CAPITULO 3
Les dejo foto de Owen.
Amaneció muy pronto, dormí con mis padres, en medio de ellos, como lo hacía cuando era niña. Mamá se veía triste, y papá sombrío, esta separación era difícil para los tres.
Adriel me caía bien, me hacía reír, no puedo creer que de verdad sea un ángel, carece falto de seriedad, pero me tranquilizaba saber que al menos Anael, estaría con nosotros.
Sebastián y Mara llegaron minutos después con Aaron, era como un hermano para mí, nos llevábamos muy bien. Me dolía verlo ya que se parecía mucho a Cely, lo extrañaba e hice lo que mejor sabía hacer, alejar su recuerdo y enterrarlo en mi interior.
-Estamos estudiando la forma en que puedas estar libre de la conexión que te une a Agatha, de manera que lo que a ella le pase no te afecte y viceversa, pero llevará tiempo. -Explica Anael.
-Entiendo. -Contesta papá cariz bajo.
-Creo que es mejor no postergarlo más. -El ángel lo mira y ellos asienten.
Mamá se acerca y me besa en la cabeza, para luego abrazarme.
-Me siento orgullosa de ti Jade, sé que a veces discernimos de opiniones, pero quiero que sepas que te amo.
Las lágrimas comienzan a surcar mis mejillas, ¡Rayos! ¿Por qué las despedidas duelen tanto? Aunque sean temporales.
Papá se acerco abrazándome, tan fuerte que casi no podía respirar pero no me quejé, me volvió a ver través de aquellos ojos castaños.
-Hija, nunca pierdas tu camino, vendrán tiempos difíciles que pondrán a prueba tu fe, pero confía siempre en tus principios, en aquello que te hemos inculcado, sé fuerte.
Asentí, no podía hablar, sentía un nudo en la garganta, si lo hacía, lloraría y no los dejaría partir. Dolió cuando papá me soltó, pero aún más cuando los vi desaparecer con Anael, quedando sola con Adriel.
Él me miró sonriendo, quizás tratando de infundirme valor, pero muy lejos de lograrlo. Correspondí a su sonrisa, ingresé en la habitación de mis padres, sentándome sobre la cama, tomé una foto donde estamos los tres, la llevé a mi pecho y unas inquietas lágrimas salieron sin mi permiso.
-Pero qué conmovedor.
Escuché una voz, volteándome de inmediato. Un demonio me observaba con detenimiento, lo reconocí era él, el hombre del bosque.
-¡Tú! -Me pongo de pie, colocando la foto sobre la mesita de noche.
-Él mismo. -Hace una reverencia y me sonríe mostrando su perfecta dentadura y dejándome sin aliento unos momentos.
-¿Qué quieres? -Pregunto casi anticipando la respuesta.
-El cofre. -Respondió sin quitarme la mirada de encima.
-Sobre mi cadáver. -Lancé amenazante.
-Como digas.
Se desvaneció apareciendo detrás de mí, sujetándome por la cintura.
-Buhhh. -Me dijo al oído, haciendo que en escalofrío me recorriera.
Rápidamente hundí mi codo en su estómago, ellos al igual que los ángeles, en su forma humana, son susceptibles y obvio podían matarse. Me soltó tocando su abdomen.
-Eso no fue muy justo. -Agregó recuperando la postura.
Me sentía extraña, su presencia me intimidaba y atraía a la vez
-Estuvo entretenido hablar contigo, pero mi tiempo es valioso.
Se desvaneció y salí corriendo del cuarto.
-Adriel.-Grité. -Están aquí.
Al bajar noté que Adriel peleaba con dos demonios al mismo tiempo.
-Ya me di cuenta, agradecería un poco de ayuda.
Me abalancé sobre el segundo demonio con una daga en la mano, nunca andaba desarmada, comenzamos a pelear cuerpo a cuerpo, él apareció una extraña navaja con hoja negra.
-No dejes que te corte, es veneno para nosotros. -Me advirtió Adriel.
