Capítulo 17
La guerra, el comercio y la piratería son una trinidad inseparable.
- Goethe
Sherlock y la Sra. Hudson no podían creer las palabras de John.
"¿De verdad se había comprometido?" es lo que se estarán pensando. John me contó que la había conocido cuando fue a cenar en casa de los Forrester, pero llegar a comprometerse. Eso sí que no me lo esperaba.
- ¿En serio estás comprometido, John? - preguntó Sherlock sin llegar a creérselo.
- Así es. La conocí cuando nos invitaron a cenar a la residencia de la Sra. Forrester, ella trabaja como su tutora residente.
- ¿La Sra. Forrester? - murmuró Sherlock pensativo.
- Tú último caso. - Le contesté en voz baja.
- Srta. Hudson, Srta. Smith, Sr. Holmes, es un placer en al fin conocerlos. Soy Mary Morstan. He escuchado muchas historias sobre ustedes de John y estoy muy feliz de haberos conocido finalmente en persona. - Se presentó la prometida de John. Sherlock no dijo ni una sola palabra, solamente la observaba.
- El placer es nuestro. - Respondí feliz de conocerla por fin a la mujer que había ganado el corazón de John.
- Es un placer conocerla finalmente también, Srta. Morstan. - Dijo un poco nerviosa Hudson.
- Para serte sincera, John. Estaba ansiosa por conocerla, ya que era la única que sabía lo de tu relación con ella. - Ambos me miraron sorprendidos para luego volver sus miradas en John.
- ¿Qué? ¿Es eso cierto? - preguntó un poco molesta la Sra. Hudson.
- Mi intención era sorprenderos, pero me temo que (T/N) fue mucho más rápida y perspicaz. Así que no pude evitar el explicárselo. - Dijo avergonzado.
- ¿En serio? - dijo, finalmente Sherlock. Noté algo extraño en su tono de voz, pero antes de que me diese cuenta. - Oye, entonces.... - La Sra. Hudson lo interrumpió.
- ¡Oh! ¿Qué tal si voy a prepararnos un poco de té? Siéntanse como en casa mientras espera. ¿(T/N) me ayudas a preparar el té? - Me preguntó.
- Por supuesto. - ¿Qué raro? ¿Qué bicho le habrá picado?
- John, ¿podrías limpiar un poco la sala? - Acto seguido, agarró la manga de Sherlock y con un tono autoritario, le contesta: - Sherlock, ven conmigo.
Dejamos el salón y cuando ella cerró la puerta, le murmura molesta a Sherlock: - ¿Tienes algo en contra de ella? - Sherlock se mostró confundido ante la pregunta de la Sra. Hudson, algo que a mi también me ha sorprendido.
- ¿Qué?
Sin responderle de inmediato, se dirige hacia a mí. - (T/N), adelántate. Sherlock y yo bajaremos en seguida.
- ¿Está bien? - dije extrañada ante la repentina molestia de la Sra. Hudson ante la actitud de Sherlock. Quería escuchar la conversación, pero no tuve más remedio que "acatar" las órdenes de ella y dirigirme de inmediato a la cocina, donde una tetera ya estaba al fuego. Sólo tenía que preparar el té de manera adecuada. Sin embargo, eso no significaba que no estuviese atenta a su conversación, así que, mientras lo preparaba todo escuché su conversación privada.
Sherlock, es de mala educación mirar fijamente a una persona sin decir nada y más sin siquiera saludarla. - Resaltó la Sra. Hudson.
¿A qué te refieres con mirarla fijamente? - preguntó molesto. - Si ni siquiera me estabas mirando.
Es cierto, pero te conozco lo suficiente como para saber que la estabas mirando o, mejor dicho, la estabas estudiando, juzgando y eso es muy molesto de tu parte. - Le reprendió.
Me parece increíble que (T/N) lo notase antes que yo. ¿Tú lo sabías? - preguntó.
¿De qué? ¿Qué John saliese con otras mujeres?
Así es. En ocasiones, pude notar el olor de algún perfume de mujer en John. Es más, uno de ellos coincide con el de la Srta. Morstan, pero nunca me imaginé que John se asentaría. - Ambos, finalmente llegaron a la cocina, justo en el momento que estaba llenando la tetera de agua caliente con la cantidad de té echada en su interior. - Asumí que él estaría más tiempo viviendo con nosotros.
- ¿Celoso? - expresé tras haberle escuchado, cosa que molestó un poco al comentarlo.
- No estoy celoso.
Ella suspiró con desgana y se volvió de nuevo hacia Sherlock. - Mira Sherlock, ya eres mayorcito para saber que no debes mencionar nada sobre la vida privada y las amantes que ha tenido John frente a la Srta. Morstan.
- ¿Por qué? ¿Acaso no están comprometidos?
- Tú no te enteras. - Dije con los ojos entrecerrados.
- Idiota. - Se quejó Hudson. - La única persona que puede hablar de esas cosas es John, pero eso solo dependerá de él. Así que tienes, terminantemente prohibido hacer tu típica demostración de tus grandes habilidades deductivas frente a ella, ¿entendido?
- Maldita sea, no lo haré. - Se quejó Sherlock, mientras tomaba una calada de su cigarrillo, que previamente se lo había encendido. - ¿Por qué te preocupas tanto por ella?
- ¿Lo dices en serio? - pregunté sorprendida.
- ¿Acaso tú lo sabes?
- Sherlock, John la ha traído aquí, en nuestro hogar para conocerla. No es solo nuestra invitada, también será la mujer que permanecerá a su lado para el resto de sus vidas, sin olvidar que es la prometida de tu mejor amigo. Deberías tener un poco de consideración. - Dije con seriedad.
- (T/N) tiene toda la razón. Sherlock, no debes de ser grosero con ella.
- Que John la haya traído no quiere decir que tengamos que preocuparnos tanto por ella. - Dijo sin darle mucha importancia.
- ¿Lo estás diciendo en serio? - Pregunté molesta ante aquella actitud que estaba teniendo Sherlock hacia la Srta. Morstan.
- Pero, ¿por qué te molesta tanto? - me respondió molesto.
- ¿No es obvio? No estas siendo agradable con ella y ni siquiera la conoces. - Me puse delante de él y empezamos a discutir.
- (T/N) no malgastes tu saliva en él. - Se interpuso entre nosotros dos. - Mira, te lo voy a explicar para que lo comprendas mejor. Dándole la razón a (T/N) sobre su comentario de hace un momento. Estas celoso de la Srta. Morstan. - Por alguna extraña razón, aquello me molestó más de lo que debería molestarme.
- ¡¿Qué?! ¡¿Tú también?! - saltó molesto. - ¡¿Por qué estaría celoso de ella? En el hipotético caso de que estuviese celoso es si algún individuo estuviese coqueteando con alguna mujer que me gustase, pero como este no es el caso. Es absurdo que digáis que estoy celoso. - Explicó Sherlock sobre su definición de celos. - No entiendo a qué vienen vuestros comentarios sobre esto. - Iba a coger la bandeja con el té, pero me puse en medio de él, sorprendiendo mi actitud hacia él.
- Sherlock, los celos son algo más complejo de lo que tú te crees. - Sherlock no me contestó ante mi comentario, pero tampoco se molestó. Entonces, me hice a un lado, dejándole el paso a Sherlock, quien ya sostenía la bandeja y subió al piso de arriba. Escuché a la Sra. Hudson suspirar para luego murmurar:
- Es increíble que un gran detective como él no se dé cuenta que solo teme perder a su mejor amigo.
Me quedé mirando la entrada de la cocina y con un tono triste y desilusionado, murmuré: - ¿Entonces qué soy para él?
Estando en el salón, estuvimos tomando el té mientras teníamos una agradable charla con la Srta. Morstan y con John, contándonos más a fondo cómo se conocieron. Estaba atenta a las conversaciones e incluso participaba en ellas, pero en el fondo me sentía decaída sobre si de verdad Sherlock sentía algo por mí, al principio lo tenía claro, pero al suceder lo de antes ya no estaba tan segura de ello. A menudo, desviaba mi vista hacia atrás, ya que Sherlock se encontraba sentado en una silla alejado de nosotros. Por lo menos, podía notar la felicidad de John en todo su esplendor, al igual que su prometida y eso, de alguna forma, me hacía muy feliz.
- Volviendo a lo que estábamos hablando – dijo John -, tenemos pensado en celebrar una pequeña ceremonia y me gustaría que vinierais los tres. - Mientras John hablaba de los planes de la boda, me llamó la atención el cambio de expresión de la Srta. Morstan, como si algo la preocupara. Aquello no pasó desapercibido para Sherlock y tomó cartas en el asunto.
- Srta. Morstan. ¿Hay algo que quiera contarme, además de su compromiso? - preguntó serio.
- ¡Sherlock! ¿No te dije antes que no hicieras eso? - le regaño la Sra. Hudson.
La Sra. Hudson tenía razón, pero ante el cambio repentino de expresión de la Srta. Morstan, me hace pensar que algo le preocupa u oculta algo. Así que, en cierto modo, a mí también me gustaría saberlo. - ¿Srta. Morstan le preocupa algo? - La Sra. Hudson se sorprendió ante mi inesperada pregunta, al igual que John y su prometida.
- Parece ser que no soy el único que lo ha percibido, desde que está aquí no ha dejado de estar nerviosa y los intentos de John de tranquilizarla no han servido de mucho. Lo que significa que hay una historia importante que aún no nos ha contado. - Ante su deducción, la Srta. Morstan se puso más nerviosa y John intervino para calmar el ambiente.
- Sherlock, (T/N), solo está nerviosa. Nada más.
- No, John. - Intervino su prometida. - El Sr. Holmes tiene razón. Es cierto que vine para informarle sobre nuestro compromiso, pero también estaba preocupada por si hacía alguna solicitud personal en un momento como este. Sería muy descortés de mi parte el haberlo hecho como la pareja de su amigo.
