Capítulo 11
"La demencia en el individuo es algo raro; en los grupos, en los partidos, en los pueblos, en las épocas, es la regla".
- Nietzsche.
El día pasó como un suspiro y cuando llegamos a Baker Street, el cielo ya se había oscurecido. Nos recorrimos prácticamente todo Londres para buscar información y pistas sobre este misterioso asesino. Lamentablemente, no encontramos muchas pistas que revelasen la identidad del asesino, pero Sherlock y yo seguíamos sosteniendo la teoría de que la identidad de Jack el Destripador no es una sola persona, sino un grupo. Ahora era mi turno de investigar. Tras terminar de cenar, me puse el mismo traje, que me puse en la investigación de Irene y salí de la vivienda desde el tejado, quien Sherlock me guio hasta allí.
- Recuerda, (T/N). Mantente alejada de la zona de conflicto. ¿Quién sabe si esta noche no se produzca algún conflicto gordo entre los ciudadanos y la policía? - me advirtió serio, pero con una mirada, que mostraba clara preocupación.
- Tranquilo. Lo haré. - Lo tranquilicé, mostrándole una sonrisa. - Nos vemos más tarde. - Me despedí de él y me marché, corriendo ágilmente por los tejados de la ciudad.
Desde Baker Street hasta Whitechapel hay un gran trecho, pero dada las circunstancias y la vestimenta que llevo, llamaría muchísimo la atención si cojo un coche hasta la zona. Menos mal que salí temprano para llegar a una buena hora para vigilar la zona, aun así, cuando legué a la zona, donde vigilaría la zona ya había empezado con el conflicto. Cogí el catalejo para verlos mejor. Parece ser que han encontrado una nueva víctima, a causa del descubrimiento, un grupo de ciudadanos armados se encuentran en frente de otro grupo, formado por los agentes de Scotland Yard. La situación es crítica y lo peor es que no puedo interactuar.
Entonces, noté la presencia de varias personas. Dirigí mi mirada hacia el punto donde noté la presencia y lo que ví me asombró.
¿Ese no es Fred? Y, ¿quién es ese hombre que está a su lado?
De repente, se escuchó el grito de una mujer proveniente del propio Fred. Para seros sinceros, no me ví venir aquel grito tan agudo. Entonces, aquel hombre misterioso de pelo blanco largo cogió a Fred como si de una víctima se tratase, sacó un cuchillo y lo apuñaló.
Al contemplar esa escena me dejó claro lo que estaba ocurriendo. William habrá leído la situación de Whitechapel y habrá puesto cartas sobre el asunto, llamando a un nuevo aliado para este caso. La cuestión es:
¿Por qué?
Es obvio que ese hombre no es el "Jack el destripador" que busca la policía, pero está claro que ahora la gente se ha centrado en él y ahora lo están persiguiendo. Lo mejor de este asunto es que los ciudadanos y la policía se han unido para atrapar a "ese" Jack.
Estaba centrada en observar la situación que me no percaté en lo más importante hasta ahora.
"Mierda".
Al ser un plan de William, no podré informar lo suficiente a Sherlock o, por lo menos, no darle datos tan relevantes como la identidad de los hombres de William con precisión. Solo podré contarle lo sucedido y mi opinión al respecto.
"Esto me pasa por haberlo conocido".
Observaba aquel hombre, quien huía de la gente con una gran agilidad, pero no lo suficiente para igualarme. Es posible que ese hombre sea mayor con una gran vitalidad. ¿Algún exsoldado, quizás?
Seguía esquivándolos y desviándose en distintos callejones de la zona cuando, de pronto, unos agentes de policía lo dispararon. Por sorpresa, aquellas balas no le hicieron un mínimo rasguño. Posiblemente su abrigo tenga algún tejido grueso y diseñado para ser un antibalas, pero eso significaría que ese abrigo sea más pesado de lo normal. ¿Cuánto tiempo debe estar ese hombre huyendo? ¿En qué demonios estas planeando, William? Una luz se iluminó en mi cabeza y me llegó una idea de cuál será su plan.
Va en busca de los auténticos perpetradores, los auténticos Jack el destripador. Lo que significa que, por un lado, sus hombres se encargan de arreglar la situación, desbaratando los planes de ese supuesto grupo, mientras William y alguien más se encargan de los responsables. Posiblemente, la persona que estará a su lado sea uno de sus hermanos.
La cuestión es:
¿Dónde estará la guarida de estos hombres?
No puedo arriesgarme de moverme de mi posición y que me descubran, ya que no hace un rato, acabo de ver varios hombres armados, ubicado en los tejados. Además, se lo prometí a Sherlock. Tendré que investigarlo justo después de su actuación. Shit!
Uno de los hombres armados, ubicados en el tejado, iba a disparar al señuelo, pero su arma saltó por los aires, literalmente hablando. Otros hombres iban a abrir fuego, pero le sucedieron lo mismo. Rápidamente, calculé la distancia y la dirección de dónde podría ser el disparo de aquel misterioso francotirador cuando, al fin lo localicé. Sin duda, aquel francotirador misterioso tenía que ser Sebastian Moran y no iba solo, a su lado se encontraba un joven apuesto de ojos azules y rubio, quien me resultaba bastante familiar. Ajusté el zoom de mi catalejo y observé claramente el rostro de su nuevo acompañante.
No pude contener mi gozo y sonreí.
Sabía que William cumpliría su palabra, aunque ya lo sabía. Pero verla me reconforta, aunque ya no sea nunca más la mujer, Irene Adler. Ahora, parece ser que es un apuesto agente del MI6 y que trabaja para el Sr. Moriarty.
Tras volver a ajustar la mira, reconocí a una tercera persona. Un hombre rubio con una cinta negra que le tapa sus ojos, debido a su ceguera.
¡Vaya! ¡Q, qué sorpresa verle fuera del cuartel! Debo suponer que habrás creado un nuevo juguetito para Moran.
Puse mi vista en el arma de Moran. A simple vista, parece un rifle de francotirador normal salvo que al disparar no produce ningún ruido y no parece que use de munición balas de verdad. De ser así, habría destrozado las armas de los otros francotiradores. Q se marchó, saltando por el tejado.
¿No sé cómo demonios lo habrá hecho sin ver nada? ¿Sabéis qué? Prefiero no saberlo.
Al igual que ellos también se levantaron y se marcharon a la misma dirección del señuelo para cubrirle las espaldas. Se podía notar el cansancio de éste, al ver que lo estaban rodeando. Por suerte, alguien le guio para que continuase por su camino hacia adelante, justo donde hay un grupo de policías. Sacó un cuchillo, lo clavó en la pared al ser lanzado y con destreza, saltó sobre el grupo usando de apoyo el mango del cuchillo clavado. Me estaba asombrando de tan magistral agilidad que tiene este misterioso hombre. Sin duda, si me enfrentase a él, tendría serios problemas. La persona que lo está guiando es, sin duda, Fred, quien lo guía usando una linterna para darle las señales. Aquellas señales, al ser morse. Podía enterarme claramente de lo que le está comunicando en estos momentos. Fred le dijo que ya había pasado media hora, lo que significa que William le ha pedido que distrajera a la gente en un cierto periodo de tiempo. Eso sí que es duro.
Volví a fijar la vista por las calles y avisté a un par de agentes, arrastrando algo que estaba cubierto por una sábana, por su forma y tamaño debe de ser un...
Holy shit!
Los agentes de policía sacaron una ametralladora gatling. Estos van en serio.
