01
El equipo de trabajo del proyecto de Innovación Financiera estaba compuesto mayormente por participantes con mucha más experiencia, siendo el único "novato"; el Director del Departamento Financiero: Gabriel Palmer, quien llevaba en la empresa casi 3 años y todavía era subestimado por los demás por ser el más joven.
— La propuesta del proyecto debe ser entregada dentro del plazo establecido, quien no presente una propuesta queda excluido de forma inmediata. —advirtió Patrick Mitchell el entonces vicepresidente de la empresa, quien pronto ascendería a Presidente tras la jubilación del Presidente actual, Gabriel desconocía su parentesco familiar con él. — Cualquier persona que no cumpla con la entrega dentro del plazo indicado será excluida de inmediato. No responderé a preguntas que ya están resueltas en los documentos que tienen frente a ustedes. Si necesitan información del Departamento Financiero, el Director Encargado será el responsable de proporcionársela.
Era innecesario decir que el individuo era extremadamente arrogante y prepotente, que no conocía límites, aunque eso eran rumores que había escuchado, en sus 3 años en esa empresa nunca había estado en la misma habitación que el vicepresidente, y la mayoría de los presentes no eran una excepción, eran casi igual de arrogantes.
Gabriel destacaba de las demás personas por su singularidad, incluso si la gente intentaba perjudicarlo, él no lo permitía, aceptaba muchas cosas que nadie en su lugar toleraría, porque llegar a dónde estaba ahora fue difícil y requirió de una constante lucha por su lugar.
El vicepresidente Patrick se retiró después de dar esa breve explicación al equipo, mientras los demás debatían y decían cosas sin ningún sentido. Por su parte, Gabriel recogía los papeles que tiene frente a él y salía de la sala de reuniones.
Comenzar a trabajar por su lado había sido una de sus mejores opciones, más bien, una de sus únicas opciones, conocía perfectamente su entorno laboral. Caminaba por los pasillos en dirección al ascensor para regresar a su oficina, avanzaba sin dirigir su mirada a nadie, aunque no proyectaba un aire de superioridad. Al entrar al ascensor, las puertas se cerraban velozmente, pero justo antes de que se sellaran por completo, una mano las detenía: era el vicepresidente Patrick. Gabriel le saludaba con un asentimiento, pero no lo observa por mucho tiempo, simplemente retrocedía un paso cuando él entraba al ascensor.
Gabriel miraba de reojo al vicepresidente unos momentos y luego regresaba su vista al frente, no había nada interesante que ver, solo un par de anuncios.
Su móvil vibró en el bolsillo, lo sacó y al ver que es un mensaje de su hermana, lo revisa rápidamente. Era una selfie de ese momento de Madeleine, su hermana, y Samantha, su hija. Una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro al ver a la niña, quién consideraba que era su mayor adoración y la luz de su vida.
— ¿Tu hija? —él se sorprendió ante esa pregunta, volvió a mirar al vicepresidente quien ahora le devolvía la mirada.
— Mi sobrina. —mintió. El otro asintió aceptando esa respuesta incluso sabiendo que era mentira, la niña era la viva imagen de su padre y no había forma en la que creyera lo contrario.
El silencio se hizo presente durante los siguientes minutos.
Las puertas del ascensor se abrieron una vez más, el vicepresidente abandonó el ascensor, y cuando las puertas estaban por cerrarse una mano las detuvo una vez más.
Estaba a punto de expresar algo, pero decidió callarse de nuevo. Vaciló por un breve instante.
— Confío en que llevarás a cabo este proyecto de manera excepcional. Haz que se sorprendan.
Gabriel asintió con una sonrisa en señal de agradecimiento, mientras la mano del otro abandonaba las ranuras del ascensor y este se cerraba rápidamente una vez más.
Eso le hacía pensar que quizás el vicepresidente no era tan malo como la gente afirmaba. A menudo, las personas tendían a exagerar las cosas.
El plazo establecido para presentar una propuesta de proyecto era dentro de tres semanas, lo cual le daba el tiempo suficiente preparar su presentación. Siendo una empresa que se dedicaba al sector hotelero con múltiples sedes distribuidas a nivel país, consideró opciones para mejorar las ganancias que ya existían y la atracción de nuevos clientes.
Evaluó varias posibles propuestas, debía realizar una extensa investigación sobre los aspectos positivos y negativos de cada una. El análisis de los clientes se perfiló como una de las mejores opciones, teniendo en cuenta la demanda de los consumidores finales. Descartando las propuestas una a una hasta encontrar la opción más idónea.