- Mary, no tienes que preocuparte por eso. Si es algo importante, podrías haberlo hablado conmigo y haberte ayudado en todo lo posible. - Dijo preocupado por su amada. - ¡Por favor, Sherlock! ¿Escucharás la historia de Mary? - pidió ayuda a su amigo para resolver el problema de su prometida. Ambos nos miramos y con mi mirada le pedí que lo aceptara y así lo hizo.
- No me imaginé que me pidiesen una solicitud tan repentina, pero lo aceptaré. Dime, ¿cuál es la historia?
- Gracias. - Dijo agradecida. - La otra razón por la que vine hoy aquí fue que me gustaría que resolviera un suceso extraño, que me ha estado sucediendo desde hace tiempo. - Ambos se sentaron en el sofá y de su bolso sacó una caja de madera rectangular. - Por favor, échele un vistazo a lo que hay en su interior. - Cuando abrió la caja, no pude creer lo que veían mis ojos. En aquella caja había seis perlas de un considerable tamaño. Y no fui la única que se sorprendió.
- ¡Esas son perlas! ¡Nunca había visto ninguna de ese tamaño! - exclamó la Sra. Hudson al verlas.
- ¿Por qué son misteriosas? - preguntó serio, Sherlock.
- En los últimos seis años he estado recibiendo por un remitente desconocido estas perlas, una a una. - Dijo la Srta. Morstan preocupada.
- ¿Quién enviaría un regalo tan caro? - exclamó sorprendida.
- Según las cartas, no hay mención alguna sobre alguna dirección en las facturas correspondiente. - Dije al examinar las facturas, que incluían en sus cartas.
- ¿Puedes contarnos cómo ocurrió desde el principio? - preguntó Sherlock para esclarecer sus ideas.
- Sí, pero para ello tendré que remontarme desde lo que le sucedió a mi padre, porque sospecho que esto podría tener algo que ver sobre la desaparición de mi padre.
- ¿Desaparición? - preguntamos a la vez, interesados por el tema.
- Así es. Mi padre trabajaba en la India como oficial, durante su estancia allí, al poco tiempo después mi madre enfermó y murió, donde tuvieron que enviarme a un internado femenino hasta cumplir los diecisiete años. Entonces, hace diez años. Mi padre regresó de las Indias y se hospedó en el Hotel Langham, donde me envió un telegrama para encontrarme con él después de tanto tiempo sin verle. Sin embargo, cuando llegué al lugar, mi padre no se encontraba allí y los trabajadores me contaron que había salido hace dos días y aún no había vuelto. Estuve esperándole todo el día, pero al final, nunca apareció y ya no supe nada más de él desde entonces. Después de aquello, pedí a Scotland Yard que registrasen la desaparición de mi padre, además de anunciar su desaparición en la sección de desaparecidos en distintos periódicos importantes de Londres. A día de hoy, mi padre sigue desaparecido. Estoy segura que algo le sucedió a mi padre al volver de Londres. - Al contar la historia sobre su padre desaparecido, podía notar claramente su tristeza, pero tras llevar años desaparecido. Desgraciadamente, las posibilidades de que su padre siga vivo sean escasas e incluso nulas.
- ¿Qué pasó con su equipaje? ¿Dejó algo en el hotel? - Siguió preguntando Sherlock.
- Lamentablemente, no encontré nada que pudiera darme alguna pista sobre el paradero de mi padre. Lo único que encontré fue ropa, libros y varios artículos sobre las islas Andamán, donde mi padre estuvo trabajando allí. Posiblemente, se los llevaría como recuerdo.
- Al ser soldado. ¿No se encontraría con alguno de sus compañeros o amigos en Londres?
- Solo había una persona en la que pude pensar y ese fue el Mayor Sholto, quien estuvo en el mismo regimiento que mi padre, se retiró mucho antes que mi padre y lo único que sabía de él es que estaba viviendo en Upper Norwood. Le contactaron tras la desaparición de mi padre, pero él no tenía noticias sobre su regreso.
- Si hubiese sido él, yo habría llamado a mi único amigo tras mi regreso a Londres. - Dijo Sherlock.
- Yo también llegué a la misma conclusión. Fue entonces, cuando me ocurrió otra cosa extraña. - Sacó de su bolso un cuaderno pequeño, donde tenía guardado un recorte viejo de un periódico - El 4 de mayo de hace seis años, apareció este anuncio en el periódico y lo recorté de inmediato. - Sherlock lo leyó en voz alta.
- "Se solicita la dirección de la Srta. Mary Morstan, sería beneficioso para ella responder a esto".
- ¿Pero qué? No hay nombre ni dirección de contacto del anunciante y, aun así, está pidiendo la dirección de una mujer. ¡¡Sherlock!! Es más que obvio que se trata de algún degenerado que quería aprovecharse de ella. - John se quejó ofuscado al leer el anuncio.
- John, tranquilízate. - Intenté calmarlo.
- Ya, ya. - Se quejó Sherlock ante la actitud alarmista de su amigo. - Dime, ¿lo contactó al final? - Ignoró a su amigo y siguió preguntando a su prometida.
- Por aquel entonces, ya estaba viviendo en la residencia de la Sra. Forrester, al comentárselo me dijo que pusiese su dirección en la columna de anuncios y, así lo hice. En ese mismo día, recibí un paquete con la primera perla y desde entonces, en ese mismo día recibo un paquete con una perla en su interior y ya es el sexto año que lo recibo.
- ¡Qué extraño! - exclamé junto a la Sra. Hudson.
- ¿Hay algo más que nos pueda servir de pista? - preguntó de nuevo Sherlock. - Como por ejemplo una amenaza. - Aquello la atemorizó como si Sherlock hubiese dado en el clavo.
- ¿Una amenaza? ¿De qué estás hablando? - preguntó intranquilo su amigo.
- Tranquilo John, seguro que Sherlock tiene una explicación para esto. ¿Verdad, Sherlock? - le pregunté para esclarecer lo que había dicho.
- No tiene nada de malo. Es muy común que, tras la desaparición de su padre y la aparición de un anunciante anónimo, que le envía cada año en las mismas fechas una perla de tamaño considerable. Es obvio que hay dinero y vidas en juego. - John se giró preocupado hacia su prometida, pero ella lo tranquilizó.
- Tranquilo, nadie me ha amenazado. - Por alguna extraña razón, no me creí sus palabras. - Pero recibí esta carta el mes pasado. - Le entregó el sobre a Sherlock, quien empezó a examinarlo detenidamente.
- No hay remitente, su matasellos es de la zona suroeste de Londres y tiene fecha del siete de septiembre. Se puede apreciar la huella del pulgar de un hombre, probablemente del repartidor. El papel es caro, de unos seis peniques por paquete pequeño y su contenido:
Querida Srta. Morstan:
La estaré esperando en el tercer pilar de la izquierda fuera del Lyceum theatre cada noche a las siete en punto.
Si siente desconfianza sobre esto, traiga a dos amigos, eres una mujer agraviada y tendrá su justicia. No traiga a la policía. Si lo hace será en vano.
Su amigo desconocido.
- La letra de la carta y su caligrafía, coincide con la letra del paquete. Sin duda, es la misma persona. - Dedujo Sherlock.
- ¿No es demasiado sospechoso que la espere todas las noches, Sherlock? - preguntó John serio.
- Lo mire por donde lo mires, es peligroso. Pero la única forma de saber sobre la desaparición de su padre es ir, pero eso solo depende de la Srta. Morstan. - Dijo Sherlock. - Nunca se sabrá si tu padre solo fue un padre pésimo o estaba involucrado en algún tipo de crimen o acto turbio. A pesar de ello, ¿quieres ir de todos modos?
- Mary, es muy probable que resultes herida en el proceso. – Dijo preocupado.
- Está bien, John. ¡Quiero saber la verdad sobre lo que le ocurrió a mi padre, incluso si es desagradable! - Respondió decidida.
- Entendido. Como solo puedes llevar a dos personas contigo, John y yo te acompañaremos. - Decidió Sherlock.
- ¡Muchísimas gracias! - agradeció a Sherlock, mientras se inclinaba a modo de agradecimiento.
- ¡Gracias, Sherlock! - agradeció feliz su amigo por haber aceptado la ayuda de su pareja.
- No es nada, además tendré que investigar un poco más. ¿Está bien si nos vemos mañana a las seis? - preguntó Sherlock para concretar la reunión.
- Sí, me parece bien.
Ambos se marcharon de la habitación. John acompañó su prometida hasta afuera, donde esperarían hasta que llegase el carro. Sherlock no dejó de observarles desde la ventana, mientras que yo ayudaba a la Sra. Hudson a limpiar y despejar la mesa.
- Estaba un poco nerviosa cuando dijo ser la prometida de John. - Comentaba mientras sonreía de felicidad. - La Srta. Morstan es preciosa y muy encantadora.
- ¿Preciosa? - exclamó con ignorancia. - Realmente no me percaté de ello.
- ¿Me tomas el pelo? ¿En serio no te diste cuenta? - preguntó sorprendida.
- Sra. Hudson, lo suyo no tiene caso. - Dije mientras la ayudaba a recoger la mesa. - Además, él estaba completamente centrado en su caso. ¿Cierto, Sherlock? - le pregunté.
- Así es. - Afirmó el detective. - Aun así, ella sigue ocultando algo. - Comentó con total seriedad.
- ¿Eh? ¿De verdad? - exclamó sorprendida.
- En eso, Sherlock está en lo cierto. En un momento dado de la conversación, la Srta. Morstan se mostró realmente nerviosa y preocupada por algo que no nos ha dicho aún.
