CAPITULO 35

Me desperté, de inmediato estiré mis brazos, acompañado de un pronunciado bostezo que inundó la estancia. Me sentía en realidad bien, descansada y hasta relajada. Aun con los ojos entrecerrados me levanté para abrir las cortinas, dejando que la luz abrazara el interior.

Me asomé, pero algo me hizo voltear otra vez. Los residuos de sueño que aún quedaban se fueron por completo, restregué mis ojos varias veces, ya que no era posible lo que estaba mirando. Me pellizque para comprobar que no seguía dormida pero el dolor me hizo quejarme. ¿Qué está pasando?

-Jade. –La voz de mi madre sonaba al otro lado de la puerta.

Observé la habitación entrando en pánico, ¡Esto no estaba ocurriendo! ¿Sería que nos trasladamos mientras dormía? Corrí hacia la puerta y la abrí de golpe, encontrándome a mamá con mi hermano en regazos.

-Vaya, primera vez que no tengo que tirar la puerta para que despiertes. Apresúrate, Cely siempre tiene que esperarte y terminan llegando tarde por tu culpa.

-"Cely". –Repito frunciendo el ceño. -¿A qué te refieres con Cely?
–Pregunté sin entender.

-Cariño es lunes, día de clases, ¿Te afectó el fin de semana?
–Tocó mi frente con la mano libre y sonrió.

-Esto no es gracioso mamá, ¿Día de clases? –Interrogué.

Papá salió del baño con una toalla envuelta en la cintura.

-¡Ay por Dios papá! Cúbrete. _Exclamé molesta.

-¿Qué? Estamos en familia ¿No?
–Le planta a mamá un beso en plena boca y se dirige a su recamara, cerrando al paso.

-Jade, será mejor que de verdad te des prisa. –Me da la espalda quedándome con la palabra en la boca.

No entendía un ápice, llegué a mi armario y al abrirlo casi me voy de espaldas, ¿De quién era esta ropa? No mía en definitiva. ¿Me estaban jugando una broma?

Entré a la ducha, me tomé mi tiempo, al terminar me acerqué al armario, agarré lo más cómodo que visualicé, un jeans negro, una blusa azul marino manga larga, me calcé con unas converse. Sequé mi cabello y me miré al espejo, ¿Estaría soñando? Esa es la única explicación que encuentro para que despierte en mi antigua casa y mamá me hable de Cely. Sí, eso es Jade, estás soñando, tiene que ser.

Bajé hasta llegar a la cocina, papá vestía un pantalón de casimir café, camisa blanca manga larga y una corbata, ¿Era el Día del Ejecutivo y nadie me comentó?

-¿Qué haces vestido así? –Me burlé cogiendo una tostada del cesto de pan, mordiéndola al instante.

-¿Qué pregunta es esa? –Papá me observa como si yo fuera un bicho raro.

-Jade ¿Por qué nos miras de esa forma? –Consulta papá con el semblante serio.

-¿Por el Supremo díganme alguien que está ocurriendo?

Ambos intercambiaron una mirada.

-Amor ¿Te sientes bien? –Papá sorbió un trago de su café, para luego tocarme la frente. –No parece tener temperatura.

Adriel ahora reposaba en el encierro para bebé, se entretenía tratando de alcanzar unas estrellas y lunas que estaban colocados de extremo a extremo.

-Estoy bien. –Expreso agobiada.

-Ummm como digas. –Mamá continuó con lo suyo, mientras papá leía el periódico.

El timbre me exaltó, lo tocaron varias veces.

-Debe ser Cely. –Me indicó mamá.
–Ten. –Me dio una bolsa de papel.
–Tu merienda, ya que otra vez no desayunaste. –Pone los ojos en blanco.

Me quedé de pie como una estatua, la pregunta ¿Qué demonios? Seguía atormentándome.