Teniendo esa idea en mente y con los avances que ya había hecho, para tener una muestra de las ganancias que podrían obtenerse, decidió acceder a los registros financieros actuales. Revisó cada uno meticulosamente realizando comparaciones con las ganancias percibidas los años anteriores, tomó nota de todo eso para tenerlo en cuenta, pero notó cierto detalle que llamó su atención. Era tan minúsculo, pero estaba allí.
Revisó una vez más los pagos realizados al proveedor que se encargaba de suministrar los sistemas informáticos, software hotelero, entre otros dispositivos y servicios necesarios para la empresa, pero allí figuraba el nombre de TechVistas. Salió de su despacho y se dirigió hacia la oficina de su subordinado, golpeando la puerta antes de entrar.
— ¿Señor...?
— ¿Cuál es el nombre de nuestros proveedores informáticos? —cuestionó.
— TechoVista.
— ¿Seguro? —el otro asintió, pero de un momento a otro dudó. Revisó el bloc de notas que tenía a su lado, antes de confirmarlo.
— TechnoVista S.A. ¿Por qué la pregunta?
— ¿Entonces qué es TechVistas y por qué hay operaciones registradas con esa empresa? —preguntó, pero antes de que el otro pudiera responder el volvió a hablar— Olvídalo, revisaré todos los registros financieros hasta ahora. Espero que solo sea un error. —él suspiró mientras se alejaba en dirección a la puerta— Ni una palabra a nadie hasta que lo verifique. ¿Entendido? —el otro asintió varias veces, aunque no tenía una idea clara de la situación actual y regresó su vista a su computadora.
Gabriel suspiró y abandonó la oficina regresando así a la suya propia, suspiró; revisó los registros que tenía a mano en ese momento y divisó ciertas transacciones realizadas a TechVistas, cuyo nombre era idéntico a la empresa proveedora, tanto que a simple vista podría pasar desaparecido. Podía decirse que estaba casi seguro de que se trataba de una malversación de fondos, pero quería darle el beneficio de la duda a quienquiera que fuera el responsable ¿y si era un simple error?
En el momento en que su horario de trabajo finalizó, se dedicó a continuar revisando los registros una vez más, en ellos se establecía que a TechVistas se le pagaba por insumos informáticos por transferencia bancaria, mientras que a TechoVista se abonaba el pago en efectivo al contado y se emitía una factura, también estaba adjunta el número de factura correspondiente. Eso encendió otra alarma que le hizo sospechar aún más de una posible malversación de los fondos de la empresa, pero de nuevo quiso darle el beneficio de la duda, guardando todos sus documentos, decidió continuar con esa pequeña investigación en otro momento.
Su móvil vibró en su bolsillo con insistencia, lo revisó rápidamente y vio un par de mensajes de audio enviados por Samantha desde el teléfono de Madelaine. «Volveré a casa pronto. Avisó con un mensaje de texto, recibiendo de inmediato un audio de la niña quejándose, ya que ella no sabía lo que decía allí al no poder leer correctamente.
Gabriel sonrió, guardó su teléfono de nuevo, comenzó a recoger sus cosas y guardar los documentos que necesitaría más tarde; se sumergió en sus pensamientos durante un rato, incluso si se trataba de un simple error o realmente era una malversación de fondos, ¿quién podría ser el responsable de algo así? Tenía que ser alguien que perteneciera a la Dirección Ejecutiva.
Salió de su despacho una vez más asegurándose de cerrar con llave detrás de él.
Estaba convencido de que no podría dejar de preocuparse por ese asunto hasta resolverlo o informar a la persona correspondiente. Incluso si debía asumir la responsabilidad de algo que simplemente estaba fuera de sus manos, debido a que todo el trabajo contable estaba a cargo de sus subordinados, se preguntaba cómo pudieron dejar pasar por alto ese detalle.
Después de una larga jornada de trabajo, ansiaba ver a su pequeña hija, era lo que necesitaba, pero más necesitaba descansar por unos minutos. Con el proyecto de Innovación y este asunto de los registros financieros pendientes, no sabía de dónde sacaría el tiempo suficiente.
Finalmente, estaba frente a su hogar, se disponía a insertar la llave a la ranura de la puerta cuando esta se abrió de golpe. Frente a él apareció una niña con cabello rubio y ojos oscuros.
— ¡Papá!
Ella de inmediato se lanzó a abrazarlo, más bien terminó por aferrarse a su pierna y no estaba dispuesta a soltarlo. Él caminó con dificultad hasta la sala donde se encontraba su hermana menor, sentada en el suelo y con la cara apoyada en la mesita frente a ella. Dejó sus cosas justo al lado siendo lo más silencioso posible, creyendo que Madeleine estaba dormida.