- Así es. Además, con solo observarla detenidamente, se podía deducir perfectamente que algo nos ocultaba con el simple movimiento de sus ojos y los temblores de sus manos. - Argumentó Sherlock. - La cuestión es, ¿qué está escondiendo y por qué necesita hacerlo? - Se preguntó a sí mismo.
- Pero, a pesar de ello. La Srta. Morstan no es una mala persona, con solo verla, podía sentir su amor hacia John. - Ambos se sorprendieron ante mi comentario, al volverme hacia Sherlock. Él me miró con el entrecejo fruncido, mostrando un aire de tristeza y de preocupación, para luego volver a su tono serio.
- La propia Mary es un misterio, al igual que su caso. Por eso, (T/N). Aunque no puedas venir con nosotros, quiero que nos vigile en todo momento y como la hora de la reunión ya ha anochecido. Para ti te resultará más fácil el pasar desapercibida.
- De acuerdo. Debo suponer que la razón por la que me lo hayas pedido, es para mantener vigilada a... Mary.
- No se te escapa alguna. - Mostró su sonrisa de lado, provocando que yo también lo devolviese con una sonrisa.
Al día siguiente, acompañé a Sherlock para investigar el caso de Mary en el lugar donde siempre encontraríamos información infalible, el Museo Británico. Allí se encuentra la mayor biblioteca de todo Londres, además de guardar todos los periódicos de fechas anteriores en la sala de los archivos. No nos ocupó mucho tiempo en encontrar la información que estábamos buscando al haber decidido acompañarle.
- Sherlock, lo he encontrado. - Lo avisé con el periódico en mano. Él se acercó a mí y leyó rápidamente lo que estaba buscando.
- El día 26 de abril murió el Mayor Sholto, lo que significa que el responsable de enviar los paquetes y aquella carta a Mary debe de ser el primogénito del fallecido. - Dedujo en voz baja.
- ¿Eso quiere decir que el hijo del Mayor Sholto sepa algo al respecto de la desaparición del padre de Mary?
- Cabe esa posibilidad, aunque no lo creo. Pero pronto lo averiguaremos. Ya hemos encontrado lo que estábamos buscando, dejémoslo todo en su sitio y marchémonos del lugar. - Se levantó de su asiento y cogió los periódicos que había cogido y los volvió a guardar en los archivos, al igual que yo. Tras terminar de ordenar, nos dirigimos a la entrada del Museo Británico y salimos a la calle. Sherlock sacó de su chaqueta un cigarrillo y lo encendió con una de sus cerillas.
- ¿Cuál podría ser la explicación de que el hijo de Sholto le envíe a Mary esas perlas? - le pregunté curiosa a Sherlock.
- Puede que se deba a querer expiar los pecados de su difunto padre por, la posible implicación de la desaparición del Sr. Morstan.
- Espero que podamos averiguar lo que le ocurrió a su padre y de paso, revelar lo que nos está ocultando. Pero, te puedo asegurar Sherlock, que Mary es buena persona.
- Si hay algo que difiere de mis habilidades con las tuyas es que tú posees un buen ojo, a la hora de juzgar a las personas y tú nunca te equivocas. Así que, confiaré en ti y en tu juicio. - Él me sonrió, demostrando su plena confianza en mí, provocándome una gran sonrisa, además de ruborizarme. - ¿Y esa sonrisa? - me preguntó de forma burlona.
- Simplemente, me has hecho muy feliz al confiar en mí.
- Sabes que siempre lo haré. En eso que no te quepa la menor duda.
No pasó mucho tiempo cuando escuchamos a alguien nombrar al Señor del Crimen. Nos giramos al ver a un hombre que había comprado un periódico a un joven que los estaba vendiendo y nos acercamos para comprar un ejemplar.
- ¿Puedo conseguir uno? - preguntó Sherlock, interesado en la noticia del Señor del Crimen.
- Por supuesto. - Dijo el joven, quien le entregó el ejemplar de hoy.
Ambos comenzamos a leer la noticia principal del periódico.
El "Señor del Crimen" aún en libertad. El Parlamento está creando a un grupo especial. El Primer Ministro hace una gran declaración: "Estamos preparados para tomar todas las medidas posibles".
William. - Me preocupé por cómo se estaban tornando las cosas. Si seguía así, al final su plan final se llevará acabo y no habrá nadie que se lo pueda impedir.
- ¡Un momento! ¿No es usted el detective Sherlock Holmes? Eso quiere decir que está interesado en el Señor del Crimen. - Dijo emocionado el vendedor de periódicos.
- Sí, algo así. - Respondió sin levantar su vista en el periódico.
- Es posible que Yard no pueda atraparlo, pero apuesto a que usted si podrá. - Nos volvimos la vista hacia el joven.
- Si siguen así, se olvidarán del plan del miembro parlamentario Whiteley. ¡Por favor atrápelo, Sr. Holmes! - Suplicó el hombre que estaba antes leyendo el periódico.
- No se preocupen, seguro que todo esto del Señor del Crimen se solucionará pronto. - Dije para calmar el ambiente y darles un poco de esperanza.
- Eso esperemos. - Dijo el señor.
Tras leer la noticia, continuamos con nuestros pasos, dirección Baker Street con un Sherlock totalmente concentrado sobre lo del Señor del Crimen. Si no se soluciona pronto, el Gobierno abrirá cartas sobre el asunto y no será, para nada piadoso con William y, posiblemente, también con sus hermanos. Además de sus hombres.
William, por favor no hagas nada de lo que te puedas arrepentir.
Llegada la noche, Sherlock y John estaban listos para salir y reunirse con Mary, mientras que yo estaba lista para seguirles su rastro, vestida con mi uniforme para la ocasión. Al ser de noche, sería muy fáciles seguirles desde los tejados de las casas londinenses.
Había salido de la trampilla del tejado cuando el coche, donde estaba Mary había llegado. Ambos entraron al coche y puso en marcha a la dirección indicada, les seguí el camino hasta llegar a Lyceum theatre. Me ubiqué en un tejado, donde tenía una panorámica perfecta para ver lo que estaba ocurriendo con ayuda de mi catalejo. Cuando apareció detrás de las columnas, donde se encontraba John, un misterioso hombre que, al parecer, les pide que los acompañen en su coche. Al ponerse de nuevo en marcha el coche, guardé mi catalejo y volví a seguirles, aunque esta vez, mucho más cuidadoso que antes. Tuve que moverme entre tejados y callejuelas hasta llegar una calle poco transitada de gente para llegar al último tramo del viaje, agarrada en el carro trasero, sin que nadie se percate de ello. Entonces, al llegar a la vivienda, antes de que entrasen en la propiedad. Me solté del carro hábilmente y me escondí detrás del muro, donde no me podrían verme por las vallas de hierro y los matorrales del jardín. Todos entraron en la vivienda. Examiné si había alguien en mi alrededor, al percatar que no había nadie. Escalé la muralla y me acerqué a las ventanas sin que nadie me viese, inspeccioné una a una hasta encontrar la habitación donde estaban.
Por suerte, no era en el piso de arriba.
Al acercarme con extremo cuidado, comencé a escuchar la conversación, que parece ser estaban hablando de un tesoro.
Mi hermano finalmente encontró el tesoro de Agra, que mi padre había dejado atrás. - ¿"Tesoro de Agra"? Interesante.
¿Tesoro? ¡¿De qué diablos está hablando? - escuché gritar John con un tono sorprendido.
Sabía que era real, el Tesoro de Agra. - Oí con un tono sorprendido y, a la vez preocupada, la voz de Mary. ¿Por qué le interesará tanto ese tesoro, Mary? ¿Qué diablos está pasando?
¡Mary! ¿Tú sabías algo al respecto? - ¿En serio, John? Pero, ¿tú te estas oyendo acaso?
¿Eh?... Oh, no. No es eso. - Dijo Mary nerviosa. - El mapa me parecía un mapa del tesoro, nada más.
¡Ah! ¡Es verdad! - exclamó John sorprendido.
¿Un mapa del tesoro? ¿Me lo podrías mostrar? - preguntó el que parece ser el hijo del Mayor Sholto.
Por supuesto. Lo encontré en la cartera de mi padre.
Este símbolo... ¡Es el mismo símbolo que ví, antes de fallecer mi padre! - ¡Vaya! Esto se está poniendo más interesante. - Le dije que se lo diría todo cuando nos reuniéramos con mi hermano, pero dada las circunstancias, se lo diré ahora.
De acuerdo. Vine aquí para saber la verdad sobre la desaparición de mi padre.
Muy bien. Cómo usted sabrá, mi padre fue el Mayor John Sholto y estuvo en el ejército indio. Se jubiló hace once años y comenzó a vivir en Pondicherry Lodge en Upper Norwood... - El hijo del Mayor Sholto comenzó a relatar la vida de su padre tras su jubilación. Parece ser que, tras su regreso de la India, comenzó a ser más cauteloso o temeroso a la hora de salir a la calle, contratando a dos guardaespaldas, uno de ellos, el que los trajo aquí, quienes fueron exboxeadores. Durante su relato, me llamó mucho la atención de su temor hacia los hombres con pata de palo. - Hace seis años recibió una carta de la India, no pude leerla, pero pude distinguir que la caligrafía de aquella carta era descuidada, mi padre lo quemó de inmediato y, a partir de ese día, mi padre cayó enfermo y se quedó postrado en la cama. - Al parecer, la calidad de vida de su padre empeoró y en sus últimos momentos les confesó que había hecho algo horrible a su subordinado Morstan y a su hija, contándoles que, durante su estancia en la India, ambos encontraron el tesoro de casualidad y él lo trajo de contrabando. Un día, el padre de Mary vino a visitarlo para la distribución de aquel tesoro, ambos discutieron fuertemente sobre el asunto. Durante la discusión, el padre de Mary sufrió un infarto y se golpeó la cabeza con el cofre del tesoro, muriendo en el acto. Con ayuda de su mayordomo, enterraron al padre de Mary y luego escondió el tesoro. Les pidió que le devolviesen el tesoro a Mary, de ahí que cada año recibiera una perla del collar de perlas, que mencionó durante su relato.