No me fijé en el rostro del señuelo cuando vio la ametralladora, pero es obvio que estaría igual que yo. Los agentes comenzaron a disparar y la maquinaria liberaba una enorme ráfaga de balas de las cuales estaban destrozando las paredes de los edificios. Por suerte, aquel hombre se puso encubierto para que no le diesen una de esas balas. Al cabo de un rato, una campana de la Iglesia que tenían los policías justo al lado, cayó cerca de ellos. Es obvio que entre Moran y Adler intentaban por todos los medios, interrumpir la ráfaga de la ametralladora. Pero el primer plan, fracasó y continuaron con las ráfagas. Me centré en ellos, quienes comenzaron a correr por el tejado, Moran con la pistola en mano. Entonces, el nuevo sacó una moneda y lo pateó para que Moran lo disparase y la moneda rebotase y se introdujese en uno de los cañones de la gatling. Inutilizándolo en el acto. El señuelo se escapó, introduciéndose en uno de los callejones y salió despavorido como si no hubiese estado huyendo durante todo este tiempo. El señuelo es Fred disfrazado, el original estará descansando en algún lugar alejado de los policías y ciudadanos. A decir verdad, ese hombre se merece un buen descanso, después de todo lo que ha corrido.
Me levanté del lugar para marcharme de allí cuando un extraño escalofrío recorrió por mi espalda como si alguien me estuviese observando. Miré por todos lados, pero no ví a nadie. Mi intuición nunca me fallaba, así que me fui dirección a dónde creo que está esa persona misteriosa. Estuve un rato corriendo cuando me paré en seco y noté la presencia de esa persona, al verle se me heló la sangre. Por inercia me escondí y tras esperar un rato, aquel hombre que parecía mirarme, se adentró en un edificio aparentemente abandonado.
¡Mierda, mierda, mierda! ¡¿De todas las personas que tenía que cruzarme, por qué demonios tenía que ser Milverton?! ¿Un momento? Si Milverton está aquí, eso quiere decir que el tendrá alguna relación con la aparición de Jack el destripador.
¡Joder! Debo volver inmediatamente a Baker Street e informar a Sherlock de esto.
Me marché rápidamente del lugar, sin desaparecer esta extraña sensación. Una sensación de ahogo como si una serpiente pitón me estuviera enrollando por todo mi cuerpo. Casi saliendo de Whitechapel, escuché un gran estruendo proveniente de un almacén cercano al río Támesis. Sin duda, William ha logrado su cometido o, mejor dicho, el Señor del Crimen ha logrado cobrar una nueva vida de algún indeseable y escoria humana. Continué por mi camino, corriendo por los tejados, sin parar a descansar. Cuando llegué, al fin, al tejado del 221B de Baker Street. Abrí el contraluz y me adentré de un saltó al interior de la vivienda, me desplomé sentada en el suelo y me quité la capucha, que no me lo había quitado en ningún momento. A penas me llegaba el oxígeno en los pulmones del enorme cansancio que tengo, después de haberme recorrido varios kilómetros por los tejados de Londres.
- (T/N), ¿ya has vuelto? - dijo Sherlock al llegar al piso. Me fijé que había traído una jarra de agua con un vaso, quien me lo entregó y bebí el vaso de agua en un suspiro. - ¿Cómo fue la situación?
- Lo primero, el Señor del Crimen ha resuelto el problema de Jack el destripador y el conflicto entre los ciudadanos y policías; lo segundo, la creación de Jack el destripador está detrás de una mente más brillante y mucho más peligrosa que el propio Señor del Crimen; - esto llamó la atención del detective, sorprendiéndolo. Cuando iba a nombrar lo tercero, mi cuerpo comenzó a temblar de puro terror, lo que preocupó a Sherlock.
- (T/N), ¿ha pasado algo? - preguntó preocupado.
- Lo tercero y más importante, se quién es la mente maestra y, me temo que me ha visto. - Dije aterrada.
- ¡¿Qué?! ¡(T/N)! ¿Dime de quien se trata? - me agarró los hombros con fuerza, mientras yo seguía temblando.
- Se trata de Charles Augustus Milverton.
- Mierda, tenía que ser precisamente al mayor chantajista de todo Londres el que está en todo esto. (T/N), ¿no te ha hecho nada ni te ha seguido?
Yo negué con la cabeza. Sherlock suspiró y se levantó.
- Nosotros no podemos hacer nada hasta mañana. Probablemente el inspector Letrade nos avisará. - Posó su mirada en mí con un aire preocupado. - Lo mejor que puedes hacer ahora es bañarte y descansar un rato. Hasta mañana. - Fue lo último que dijo, antes de marcharse abajo, seguramente a su habitación. Dejándome con el vaso y la jarra de agua que dejaré en mi cuarto.
A la mañana siguiente, nos levantamos temprano debido a que el inspector Lestrade nos llamó para que fuésemos a una escena del crimen, ubicado cerca de la zona de Whitechapel. Seguramente será el almacén que escuché explotar, justo en el momento de mi marcha. Nos preparamos con rapidez y fuimos al lugar del crimen. Durante el trayecto, seguía pensando preocupada si Milverton me había visto o no, en el caso de que fuese afirmativo: ¿me habrá reconocido con la capucha?
Lo cierto es que ese hombre es de temer, ya que siempre puede encontrar cualquier cosa que nos ponga contra las cuerdas. Es por eso que se le conoce por ser uno de los mejores chantajistas de todo Londres y, por lo tanto, el hombre más temido. Ese hombre es capaz de encontrar información hasta debajo de las piedras. Shit! ¿Y si encuentra algo de mí que pueda ponerme entre las cuerdas? ¿Y si ataca directamente a Sherlock? ¡Maldición! ¿Qué debo hacer?
- (T/N) - salí de pronto de mis pensamientos al escuchar la voz de Sherlock y me fijé que ya se había bajado del carro, lo que significa que ya habíamos llegado -. Te estaba diciendo que ya hemos llegado. ¿Sigues pensando sobre lo de anoche? - Me bajé del carro y continuamos con nuestro trayecto, andando.
- Sí. - Afirmé preocupada.
- No debes pensar en ello, por lo menos, no ahora. Ese hombre, no creo que ataque hasta que le parezca oportuno. - Me tranquilizó, mientras se encendía un cigarrillo. - Lo único que podemos hacer ahora es en centrarnos en la escena del crimen.
Sherlock, John y yo llegamos a la escena del crimen. Fuera del almacén, que se encuentra justo al lado del Támesis, los agentes de Scotland Yard ya habían sacado los cuerpos calcinados y cubiertos por mantas. Obviamente, la examinación de los cuerpos se encargará John como médico que es.
Lestrade se acercó hacia nosotros serios y nos habló de la escena.
- Ayer, por la noche. Mientras perseguíamos al asesino, alguien explotó este almacén con varios hombres muertos. No estamos seguros si este acto está relacionado con Jack el destripador, pero si sabemos que algunos de los cuerpos presentan heridas de apuñalamiento. ¿Dr. Watson podría echarlo un vistazo?
- Por supuesto. - John se dirigió a uno de los cuerpos, se acuclilló y levantó la sábana que cubre el primer cuerpo. Sherlock y yo lo observamos desde nuestra posición, ambos sabíamos más o menos lo que sucedió. La cuestión es si Sherlock contará realmente la verdad.
