a su lado.
-No lo defiendas, hablas con el corazón y no con la razón.
-Yo le creo, si él dice que no lo hizo, así fue. –Tomé la mano de Owen sonriéndole. Entrelazamos nuestros dedos, me susurro un gracias.
-Bien, felicidades, han pasado la cuarta prueba.
Ambos lo miramos sin entender. Anael continúo: -Confiaron uno en el otro, a pesar de que todo apuntaba a Owen, tú Jade, no dudaste de él. La confianza es uno de los más valiosos tesoros.
-Una prueba. –Profiero en voz baja.
-Mi trabajo aquí finalizó. –Añade Anael. –Cuídense, y no olviden las enseñanzas recibidas en cada prueba. -Sin más preámbulo, desapareció.
-Te lo agradezco. –Me dice Owen.
–Por no dudar de mí.
-Lo vi en tus ojos. –Contesté abrazándolo.
Cuatro pruebas superadas, tres pendientes, que El Supremo nos dé la fuerza necesaria para finiquitar con éxito esta labor.
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Oka, otro capi subido. Lo escribí hoy mismo jajaja, he estado un poco enredada, como siempre espero sea de su agrado. Sorry si me quedó cortito 😘 se hace lo que se puede. Al menos actualicé.
Cada prueba une más a Jade a Owen, veremos como les va con las que faltan.
Un abrazo.
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