Para serle honesto, aunque su padre no tenga la culpa de la muerte del padre de Mary, eso no evita el hecho de haber enterrado su cuerpo a espaldas de la sociedad. - Se quejó John.
Espera, John. Culpar al Sr. Thaddeus no ayudará a nadie. - dijo Mary.
¿En serio? A pesar de que ya conoces la terrible historia de detrás de la desaparición de tu padre.
John, han pasado diez años desde la desaparición de mi padre. Una parte de mí, sabía que no lo encontraría con vida. Su muerte es un hecho y ya no hay forma de cambiarlo, pero me alegra que te preocupes tanto por mí. - Mary. Es cierto que la noticia de la muerte de su padre es, en absoluto, inesperada. Pero, aun así, haber esperado tantos años para saberlo. - Sr. Sholto, me alivia saber que mi padre pudo ser enterrado correctamente, sin importar cómo murió. Pero me cuesta creer que él estuviese involucrado en aquel tesoro. ¿Son las perlas que me envió, las mismas de la coronilla que mencionó antes?
Así es. La segunda parte de esta historia tiene que ver con los miedos de mi padre mientras seguía vivo. - Contó que en el momento en el que su padre iba a contar, donde se encontraba el tesoro, pareció ver a un hombre por la ventana. Él inspeccionó la ventana, pero al ver que no había nadie cuando volvió hacia su padre, él ya había fallecido. Llevándose consigo, la ubicación del tesoro. Luego, contó que, durante la preparación del funeral de su padre que alguien se coló en su habitación y lo puso todo patas arriba, por suerte no robaron nada, pero dejaron una nota justo encima del pecho de su difunto padre, aquella hoja había dibujado cuatro signos iguales que el mapa que Mary le mostró antes. Esos símbolos, según él contó, puede estar relacionado con los temores de su padre. Más tarde, dijo que estuvo rebuscando por todo el jardín de su casa, la ubicación del tesoro enterrado sin éxito y le costó trabajo persuadir a su hermano para que Mary recibiera las perlas, que finalmente lo logró.
Ya veo, con que esta es la verdad detrás del misterio de las perlas. Sr. Sholto, lo que ha hecho es muy noble de su parte. - Dijo con amabilidad John.
Pensé que debía de hacer lo correcto como un caballero que soy, es por eso que no vivo junto a mi hermano y decoro mi casa de esta manera.
¿Dónde está el tesoro? - preguntó de pronto Mary, llamándome de nuevo la atención. ¿Se puede saber por qué tanto interés en ese tesoro? Fue cuando de pronto, escuché unos aplausos. Fijé mi vista con cuidado de que no me viesen y me fijé que fue Sherlock, quien lo hizo.
Me alegro de haber resuelto el misterio. ¿No es esta la solución? - Por su forma de comportarse en aquella extraña situación, supe que estaba actuando para conocer, de algún modo, las verdaderas intenciones de Mary.
¿Qué solución? Si no hay nada. - Dijo John.
Pero, ¿no ha sido resuelto? Su solicitud era saber la verdad detrás de la desaparición de su padre y las misteriosas perlas, que usted recibía por correo, que ambas ya han sido aclaradas. Ciertamente, su solicitud ha sido finalizada. ¿No es así? ¿Srta. Morstan? - Sherlock, más te vale no cagarla. Estaba nerviosa por cómo se está poniendo la situación porque, al fin y al cabo, aunque la solicitud de Mary lo ha solucionado, eso no quiere decir que haya terminado de resolver el misterio.
¡¡Un momento, Sherlock!! Aún no se ha resuelto el misterio, todavía queda el misterioso intruso y las cuatro marcas misteriosas. No importa cómo lo mires, el misterio aún no está resuelto. Has dicho algo tan extraño e inaudito que el Sr. Thaddeus se ha quedado perplejo. Si recibes un caso, tú lo resuelves hasta el final. ¡¡Es raro que no quieras adentrarte más al misterio!! - Ahí, John tiene toda la razón. Creo que has llamado demasiado la atención, Sherlock.
¡Te equivocas! En primer lugar, no debemos inmiscuir más a fondo en este asunto. - Dijo Sherlock con seriedad.
¿Qué quieres decir? - preguntó John.
A partir de ahí, Sherlock les pidió a John y Mary hablar en privado. Lo que significa que no podría escuchar la conversación. ¡Rayos! No tuve más remedio que observar el interior con precaución, cuando ví al Sr. Thaddeus levantarse de su asiento y dirigirse a ellos. No sé de qué estarán hablando, pero si el objetivo de Sherlock es obligar a que Mary cuente la verdad, la intrusión de Thaddeus a la conversación lo complicará todo y, muy probablemente, Mary se escape del asunto.
Lo siguiente que me pareció escuchar es que el hermano del Sr. Thaddeus, el Sr. Bartolomé, encontró el tesoro hace poco y lo encontró en un ático oculto, con ayuda de los planos de la casa. Lo siguiente que iban a hacer ellos, eran ir a la mansión en Pondicherry Lodge.
Salí de la vivienda de manera cautelosa, escalé el muro, rápidamente me alejé de la vivienda, me escondí en un callejón y cuando observé como el carro salía de la propiedad, los volví a seguirles hasta llegar al lugar. Donde me tuve que volver a agarrarme detrás del carro sin que ellos lo notasen. Cuando llegaron a la finca, me solté del carro de inmediato y antes de que se detuviera, trepé el muro ágilmente y me escondí entre los arbustos. Pude notar que la mayor parte de la finca está llena de hoyos, posiblemente, por la búsqueda de aquel tesoro.
Antes de que abriesen la puerta principal de la finca, me adelanté a ellos hasta llegar a la mansión. Lo primero que me llamó la atención es que el resto de la casa tenía las luces encendidas, a excepción de una habitación que se encuentra en el piso superior.
Tengo un mal presentimiento. - Pensé al ver las únicas luces apagadas. Así que, guiándome por mi instinto. Comencé a investigar la zona, antes de que llegasen ellos. Investigué justo debajo de donde está situado las ventanas de la habitación apagada. La tierra al estar un poco húmeda, podía distinguir con claridad las huellas de una persona con pata de palo, además de una huella profunda y rectangular, lo que me hace pensar que se han llevado el tesoro, pero me cuesta creer que una sola persona y, más con una pata de palo, haya podido escalar hasta arriba, lo que significa que hay una segunda persona y si mi intuición no me falla, eso quiere decir que esa segunda persona ha asesinado al hermano gemelo del Sr. Thaddeus. - Esto no pinta nada bien. ¿Cómo es posible que se hayan torcido tanto el asunto? - Escuché los pasos de varias personas a lo lejos, por lo tanto, me escondí de inmediato sin hacer ruido alguno y sin dejar alguna huella.
Observé escondida, la llegada de Sherlock, John y compañía, quienes se adentraron a la vivienda. Esto se estaba poniendo muy serio y posiblemente, en cualquier momento, llamarían a Scotland Yard. Así que no tuve más remedio que entrar a la vivienda y presentarme sin previo aviso.
Como sabía dónde se encontraba la habitación, no fue difícil el llegar hasta allí. Me adentré en la casa, me quité la capucha y al llegar a donde se encontraba el Sr. Thaddeus, consolando a quien posiblemente debe de ser la ama de llaves.
- Disculpe la intromisión. - Ambos se asustaron al verme. - No se asusten, trabajo para Sherlock Holmes. Él me pidió que os vigilara en todo momento para que la Srta. Morstan no le sucediese nada. Además, como pidió que solo podía llevar dos acompañantes, no pude ir con ellos.
- Ya-ya veo. - Exclamó nervioso.
- ¿Sherlock ha ido a la habitación de arriba? - le pregunté con tono tranquilizador para que no siguiese asustado el pobre hombre.
- A-así es.
- Gracias y no se preocupe, seguro que Sherlock resolverá vuestros problemas. - Al terminar de hablar de manera tranquilizadora con el Sr. Thaddeus, me fui de inmediato al piso de arriba. Cuando llegué al lugar, la puerta ya estaba abierta de par en par. - ¡¡Sherlock, John!! - llamé a los dos al verlos en la habitación del Sr. Bartolomé.
- (T/N). ¿Qué haces tú aquí? - preguntó sorprendido John.
- Es obvio que está aquí, debido a que la situación ha cambiado. - Dijo Sherlock, mientras examinaba de cerca el cadáver del hermano del Sr. Thaddeus.
- ¿Qué has encontrado? - le pregunté seria.
- Un papel con el signo de los cuatro, los mismos signos que nos mostró Mary del mapa que encontró de su padre y los mismos símbolos que le dejaron al difunto Mayor Sholto, cuando irrumpieron en su casa. - Me entregó el papel para que pudiera verlo. - ¿Y tú?
- Las huellas de un hombre con pata de palo y de un pequeño cofre. Es posible que haya una segunda persona que le haya brindado apoyo a nuestro hombre misterioso con pata de palo.
- Ya veo. Como yo sospechaba. - Murmuró en voz baja.
Iba a preguntarle a Sherlock sobre el interés de Mary hacia el tesoro, cuando ella y el Sr. Thaddeus entraron al despacho.
- ¡John! ¿El Sr. Bartolomé ha...? - no terminó de formular la pregunta debido a la sorpresa de encontrarlo muerto, además de los gritos angustiosos, provenientes del Sr. Thaddeus.
- ¡¡¿Bartolomé?!! - se fue directo hacia el cuerpo de su difunto hermano gemelo. - ¿Decidme qué esto no es un sueño?
- Lamento decirle que esto es real, Sr. Thaddeus. - Dijo John.
El Sr. Thaddeus se giró por un momento y su cara cambió por completo al ver que la caja no se encontraba en su sitio. - ¡No puede ser!