El timbre siguió sonando y fui hasta la puerta principal. Cuando la abrí Cely se encontraba al otro lado sonriéndome.

-Buenos días. –Me saludó.

Las lágrimas se precipitaron sin mi permiso, lo abracé.

-Jade ¿Estás bien?

-Estás aquí. –Dije entre sollozos.

-Sí, ¿Todo en orden?

Aun estábamos así cuando alguien se interpuso entre nosotros.

-Heyyy nada de escenas amorosas. –Añadió Aarón con los brazos cruzados y haciendo pucheros.
–Jade es mi novia. –Me toma de la mano.

Cely me mira de reojo mordiéndose el labio, luciendo adorable y sexy a la vez, centrando mi atención en esa parte.

-Llegaremos tarde. –Aarón nos mira con disgusto.

-Ya oíste al pequeñín, ¿Y tu mochila?

-"Mi mochila". –Repito, limpiando los rescoldos de lágrimas.

-Aquí está. –Mamá aparece con el salveque y me lo coloca. –Adiós, ya váyanse. –Me empuja fuera de la casa.

-Estás actuando muy raro. –Me recalca Cely.

-Lo lamento, es solo que siento que me perdí de algo.

Él me sonríe y me toma de la mano hasta que llegamos a un auto estacionado en la calle. Como todo un caballero me abre la puerta e ingreso sin cuestionar nada, Aarón sube atrás. El silencio inundó el vehículo, algo aquí no estaba bien, si estaba soñando, esperaba no despertar jamás. Dejamos a Aarón en la Primaria y continuamos nuestro camino.

-¿Asistimos a secundaria? –Fruncí el ceño al estacionar el auto en el parqueo de la honorable institución educativa.

-No Jade ya en serio, ¿Qué te ocurre amor? –Me toma por los hombros y me mira fijamente.

-No me creerías si te lo dijera.

-Pruébame.

La campana sonó con intensidad anunciando que las clases iniciaban.

-Pero bueno, será en el receso. –Me tomó de la mano, nos dirigimos como el resto de los estudiantes al interior del edificio. Por suerte Cely y yo estábamos juntos en todas las clases, no sé porque, no me extrañaba. Gente que no conocía me saludaba, los profesores me sonreían y yo no sabía de qué carajos iba esto.

Al fin llegó la hora de almuerzo, arribamos a un comedor enorme, tomamos bandejas, pasando luego donde las cocineras nos ofrecían el menú de hoy. Me decidí por una ensalada y una manzana, Cely por el contrario, se sirvió una hamburguesa y una gaseosa. Nos sentamos con otros chicos que nos dieron la bienvenida.

-Jade querida ¿Qué tal tu fin de semana? –Quiso saber una chica de risos dorados y alegres ojos azules.

-Ummm bien. –Fue todo lo que contesté.

-"Bien" ¿Es todo?. –Me observaba esperando algo más.

-Estuvo un poco enferma. –Añadió Cely. –Todabía no se siente del todo bien.

-Oh que mal ¿Qué tienes?
–Continúo la chica rubia.

-Un resfriado. –Respondió Cely, lo cual agradecí. -¿Y tú que hiciste Vanessa?

Así que la chica se llama Vanessa, comenzó a chillar o debería decir hablar, contando con lujo de detalles, demasiados a mi gusto, lo que hizo el fin de semana, había otros muchachos ahí, pero ninguno me era familiar. Después de almuerzo íbamos para clases pero tomé a Cely de la mano y técnicamente lo arrastré al patio.

-Jade llegaremos tarde a geometría.

-No me importa, tenemos que hablar.

-Está bien, tranquilízate.

Caminamos hacia un árbol recostándome a su corteza. Cely se cruza de brazos y me ve a través de esos ojos celestes que me derriten.

-No sabes cuánto te amo. –Le digo y sin saber muy bien porqué lo beso. Él corresponde y me pierdo en sus suaves y apetitosos labios. Cuando nos separamos me mira divertido. -¿Qué? –Indago.

