Capítulo 3 - Premoniciones I

—Mi niña, mi pequeña niña. —Mamá no dejaba de llorar y estremecerme en sus brazos. Cada vez sus ojos emitían un profundo dolor, esos ojos dorados que alguna vez radiaron de amor y calidez, ahora se encontraban hinchados por permanecer en vela—. Lo siento tanto, no me quiero separar de ti, espero que lo entiendas. —Suavemente depositó un beso en mi frente y aferrándome una vez más, me soltó para entregarme en los brazos de otra persona.

Las voces se hacían cada vez más lejanas, apagados por gritos deformes y estruendosos sonidos proviniendo de todas partes.

Me sentía mecer al viento para finalmente terminar sobre una suave nube o almohada, todo se veía blanco y pulcro, ¿me encontraba en un hospital? Oía ecos y pasos aproximándose a mí con estridente premura. Ya prácticamente frente a mí, logré reconocer el rostro de mis padres, a pesar de que lucían más jóvenes.

—Aquí se encuentra su niña —pronunció una voz femenina que no alcancé a vislumbrar.

—¡Mira!, es nuestra niña, por fin es nuestra hija. —Mamá se encontraba embelesada al mirar a papá, se sentía demasiado emocionada que incluso soltó lágrimas, y papá no pudo hacer nada más que abrazarla y compartir su alegría.

La realidad se difuminada poco a poco, y la paz que antes estaba presente se disipó en un instante. La asolación era capaz de distinguirse a una corta distancia. Delante de mí se presentaba un escenario lúgubre, aterrador, en el que únicamente se advertía el sufrimiento.

Todo a mi alrededor era un caos. La ciudad, mi ciudad estaba siendo incendiada, con el fulgor de las llamas expandiéndose y carcomiendo las calles repletas de escombros. En el suelo yacían los cuerpos inertes, drenados hasta la última gota de vida. Cada uno eran los elementos que cubrían la escena de la que yo era espectadora.

Y ahí me encontraba yo, en una asombrosa transformación de una bebé a mi apariencia actual. Me visualizaba en el espejo dispuesto frente a mí, yo en medio de todo el desastre como si me tratara de un fantasma, un muerto viviente deambulando por las calles vacías sin vida.

Entonces, lo pude ver, él era uno de los culpables, era el culpable de mi dolor. No era posible confundirlo, no era capaz de olvidar esos ojos ámbar tan fríos como dagas, y su rostro, iluminado por las antorchas de la guerra, le daban un aspecto más salvaje, controlando cada paso de su ser; sediento de sangre, entintado en cada mancha de su ropa.

Vienen por mí, tengo que huir, pero no puedo. Hay algo que me ata y me impulsa a seguir. Tengo que luchar, tengo que pelear para proteger.

En ese momento una visión se vuelve muy vívida contra mí.

—¡Ayúdame! Necesito encontrar la luz. —No sabía de dónde provenía esa voz, aun así me infunde valor y todo se inunda de luz hasta tornarse de una impecable blancura representada por una interminable pureza.

Incontables imágenes se arremolinaban en mi interior hasta el punto de no ser capaz de soportarlas, eso sin tomar en cuenta el pitido que comienza a acrecentar a medida que avanza el tiempo.

—Miau... —Otro sonido extraño aparece de la nada; es el momento en el que me doy cuenta que ha sido un sueño.

Abrí mis ojos como platos, para posteriormente reparar en la hora de mi despertador y en Nube, que se encontraba a mi lado maullando y ronroneando, a la vez que daba vueltas en mi cama.

—Gracias pequeña Nube, eres mi ángel de la guarda —mencioné acariciando suavemente su esponjosa cabeza antes de levantarme para alistarme al colegio.

Siento que tuve un sueño muy pesado y largo, a pesar de no recordar nada de eso; así que decido no forzar mi mente y seguir mi rutina antes de clases.

Tomé una ducha y un rápido cambio de ropa, y decidí tomar un desayuno ligero antes de despedirme. Me siento revitalizada de alguna forma, debió ser a causa de que dormí profundamente; descansar lo suficiente después de ese recorrido en el que me vi involucrada con Ana, me ayudó a recobrar mis energías.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top