Tras finalizar de estudiar los cuerpos, John empezó su informe. - Es terrible. Debido a la explosión, es difícil identificar la causa de la muerte de algunos de ellos. Pero por las puñaladas que he podido identificar, todas ellas son mortales y hechas por un profesional. - Sherlock se quedó pensativo, al contrario que yo solo escuchaba las observaciones de nuestro compañero.
- Eso es algo que también hemos notado. - Dijo el inspector.
- ¿Cuál es la situación de la investigación, Inspector? - preguntó John.
- De momento, nuestra prioridad es la captura de Jack el destripador, quien sigue en libertad y, ahora nos topamos con estos hombres calcinados del que sabemos muy poco de ellos. Así está la cosa. - Informó Lestrade. - Holmes. ¿Hay algo que haya podido deducir de todo esto? - Llegó la hora de la verdad.
Sherlock seguía pensativo, lo que provocó que John le llamara la atención para que volviese a "nuestro mundo". - ¿Eh? Lo siento, estaba pensando en otra cosa. ¿Qué decías?
- El inspector quiere saber si ha deducido algo de toda esta escena. - Me adelanté a John. Yo también quería saberlo.
- Mi deducción es... - se quedó de nuevo pensativo hasta que dio un veredicto – que estos hombres han sido víctimas del caso. Jack el destripador los apuñalaría, matándolos en el acto y usó la explosión como señuelo para escapar en el momento en que llegasteis vosotros en la escena. - Una deducción muy vaga, pero lo suficiente para convencer a cualquier agente. - Lestrade, ¿cree usted que podría haber un segundo asesino en serie suelto?
- A mi parecer, parece que sí. - Dijo el inspector, mientras anotaba todas las observaciones del caso en su cuaderno.
- Tengo entendido que, al final colaborasteis con los justicieros y establecisteis un cerco y perseguisteis al asesino, aunque al final se os escapase. - Me dirigí a Lestrade.
- Así es.
- Me alegra que al final unieseis vuestras fuerzas para capturar a ese malvado hombre. - Dije animada al inspector, quien esbozó una pequeña sonrisa.
- Yo también, me alegro por ello. Una vez más, os agradezco vuestra ayuda. Nos ha salvado y lamento las molestias.
- Vuelva a ponerse en contacto conmigo si hay otro caso que pinte interesante. Nos vemos. - Nos despedimos del inspector y regresamos a Baker Street tomando un carro de vuelta.
Se podía ver claramente a Sherlock molesto, tanto que hasta John lo notó. Ya de vuelta a casa, Sherlock se sentó en su sillón en cuclillas y se encendió un cigarrillo y así estuvo hasta la hora de la comida, donde ví claramente el cenicero lleno de colillas, además de que la sala apestaba a tabaco. Puedo tolerarlo, pero tengo un límite. Mientras John traía la comida, yo abría la ventana. Volví mi mirada hacia Sherlock, quien seguía molesto. Está claro que quiere desahogarse y soltarlo todo.
- ¡Eh, Sherlock! Ya es mediodía. La comida ya está lista, ven a comer con nosotros. - Dijo John.
- ¡Aaaaaaaah! ¡Joder! Este caso ha terminado siendo un completo fastidio. - se quejó Sherlock tras suspirar fastidiado.
- ¿Es porque ha sido más fácil de lo que pesabas?
- No es eso John. Es más complejo de lo que te puedas imaginar. - Dije a su compañero, quien se sorprendió al ver que yo sabía algo al respecto.
- John, te lo voy a contar todo. Así los demonios no me arrastrarán con ellos.
- ¿De qué se trata? - preguntó confundido su compañero.
- Este caso es una mentira y una verdad a la vez – Sherlock le contó a John de manera detallada, toda la verdad sobre el caso a partir de toda la información que ha recopilado para luego deducirlo. Excluyendo la parte de Milverton.
- ¡¿Qué?! - exclamó asombrado. - ¡¿Estás diciendo que esos hombres asesinados eran en realidad, Jack el destripador?!
- Así es. Según lo que observó (T/N) anoche, el Jack el destripador que se mostró, fue otra persona haciéndose pasar por él, mientras que otros hombres de su mismo grupo asesinaron a los auténticos Jack el destripador. En otras palabras, ese asesino no volverá a aparecer de nuevo. - Tras terminar de dar su explicación, le dio de nuevo una calada a su nuevo cigarrillo.
- ¿Pero, por qué no se lo dijiste al inspector al respecto? ¿Por qué le mentiste?
- John, no es tan fácil como piensas. - Le solté a John, quien volvió su mirada hacia mí.
- ¿El qué no es tan fácil (T/N)? - preguntó molesto.
- Si hubiese expuesto el caso, el conflicto entre Scotland Yard y los justicieros no solo habría vuelto, sino que se habría avivado. - Contó Sherlock.
- De ser así, se habría vuelto a producirse un nuevo Domingo Sangriento como el que se produjo en el 87 o, incluso peor. - Continué yo con un tono serio.
- Y el objetivo de ese grupo era provocar un conflicto entre Scotland Yard y los vigilantes de esa zona. - Continuó Sherlock. - Por lo tanto, lo mejor que podía hacer era dejar la situación como estaba y es por eso que me ví obligado a soltar aquella mentira conveniente.
- Ya veo, por eso mentiste. No revelar la verdad va en contra de tus creencias, pero dada la situación, no tuviste más remedio que hacerlo. Te viste obligado a tomar una decisión que sólo te duele a ti.
- Gracias, aunque no es que me importe. - De nuevo, se quedó pensativo. Solo que esta vez juntó los dedos de sus manos, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por su amigo.
- Es una pena. Mi trabajo consiste en redactar todas tus hazañas y logros, pero si le muestro al mundo la verdad sobre este caso, estaría exponiendo la verdad sobre el asunto. - Pensó en voz alta el doctor.
- Elemental. Maestro Conan Doyle.
- ¡¿Qué remedio?! Tendré que dejar el caso de Jack el destripador como un caso sin resolver.
- Mas te vale. - Dije seria al doctor. - Aunque sé que no lo harás. ¡Bueno! Comamos ya antes de que se enfríe.
Sherlock se levantó de su sillón y nos sentamos los tres juntos a comer el almuerzo, que la Sra. Hudson nos había preparado junto con mi ayuda. Tras el almuerzo, Sherlock se quedó en el salón, mientras que John y yo nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones. En mi caso, leer la novela que me estaba leyendo. Después de todo lo sucedido más lo de anoche, quería despejar la mente centrándome en otra cosa y, qué mejor opción que leer un libro.
¿Qué equivocada estoy?
No llegué ni a terminarme la primera página por la falta de concentración. Mi mente no solo estaba en otro lugar, sino que encima no me quitaba de la cabeza a Milverton. Sin duda, me encontraba completamente nerviosa. Cerré la tapa del libro y me fijé por la ventana que ya estaba anocheciendo.
¿Cuánto tiempo he estado en las nubes?
Me levanté de la cama y bajé hasta el salón, donde se encuentra Sherlock tumbado en el sofá. Me preguntaba si estaría dormido, así que me acerqué sigilosamente hasta estar frente a él. Se había desatado la cola y se veía con el pelo suelto, mostrando su cabello negro azulado ondulado y un poco largo de lo normal. Sentía curiosidad por tocar su pelo, así que cuidadosamente, con mi mano lo acerqué poco a poco hasta dejar mi mano por encima de su nuca. Lentamente bajé mi mano cuando sentí la suavidad de su cabello. Nunca me imaginé que tuviese el cabello suave, tocaba su cabello con delicadeza cuando sentí, de pronto, un agarre fuerte de mi muñeca proveniente de la mano del detective. Sin abrir los ojos, me contestó:
- ¿Qué haces (T/N)?