-Esta era tu urgencia para faltar a geometría, no me quejo pero, ¿Crees que podíamos haber esperado a la salida?

Pensé en decirle todo, que esto no era real, que éramos cazadores de demonios y otras entidades sobrenaturales, pero me creería una loca, al menos este Cely lo haría.

-Sí, tienes razón, no me pude aguantar.

-Ummm en ese caso, te perdono, pero debemos volver.

Asentí para de su mano retornar a las fastidiosas clases. A la salida tuve que esperarlo ya que el señor Amstron, el profesor de gimnasia le pidió un favor de última hora. Me encontraba recostada a su vehículo mirando a los adolescentes correr de un lado al otro. Me perdí de todo esto, nunca lo tuve, ¿Amigos? Ni por asomo, ¿Escuela? Enseñanza en casa, si no fuera por Cely me hubiera perdido de mucho más.

Recordé lo último que desee antes de irme a dormir, pero esto en definitiva era mucho mejor, porque no existían demonios, o al menos, no lo parecía, ¿Sería posible?

Llamó mi atención un vehículo estacionándose, un hombre se bajó con un puño de expedientes que le cubrían la cara, al cerrar la puerta algo pasó, la torre de papeles se desbalanceó y cayó sin poder evitarlo. Se agachó a recoger el desastre y me apresuré ha ayudarlo.

-Oh gracias. –Me dijo volviéndome a ver.

En ese instante mi corazón dejó de latir por unos segundos, me quedé muda, mi rostro perdió color, y mi respiración fue irregular.

-¿Estás bien? ¿Te ocurre algo? _Preguntó preocupado.

No pude contestar, estaba petrificada, esto en definitiva no me podía suceder.

-Señorita. –Volvió a hablarme.

-"Owen". –Lo llamé casi sin aliento.

-¿Cómo sabe mi nombre? –Frunció el ceño. –Es mi primer día en la escuela. –Sonríe perdiéndome en sus camanances. –Claro, de seguro que ya circularon sobre mí ¿Es eso verdad?

Me quedé viéndolo como una tonta, con la boca abierta y a punto de llorar. Mis pupilas ardían deseando dejar salir el preciado líquido, pero me contuve.

-¿Eres profesor? –Consulté.

-Sí, soy el nuevo maestro de Orientación, creí que lo sabrías ya que conoces mi nombre.

-Oh, sí me dieron toda la información.

-Comprendo. –Me miró otra vez.
-¿Nos conocemos? Me eres familiar.

Moví mi cabeza en negación, terminamos de recoger los documentos y él sacó de la puerta de atrás del vehículo, un portafolios, donde acomodo una parte y el resto la llevó en una carpeta.

-Muchas gracias. –Me agradeció.

-De nada. –Contesté sin quitarle la vista de encima.

-Jade. –La voz de Cely me hizo voltear.

-¿Tu novio? –Inquirió.

Asentí, bajando la cabeza.

-Ve con él, mucho gusto.

-Igual, soy Jade por cierto.

-"Jade". –Repite. –Me gusta, nos vemos, cuando nos veamos.

-Sí. –Sonreí para mis adentros.

Owen se alejó con dirección a la escuela y yo al lado de Cely.

-¿Quién es? –Quiso saber.

-El nuevo profesor de Orientación. –Respondí sin ganas.

Recogimos de camino a Aarón, que no paró de hablar en todo el trayecto.

-Nos veremos mañana. –Se despide Cely al llegar a casa.

Nos aproximamos para besarnos pero fuimos interrumpidos por Aarón.

-Hay por favor. –Eché un vistazo atrás y hacía pucheros con los brazos cruzados, optamos por despedirnos con beso en la mejilla. Los vi alejarse, al entrar la casa parecía desierta, busque a mamá pero al ingresar a la cocina vi una nota sobre el refrigerador: "Estoy en el supermercado, no me tardo". Al darme la vuelta, por segunda vez en el día, me quedé helada contemplando a quién tenía al frente.