- ¿Qué le ocurre? - preguntó preocupado John, ante el repentino comportamiento del Sr. Thaddeus.
- ¡¡El tesoro!! ¡¡No está!! - Tanto Sherlock como yo nos fijamos en el cambio de expresión de Mary al ver que el tesoro no estaba. ¿Por qué tanto interés en ese tesoro, Mary? ¿Qué nos estas ocultando? ¿De qué tienes miedo? - Cuando visité a mi hermano anoche, el tesoro estaba justo ahí, como siempre.
- ¿Eso quiere decir que las personas que dejaron esta nota, se llevaron el tesoro? - Preguntó John.
- No lo sé, pero le aseguro que cuando salí de este despacho, escuché como mi hermano cerró la puerta.
- ¿A qué hora fue? - preguntó Sherlock.
- Si no recuerdo mal, sobre las diez de la noche y según la Sra. Bernstone no salió de la habitación en todo el día. ¿Cómo es posible que hayan podido entrar a la habitación si estaba cerrada desde dentro? - preguntó extrañado ante la situación por la que fue asesinado su hermano. - Cuando llegue Scotland Yard, la primera persona que sospecharán será a mí por haber sido la última persona en verle. ¡Cielo santo! Soy inocente, yo no lo maté. - Dijo nervioso y desesperado al borde de entrar en llanto. Además, si hubiese sido yo. No tendría sentido que los haya traído hasta aquí. ¡¡¿No es así?!!
- Sí, sí, tranquilícese. - Sherlock trató de calmar al hombre a duras penas. - Por el momento, habrá que informar de todo esto a Yard.
- De... de acuerdo. - El Sr. Thaddeus se fue del despacho de inmediato para enviar un telegrama urgente a Yard. Quedando en la habitación, Sherlock, yo, John y Mary.
- Ahora, hemos llegado a un punto sin retorno. - Dijo Sherlock serio, dirigiéndose a Mary.
- ¿Qué quiere decir, Sr. Holmes? - preguntó un poco nerviosa, pero manteniendo la compostura.
- El padre de Sholto fue atormentado por alguien antes de su muerte y su muerte fue a causa de un ataque cardíaco, debido a un shock que tuvo minutos antes de su muerte. Cabe destacar que la muerte de Bartolomé se puede ver claramente que es un asesinato y en cuanto a las pruebas John, mira detrás de su oreja izquierda.
John se acercó al cuerpo sin vida del hermano gemelo del Sr. Thaddeus, yo también me acerqué para ver de qué se trataba. Cuando me acerqué, observé que detrás de su oreja izquierda tenía clavado una espina, probablemente, envenenada.
- John, ¿puedes sacarla? Está envenenada, así que hazlo con cuidado. - John sacó un pañuelo de su bolsillo y sacó la espina con sumo cuidado de no pincharse.
- Nunca había visto algo igual. - Exclamó sorprendido su amigo.
- Sí. No es algo que podrías encontrar en Inglaterra. Bartolomé fue asesinado por esta cosa y el culpable se escapó con el tesoro. Obviamente, el asesino es la misma persona que envió la nota con los cuatro símbolos y tenía como objetivo, obtener el tesoro. Es decir que, si vamos en busca de ese tesoro, lo más seguro es que encontremos esa misma espina en nuestros cuellos. - Dedujo Sherlock.
- Además, - intervine en su deducción - el Sr. Thaddeus no le contará a Yard sobre el tesoro, por temor a que se lo requisen. Así que tenemos vía libre para buscarlo, pero si decidimos hacer eso. Esos hombres estarían dispuestos a apuntar sus armas sobre nosotros con tal de quedarse con el tesoro. - Dije con seriedad, dirigiendo mi mirada hacia Mary.
- No hay garantía de que podamos protegerlo en un futuro. Es por eso que estamos en un punto sin retorno. - Continuo Sherlock.
- Es verdad. - Dijo pensativo, John. - No puedo permitirme poner a Mary en peligro. - Se dirigió hacia su prometida, preocupado. - Mary. Ahora que el tesoro ya no está, ¿no será imposible completar la solicitud del Sr. Thaddeus de recibir la mitad?
¿Qué es lo que harás ahora Mary, te rendirás o seguirás adelante?
- Sí, pero si no encontramos a los culpables, Scotland Yard arrestarán al Sr. Thaddeus como principal sospechoso del asesinato de su hermano, por eso, para ayudarle, debemos encontrarlos. - Maldita sea, lo ha vuelto a hacer.
- Es cierto, si no encontramos a los verdaderos culpables, arrestarán a un hombre inocente.
- Si insistes tanto, no te detendré, pero si quieres probar la inocencia de Thaddeus, deberás hacerlo por ti misma. - Soltó Sherlock de repente, sorprendiendo a Mary ante su comentario.
- ¿Sherlock? - exclamé sorprendida.
- Incluso si no encontramos el tesoro, mientras podamos probar la inocencia de Thaddeus encontrando a los culpables. El caso se verá resuelto, ¿cierto?
- Eso es cierto, pero. ¿Quiere que yo investigue la habitación? - Preguntó sorprendida.
- Si. Quiero saber si realmente quieres ayudar a Thaddeus. Si no muestras exactamente lo que tienes en mente, no podré caminar a su lado en esta peligrosa senda. - Dijo con seriedad, Sherlock. - Es más, por lo que puedo ver en este escenario es bastante elemental. Incluso un niño podría resolverlo. ¿Qué harás? - preguntó a Mary, poniéndola a prueba.
- Comprendo. Yo decidí querer ayudar al Sr. Thaddeus, así que es lógico que yo sea quien lo investigue. - Dijo para ella misma. - ¡Lo haré! - Dijo decidida.
Mary comenzó a investigar por toda la habitación, incluida el desván secreto. Sherlock la vigilaba desde su posición, mientras fumaba uno de sus cigarrillos. Yo me quedé a su lado. Podía ver perfectamente lo molesto que estaba Sherlock de como Mary había torcido tanto las cosas hasta llegar a esta situación. Sin duda, al final tendremos que ir a por esos dos hombres y recuperaremos el tesoro. Si llega a ocurrir, habremos matado dos pájaros de un tiro y eso es algo que no queremos que llegue a pasar.
- Sherlock. Tú realmente lo estás haciendo para no lastimar a John, ¿verdad? - Sherlock desvió su mirada hacia mí y pude notar su gran preocupación en su rostro.
- ¿Qué te hace pensar en eso? - volvió a meter el cigarrillo en su boca y aspiró una gran bocanada, echando una enorme cantidad de humo en su boca.
- Lo puedo leer en tus ojos y en tu rostro. Puedes engañar a John, pero a mí no me puedes engañar. - Volvió a girarse, permaneciendo en silencio. - Sherlock, escúchame con atención. No digo que estes equivocado sobre Mary, pero creo firmemente que ella es buena persona. Solo que algo la obliga a querer conseguir ese tesoro.
- ¿(T/N)?
- Por eso, tú y yo sabemos de lo que hemos observado en esta habitación, que el culpable manchó su calzado de la creosota que había derramado por el suelo. Ambos sabemos que la creosota deja un olor bastante persistente, cuyo olor puede ser rastreado por el olfato de un perro.
- Así es y yo conozco un buen perro que puede rastrearlo con facilidad.
- Por eso, mientras tú y John os encargáis de rastrear a los culpables, yo escoltaré a Mary hasta Baker Street y cuando hayamos descansado un poco, a la hora del desayuno charlaré con ella, junto con la "ayuda" de la Sra. Hudson y descubriré las verdaderas intenciones de Mary.
Sherlock sonrió al escuchar mi propuesta y me acarició la cabeza con su mano libre. Aquello me tomó por sorpresa, provocando que sintiese un enorme calor por mis mejillas. - Gracias, (T/N). - Su agradecimiento, hizo que le recibiese con una sonrisa llena de dulzura. Entonces, Mary se acercó hacia nosotros tras haber investigado toda el área de la escena del crimen, incluido la buhardilla que estaba oculta en el falso techo de la habitación.
- ¿Has terminado de investigar? - preguntó Sherlock, terminando de fumar su cigarro.
- Sí. ¿Escucharás mis deducciones? - preguntó Mary.
- Por supuesto. - Respondió con total seriedad.
- De acuerdo. En primer lugar, sobre el culpable que mató al Sr. Bartolomé realmente fueron dos personas distintas.
- ¿Qué es lo que te ha llevado para pensar en ello? - preguntó con un interés fingido, pues nosotros ya sabíamos quién es el culpable. Pero Sherlock quería oírlo salir de los labios de Mary.
- Supuse que solo había un culpable al principio, así que traté de averiguar cómo y dónde entró. Sabemos que la puerta ha estado cerrada desde anoche y la chimenea es demasiado estrecha para que alguien pudiese bajar, pero cuando inspeccioné la ventana, encontré huellas. Allí es donde entró el culpable. Las huellas continúan desde la ventana a través de la habitación, alternando entre huellas de zapato y una huella redonda, lo que significa que el culpable tiene una prótesis. Eso significa que él es el hombre de la pata de palo al que el mayor Sholto le tenía tanto pavor. Pero es imposible que haya podido entrar por la ventana, si la ventana solo se podía abrir desde adentro, además de que no hay ninguna canaleta cerca para que pudiera subir desde aquí, a parte de los sesenta pies que hay desde la ventana hasta el suelo. Para un hombre con esta prótesis sería del todo imposible, a menos que hubiese tenido ayuda, como un cómplice que haya logrado entrar a esta habitación, abrir la ventana, atar una cuerda a uno de los muebles y colgarlo por la ventana, de ese modo lograría entrar a la habitación. Con esa misma cuerda, ambas personas cogerían el cofre del tesoro, al ser un objeto bastante pesado y atarlo con la misma cuerda para llevarlo a través de la ventana hasta abajo. Luego, el hombre de la pata de palo bajó de la misma forma en donde subió, luego su cómplice se llevó la cuerda, cerró la ventana y lo aseguró por dentro.