- Yo... Me aburría y bajé al salón, entonces te encontré plácidamente durmiendo y sentí curiosidad por saber cómo se siente al tocar tu cabello. - Dije completamente avergonzada. - Lo siento, ya paro. - Él no soltó su agarre.
- No, puedes continuar. Si quieres. - Me sorprendí al escucharle que no le molestaba que le tocase su cabello. En cambio, yo no sé si continuar o dejarlo, pero al verle relajado. Sentí un pequeño pinchazo en mi interior, instigando a que continuase. Y, así lo hice. Me senté en el suelo y continué acariciando su cabello. Él me soltó de su agarre y su rostro tornaba absoluta relajación, continuando con los ojos cerrados. Entonces, abrió los ojos fijándose en mí y comenzó a hablarme. - Sigues pensando en Milverton.
- ¿Tanto se me nota? - contesté afligida.
- No te habrías bajado al salón y acariciándome el cabello, si no fuese por otra razón. En serio, no deberías preocuparte tanto por él. Pero, si llegase el caso de que Milverton te amenaza. - Se tornó, de pronto serio. - Por favor, házmelo saber.
- No te preocupes. Lo haré. - Lo miré con dulzura. - Y, gracias.
- ¿Por qué me las das? - preguntó curioso. Me detuve, lo que llamó la atención de Sherlock. Mi rostro se tornó entre triste y preocupada, esto hizo que él se incorporase de su sitio y me invitó a que me sentase a su lado en el sofá. - (T/N), ¿qué es lo que te preocupa?
Le miré a los ojos a Sherlock y le contesté con sinceridad: - Temo que, si Milverton descubra que la persona que vio anoche soy yo, en vez de ir a por mí, vaya a por ti o a por John y yo no quiero que eso suceda. Además...
- ¿Además...?
- No quiero que reabra el caso de mi padrastro.
- Te refieres a la extraña muerte de Lord Smith, cuya fortuna fue a parar a tus manos. Fuiste muy generosa y caritativa en donarlo todo a los huérfanos.
- ¿Lo sabías? - pregunté sorprendida.
- Me pareció algo extraordinario aquel suceso de hace tres años. Desde aquel día, te convertiste en la "Silent Maiden". Una dama que dona todo su dinero en los pobres huérfanos y en la gente que más lo necesita y lo sigues haciéndolo. No importa lo cuidadosa que seas, pude ver que envías cada cierto tiempo gran parte de tu dinero a los más necesitados, incluso si ya no trabajas para el gobierno.
- ¿Cuándo y cómo? Si todavía no lo he hecho desde que comencé a vivir con vosotros. - Dije asombrada.
- Cuando llegaste por sorpresa a Baker Street y defendiste a Wiggins, supe que eres el tipo de persona que defiende a los más desfavorecidos y ese dinero lo consiguió porque tú se lo diste. Alguien que le da una cantidad generosa, solo podrías ser tú. Así que, un día me dio por investigarte y descubrí que eres la famosa "Silent Maiden", además de ser la mano derecha de mi hermano Mycroft.
- Eso quiere decir que lo sabías desde el principio y no dijiste nada. ¿Por qué?
- Ya te dije que desde el momento en que te conocí, me pareciste interesante.
No podía creer lo que acababa de escuchar. Sherlock ya sabía quién era y mi relación con su hermano y, aun así, me aceptó. Pero,
¿me aceptó por lo que soy o por quién soy?
Ahora mismo no sé qué pensar al respecto, ¿el me considera como una amiga o compañera; o me considera como si fuese la pieza de un rompecabezas?
Regresé de mis pensamientos y pude notar la mirada preocupada de Sherlock, eso me puso nerviosa y me levanté inmediatamente del asiento, sorprendiendo al detective. - Yo, estoy cansada. Mejor regreso a mi habitación. No me esperéis a la cena. Yo... No tengo mucha hambre, hasta mañana. - Me despedí de él con una vaga escusa y salí del salón, para encerrarme en mi habitación y poner en orden todos estos sentimientos, que se arremolinan en mi interior. Dejando a un Sherlock dubitativo por desconocer lo que había pasado en ese momento.
En los siguientes días, estuvo completamente tranquilo. Sherlock se encontraba completamente aburrido por no haber ningún caso que le interesase, John escribía algún caso que sucediese antes de mi llegada y lo estaba redactando en esos momentos, aparte de limpiar el salón que siempre se encontraba desordenada por el propio detective. Mientras tanto, yo apenas había hablado con él desde aquel día. Seguía sin poder ordenar todo lo que sentía en mi interior, así que permanecía al lado de la Sra. Hudson en el mayor tiempo de lo posible y, a veces, salía a la calle para encontrarme con los Irregulares para darle restos de la comida que sobraba y para cumplir mi promesa de entrenarlos. A decir verdad, estos niños son bastante aplicados y aprendían con rapidez e, incluso en ocasiones, les enseñaba un poco de matemáticas y lengua. A pesar del poco tiempo que he estado con ellos, ya considero a estos chavales mis pequeños hermanos. Al igual que ellos me consideran su hermana mayor.
Entonces, a la mañana siguiente. Leyendo el periódico mientras desayunaba, me sorprendió al leer que Scotland Yard había capturado por fin a Jack el destripador.
No os podéis imaginar el salto que pegué al leer el titular, sin dejar de lado los rostros de asombro de mis dos compañeros de piso.
- ¡¿Cómo es posible que hayan capturado al asesino?! - solté molesta.
- Parece ser que Scotland Yard han arrestado a un inocente, falseando pruebas que lo pusiesen en contra. - Dedujo Sherlock.
- ¡¿Cómo pueden hacer algo tan horrible?! - dijo enfadado John.
- It's easy. Scotland Yard solo quería que se viesen como unos héroes, inculpando a un inocente para que la gente crea que es el asesino, y se condecorasen una nueva medalla por ellos mismos. Así de hipócritas son los que dirigen Scotland Yard. - Solté el periódico, molesta a la mesa sin terminar mi desayuno, debido a que aquella noticia me quitó el apetito.
- Yo no me habría explicado mejor. - Dijo Sherlock al escuchar mi explicación. Yo, en cambio, ignoré las palabras de Sherlock por completo.
- Es probable que Lestrade, si se entera de que el apresado es inocente, nos llame para ayudarlo. - Pensé en voz alta.
- No es que sea probable, es que lo hará. - Contestó con firmeza Sherlock.
- Lo que está claro es que no recibiremos su mensaje hasta más tarde. - Me levanté de mi asiento y cogí los restos de mi desayuno. - Así que, yo me marcho a seguir entrenando a los zagales. - Dejé a John y Sherlock a que terminasen el desayuno mientras, yo dejaba el desayuno y llevaba los bollos y restos del desayuno para los Irregulares para que cogiesen fuerzas para el entrenamiento. Nos reunimos en el mismo callejón de siempre y nos marchamos al lugar, que siempre entrenábamos sin llamar la atención y que se encuentra en Covent Garden.
Llegamos al lugar sin ningún contratiempo. Donde los entreno, pertenece a uno de los escondites de los Irregulares, que sin lugar a dudas es bastante amplio, ya que se encuentra en el subsuelo de Covenant Garden.
- Muy bien chicos. A ver lo que sois capaces de hacer, después de haberos dado varias lecciones. - Dije con seriedad a los chicos al quitarme la falda, mostrando unos pantalones debajo de ella.