Se movía aprisa pero yo también, logré córtalo en la cara, haciéndolo enojar de verdad. Su rostro se desfiguró, los demonios son realmente grotescos, sus uñas crecieron y nuevamente me atacó. Vi de reojo a Adriel, acababa de eliminar al primer demonio, venía hacía mí, cuando el tipo de mis sueños lo interceptó, comenzaron a enfrentarse.
Ese descuido me salió caro, sentí la filosa hoja sobre mi piel.
-Ahhh. -Expresé al sentir el ardor en mi brazo.
De inmediato comencé a sentirme mareada.
-Jade. -Escuché a Adriel gritar y una bola azulada voló en dirección al demonio que arremetió contra mí convirtiéndolo en cenizas.
Me costaba respirar, intentaba oxigenar mis pulmones sin lograrlo. Con la vista borrosa miré como Adriel intentaba llegar a mí pero mi demonio se lo impedía. "Mi demonio" ¿Qué rayos digo?
No me puedo mantener más en pie, mi cuerpo cae precipitadamente sobre el mosaico. Logrando captar la atención de ambos. Unos brazos me levantan, no logro reconocer a la persona que me sujeta, pero me llega su aroma, no es Adriel, pierdo el sentido, todo se vuelve negro.
***************
Abro los ojos lentamente, veo borroso, la cabeza me da vueltas, me siento fatal. Una claridad lastima mis ojos, con mi brazo me cubro y es cuando lo veo vendado. Recuerdo de inmediato lo sucedido y me enderezo de golpe, sintiendo unas tremendas ganas de vomitar, lo cual hago.
Estoy recostada sobre una cama, quiero levantarme pero no puedo, tengo la boca seca, y siento el cuerpo pesado.
-Son los efectos del veneno. _Escucho aquella voz varonil.
-¿Qué me hiciste? -Le pregunto.
-Salvarte la vida. -No lo veo pero lo oigo sonreír.
-¿Por qué harías algo así? -Lo cuestiono.
-Por qué te necesito, robaste algo que es mío.
-Si te refieres al cofre, ya Adriel debió cambiarlo de lugar.
-No, está buscándote, ha invocado a Anael. Vaya guardián que te asignaron. -Dijo con burla.
-Púdrete. -Contesto dándome la vuelta.
-Qué boquita, no te enseñaron tus padres buenas modales.
-Como si un demonio supiera lo que eso significa.
-Auchh, eso dolió. -Lo escuché sonreír.
-¿Voy a morir? -Consulto.
-No, he curado la herida, detuve el veneno.
-Un demonio caritativo, eso es nuevo.
-No lo hice por ti, te necesito es todo.
Me sentía muy cansada, los ojos me pesaban, sin darme cuenta me quede dormida.
************
Narra Adriel:
-No puedo creer que permitieras que se la llevaran. -Me gritaba Anael molesto.
-En primer lugar, no fue adrede, ese demonio fue más rápido. No me imaginé que se la llevaría, ¿Para qué la querría?
-No se te ocurrió que para intercambiarla con la llave.
-No, eso no pasó por mi mente. _Me rascó la nuca aturdido.
-Reivel y Agatha no deben saber nada ¿Me entiendes?
-Claro. -Me limito a contestar.
-Debemos encontrarla, hay que buscar a Frida, quizás la Pitonisa sepa algo.
-¡Aún vive! No tiene como unos cien años ya. -Exclamé.
Anael me mira con reprobación.
-¿Qué? -Consulto.
-Estoy de acuerdo con Reivel, no sé por qué el Supremo te encomendó como el tutor de Jade.
-Los caminos del Señor son misteriosos. -Le sonrío sin ganas. _Bien, nos vamos. -Agrego
-No Adriel, tú te quedarás acá, podríamos tener más visitas indeseables, vigila el cofre.
-Entiendo. -Respondí de mala gana.
Anael desapareció, esperaba que la Pitonisa supiera donde estaba Jade, fui tan tonto, ¿Cómo pude permitir que se la llevaran? Si algo le ocurre nunca me lo perdonaré, Reivel cortaría mi cabeza y Agatha no me volvería a hablar. Resiste Jade, te encontraremos.
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Bien, los tres primeros capítulos subidos. Espero la historia vaya siendo de su agrado.
Bye.
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