- Ya veo. Entonces, ¿sabes cómo entró su cómplice si no fue por la ventana? - preguntó de nuevo Sherlock.
- Ya que no fue desde la puerta, la chimenea ni la ventana y tampoco es posible que haya estado escondido todo ese tiempo en la habitación, solo queda el único lugar de la habitación donde pudo entrar y salir sin ningún problema y ese es el ático secreto donde estaba escondido el tesoro anteriormente. Cuando lo inspeccioné, encontré una puerta abatible en el techo, donde pudo entrar desde allí el cómplice. Allí encontré huellas de una persona de menor tamaño al del hombre de palo. Esta persona probablemente trepó al tejado solo y entró por la puerta del techo, además de salir desde ahí. Antes de salir de su escondite, habría mirado por el agujero del techo si el Sr. Bartolomé estuviese allí. Fue desde ese lugar donde dispararía la espina envenenada, además concuerda con la dirección y lugar donde se encontraba la espina.
- Tienes razón, ciertamente es el mismo ángulo. - Afirmó Sherlock.
John se acerca hacia nosotros para, probablemente, explicarnos sobre el veneno. - Explicaré ahora sobre el veneno y la causa de la muerte. El rigor mortis del Sr Bartolomé es inusual, es tan extremo que sus músculos son tan duros como una tabla ahora. Además, tiene una contorsión facial única. El veneno era probablemente una sustancia parecida a la estricnina. Eso significa que la causa de la muerte sea por espasmos tetánicos inducidos por un alcaloide vegetal.
- Los dos culpables asesinaron al Sr Bartolomé, robaron el tesoro, colocaron la hoja con los cuatro símbolos como advertencia y se escaparon. - Terminó de explicar Mary su deducción.
- ¿Eso es todo lo que tienes? - preguntó otra vez, Sherlock.
- La verdad es que no. - Continuó Mary. - En cuanto a uno de los culpables, si lo que dijo el Sr Thaddeus es cierto, es muy probable que el hombre de la pata de palo sea el único hombre de nombre británico, que aparecía entre las cuatro firmas y ese es Jonathan Small.
- ¿Qué? - exclamó sorprendido, John.
- Jum, interesante. - Sonreí al notar que hizo una gran deducción.
- ¿Por qué piensas eso? - preguntó de nuevo Sherlock, con los brazos cruzados y con un cigarro nuevo metido en la boca.
- Primero, el Sr Thaddeus contó que su padre, el mayor Sholto y mi padre, el capitán Morstan obtuvieron el tesoro durante su servicio militar. Creo que el tesoro, originalmente, lo iban a repartirlo entre los cuatro nombrados en el mapa, solo puedo adivinar las identidades de esos cuatro, pero considerando que nuestros padres eran oficiales a cargo de comandar a los guardas de la prisión. Lo más probable es que fueran prisioneros.
- ¿¡Prisioneros!? - exclamó sorprendido John, ante la respuesta de su prometida Mary.
- Así es. Probablemente no podían ir a buscar el tesoro ellos mismos, es por eso que nuestros padres se enteraron del tesoro por ellos cuatro y, a cambio de una parte del tesoro, acordaron ayudarles a escapar. Entre los cuatro crearon el mapa y lo firmaron, para que así nuestros padres pudieran encontrar el tesoro. Cuando el Mayor Sholto lo encontró, se lo llevó de contrabando a Inglaterra tras retirarse, pero como no cumplió el acuerdo con los cuatro y mi padre... - John la interrumpió al deducir lo que hizo el padre del Sr. Thaddeus.
- ¡Ya veo! El mayor Sholto monopolizó el tesoro.
- Sí. - Respondió Mary. - Como dijo el Sr Taddeus, el día que recibió aquella carta de remitente desconocido su padre, él se sorprendió muchísimo al leerlo. Como comandante en jefe, él habría sabido el estilo y forma de escritura de aquellos cuatro, así que la única razón de su enorme sorpresa sería el informe del escape de varios prisioneros. El incidente en el que el Mayor Sholto disparó al vendedor con una prótesis de pierna, es muy posible que se produjese justo después de leer la noticia sobre la fuga de prisioneros. Quizás, la razón de su comportamiento se deba a que uno de los prisioneros, el de la prótesis de la pierna, quiera recuperar el tesoro a toda costa. Además, el hombre al que disparó por error era inglés y el único nombre británico en el mapa es el de Jonathan Small.
- ¡Es asombroso, Mary! ¡No cabe duda de que son la misma persona! - dijo fascinado tras escuchar las conjeturas y deducciones de Mary. Debo reconocer que ha estado sublime, ella ha llegado a la misma conclusión que Sherlock y yo, y eso es digno de admirar.
- Este hombre, Small. A pesar de escaparse y regresar a Londres, el Mayor Sholto tenía guardias y desconocía el lugar donde escondía el tesoro, así que esperó hasta el día del funeral para infiltrarse en la habitación del Mayor y lo buscó. Creo que los trozos de papel que dejó son para informar que él tiene un derecho legítimo a obtener parte de dicho tesoro. - Terminó de explicar Mary. - Ese es mi razonamiento, no sé qué tan cerca está de la verdad, pero es lo que yo pienso al respecto. ¿Cómo lo hice, Sr Holmes?
- Veamos. Es justamente el mismo razonamiento al que (T/N) y yo hemos llegado. - Dijo satisfecho tras oír el razonamiento de Mary, mostrando una sonrisa y sostenía su cigarrillo en sus dedos.
- Entonces todo estuvo correcto, ¿verdad? - preguntó John emocionado.
- Así es. - Afirmé. - Que Mary haya llegado a esa conclusión con las pistas que tenía y con solo inspeccionar la habitación, es digno de admirar. Ni Scotland Yard habría llegado a la misma conclusión que nosotros. Mary, puedes sentirte orgullosa de ello. - Respondí complacida por la inteligencia de Mary, a pesar de que nos oculta algo.
- ¡Bien hecho, Mary! ¡Lo conseguiste! - exclamó alegre. - Esto explica por qué el asesino tiene que ser alguien de fuera. Si Yard sospecha del Sr Taddeus, podemos defenderlo como lo que acabamos de hacer ahora.
- Sí. - Afirmo Sherlock. - Siempre y cuando el detective a cargo no sea un tipo terco.
Minutos más tarde, aparece el detective a cargo quien es, ni más ni menos que el inspector Gregson. Genial, el que nos faltaba.
- Así que el detective que vino fue usted, inspector ASISTENTE Gregson. - Dijo Sherlock al verle entrar a la habitación, acompañado por varios agentes.
- ¡¡No enfatices tanto el asistente!! - se quejó Gregson, nada más entrar a la habitación. - ¡¿Por qué diablos estas aquí?! ¿Acaso eres la muerte o algo así?
- Dímelo tú. - Incitó al inspector asistente.
- ¡Sherlock! No le tientes. - Le regañé.
- ¿Conocen a ese detective? - preguntó Mary preocupada a John.
- Sherlock no le teme, pero de todas las personas tenía que ser precisamente el inspector asistente Gregson. - Respondió también preocupado John.
- Ja. Tienes suerte de que estuviera aquí en Norwood por un caso diferente, Holmes. - Dijo con arrogancia. - Este caso lo puedo resolverlo con facilidad, ya que todas las evidencias apuntan a Thaddeus Sholto. - Señaló a quien cree quien es el culpable, cosa que se equivoca enormemente. Lástima que todos supiésemos cuál iba a ser la conclusión del inspector.
- ¡No fui yo! - exclamó con lágrimas en los ojos. - ¿Cómo podría haber matado a mi hermano si tenía la puerta cerrada por dentro?
- Usted fue quien lo hizo y es porque ambos estabais peleados desde el principio. - Menudo razonamiento más vago.
- ¡Inspector asistente! ¡Se equivoca! - intervino Mary para ayudar al Sr Sholto. - El verdadero culpable fue Jonathan Small.
- ¿Small? ¡¿Quién es ese?! ¡No me digan el nombre de alguien que no se encuentra aquí! ¡Es confuso! - exclamó enfadado Gregson.
- El propio Thaddeus me contó que él fue la última persona que vio a su hermano con vida. Todo lo que tengo que hacer es llevármelo e interrogarlo en la estación. ¡¡Vamos!! - ordenó a los agentes a llevarse al Sr Thaddeus. Pobre Sr Thaddeus.
- ¡Por favor, espere! - Mary los detuvo nerviosa. - ¡Sr Thaddeus! ¡Atraparemos al verdadero culpable y demostraremos su inocencia! Será angustioso por un tiempo, pero tenga paciencia. - Juró ante el Sr Thaddeus para que se marchase más tranquilo.
- ¡Esta bien! Muchas gracias, Srta. Morstan. - Respondió más tranquilo. Entonces, observé como Mary se acercaba más al Sr Thaddeus y se intercambiaron varias palabras que no pude escuchar bien, por culpa de los agentes y del inspector asistente Gregson.
- ¡¡¿De qué están hablando?!! ¡¡Vámonos rápido!! - se quejó de nuevo Gregson. Se acercaron de nuevo los agentes al Sr Thaddeus y se lo llevaron sin ninguna resistencia de la residencia.
- No ha escuchado nada de lo que le he dicho. - Su tono sonaba preocupada, por lo que le pueda pasar al Sr. Thaddeus, y molesta por haber sido ignorada sus explicaciones por el I.A. Gregson.
- No me sorprende, - se quejó John – una vez arrestó a Sherlock por error.
- ¿Te refieres al caso de "Estudio en escarlata"? - pregunté a John.