Los chicos se miraron entre ellos y atacaron a la vez en distintas direcciones. Esquivaba y bloqueaba sus golpes y movimientos, de las cuales son las que aprendieron en mis lecciones anteriores. Atacaban en equipo y con ingenio, pero, aun así, yo los repelía y los vencía sin ningún problema. Todos ellos se tiraron al suelo cansados. - ¿Ya os habéis cansado, pero si ni siquiera hemos empezado? - me burlé de ellos, mostrándoles una sonrisa ladina. De repente, mis sentidos se pusieron alerta al sentir la presencia de un intruso. Aquella persona lanzó una patada alta ladeada, que la esquivé con agilidad. Me agaché y di una patada baja a la pierna que daba como soporte, cayendo en el acto. Al levantarme, me sorprendí al ver de quién se trataba.
- ¡Sherlock! ¡¿Qué demonios haces aquí?!
- Pensé que podrías darme alguna clase especial para mejorar mi técnica y así, hablar contigo y preguntarte por qué has estado evitándome en estos últimos días. - Se masajeaba la pierna, donde le asesté la patada y me miraba con un tono de serio y divertido.
- No hay nada de qué hablar, Sherlock. - Le di la espalda para luego volver a bloquear su patada.
- No me iré de aquí hasta que me des una respuesta. - Contestó serio el detective.
Ambos nos miramos con seriedad y comenzamos a intercambiar golpes y patadas de las cuales, ambos esquivábamos o bloqueábamos. Los chicos nos observaban emocionados e incluso llegué a escucharlos apostando a que yo vencería a Sherlock. Estos críos no tienen remedio. De nuevo, Sherlock volvió a arremeter su golpe insignia que, fácilmente esquivé, salvo que esta vez opté por hacerle una llave, que consistía en enroscarme en su cuerpo para luego tirarlo, pero Sherlock intentó quitar mi agarre y terminamos cayendo ambos al suelo de tal forma que nuestros labios se encontraban a escasos milímetros de entrar en contacto. Iba a incorporarme, pero Sherlock fue más rápido y sin querer, aquella escasa distancia se cerró, entrando en contacto sus labios con los míos. Obviamente, Sherlock al percatarse de este "pequeño" error, retiró inmediatamente sus labios contra los míos, dejándome completamente abochornada.
- ¡Ay madre! - Ambos dirigimos nuestras miradas en los chicos, quienes habían visto nuestro accidentado beso. - ¡Sherlock ha besado una chica! Ya tenemos una gran primicia para el periódico. - Dijo emocionado a sus amigos.
- ¡Ni se os ocurra contarlo, mocosos! - exclamó molesto el detective, quien seguía estando debajo de mí.
- ¿Por qué? No parece que te moleste tanto. - Dijo Wiggins con una sonrisa pícara. Sherlock volvió a fijar su mirada en mí, quien me encontraba sentada encima de su bajo vientre. En cambio, yo seguía estando en estado de shock.
- ¡(T/N), quítate de encima! - dijo sonrojado al ver en la posición que estamos. Pero, justo en el momento que iba a tocarme para levantarme. Sin pensarlo, le asesté una bofetada. Me levanté inmediatamente de él, quien se quedó atónito por lo que acababa de suceder y posó su mano en su mejilla enrojecida.
- Esto nunca ha pasado. - Dije a los que se encontraban allí con frialdad. Me dirigí a donde había dejado la falda, me la coloqué y salí de ahí tan rápido como pude.
- ¡E... Espera! - dijo Sherlock, levantándose de un salto e irse detrás de mí. Dejando a los chavales confusos y, en parte, preocupados principalmente por mí. Debido a mi inesperada reacción. - ¡(T/N)! ¡Detente, solo es un accidente! - Al escuchar esas palabras, me giré bruscamente y con el ceño fruncido, le dije a la cara:
- ¡¿Un accidente?! ¡Maldita sea, Sherlock! ¿A pesar de saberlo, no eres consciente de lo que supone eso para mí?
- ¡Venga ya! Solo ha sido un beso y uno pequeño. No es para tanto. - Contestó sin darle mucha importancia, cosa que eso solo empeoró la situación.
- ¡¿Qué no es para tanto?! Si fuese un beso en cualquier parte, lo entendería. Pero justamente me has besado en los labios. - Dije completamente roja y al borde de las lágrimas. - Sherlock Holmes. You are so idiot.
- ¿Eh? ¡¿Qué?! - se sorprendió al escuchar por primera vez que alguien le llamase idiota. - ¿Cómo te atreves a llamarme idiota? ¿Acaso te has dado un golpe en la cabeza o qué? - dijo molesto.
- No me he dado ningún golpe en la cabeza. Solo he dicho la verdad. Podrás resolver cualquier crimen, pero nunca entenderás los sentimientos de las personas y menos los de una mujer. Por eso te llamo idiota, idiota.
- ¡¿Quieres dejar de llamarme idiota?! - se acercó más a mí molesto.
- ¡No!
- ¡Está bien! Olvídate de involucrarte en este caso, estás fuera. - Eso me sentó como si me arrojasen una jarra llena de agua fría. - De ahora en adelante, solo somos compañeros de pisos y nada más.
- ¡Vale! - Eso fue lo único que le dije tras marcharme del lugar y marcharme sin rumbo por las calles de Londres.
No era consciente del paso del tiempo ni de las calles de Londres. No sabía cuánto tiempo había pasado ni cuanto había andado cuando me fijé que había llegado de manera inconsciente al cuartel general del MI6.
Je, soy patética.
- Srta. (T/N), ¿qué haces aquí? - me giré al escuchar la voz de Mycroft a mis espaldas, quien me miró de arriba abajo. - Te ves lamentable, ¿acaso te has peleado con Sherly?
- ¿Y qué si es así? - le respondí a la defensiva.
- Espera un momento en la entrada. Hablo un momento con M y le pediré que vayas a hablar a solas con la Srta. Moneypenny. - Me contestó con tranquilidad, Mycroft.
- ¿Qué? Yo no he pedido tu ayuda. - Me molesté.
- Puede, pero es obvio que lo estás pidiendo a gritos.
Tras aquella conversación, Mycroft entró al cuartel y tuve que esperar sentada en el suelo media hora para que al final la puerta se abriese, saliendo Mycroft.
- Puedes pasar. Segunda puerta a la izquierda. - Fue lo último que dijo antes de meterse en el carro y volver a su mansión o al Club Diógenes.
Me levanté del suelo, me limpié la falda y me dirigí a la habitación que me había contado minutos antes, Mycroft. Pasando por la sala principal, donde se encuentra Albert. Cuando llegué a la segunda puerta, la abrí y me senté al sofá. No pasaron ni dos minutos cuando llegó Moneypenny con el té.
- (T/N), me alegro de volver a verte.
- Y yo a ti también. - Moneypenny dejó la bandeja de té en la mesa y sirvió una taza para cada una. Se sentó en frente mía y me miró preocupada por mi aspecto.
- ¿Te has peleado con alguien?
- ¿Peleado? Creo que es mucho más complicado que una simple pelea.
- ¿Explícate?
- La versión larga y resumida es que ahora vivo en la misma vivienda del hermano del Sr. Mycroft.
- ¿Estas conviviendo con el detective Sherlock Holmes? - enarcó una ceja sorprendida.
