Capítulo 22

Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal.

- Nietzsche

Tras la partida de Sherlock y Billy hacia Vermissa, Pensilvania. Le sugerí a William que tomásemos un pequeño paseo por la ciudad para despejarnos un poco. Así que, cogimos nuestros abrigos y sombreros, y salimos a la calle.

El paseo fue apacible y silencioso, ya que ninguno de nosotros abrió la boca en todo el camino hasta llegar al parque, donde le sugerí tomar un helado, quien él aceptó encantado. Nos acercamos al heladero y tomamos nuestro pedido:

- Disculpe señor, me encantaría tomar uno de nata y para la señorita uno de chocolate. - Pidió educadamente al heladero.

- Muy bien. Marchando uno de nata y uno de chocolate. Son xxx centavos. - Preparó los dos recipientes con sus respectivos sabores y William le entregó el dinero. Nos entregó nuestros helados y nos sentamos en la fuente que había justo delante del puesto.

- Me sorprende que te hayas pedido el de nata.

- Y a mí que hayas preferido el de chocolate, normalmente tú eres más de nata.

- Y tú de chocolate. - Ambos nos miramos sorprendidos, para después volver nuestras miradas en nuestros respectivos helados.

- Supongo que hoy me apetecía más un sabor suave y dulce como la nata.

- Lo mismo me pasa a mí, hoy me apetecía un sabor más fuerte y amargo como el chocolate. - Cogí la pequeña cuchara, la llené un poco del helado y me lo metí en la boca. No pude evitar sonreír de forma amarga, mientras sostenía una mirada triste al helado. - Está claro que tenemos mucho de qué pensar, mientras él no está.

- Concuerdo contigo. Tenemos demasiados problemas metidos en nuestras cabezas. Es como si estuviésemos perdidos dentro de un laberinto infinito y no supiésemos cual es el camino correcto. Desde que Sherly me contó que la vida es como un lienzo en blanco y que solo yo puedo pintarlo. Sólo de pensarlo, me bloquea, me paraliza.

- Ambos tenemos, no. Sufrimos el mismo miedo. El temor de lo que nos depara en el futuro, los días pasan y solo nosotros podemos decidir qué camino tomar, si el camino hacia lo monótono y vacío, o el camino hacia lo desconocido, pero emocionante.

- Dicho así, parece fácil.

- Sí, pero no lo es. - Reí amargadamente al ver mi helado. - Y pensar que, si no hubiese tomado aquellas decisiones en mi niñez, no estaría hoy aquí tomando un helado en los EEUU.

- Lo dices como si antes no pudieras tener este privilegio, aunque no te juzgo. Yo también siento lo mismo.

- Entonces, lo sabes. - Volví a fijar mi mirada en él, quien él hacía lo mismo. - Sabes que yo también vivía en la calle como tú y tu hermano Louis.

- Ni siquiera tuve que deducirlo. - Aquello me llamó la atención. ¿Cómo que no le hizo falta deducirlo? - Por tu expresión, parece que no te acuerdas de mí.

- ¿Qué? - Ahora era yo quien estaba totalmente perdida. ¿Es que acaso nos conocemos?

- Aunque, no me sorprende. Tras aquel incidente, es normal que perdieras la memoria. Menos mal que el hombre al que pedí ayuda. No solo te salvó, sino que también te adoptó.

- ¿No puede ser? William, tú. - No podía creerlo, siempre pensé que al ser salvada por Sir Smith fue cosa del destino cuando, en realidad, fue gracias a William que él me encontrara en la calle inconsciente y herida. Comencé a llorar en silencio, sin desviar mi mirada de él, quien sonreía con tristeza. - William, dime solo una cosa y espero que seas sincero conmigo. - Pregunté entre lágrimas. - ¿Qué soy o era para ti?

Su ojo carmesí se abrió un poco, al igual que su rostro se cambió por una de sorpresa ante mi pregunta. Para luego, ser cambiada por una mirada y sonrisa que parecía llena de calidez, cuando en realidad, podía ver claramente su tristeza en él. - Una hermana. - Miente.