-Hola Jade. –Me saludó Tamiel.

-Quise atacarlo con fuego celestial pero no pude invocarlo.

-Aquí eres una simple humana, no tienes poderes. –Me aclaró.

-¿Dónde estoy? –Interrogué.

-En una realidad alternativa, esto pudo ser tu vida.

-¿A qué te refieres? ¿Cómo es que puedes contactarme?

- A lo primero, ¿Acaso hay algo imposible para mi Señor? Esto es lo que obtendrás si nos ayudas a liberarlo, ¿No es lo que añoras? A lo segundo por medio de Owen, él es el único que puede hacerlo.

-Debí sospecharlo, todo esto es muy bueno debo admitirlo, pero es una mentira.

-No, te equivocas Jade, esto es real, al menos en este mundo, Cely vive, tienes una familia normal, no más peleas, ni gente que amas muriendo a tu alrededor. Si te nos alías, este será tu futuro, puede ser con Cely o con Owen, tú decides.

-Cely está muerto, por lo cual esto no puede ser verdadero.

-Mi Señor tiene un poder infinito, y en esta dimensión, Cely está vivo. Se te está ofreciendo una tentadora oportunidad de rehacer tu vida, te aconsejo que no la rechaces ya que no se presentará de nuevo.

Me avergüenza aceptar que lo analicé, pero no podía confiar en la palabra de un demonio, no me importaba que esto pudiera hacerse realidad, no valía la pena el precio pagado.

-No. –Lo miré desafiante.

-¿Es tu decisión final? Te daré tiempo para meditarlo si lo deseas.

-No hay que meditar nada.

-¿Estás segura Jade?

-Quieres que sea sincera, no, pero es lo correcto.

-Como gustes.

Movió su mano cerca de mi cara y desperté de inmediato. Al abrirlos reconocí con alivio mi habitación en el Limbo. Me levanté y al abrir las cortinas escuché el precioso himno de los ángeles.

-Bien hecho Jade.

La voz me sobresaltó tanto que pegué un brinco. Un hombre se encontraba de pie frente a mí, lo reconocí de inmediato.

-Anael. –Lo llamé.

-Debió ser difícil. –Me recalcó.

-No tienes idea. –Contesté cabizbaja.

-Has pasado la prueba.

¿Qué? –Lo miré anonadada

-Renegaste de tu vida, deseaste que todo fuera diferente, se te dio entonces lo que pediste.

-¿Ha sido el Supremo? ¿Creí que......?

-No, te hicimos creer que así fue.

-¿Qué hubiera sucedido si yo...? Ya sabes.

-¿Te refieres a aceptar lo que se te ofreció?

Asentí y lo miré de reojo.

-Honestamente, no lo sé.

-Ustedes no terminan de sorprenderme. –Respondí algo molesta por el engaño.

-Era necesario. – Se limitó a decirme.

-¿Y ahora qué? –Lo miré.

Él sonrió y vi con sorpresa que el aro desapareció. Me quedé atónita.

-El Supremo confía en ti Jade, espero no lo decepciones. –Y diciendo esto desapareció.

Me quedé ahí mismo, observando mi muñeca vacía, ¿Dios creía en mí? no podía defraudarlo y fue cuando me propuse destruir las llaves y no dejarme amedrentar por nadie, y Owen se encontraba en mi lista negra, aunque lo amaba, no debía permitir que mis sentimientos interfirieran con mi razón, y me prometí a mí misma, cumplirlo.

**************

Hola, bueno aquí cumpliendo con otro capítulo. El viernes si Dios lo permite vuelvo a actualizar. ¿Ustedes que hubieran hecho? ¿Aceptarían la oferta? ¿O la rechazarían como Jade? Está complicado verdad.

Un abrazo.

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