- Sí y en Baker Street hay unos chavales que me pidieron que los entrene después de ver cómo le pateaba el trasero a un hombre, que iba a robar el mismo dinero que yo misma le había entregado. Así que, hoy por la mañana me fui con ellos a entrenar y en mitad del entrenamiento, apareció Sherlock. Estuvimos entrenando un rato y...
- ¿Y...? - se inclinó interesada.
- Y, accidentalmente, nos besamos. - Me tapé el rostro con las dos manos avergonzada.
- ¡¿Qué?! ¿Y qué pasó?
- ¿Que qué pasó? Pasó que le propiné una bofetada y me peleé con él. Ahora mismo él no quiere saber nada de mí y yo me siento totalmente confusa.
- (T/N), ¿estas enamorada de Sherlock?
- ¿Qué? ¡No! - negué rotundamente a mi amiga. - Él solo es... mi amigo. - Dije con la boca pequeña.
- Tú amigo, ¿en serio? (T/N) se te nota a la legua que estás enamorada de él. Pero todavía te sientes culpable por lo de Arthur y eso no debe seguir siendo así. - Aparté mis manos de mi rostro y fijé mi mirada en mi amiga. - (T/N), tú te mereces ser feliz.
- Sí, pero él es tan complicado y difícil de lidiar.
- ¿Y tú no? Te conozco desde hace años y siempre fuiste una persona muy complicada de entenderte. A mi parecer, Sherlock Holmes no es tan distinto de ti.
- Sí y es por ese motivo por lo que nuestras personalidades chocan tanto.
- Bueno, ya sabes lo que dicen. Los polos opuestos se atraen.
- Sí, eso dicen. - Ambas nos reímos brevemente. - Pero, aun así, no sé cómo disculparme con él y, menos como mirarle a los ojos. - Tomé un sorbo del té y me quedé cabizbaja.
- Es tan fácil como hablar con él. Así de sencillo.
- Moneypenny tan directa como siempre.
- ¿Por qué no te marchas ahora y hablas con él, antes de que se haga más tarde? - me sugirió mi amiga, lo que me extrañó.
- Moneypenny, ¿el Sr. Mycroft le ha pedido a M que libere al hombre que han arrestado por acusarle de los crímenes que ha cometido Jack el destripador y quieres que yo esté presente junto con Sherlock y John? - me crucé de brazos seria.
- No se te escapa ni una.
- Porque para mí eres como un libro abierto.
- Eso es verdad. - Sonrió nerviosa. - Entonces, ¿hablarás con él?
Suspiré con pesadez y miré a mi amiga. - Lo intentaré. - Me terminé de tomar el té y me levanté del asiento. - Gracias, Moneypenny y me alegro de haber tomado el té contigo.
- No tienes por qué darlas. Ya sabes que siempre seré tu amiga, a pesar de estar en distintos bandos. - Su rostro se tornó triste al contestarme.
- Lo sé. - Ambas nos abrazamos y nos despedimos. Durante mi trayecto para salir del edificio, no me crucé en ningún momento con Albert, lo cual es una suerte. No me apetecía cruzarme con él.
Al salir del edificio, cogí un carro y le pedí al cochero que me llevase de vuelta a Baker Street. Durante mi trayecto, estuve pensando en cómo disculparme con él, pero no encontraba ninguna disculpa y mucho menos en como empezar la conversación. Cuando llegué a Baker Street, me bajé del carro y le pagué el cochero. Iba a entrar a la vivienda cuando me fijé que en un callejón salió Sherlock alterado. No sabía qué le pasaba, así que me acerqué a él para preguntarle qué le sucedía. Entonces, cuando Sherlock me vio su rostro tornó a aliviado y se acercó a mí rápidamente, agarró mis hombros y con la voz alterada, me contestó preocupado:
- ¿Dónde has estado? Te he estado buscando por todas partes.
No sabía qué mosca le había picado. Antes se enfadó conmigo y ahora está completamente preocupado. - ¿Me has estado buscando? ¿Por qué?
- ¿Cómo que por qué? Has estado fuera horas, ya casi está anocheciendo y tanto John como la Sra. Hudson estaban muy preocupados por ti. - Me dolió al oír que la razón por la que me estaba buscando era por petición de John y la Sra. Hudson.
- ¿Entonces, tú no estabas preocupado por mí? - mis ojos empezaron a aguarse.
- ¡Eso no es verdad! - Dijo con firmeza. - Yo también estaba preocupado por ti. Te marchaste así sin más y yo no encontraba tu rastro. Yo... Lo siento. - Se disculpó sin previo aviso.
- ¿Qué? ¡No! - Sherlock me miró confuso ante mi negativa. - Soy yo la que tiene que disculparse, yo te di una bofetada.
- Pero yo herí tus sentimientos, otra vez.
Ambos nos quedamos en silencio, cuando de pronto, me entró la risa floja que, más tarde fue acompañada por la risa de Sherlock.
- Somos unos desastres a la hora de relacionarnos con otras personas.
- Cierto.
- ¿Cómo es posible que seamos unos negados? - Ambos nos sentamos a la puerta del 221B.
- No es que seamos unos negados, simplemente, no encontramos las personas idóneas.
- Supongo que sí, pero por lo menos hemos tenido la suerte de no estar solos. Tenemos a la Sra. Hudson, a John, a los Irregulares... - Sherlock me interrumpió al nombrar a una persona, cuyo nombre me resultaba familiar.
- A Liam.
- ¿Quién es Liam? - pregunté curiosa.
- Es un profesor de matemáticas que conocí en el Noahtic y, que tuve la suerte de volver a encontrarme con él en el tren de vuelta a Londres, donde nos unimos para resolver un asesinato que se produjo en él. - Al hablar de él, se mostraba alegre con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Si él supiera quien es en realidad?
- ¿Por casualidad no será el profesor William James Moriarty? - al preguntar su identidad, me miró con unos ojos relucientes y mostrando una encantadora sonrisa llena de emoción.
- ¡¿Lo conoces?! - preguntó emocionado. Me sorprendí el comportamiento de Sherlock al hablar de William, no pude evitar sonreír con dulzura.
- Por supuesto, una vez su hermano me invitó a tomar el té en su mansión en Durham y allí conocí a sus hermanos, William y Lewis. Me pareció un hombre encantador, inteligente y muy amable con las personas, sobre todo, los de su alrededor. Se podría decir que no es como el resto de los nobles.
- Eso es cierto. De los pocos encuentros que tuve con él, siempre han sido gratificantes y emocionantes. A veces pienso que Liam y yo fuimos amigos en otra vida.
- ¿Y por qué no lo visitas un día a la Universidad, donde imparte sus clases en Durham? - propuse a Sherlock.
- No es mala idea. Probablemente le haga una visita en uno de estos días. - Dijo animado.
- ¿Puedo acompañarte? - le pregunté interesada. Sherlock se sorprendió ante mi interés.
- ¿Y ese interés?
- Me gustaría ver su lugar de trabajo. Obviamente, tendré que vestirme de hombre si no quiero llamar la atención.
- ¿Tú, de hombre? Eso me gustaría verlo, aunque dudo mucho que puedas arreglar tu problema con la estatura. - Bromeó el detective.
- ¡Oye! - le propiné un leve golpe en el brazo. - Seré bajita, pero con mucha honra.
- No, si eso se nota. - Nos volvimos a reír. Antes estábamos peleados y ahora nos hemos vuelto a reconciliar, pero mira que llegamos a ser raros. - Por cierto, ¿te gustaría ir con nosotros a Scotland Yard a ayudar a Lestrade? - rascó su cabeza, mientras me invitaba a unirme de nuevo al caso. Debo suponer que a modo de disculpa.