- Sí. Como sabrás, a Sherlock le arrestaron porque encontraron cerca del cuerpo de la víctima, el nombre de Sherlock escrita en sangre. Pero cuando Sherlock investigó la escena, encontró que el grosor de las letras no coincidía con el tamaño del dedo de la víctima.
- En otras palabras, se escribió post-mortem y por el propio asesino, quien quería culpar o, mejor dicho, quería llamar la atención de Sherlock.
- Sí, sí, sí. - Comenzó a decir Sherlock. - Dejando aquel caso de lado, él no es el tipo de persona que arrestaría a alguien de manera injusta o falsa, así que él se alegrará cuando le traigamos al verdadero culpable. - Podía notar su molestia, debido a que por culpa de Gregson, está obligado no solo a capturar al culpable, sino también a recuperar el dichoso tesoro, que tanto parece anhelar Mary.
- ¡Bueno! Está claro que nuestro siguiente objetivo es capturar al verdadero asesino. ¿No es así? - pregunté seria con los brazos cruzados.
- Así es. - Afirmó firmemente John. - Si queremos limpiar el nombre del Sr. Thaddeus, no nos queda otro remedio que capturarlo, incluso si arriesgamos nuestras vidas. Sherlock, Mary pudo razonar todo por sí sola llegando a la misma conclusión que tú. ¿Seguirás ayudando en este caso hasta el final? - preguntó a Sherlock, quien permanecía apoyado en la pared tranquilamente.
- Por supuesto que llevaré este caso hasta el final. - Dijo con seriedad.
- ¡Muchísimas gracias! - se inclinó a modo de agradecimiento, al escuchar que Sherlock le seguiría ayudando.
- ¿Entonces? ¿Sabes cómo vas a rastrear a Small? - volvió a preguntar Sherlock a Mary, pues tenía que ser ella quien tenía que seguir el hilo de la investigación.
- Sobre eso, no se puede ignorar las pisadas que hay en el suelo, quien debe ser de su cómplice, parece ser que un residuo negro se adhirió a la suela de su zapato, pero no se puede descartar la idea que este rastro con el tiempo vaya a desvanecerse.
- Si nos fijamos atentamente, en esta habitación se encuentra un escritorio lleno de utensilios y frascos con componentes químicos, esto se debe a que el pasatiempo de Bartolomé es la experimentación química. Parece ser que el culpable se atascó el pie con una botella de creosota que se dejó al azar en el suelo. Incluso si desapareciesen las huellas, su hedor aun permanecería y yo conozco al perro idóneo para rastrearlo.
- ¡El sabueso! - exclamó John, al recordar de qué perro estaban hablando.
- Sí. Identificar la fuente es simple, todo lo que tenemos que hacer es seguir el rastro que ha dejado y encontraremos al asesino. - Sherlock se volvió hacia mí. - (T/N), envía este telegrama a Wiggins ahora mismo, pidiéndole que traiga al perro de una tienda que conoce.
- De acuerdo. - Salí de inmediato de la habitación, le pregunté a la ama de llaves donde tenían el telégrafo para enviar de inmediato el telegrama.
No pasaron ni media hora cuando, ya esperando en la entrada de la propiedad, llegó el carro, donde en él salió Wiggins con el perro, de raza spaniel.
- Aquí están. Se los presentaré, este es Toby y es un perro investigador que ha resuelto muchos casos, gracias a su excelente olfato. - Presentó Sherlock a nuestro peludo ayudante temporal que, yo sinceramente, sentí un enorme impulso de darle unos cuantos arrumacos. - Bien hecho, Wiggins. Aquí tienes tu pago. - Sherlock le iba a darle un chelín, pero Wiggins se le adelantó para pedirle un coste adicional.
- Agregaste el coste del viaje de negocios, pero te has olvidado de la tarifa nocturna. - Dijo con una sonrisa pícara.
- Tsch. - Se quejó Sherlock. - Lo olvidé, necesitaré ayuda para recordar estas cosas de ahora en adelante. - Le entregó al final dos chelines.
- En eso no te preocupes, que yo te lo recordaré. - Le dije a Sherlock, pues debido a que paso mucho tiempo con ellos, ellos me contaron sus tarifas, así que me acuerdo perfectamente cuanto hay que pagarles, dependiendo de la situación. Aunque, parece ser que mi comentario no le ha agradado mucho a Sherlock, pero es lo que hay al pedir ayuda de los Irregulares.
- Y si terminas atrapando al culpable, deberás pagarme un extra por la tarifa de contingencia.
- Mary, con tus tacones te resultará difícil seguir el ritmo de Toby, será mejor que cojas el carruaje y vuelvas al 221B. - Pidió John a Mary que regresase a Baker Street, mayormente para que descansara.
- Él tiene razón. - Sherlock compartió su opinión con John. - Déjanos a nosotros rastrear al criminal y al tesoro.
- Y no te preocupes. Yo también tenía pensado volver a Baker Street a descansar. - Dije a modo de que no se preocupase al no ir con ellos, aunque en realidad, lo hice porque Sherlock me pidió que la vigilase.
- Comprendo. Entonces, volveré a Baker Street y allí os esperaremos. Tened mucho cuidado. - Fue lo último que dijo, antes de meterse conmigo en el carro.
- Y no hagáis ninguna locura. Sobre todo, tú Sherlock que no estaré contigo para protegerte.
- ¿Por qué piensas que voy a hacer tal cosa? - se quejó Sherlock de mi comentario.
- Te recuerdo que estuviste en cama por más de un mes. - Le recordé como se quedó tras terminar su último caso. Ambos cruzamos nuestras miradas con el ceño fruncido, para luego cambiar mi rostro a uno preocupado y mover mis labios, de modo que sólo él pueda entender mis palabras: - Ten mucho cuidado. - Aquello provocó que el ceño de Sherlock se relajase y con una mirada más cálida, me devolviese el mensaje con un gesto, asintiendo su cabeza.
- ¡Cuento contigo, Toby! - Dijo John al acercar su pañuelo impregnado de la sustancia a la nariz de Toby. - ¡Busca! - Toby de inmediato, localizó el rastro y se pusieron en marcha, mientras yo y Mary regresamos a Baker Street en el carro, donde vino antes Wiggins.
Tras llegar a Baker Street, le dejé mi habitación a Mary, quien objetó mi ofrecimiento, pero la tranquilicé al contarle que dormiría en la habitación de uno de los dos, cosa que a la Sra. Hudson no le molestó mi idea con tal de no pasar la noche durmiendo en el sofá. Tras una breve charla, finalmente durmió en mi habitación y yo dormí en la de Sherlock, ya que no era la primera vez que lo hacía y dudo que ellos regresasen tan rápido. Aunque fuese solo unas pocas horas, ya que hemos estado toda la madrugada en las residencias de los Sholto.
A la mañana siguiente, nos despertamos y bajamos a desayunar junto a la Sra. Hudson, quien hizo té y huevos con bacon. Nos sentamos a desayunar y le contamos a la Sra. Hudson lo que sucedió anoche.
- ¡¿Un tesoro?! - exclamó asombrada la Sra. Hudson. - Nunca pensé que aquellas perlas guardasen algo tan grande como un tesoro. ¿Esto no supone un gran problema?
- Sí, pero me tranquiliza que el Sr. Holmes aceptase cooperar en el caso. - Dijo un poco aliviada.
- ¡Eso es bueno! Si Sherlock no tiene un papel activo en situaciones como esta, no tendría ninguna razón para existir. Aunque es cierto que ha intentado evitar la búsqueda del tesoro varias veces. - Comenzó a murmurar molesta. - En serio. No me puedo creer que se pusiese celoso de nuevo. - Esas últimas palabras, llamaron mi atención. No es que Sherlock esté celoso, es solo que le molesta que Mary no sea del todo sincera con nosotros y lo que no quiere es que John salga lastimado ante esta situación. Mary se quedó confusa por lo que había murmurado la Sra. Hudson, así que intentó desviar un poco el tema. - Lo siento. ¡Volvamos a lo que estábamos hablando! Umm... ¿Ah, ya sé? ¡(T/N)! - levanté mi mirada del plato a la Sra. Hudson, ya que desde que comenzó a hablar solo me quedé escuchando y comiendo mi desayuno, que ya estaba a punto de terminar. - ¿Tú qué harías con ese tesoro?
- ¿Yo? - me sorprendí ante aquella repentina pregunta. - Pues, la verdad. A mí nunca me ha gustado vivir con lujos, así que lo más probable es que lo done a los más necesitados. - Ambas se sorprendieron ante mi respuesta.
- ¡Vaya! Has ido directa al grano. Pero, ¿ni siquiera un poco de ese tesoro para tus gastos personales?
- No lo necesito. Ya estoy feliz viviendo con vosotros. - Tomé tranquilamente un pequeño sorbo de mi taza de té.
- ¿Con nosotros o con Sherlock? - insinuó con una sonrisa pícara dibujada en el rostro de la Sra. Hudson. Algo que casi provoca atragantarme con el té.
- Sra. Hudson. ¿Por qué dice eso? - pregunté disimulando mis nervios.
- Porque se te veía muy feliz durmiendo en la cama de Sherlock. - Cogió su taza de té y tomó un pequeño sorbo.
- ¿Srta. Smith, a usted le gusta el Sr. Holmes? - preguntó curiosa por el tema, Mary.
- Bueno, yo... - comencé a tartamudear y a ponerme colorada. - Digamos que Sherlock es de las pocas personas que me entiende y me respeta.
- Ya veo. Podía ver claramente lo bien que os compenetráis. Sin duda, hacéis muy buena pareja. - No pude evitar sonreír al escuchar que Sherlock y yo hacemos buena pareja. Sin embargo, no quería continuar hablando sobre mi relación con Sherlock, así que le devolví a la Sra. Hudson su pregunta.
- ¿Dime Sra. Hudson, tú qué harías con el dinero?
