CAPITULO 42
Sentí como si una manada de búfalos me hubiera pasado por encima, dormí pésimo, aunque ni siquiera puedo decir que dormí, apenas cerraba los ojos, tenía horribles pesadillas con el fin del mundo, en el cual Owen estaba muerto, y yo era la mano derecha del Oscuro.
¡Que irónico! Baje aún meditando mi pesadilla, los párpados se me cerraban, tanto que pensé seriamente regresar a la cama, pero eran cerca de las 10:00 a.m. Y no creo conciliar el sueño de nuevo.
-Jade. -Una mano se posicionó en mi espalda sobresaltándome, el corazón me latía tan aprisa que todo el residuo de sueño desapareció.
-¡Dios! -Exclamé con una mano puesta en mi pecho. -No vuelvas a hacer eso. -Le advertí a Owen, que sonreía divertido.
-Lo siento. -Me miró con el rabillo del ojo, traía el cabello desordenado, posiblemente se había despertado recién al igual que yo, andaba puesta la ropa de dormir de papá, un pantalón blanco a rayas azules de algodón y una camiseta cuello V gris.
-¿No dormiste bien eh? -Más que una pregunta sonó como afirmación.
Asentí colocando mi cabeza sobre su hombro, él me beso en la cabeza.
-Siempre tengo la misma pesadilla. -Le respondo sin mirarlo.
-Lo sé, yo también las tengo.
Lo volví a ver sorprendida.
-Estamos conectados ¿Recuerdas?
-Sonrió con amargura. -Es extraño ver mi propia muerte, pero lo que más me afecta es donde te alías con el mal. No pareces ser tú en realidad, aun no comprendo esa parte, pero estoy seguro que algo realmente malo debe sucederte para que esto se dé.
-Nunca va a ocurrir. -Me acerco a la ventana, perdiéndose mi vista en el jardín.
Owen llega por detrás, sus brazos me rodean, se siente bien, el hecho de que estemos solos, sin fisgones, libres de hacer lo que queramos. Me volteo despacio para prenderme de su boca, sus labios se mueven a mi ritmo, mientras que su lengua se sumerge buscado la mía. Mis manos se consumen en su cabello, las suyas me toman por la cintura y me llevan más a su lado, sintiendo su tonificado pecho. Cada vez que Owen y yo tenemos este preciado contacto me hace estremecer, y deseo jamás separarnos, permanecer así acariciando nuestros labios hasta que nos duelan.
-Lamento interrumpir. -La voz de Yeialel nos hace separarnos de golpe. Juro que vi un atisbo de rubor en sus pálidas mejillas.
-No me digas, hora de otra prueba. -Musito sin ganas.
-Lo lamento. -Nos mira de reojo.
-Al menos nos darás tiempo de cambiarnos de ropa.
-No es necesario, suerte.
Sostuve a Owen temiendo perderlo como la última vez y sentí como una clase de succión, cuando terminó estaba mareada, pero respiré aliviada al verlo junto a mí.
-Piedad por favor. -Una voz lastimera se quejaba.
-¿Dónde estamos? -Owen examinó nuestro entorno.
-No lo sé. -Contesté tapándome la nariz porque olía horrible como a podredumbre. Miré con más detenimiento a mi alrededor y me di cuenta que aparecimos fuera de una caverna. La tierra comenzó a estremecerse con violencia, tanto que tuvimos que apoyarnos en la pared rocosa.
-Jade observa. -Owen señaló un volcán que hacía erupción, lanzando ceniza y rocas mientras que lava salía a borbotones de sus entrañas.
Nos encontrábamos en sus faldas, por lo que, de no movilizarnos pronto, moriríamos.
-Ayuda. -Se volvió a escuchar.
Entré a la caverna y en un rincón un bulto envuelto en mantas yacía sobre el piso. Me incliné, todo su cuerpo estaba cubierto de harapos, al retirar el velo que cubría su rostro me quedé paralizada, era una mujer y estaba enferma.
-Es lepra. -Owen estaba a mi lado, reconoció su padecimiento.