- Me encantaría y, - no me salían las palabras, así que me eché valor. Me levanté de las escaleras y le besé en la mejilla, como agradecimiento. Sherlock se apartó avergonzado y mostró una mueca nerviosa en sus labios, lo que me pareció divertido – gracias. - Le volví a sonreírle con dulzura y me adentré en su casa, donde me recibió un gran abrazo por parte de la Sra. Hudson, quien estuvo preocupada por mí durante todo este tiempo.
Acababa de anochecer, cuando Sherlock, John y yo llegamos a Scotland Yard. Tuvimos que pasar por un enorme grupo enfurecido de personas antes de llegar a la verja y entrar en las instalaciones de Scotland Yard. Gracias a Lestrade, pudimos entrar sin problemas.
Un hombre trajeado y con lentes se acercó a nosotros y se dirigió a Lestrade. - Lestrade, lamento llegar tan tarde.
- ¡Patterson! Lo estaba esperando. ¡Dejen pasar a estos dos caballeros y a esta señorita! Son Holmes, el Dr. Watson y la Srta. Smith. Tanto Patterson como yo damos fe en sus identidades.
- ¿Qué estricto está todo esto, no? - preguntó sorprendido John.
- Sí. Hemos tenido que subir el nivel de seguridad, a causa del revuelto que hay ahí afuera.
Nos adentramos en el interior del edificio, donde solo se podía ver algunos hombres trajeados y el resto con el uniforme de policía. Patterson habló con Lestrade, a mi entender se alegró que Lestrade consiguiera persuadir a que trajese a Sherlock sin ningún problema. Lo cual es cierto, pues él tenía pensado en ir allí tras leer la noticia sobre el arresto de Jack el destripador. Mi interés es por qué Patterson se alegra de su llegada. Algo no cuadra. Sé que M ha enviado a alguien para resolver el problema. ¿Es posible que además del agente que han enviado, tenga un infiltrado aquí en Scotland Yard?
¿Podría ser que...?
Observé disimuladamente a Patterson, puso su mirada en mí y me sonrió con complicidad.
Sí, él es el topo.
- Sherlock, me parece bien que hayamos venido a Scotland Yard, pero, ¿cómo se supone que piensas demostrar esa falsa acusación? - preguntó John a su amigo.
- John, no es necesario que nos compliquemos mucho. Es obvio que Lestrade y su compañero están convencidos de la falsificación de esas evidencias. Nosotros solo seremos una tercera persona imparcial que realizará la acusación que ellos no pueden hacer.
- Ya entiendo. No será necesario que hagamos nada, a menos que sea necesario.
- Así es.
- Si Lestrade y su compañero están convencidos de la falsa acusación, es muy probable que tengan una pista que puedan demostrar la inocencia del acusado. - Comenté en voz baja para que solo Sherlock y John me escuchen.
- Cierto. En eso no lo había pensado. - Se percató de mi deducción. - ¿Tú qué piensas Sherlock? - Sherlock no contestó, ya que se había sumido en sus pensamientos. Se mostraba completamente serio, pero pude notar la tensión en sus manos. Una clara señal de impotencia. Sherlock, ¿en qué estás pensando? Tanto John como yo nos sobresaltamos por la inesperada reacción de molestia de Sherlock. Está claro que hay algo que le carcome, ¿podría estar pensando en el Señor del Crimen? De ser así, no me sorprendería en lo más mínimo, ya que Sherlock se encuentra ahora mismo atrapado en la tela de araña que el propio William ha tejido sobre él. Miraba su mano temblorosa por la impotencia, con cautela acerqué mi mano a la suya poco a poco hasta agarrarla con delicadeza. Su mano paró de temblar y volvió hacia mí, yo preocupada le respondí:
- Sherlock, ¿estás bien? - Sherlock me iba a responderme, pero John lo interrumpió e inconscientemente solté mi agarre con disimulo.
- Sherlock, el Inspector Lestrade nos guiará hasta arriba.
- ¿Eh? Ah, sí. Vayámonos ya a donde tengamos que ir.
Seguimos al Inspector Lestrade y subimos varias plantas hasta llegar a la cuarta planta, donde un agente nos bloqueó el paso. - ¡¡Alto ahí!! ¡A partir de aquí es un área restringida! ¡No podéis pasar! - Lestrade, quien se posicionó delante de nosotros, sacó una llave del bolsillo de su chaqueta y lo mostró al agente.
- Soy Lestrade del Departamento de Investigación Criminal. Tengo algo que hacer en la Bibliografía Confidencial que se encuentra detrás de vosotros, aquí tengo el permiso. Holmes. - Llamó Lestrade a Sherlock para que abriese la puerta, forzando la cerradura.
- Voy. - Sherlock comenzó a forzar la cerradura, mientras los agentes estaban distraídos hablando con el Inspector.
- Nadie nos ha informado de que fuese a venir, Inspector. - Se quejó el agente.
- Es un asunto urgente. - Contestó el inspector justo en el momento que Sherlock abrió la puerta.
- Adelante. - Dijo Sherlock dejándonos pasar a la continuidad del pasillo, dejando a los agentes con sospechas hacia nosotros.
En el momento que cruzamos por esa puerta y nos alejamos de los policías, nuestra marcha se apresuró, ya que en algún momento llegará el jefe de Lestrade y nos pillará con las manos en la masa.
- ¡Lestrade! - llamó Sherlock. - Tarde o temprano informarán de esto a Artenton y se descubrirá nuestra mentira. ¡No hay tiempo! ¡Dese prisa!
- ¡Lo sé! - contestó nervioso el inspector.
- ¡Sherlock! - lo llamé. - Préstame tus ganzúas. Me adelantaré para abrir la puerta. - Sin pensárselo dos veces, me entregó sus herramientas y me adelanté a ellos con facilidad.
- ¡Menuda velocidad! - se sorprendió el Inspector al verme como me adelanté a ellos sin ningún esfuerzo.
Al llegar a la puerta, comencé a forzar la cerradura. No pasaron ni treinta segundos cuando llegaron a la puerta y yo acababa de abrirla. - Bingo. - Entonces, me pareció ver una leve luz apagarse en el interior de la Bibliografía. ¡Maldición! Si entramos ahora, pillarán al agente infiltrado enviado por M.
- ¡Bien hecho, (T/N)! - me felicitó Sherlock, le devolví sus utensilios, pero justo en el momento que íbamos a entrar. Escuché los pasos apresurados de los agentes de policía acercándose y una tercera persona. Este era mi oportunidad para frenarles.
- ¡Esperad! Ellos ya están aquí. - Los tres hombres se pusieron en alerta y yo me coloqué detrás de Sherlock.
- ¡¡Alto ahí!! - gritó enfadado Artenton.
- Inspector jefe Artenton. - Se sorprendió al ver a su jefe frente a él.
- ¡¡Le exijo que me dé una explicación Lestrade!! - exclamó furioso. - ¡Ha entrado en un área restringida acompañado de unos civiles, sabiendo en el estado de emergencia a la que estamos y sin mi permiso! ¡Y encima iba a entrar en la sala de Bibliografía Confidencial sin autorización! ¿Qué demonios está tratando de hacer? ¡Responda ahora mismo! ¡Dependiendo de su respuesta será arrestado y encarcelado! - La situación es crítica para el Inspector, si esto no sale bien. No solo lo encarcelaran, también le despedirán y le quitaran su placa.