Al escuchar su respuesta, me levanté de mi asiento y dejé mi cuenco de helado vacío al lado de William. Él no comprendía por mi extraño comportamiento, iba a detenerme, pero al ver mi mirada lo comprendió. Por alguna extraña razón, me sentía dolida por no haber sido sincero conmigo. Ahora, me sentía como si tuviera un enorme torbellino dentro de mi cabeza y pecho; por un lado, tenía mis sentimientos hacia Sherlock, pero ahora comencé a sentir ciertos sentimientos hacia William. ¿Acaso estaba comenzando a tener sentimientos hacia William o serán otros tipos de sentimientos? Si ese fuera el caso, ¿Por qué el amor que siento hacia Sherlock es diferente al de William? ¿Acaso este amor que estoy sintiendo hacia William es un amor diferente? ¿Qué clase de amor es este?

- Lo siento William, pero yo. Necesito despejarme. Yo, quiero estar un momento a solas.

- Lo comprendo.

Me alejé de William en silencio, dejándolo solo en el parque, mientras yo caminaba sin rumbo, perdida entre mis pensamientos. Lo siento Sherlock, pero me temo que tendré que incumplir mi promesa de cuidar a William. Por esta vez.

Recuerdo que antes de ser acogida por Sir Smith, vivía en las calles de Londres. Bueno, más que vivir, lo que hacía era intentar sobrevivir. Esa supervivencia me volvió más ágil y astuta. Podía moverme ágilmente entre las calles abarrotadas de Londres sin que ningún transeúnte se diese cuenta que le había robado y si había alguno que lo lograba, siempre me iba directa a las callejuelas donde podía trepar sin ningún problema a las casas de la zona y permanecer a salvo. Luego de aquella vida, decidí irme a un orfanato donde las mojas me acogieron sin ningún problema. Pero, a pesar de vivir allí, siempre había falta de comida y eso se notaba en las cantidades y en el sabor de la leche aguada. Mis siguientes recuerdos están ligeramente borrosos o tiene algunas lagunas, ya que tenía la sensación de estar siempre acompañada de alguien, pero no recuerdo su rostro. Lo último que recuerdo de haber estado al lado de aquella misteriosa persona es que estábamos volviendo de un lugar y unos adultos se acercaron a nosotros, yo ataqué a la persona que estaba agarrando, a quien podría ser mi amigo. Él escapó para, posiblemente pedir ayuda. Luego, sentí un dolor punzante en la cabeza y todo se volvió oscuro y borroso. Lo siguiente que recuerdo al despertarme es que estaba en una cama mullida con varias partes de mi cuerpo vendada y a mi lado había dos personas, uno era el médico que me atendió y el otro señor era mi salvador, Sir Edward Smith, antiguo director del MI5 y fundador de esta.

Gracias a él tuve una buena educación y al descubrir mis habilidades, me admitieron en el MI5, donde estuve muchos años trabajando allí hasta aquel fatídico día.

Estuve andando un largo tiempo, que no me di cuenta de que había vuelto a casa. Había andado demasiado y dejado solo a William en el parque. Ahora me siento fatal por lo que había hecho. William no tenía la culpa de que no le recordase, ni que el sintiera algo por mí. Es posible que la razón de que me molestase por su respuesta no sea porque sienta algo por él, sino por el hecho de que se mienta a sí mismo y, por alguna extraña razón, creo que su respuesta es más bien algo que diría yo.

Cuando regresé al parque, no me sorprendí al ver que ya no estaba William allí. Pero si él ya no estaba, donde podría haber ido. Ya que no nos hemos cruzado por el camino. Le pregunté al heladero si había visto a mi acompañante marcharse y me respondió que se había ido hace unos 15 minutos.

¿Dónde se habrá ido? - Me alarmé, ya que Nueva York es una ciudad grande y con la estabilidad mental actual de William, se ha vuelto muy impredecible. - Espero que no haga ninguna locura.

Me recorrí toda la zona de Nueva York que William y yo conocíamos, ya que es imposible que haya ido muy lejos. El cielo ya se estaba tornando de color anaranjado y todavía no había encontrado a William. No sabía dónde se había metido y con la hora que era, a lo mejor había vuelto a casa y solo me estaba preocupando por nada. De regreso a casa, pude avistar a William, quien también estaba volviendo a casa. Apresuré mis pasos y me acerqué lo más rápido posible a él. William escuchó mis pasos apresurados y se giró para verme, pude notar que su ojo estaba ligeramente enrojecido como si hubiese llorado hace poco.