-Por favor ayúdenme, todos se han ido y me han dejado. -Sus huesudos brazos sostuvieron mi blusa, numerosas lágrimas recorrían sus demacradas mejillas.
Volvió a temblar haciendo que rocas cayeran tapando la entrada de la cueva, por ahí no podríamos salir.
-Hay otra salida. -Dijo la mujer con voz débil y tosiendo. -Al final del túnel, sigan en línea recta.
Mi mirada se encontró con la de Owen que entendió el mensaje, tomó a la mujer en sus brazos y comenzamos el trayecto. Temblaba constantemente y hacía calor, era difícil mantener el paso, pero continuamos. La mujer olía mal, pero mi demonio lo disimuló muy bien. No podíamos ir tan rápido como quisiéramos por ella, de las paredes comenzó a brotar lava, que se escurrió hasta llegar a nuestros pies, avanzaba deprisa, a diferencia de nosotros.
La tierra se estremeció haciendo que cayéramos, unas rocas se desprendieron del techo, Owen y yo nos levantamos pero la mujer tenía varias piedras encima. La lava casi nos alcanzaba, la situación es desesperante.
-Déjenme, sálvense ustedes. -Nos pidió con sangre brotando de su boca.
-Nadie te va a abandonar, me escuchas. -Le hago saber.
-Vete Jade, yo me quedaré con ella.
-No, ambos lo haremos. -Sostuve la mano de la mujer que lloraba angustiada, se me partía el corazón.
Los cimientos de la caverna parecían bailar, las paredes se tambaleaban y la lava casi nos daba alcance.
-¿Cómo te llamas? -Le pregunté a la mujer de rasgos asiáticos.
-Mei. -Respondió mientras me miraba aterrada.
-Aquí estamos Mei, no te vamos a dejar.
-Jade. -Me llamó Owen al ver que la lava casi nos tocaba.
-Te amo.- Le dije.
Él me sonrió y apreté la mano de Mei tratando de infundirle valor.
Sentía como mi piel se quemaba, era una sensación espantosa y aun así, Owen y yo escudamos a Mei con nuestros cuerpos, intentando protegerla.
-Bien hecho. -Agregó Mei sonriendo y una luz bellísima la envolvió. Abrí la boca sorprendida al ver que se transformaba en Yeialel. -Tercera prueba superada, mostraron compasión ante un extraño y que además se encontraba enfermo. Se quedaron con ella estando tan cerca de su libertad sabiendo que morirían. Pudieron irse pero decidieron no hacerlo, me siento orgullosa de ambos.
De nuevo estábamos en la casa del Limbo, al menos esta vez no tuvimos que enfrentarnos a ninguna criatura espeluznante.
-Creo que ahora sí quiero tomar una merecida siesta. -Repliqué con mis manos sudorosas, todavía asimilando lo ocurrido minutos antes. Owen me tomó de la mano y nos dirigimos a mi recamara.
Recosté mi cabeza sobre su pecho, de verdad estaba cansada, las ojeras tomaban un color café, tenía temor de dormirme y que la pesadilla regresara.
-Duerme dulce Jade, yo cuidaré tu sueño.
-Tengo miedo. -Le confesé.
-¿Por qué? ¿A qué le temes?
-A que lo que me atormenta se haga realidad. A traicionar a los míos, a tomar una mala decisión y condenar a la humanidad.
-Suena a algo que yo haría, no tú.
-Presiento que se aproximan tempestades.
-Lo superaremos. -Aseguró con seguridad.
No contesté, por primera vez en mucho tiempo estaba aterrada.
-Jade. -La voz de Owen se escuchaba lejana, los párpados se me cerraban.
-Descansa mi amor.
Sentí su aliento envolviéndome. Y sus cálidos labios se posaron con cuidado sobre los míos. Quise corresponderle pero ya era tarde, me entregué al más profundo sueño.
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Bueno, les cuento que me tardaré más en actualizar, otra vez inicio clases en la U, posiblemente lo haré una vez por semana. Espero su comprensión.
Saludos.
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