- Yo, estoy tras la pista de una falsa acusación. - Respondió con determinación.
- ¿Un caso de falsa acusación? - su jefe se puso en alerta al escuchar las sospechas de Lestrade. Parece que de algún modo lo ha arrinconado entre las cuerdas.
- Estas personas son colaboradores a los que he llamado haciendo uso de mi autoridad. ¡Cómo la evidencia de este caso se encuentra en la Bibliografía, yo mismo lo buscaré! ¡Permítanos la entrada por favor!
- Lestrade... Maldito sea. - Refunfuñó su jefe.
- ¿Puedo hablar un momento? - pidió permiso Sherlock. - Solo existe una verdad. Si, como dice Lestrade es cierto, yo mismo lo sacaré a la luz. Y si no la hay, ¿eso no sería algo bueno? O es realmente una falsa acusación o no lo es. ¡Está claro que es una de las dos opciones!
- ¡Idiotas! Algo así es imposible. - Se enfureció su jefe. - No existe ninguna falsa acusación. - Le propinó una fuerte bofetada, que dejó su mejilla enrojecida. Al ver aquella escena, mi sangre se hirvió al instante, pero debía mantener la calma y más estando en Scotland Yard. - ¡Si digo que no la hay es que no la hay y, ahora quítese de en medio! - ordenó el mayor. - Lo primero, si hubiese una prueba o no de ello, no puede entrar bajo ningún concepto, a menos que tenga un permiso. Si, aun así, está dispuesto a entrar, los detendré a todos sin contemplaciones, ¿me ha oído? - Lestrade lo miró enfadado, asustando a su propio jefe. - ¿Se puede saber por qué me mira de esa forma? - Entonces, Lestrade se abalanzó sobre él, abriendo la puerta de la sala a cal y canto. Dejando a su jefe en el suelo, Lestrade comenzó a tirar libros a diestro y siniestro para encontrar la pista que buscaba, aunque dudo mucho que lo encuentre de esa forma.
- ¡Este no es y este tampoco! - decía Lestrade desesperado mientras tiraba los libros de la estantería.
- John, (T/N); nosotros también ayudemos a Lestrade. - Dijo en voz baja Sherlock a nosotros. Ambos asentimos y el primero en actuar fue John como médico que es.
- ¡Señor! Es mejor que no se mueva. Se acaba de dar un golpe muy fuerte en la cabeza. Deje que le examine, para ver que no haya tenido ningún daño en las vértebras de su cuello. - Se acercó John a Artenton, quien seguía tirado en el suelo.
- ¡No! ¡Dejadme en paz! ¡No me importa lo que me pase! ¡Vosotros dos arrestad a Lestrade! - En ese momento, Sherlock dejó caer un cigarrillo y se agachó provocando la caída de los agentes.
- ¡Ah! Lo siento.
- ¡Oh, no! Os encontráis bien. - Me acerqué con una preocupación fingida hacia los agentes caídos, quienes se enrojecieron al verme. Ellos se levantaron con torpeza, pero con un ágil movimiento con el bajo de mi falda, ellos se volvieron a caer al suelo.
- ¡¿Pero qué hacéis idiotas?! - gritó enojado, mientras John le examinaba su cuello, impidiendo levantarse.
- ¡Ya vamos señor! - Los ayudé a incorporarse y de inmediato fueron a por Lestrade, quien forcejeaba para que estuviera más tiempo de lo posible buscando esa pista que tanto anhelaba buscar.
Sherlock y yo contemplamos como Letrade intentaba por todos los medios, evitar ser capturado por sus compañeros de oficio. Durante el forcejeo, noté como un agente pasaba la puerta sin que nadie lo notase. Parece ser que al fin consiguieron la prueba que buscaban. Al final, consiguieron neutralizar a Lestrade.
- Encerrada a Lestrade a los calabozos de inmediato.
Nosotros los seguimos detrás. Lo que ocurrió a continuación fue que nos echaron de Scotland Yard a la fuerza. ¡Menudos brutos! Por suerte, yo me libré usando mis encantos femeninos. Tras lo sucedido, no tuvimos noticias de la falsa acusación hasta la semana siguiente.
Sherlock leía el periódico tras regresar a casa tras resolver un caso bastante sencillo. Pobre hombre, mira que inculparlo injustamente por su propio padre de supuestamente robar algunas gemas del collar. Menos mal que tenía a su prometida, quien confiaba plenamente en él.
- ¿Es sobre el caso de la falsa acusación del otro día? - preguntó John.
- Sí. - Afirmó Sherlock. - Al parecer, han sustituido al Inspector jefe del Departamento de Investigación Criminal por revelarse que hizo varios cargos de falsas acusaciones, además de esta última.
- Es demasiado cruel para escribir esta historia, pero me alegra que hayan liberado a todos los presos culpados de manera injusta. Me ha sorprendido muchísimo la caballerosidad de Lestrade. - Dijo asombrado por las acciones que tomó Lestrade en este caso.
- Sí, fue muy estimulante. He tenido que actualizar el perfil de Lestrade tras observarle en este caso. - Dijo Sherlock mientras se fumaba un cigarro.
- Bueno, yo ya me voy a dormir. Buenas noches a los dos. - Se despidió John, antes de marcharse a su habitación.
- Vale. - Dijo Sherlock al verle marcharse.
- Buenas noches, John. - Le dí las buenas noches, mientras permanecía sentada en el sofá y leía un libro. Pero mi atención estaba en Sherlock, quien se quedó de nuevo pensativo. Ha estado así durante toda la semana, incluso durante el caso del collar y eso me preocupaba, pues a penas a dormido y comido en esta semana. Solté el libro que estaba leyendo, dejándolo encima del sofá; me levanté y me acerqué a él.
Seguro que estará pensando de nuevo en el Señor del Crimen, quise decirle algo, pero mis palabras no salieron de mi boca como si alguien me hubiese maldecido si intentaba hablar algo relacionado al Señor del Crimen y Moriarty. Cuando, finalmente, llamé a Sherlock, quien se giró al verme y le respondí preocupada:
- ¿Estas bien, Sherlock? No has descansado ni comido de manera adecuada en estos últimos días.
- Sí, estoy bien. - Me respondió con vaguedad, eso solo hizo que me preocupase más por él. No sabía qué responderle o cómo animarle, entonces recordé la conversación que tuve con él, días antes y le pregunté animada:
- Sherlock, ¿qué te parece si mañana nos levantamos temprano y le damos una sorpresa a William?
El rostro de Sherlock cambió a uno decaído por uno completamente emocionado. Tal es su emoción, que sus ojos tristes y vacíos volvieron a brillar de vida y se levantó de un brinco de su sillón. - ¡Qué buena idea has tenido(T/N)! Pero, si deseo darle una sorpresa, tenemos que levantarnos temprano y estar en la estación para coger el primer tren a Durham, que es a las seis de la mañana.
- Lo que significa que debemos acostarnos ahora mismo, si no queremos estar cansados mañana al llegar a la primera hora de clase. - Aconsejé a Sherlock.
- ¡Cierto! - Se dirigió hacia la puerta de la sala y la abrió. - ¡Buenas noches, (T/N)! Y no te quedes dormida. - Dijo sonriente.
- ¡Buenas noches, Sherlock! Y más te vale que duermas algo, me enojaré si descubro que has permanecido despierto durante toda la noche.
- No te preocupes, dormiré. - Me sonrió por última vez, antes de dirigirnos a nuestras respectivas habitaciones.
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