- William, te he estado buscando por todas partes. - Dije preocupada. - ¿Dónde has estado?

- Digamos que me he encontrado con una joven damisela que requería de mi ayuda.

- ¿Oh? ¿Y pudiste resolver su problema? - le pregunté mientras retornábamos nuestro trayecto.

- Sin ningún problema.

- William. Are you OK? - mi pregunta lo sorprendió y con una sonrisa sincera, me respondió.

- Sí, estoy bien. ¿Por qué lo preguntas (T/N)?

- Porque parece que has estado llorando.

- La verdad es que el haberla ayudado, me ha hecho, de alguna feliz y como tengo los nervios a flor de piel, no pude evitar el emocionarme por haberla ayudado y hacerla feliz en el proceso.

- Y te gustaría seguir ayudando de esa forma, ¿verdad?

- La verdad es que sí. Creo que ya sé cómo quiero continuar con mi vida y ya tengo los primeros bocetos hechos para mi lienzo en blanco. - Me sonrió con sinceridad.

- Me alegro de que por fin hayas encontrado tu camino, William. - Le sonreí con dulzura.

Regresamos a casa tranquilamente y cuando llegamos, inmediatamente nos preparamos para la cena. Yo me encargué de la comida y William de la mesa que estaba ocupado por todos los periódicos, que usualmente lee Sherlock para estar informado. Cuando me acerqué a William para preguntarle lo que quería cenar, me encontré leyendo una carta que no había visto antes.

- William ¿Qué estas leyendo?

- Es una directiva dirigida a Sherly.

- ¿Una directiva, y qué pone? - Me puse en alerta ya que una directiva, significa que Sherlock y Billy estarían en problemas.

- Al parecer, según los informes que han recabado, el número de miembros de Scowrers se han duplicado, lo que significa que son el doble de las fuerzas que Sherly esperaba. - Al escucharlo, sin pensármelo dos veces, me quité el delantal y me dirigí a mi habitación.

- William, prepárate. Nos marchamos. - Le contesté desde mi habitación, donde estaba sacando mi uniforme y varias armas de mi alcoba. Me cambié inmediatamente y me puse mi uniforme. Revisé el rifle y lo puse a punto. - Sé que tú tampoco te quedarás de brazos cruzados, sabiendo que él está en apuros, ¿verdad? - Al salir de mi habitación, me encontré a William con su distintivo abrigo, de cuando era el Lord del crimen, su bastón que ocultaba un sable y había cambiado su vendaje por un parche. Esa mirada carmesí reflejaba una gran determinación, lo cual supe que ya estaba listo para partir hacia el lugar, donde se hallaban Sherlock y Billy. - Veo que estas listo. Conozco a alguien que nos pueda proporcionar vehículos y caballos en tan poco tiempo, además me sé una ruta que nos llevará menos tiempo y llegar antes de que ellos estén en aprietos.

William se acercó a mí y me agarró mi mano temblorosa, debido a que estaba preocupada por Sherlock. Dirigí mi mirada hacia él al notar su dulce agarre en mi agitada mano. - No debes preocuparte (T/N), él está en buenas manos. Además, no permitiré que Sherly muera sin antes haber solucionado vuestros problemas. Porque tú le sigues amando y mi deseo es que puedas vivir felizmente con él. Igualmente, no quiero perder a la única persona que me haya comprendido y que lo considero como mi primer amigo.

- William. - Mis ojos se empañaron y una enorme cantidad de lágrimas comenzaron a derramarse. Solté mi rifle y abracé fuertemente a William, quien no se esperaba de aquel repentino abrazo, pero que igualmente me lo devolvió con delicadeza. - No quiero perderlo, no ahora.

Nos quedamos abrazados un momento en silencio hasta que me desahogué por completo. William me entregó su pañuelo con el que me sequé las lágrimas, iba a devolvérselo, pero él se negó. - Quédatelo, ya me lo devolverás cuando hayamos ayudado a Sherly.

- De acuerdo. - Cogí de nuevo mi rifle y me coloqué la correa sobre mi hombre. - No perdamos más el tiempo, Sherlock y Billy nos necesita. 

 

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