En silencio, continuó su camino y se dejó caer en el sofá cuando la niña finalmente lo soltó.
— ¿La tía Madeleine se portó bien? —bromeó en un susurro, la niña asintió repetidas veces mientras se subía en el sofá y se sentó a su lado. — Qué bueno. —felicitó mientras la abrazaba, sus manos estaban pegajosas, probablemente por resto de fruta o algún dulce, aunque estaba convencido de que se trata de un dulce.
Él le dio una sutil patada a su hermana, tan sutil que solo fue un pequeño roce. — Los estoy escuchando. —avisó sin moverse de su lugar.
— ¿Cuándo vas a regresar a casa de tu esposo? —cuestionó con curiosidad, él no tenía problemas con que se quede todo el tiempo del mundo, no tenía que pagar a una niñera que se encargara de Samantha mientras él no estaba, al menos por algún tiempo. — No están peleados, ¿cierto?
— No nos peleamos. Él está de viaje y me cansé de estar sola. —afirmó.
Gabriel asintió, aunque no lo creía ni siquiera un poco. Su cuñado viaja por trabajo en algunas ocasiones, pero aun así Madeleine nunca se había quedado en su casa a causa de eso. La única excepción eran fiestas y días especiales. Sea lo que fuere no era asunto suyo; ya tenía bastante que hacer por el momento. Él sacó su teléfono de su bolsillo, envió un mensaje rápidamente y lo dejó a su lado. Samantha, quien estaba allí no dudó en tomarlo y llevárselo consigo mientras corría en dirección a la cocina. Gabriel negó con la cabeza en un suspiro, colocó uno de los cojines del sofá en el suelo y se sentó al lado de su hermana.
Un ruido se escuchó, proveniente de la cocina, algo se cayó. — ¿Sam? ¿Qué estás haciendo?
— ¡Me sirvo jugo! —la niña avisó.
— Deja, lo haré yo.
— ¡Yo puedo!
— ¿Estás segura?
— Sipi.
Gabriel aceptó, sacó su laptop de su maletín y la carpeta que estaba también allí.
— ¿Por qué se pelearon? —preguntó Gabriel, su hermana levantó la cabeza mirándolo.
— No nos peleamos, Gabi. —repitió, ella suspiró parecía indecisa, finalmente habló— Él quiere hijos.
— ¿Y eso te asustó y decidiste huir? —no hubo respuesta. Decidió pensar que su hermana estaba indecisa al respecto. — Eso es algo que debes hablar con él.
Otro ruido se escuchó, quizás un vaso de plástico que se cayó o posiblemente la botella de jugo. — ¡Todo está bien! —la niña avisó rápidamente, ella buscó rápidamente algunas servilletas de papel que estaban a su alcance, limpiando todo el jugo que se derramó sobre la mesa y también parte que cayó sobre el teléfono de su papá.
Ella volvió rápidamente a la sala, dejó el teléfono junto a las cosas de su padre y corrió en dirección a su habitación. Gabriel pasó por alto ese detalle, de todas maneras, su hora de dormir ya había pasado, ella era una niña bastante independiente en ciertos aspectos para su corta edad de 4 años; se dedicó a revisar los registros financieros de la empresa durante un buen rato.
— ¿Trabajando desde casa? ¿Desde cuándo haces eso?
Gabriel le lanzó una breve mirada de desaprobación a su hermana antes de retomar su trabajo, descubriendo así más irregularidades en los registros.
Observó un ligero aumento en las transacciones realizadas a TechVistas durante los últimos meses. Él tomó su teléfono rápidamente, lo soltó al notar que estaba pegajoso, aunque no le dio mucha importancia y simplemente lo limpió antes de desbloquearlo. Buscó el contacto del vicepresidente y envió un mensaje, pero su teléfono dejó de responder inesperadamente cuándo estaba por enviar un archivo adjunto.
Después de que se cerrara el documento por error y enviara una fotografía en su lugar, que borró casi de inmediato, finalmente logró enviar el archivo adjunto. Sin embargo, repentinamente su teclado se abrió y cerró en más de una ocasión, antes de poder hacer algo comenzaron a enviarse emojis al azar, mayormente corazones, sin que pudiera hacer algo para detener eso, ya que su teléfono no estaba respondiendo en lo absoluto a sus órdenes. Tras varios minutos de caos con los mensajes, finalmente logró apagar el maldito aparato.
Indudablemente, las cosas estaban yendo de mal en peor.
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