Capítulo 2

El genio significa poco más que la facultad de percibir de un modo poco habitual.

- William James.

Han pasado casi un mes desde nuestra visita a M para encargarse de esta misión. Durante todo este tiempo he estado ocupada organizando los horarios de las reuniones de Mycroft tanto con gente importante del gobierno como en sus reuniones de planificaciones y estrategias para dichas misiones. Al mismo tiempo, organizaba todo lo que tenía en mi cabeza para cómo seguir adelante con mi vida fuera del MI5 hasta que un día me llegó un telegrama de parte del Sr Moriarty. Abrí el sobre y leí su contenido:

"El sábado a las 5 de la tarde en mi mansión en Durham, un carruaje la esperará en la entrada de la estación."

Albert James Moriarty

Si he recibido el telegrama, eso quiere decir que la misión habrá concluido de manera exitosa. Aún falta dos días para el sábado, lo cual quiere decir que Mycroft recibirá un telegrama de parte de M para informarle del resultado de la misión. Que es este otro telegrama dirigido a Mycroft.

Cogí su telegrama y me dirigí a su despacho, donde estaría redactando algún informe. Al llegar a la entrada, toqué para luego escuchar su voz:

- Adelante.

Entré en la habitación, un despacho pequeño bien amueblado, con estanterías llenos de libros e informes bien ordenados y un escritorio con un asiento cómodo, donde se encontraba sentado él.

- Deduzco que es el telegrama que estaba esperando. - Dijo sin levantar la vista de sus informes. - Espero que haya sido todo un éxito. - Levantó el brazo para que se lo entregara y cuando lo cogió, lo abrió de manera limpia y lo leyó, mostrando una grata sonrisa.

- Por su sonrisa, me imagino que ha sido todo un éxito.

- Es lo que esperaba por parte de M. - Se levantó de su asiento para más tarde, arrojar el telegrama a las llamas, que crepitaban en la chimenea de su despacho. Mientras observaba cómo se quemaba poco a poco aquella grata noticia.

Desvió su vista hacia mí, sin moverse del lugar con las manos puestas en su espalda. - Deduzco que también has recibido un telegrama del Sr Moriarty para confirmar el día de su cita en su mansión en Durham.

- No es una cita, - dije sin restarle importancia - sólo voy a tomar el té con él y sus hermanos. Es este sábado.

- ¿Este sábado? - esta vez dirigió su vista al completo hacia mí.

- ¿Algún problema? - pregunté por si ese día tenía un asunto importante que no me haya comentado.

- Ninguna, salvo que mañana tendrás el día libre.

Me sorprendí al darme de forma inesperada un día libre, algo que todavía no había tenido, pues nunca se lo pedía. - ¿Por qué?

- Porque no tienes ropa adecuada para tener una cita con gente de alta sociedad como lo son los Moriarty. - Lo sabía.

- Sr Mycroft, con todo mi respeto. Durham es una zona de campo, no creo que deba comprarme un vestido de "alta calidad" para tomar el té con ellos.

- Existen vestidos informales para ese tipo de ocasiones. Mañana irás acompañada de Jane para ayudarte a elegir vestidos y de paso te compras otro más formal.

- Define formal.

- Uno apropiado para la temporada social.

- Sabes lo que opino sobre esos eventos, Mycroft. - Respondí molesta.

- Debes comenzar a presentarte en la sociedad y sólo en esos eventos puedes hacerlo.

- Pero yo no deseo vivir con una vida llena de lujos, sólo una vida tranquila.

- Si deseas una vida tranquila, es preferible que tengas una vida sin problemas monetarios.

- Esta conversación ha terminado. - Molesta, me marché a mi habitación sin decirle nada más y dándole un buen portazo a la puerta. Sin duda, hay momentos en los que este hombre se comporta como un cretino.

Mientras me marchaba, pude percibir la voz de Mycroft llamándome, pero lo ignoré por completo. Sólo deseo que el día que conozca a su hermano, no sea igual de imbécil que él.

......................................

A la mañana siguiente, después de desayunar y despedirme de Mycroft. Jane y yo nos marchamos andando a la tienda, donde normalmente me compran la ropa. Antes de marcharse a su trabajo, me entregó dinero suficiente para comprarme un par de vestidos, además de lo que se suponía que era una disculpa, y luego soy yo la que tiene que cambiar.

- Señorita Smith, ¿de verdad tenemos que ir andando hasta Knightsbridge? - preguntó cansada, Jane.

- Lo lamento, Jane. Pero me apetece andar ya que desde que estoy con el Sr Mycroft, voy de un sitio para otro en carruaje y eso cansa, sin olvidar lo poco que ando cuando estoy con él. - Dije un poco molesta, debido a la situación de ayer por la actitud de Mycroft.

- No sé en qué trabajabais antes, pero debo suponer que era en algo que siempre te mantenía con el cuerpo activo. - Dijo tímida la doncella.

- Algo así. - Respondí con una respuesta vaga. Si ella supiera.

Pasó un buen rato hasta que llegamos al edificio Harrods en Knightbridge. Como siempre, aquella tienda siempre estaba concurrida llena de mujeres, tanto jóvenes como maduras. Nos fuimos directas a la zona boutique para mirar los vestidos.

- El Sr Holmes dijo que necesitabas un vestido informal, pero adecuado para una fiesta del té de clase alta, y otro vestido para la temporada social.

- Así es. - Dije sin levantar la mirada en los vestidos que estaban expuestos. Mi problema es que rara vez encuentre un vestido que sea cómodo y de mi gusto, por eso hemos venido temprano porque esta búsqueda nos puede llevar horas.

A veces, Jane me mostraba algún que otro vestido, pero ninguno de los que me mostraba me gustaba y así durante 3 horas.