- ¿Yo? Si yo lo tuviera en mis manos, sin duda, nunca jamás tendría que preocuparme del dinero por el resto de mi vida y podría viajar por todo el mundo, además de comprarme un montón de ropa en el Harrods. Pero claro, comparado con lo que has dicho antes, mi sueño es completamente egoísta. - Dijo avergonzada. - ¿Y usted Mary? ¿Qué hará cuando tenga el tesoro? - Mary bajó su mirada con tristeza y con unas palabras llenas de sinceridad, respondió:
- Yo no necesito el tesoro, a mí me basta con vivir en paz y tranquilidad al lado de John. - ¿Qué? No lo comprendo, sus palabras están llenas de sinceridad y sus sentimientos hacia John son genuinas. Pero, aun así, ¿por qué llegar tan lejos para conseguir el tesoro, si acaba de decir que no lo quiere? ¿Qué es lo que nos estas ocultando Mary? De repente, sentí una extraña sensación recorrer por mi columna, como si una serpiente se enrollase por mi cuerpo. ¿No puede ser, no será qué? Tuve un mal presentimiento de por qué Mary se estaba comportando tan extraña con el tesoro.
- Ahora que lo dices. - Soltó de repente la Sra. Hudson. - Si John de repente se volviese rico, Sherlock lo molestaría por el resto de su vida y tú tendrías que lidiar con él. Srta. Mary, estoy segura que aún sigue agotada al haber estado la mayor parte de la noche despierta. ¿Por qué no se vuelve a acostarse y descanse un poco más? (T/N) si quieres, puedes darte una ducha. El agua aún está caliente.
- Muchísimas gracias. - Agradeció Mary antes de subir de nuevo a mi habitación a acostarse de nuevo.
La Sra. Hudson y yo nos quedamos a solas en el salón. El momento perfecto para hacerle la pregunta. - Sra. Hudson, ¿cuál es tu opinión sobre Mary al respecto?
- Pienso que ella es buena persona y que ella está realmente enamorada de John.
- Eso pensaba.
- ¿Tú también la sospechas como Sherlock?
- Que nos está ocultando algo es un hecho. Pero, me temo que esto es algo más serio que lo que yo me esperaba. Espero que no tarden en volver.
Ambos no volvieron hasta entrada la noche. Tanto Mary como yo descansamos lo suficiente durante el resto de la mañana. Por la tarde, en mi caso fue quedarme leyendo algunos de los archivos de la biblioteca personal de Sherlock, mientras que Mary se quedó con la Sra. Hudson ayudándola a modo de pago por todo lo que había hecho por ella.
Cuando llegaron, las tres bajamos por las escaleras y recibimos a Sherlock y John, lo primero que me fijé es que ninguno de los dos poseía el tesoro, eso significa que Sherlock ideó un plan de modo que Small tirase el tesoro en algún sitio y al ver que sus ropas están mojadas, eso quiere decir que el lugar a donde lo ha tirado es en algún lugar del Támesis.
- ¡Bienvenidos a casa! - La Sra. Hudson recibió a Sherlock y John feliz de estar sanos y salvos. - ¡Me alegro que hayan regresado a salvo! Parece que el caso se resolvió con éxito.
- Por ahora, es mejor que lo hablemos más cómodamente arriba. - Dijo Sherlock.
Todos subimos al piso de arriba, más en concreto al salón. Allí escucharíamos la resolución del caso.
- La declaración de Small fue bastante similar a lo que se le ocurrió a Mary. Los cuatro firmantes, Small incluido, tomaron el tesoro de un millonario local durante un motín hindú. Después de aquello, los cuatro fueron arrestados y encarcelados en la prisión que era supervisada por el Mayor Sholto. Hicieron un trato con el Mayor Sholto, a cambio de darle una parte del tesoro para que los cuatro pudiesen escapar, entre los cuatro hicieron el mapa y se lo entregaron, pero el Mayor Sholto rompió su promesa y se marchó a Inglaterra junto con el tesoro. El compañero de Small con la cerbatana, era un pescador que él salvó cuando se escapó de la prisión. - Sherlock contó la declaración de Small.
- Me alegro de que el Sr- Thaddeus ya no sea sospechoso. - Suspiró aliviada, Mary. - Entonces, ¿qué pasó con el tesoro? - Eh, aquí la pregunta del millón.
- Sobre eso. - Dijo nervioso John.
- Small lo arrojó al río para que nadie pudiera tenerlo. - Sherlock fue directo al grano. Mary, en cambio, empalideció al escuchar la respuesta de Sherlock. - El único que puede tener ahora mismo el tesoro es el propio Támesis.
- ¿Eh? ¡¡Me pregunto por qué haría tal cosa así!! - exclamó sorprendida la Sra. Hudson. - Pero si se cayó al río, ¿no podrían recogerlo?
- Sra. Hudson, eso sería algo inútil. - Dije con obviedad.
- ¿Eh? ¿Por qué? - preguntó incrédula.
- Porque llevaría mucho tiempo, además lo tiró cerca de las marismas de Plumstead. Aquello es una palangana donde se amontona barro y se mezcla con pasto. Si tienes suerte, tal vez puedas encontrar algo. Sin embargo, se necesitaría de mucha mano de obra y al final, el coste para recuperar el tesoro al completo será superior al valor del propio tesoro salvado.
- En otras palabras, no merece la pena.
- ¡¿(T/N), Sherlock?! - Se molestó la Sra Hudson por nuestros comentarios. Pero eso no me importaba en absoluto, en cambio, me preocupaba por cómo se estaba derrumbando poco a poco Mary.
- Pe... pero.
- Mary, no hay necesidad de ir a recoger el tesoro. Si tuvieras algo así, terminarías siendo el objetivo de Small o de los otros tres firmantes, si llegasen el día en que ellos también se escapasen de la prisión. No necesitamos el tesoro. - John reconfortó a Mary.
- John... Sin... Sin él... - Mary comenzó a hiperventilar y ponerse nerviosa hasta no poder soportar más la presión, desmayándose en el acto. Por suerte, yo la agarré a tiempo sin llegar a caerse del suelo.
- ¡¿Mary?! - John se acercó a su prometida preocupado. - ¡¿Qué te ocurre?!
Sherlock se levanta de su asiento y le pide a la Sra. Hudson que traiga un poco de brandy. - Sra. Hudson, traiga un poco de brandy.
Después de traerlo, Sherlock cogió la copa y se lo acercó a la nariz de Mary, quien se despertó poco a poco por el olor del Brandy. Después de reincorporarse, Sherlock le entregó la copa a Mary.
- Lo siento. - Se disculpó Mary.
- No tienes de qué disculparte. - Dije.
- ¿Estás bien? - preguntó preocupado.
- Yo... - Seguía sintiéndose nerviosa. Está claro que no lo puede soportarlo más, tarde o temprano tendrá que confesar. Solo espero que Sherlock no sea muy brusco.
- Todo este tiempo supe que querías el tesoro. - Dijo Sherlock con seriedad y franqueza, poniéndola más nerviosa.
Le reprendí con la mirada y le amonesté sin levantar mucho la voz. - ¡Sherlock! - Sherlock se percató del estado de Mary y no tuvo más remedio que suavizar un poco sus palabras. - Parece que este ya no es el caso del "Signo de los cuatro", sino de un caso, completamente distinto. Sabes que sigue siendo mi cliente, si algo te inquieta puedes contárnoslo. ¿Por qué querías el tesoro?
- Yo... - Seguía dudando si contarlo o no.
- Mary. Puedes confiar en nosotros. ¡Yo definitivamente te protegeré! - John intentó tranquilizarla.
- Yo... Si no le entrego el tesoro a esa persona, nos chantajeará para que nos divorciemos. - Finalmente, Mary lo confesó.
- ¡¡¿Chantajearnos?!! - exclamó estupefacto.
Será canalla.
- Sabía que sería algo como eso. - Dijo Sherlock al escuchar la confesión de Mary.
- ¡¿Quién diablos haría tal cosa así?! - Preguntó enfadado.
- La única persona capaz de hacer esto es "El Rey de los chantajistas", Charles Augustus Milverton. - Sherlock me miró de reojo, pues cada vez que escuchaba el nombre de aquel indeseable, se me revolvía el estómago. Pero, ¿por qué? ¿Por qué a ellos y no a mí? ¿Cuál es el verdadero objetivo de Milverton en todo esto? Ya no solo va tras William, ahora también va tras...
Un momento, yo solo era una excusa. A quien quería realmente durante todo este tiempo era a Sherlock y para acercarse más él, prefirió atacar a su amigo John que, a mí, debido a que no pudo encontrar el momento idóneo para chantajearme, ¿o sí?
Lo que es cierto es que el chantaje de Mary, podría haber sido antes o, mejor dicho, durante la baja de Sherlock. Durante aquel periodo de tiempo, yo permanecí a su lado y no salí a la calle, en cambio, John si salió, es más, en todas sus salidas seguramente haya estado saliendo con Mary. Estoy segura que Milverton ya atacó después de que yo saliese a la calle y me reencontrase con William. Si no hubiese chantajeado a Mary, probablemente me habría chantajeado a mí, relacionándome con "El Señor del crimen" y con los sucesos de "Jack, el destripador".
¿Será posible que el objetivo de Milverton sea el encuentro cara a cara de Sherlock con el "Señor del crimen"?
Porque si es así. Menudo chasco se va a llevar.
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Lamento la tardanza, pero por fin he publicado el nuevo capitulo. Me he demorado bastante a la hora de escribirlo y cuando me refiero en demorar, me refiero a escribir el arco completo en un solo capítulo.
Como os podeis imaginar el siguiente será el enfrentamiento contra Milverton.
No estoy segura si lo dividiré en dos capítulos, ya lo veré sobre la marcha.
Ya queda poco para el esperado final de donde se quedó en el anime, o no.
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