- Señorita Smith, debe decidir que vestido comprar. Ya es casi la hora del almuerzo. - Dijo desesperada la doncella, es obvio que estaba cansada de buscar vestidos para mí.

- No entiendo por qué no puedo escoger estos vestidos y ya. - Dije exasperada.

- Por última vez señorita, esos conjuntos de blusa y falda son demasiados informales para la fiesta del té. 

- Pero si sólo voy a estar con tres hombres, no con la reina de Inglaterra.

Ambas seguíamos discutiendo, cuando apareció una mujer con el vestido idóneo para mañana. - ¿Qué le parece este vestido? - Dirigí mi vista hacia la misteriosa mujer y luego el vestido que llevaba consigo. Aquel vestido era perfecto, pero sobre todo era de mi agrado. Un vestido de hombros ligeros, falda suelta y no muy estrecha sin llegar a rozar el suelo, de color celeste y blanco con un listón celeste adornado en el cuello.

- Ese es de mi agrado. - Dije alegre sin cambiar de expresión.

- ¿Qué le es de tu agrado? - De pronto se echó a reír, lo cual me desconcertó- Lo siento, pero debo reconocer que eres la primera chica que conozco, que no muestra expresión alguna al ver este hermoso vestido. - Dijo la mujer de ojos azules y largos cabellos dorados, recogidos por un sencillo moño. - Eres una chica bastante peculiar, me caes bien. Soy.....

Cuando se iba a presentar, yo me adelanté, pues conocía perfectamente a esta mujer.

- Eres Irene Adler, la famosa Prima Donna que perteneció a la ópera imperial de Varsovia y que ahora se encuentra retirada.

- Vaaaya~ y una chica muy inteligente, me gustas. Dime, ¿cuál es tu nombre? - preguntó curiosa.

- Mi nombre es (T/N) Smith, encantada. - Me presenté haciéndole una leve reverencia de manera educada. - Y ella es Jane, la doncella de la casa de donde vivo.

- Mu..mucho gusto, soy una gran admiradora suya. - Dijo nerviosa.

- El gusto es mío y decidme ,¿en qué casa vives?

Aquella pregunta me vino de sorpresa, iba a esquivarla pero Jane se me adelantó. - En la casa de Sir Mycroft Holmes.

- ¿Hm? De modo que vive con alguien importante del gobierno británico. - Dijo complacida al escuchar aquella jugosa información.

Maldición.

- Y dime, ¿por qué estas comprando vestidos? - de nuevo, siguió con el interrogatorio, pero no creo que le dé mucha información que ella le complazca.

- Necesito un vestido para mañana para una fiesta del té por Lord Moriarty y como es en su mansión de Durham, necesito un vestido para la ocasión pero informal.

- Ya veo. - Dijo interesada.

- Y necesito otro vestido para la próxima fiesta de la temporada social. - Esto sorprendió a Irene. - ¡Qué casualidad! Yo también asistiré en el próximo evento de la temporada social. - Dijo emocionada. - Según tengo entendido es en Buckingham Palace, espero vernos allí.

- Eso espero, así tendré una cara conocida.

- Bueno, entonces necesitas un hermoso vestido para la ocasión y, ¿quién sabe? A lo mejor encuentras al hombre de tu vida. - Acto seguido, me guiño un ojo.

- Lo dudo mucho. - Dije seria.

- ¿Eh? ¿Por qué? Si eres preciosa. Seguro que más de un hombre se habrá fijado en ti.

- Sí, pero ninguno de mi agrado. Todos esos caballeros trajeados eran unos completos idiotas.

Aquel comentario sorprendió mucho a Irene, lo cual hizo que la agradase más. - Entonces, el hombre al que buscas, no creo que se encuentre en ese tipo de lugares. Pero tarde o temprano, lo encontrarás. Estoy muy segura de ello. - Me dijo con una mirada dulce y una sonrisa agradable.

Puede que esta mujer esconda algo oscuro, pero sé con certeza que no es una mujer con malas intenciones. Mientras seguía observando a la mujer, ella me mostró un hermoso vestido de tonos morados con decoraciones florales del mismo color y con un discreto escote de mangas cortas caídas, con una falda no muy ancha y abultada como suelen ser, normalmente.

- Creo que este vestido te quedaría de maravilla. - Dijo sonriendo la mujer con una mirada complacida. 

Yo me quedé absorta al ver el vestido, sin duda me encantó el vestido y se encuentra dentro del presupuesto. Pero, ¿qué es esta sensación de calor que noto en mis mejillas?

- Parece que alguien se está ruborizando de la emoción. - Dijo con un tono burlón y al escucharla, simplemente me puse las manos sobre mis mejillas para, exactamente, notar que las tenía calientes. Hacía mucho tiempo que no me sentía así y esa mujer ha logrado que sacase los colores.

- Gracias por ayudarme a encontrar los vestidos. - Dije de forma tímida.

- No hay que darlas, sólo espero que la próxima vez que nos veamos espero ver una sonrisa dibujada en tu hermoso rostro. - Dijo sonriente.

- Eso lo encuentro difícil, pero lo intentaré. - Dije aún ruborizada.

- No lo intentes, porque si lo intentas no será una sonrisa sincera y esa es la sonrisa que quiero ver.

Después de comprar los vestidos y los zapatos a juego. Nos despedimos de la señorita Adler y nos marchamos a la casa del Sr Mycroft en coche. Sin duda, hoy he conocido a una persona de los más interesante y, al mismo tiempo, misteriosa.

¿Quién es, realmente, Irene Adler y qué es lo que esconde esa mujer en esos profundos ojos azules llenos de astucia y secretos?  

Es posible que la próxima vez que nos veamos, desencadene en algo mucho más interesante.

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