I

Jungkook POV.

El día en que mis ojos tomaron brillo nuevamente.

¿Cómo no recordarlo?

Tan solo era yo. Yo, y mi caótica vida. Aquellos días donde no tenía intenciones de vivir, ni de soñar. La burbuja de ácido que había construido sobre mí fue reventada solo con una mirada de león, una sonrisa rectangular y tres letras que forman una simple palabra, pero que desató un huracán sin control. “Hey”, había dicho él. Marcando así mis sentidos hasta lo más profundo de mi ser, grabando su melodía en mi interior. Recordándome quien soy.

El cómo me veía aquel día, hizo que mi estabilidad emocional diera un vuelco tan brusco como para reaccionar siquiera en que él se interesaba en mí.

¡EN MÍ! Me dije.

¿Cómo era posible que un chico tan alucinante, carismático, gracioso, talentoso e irreal se fijara en mí?

Amigos, yo tampoco supe cómo sucedió, ni cómo fue posible. Las coincidencias son inciertas.

Seúl, 28 de noviembre, 2018.

 

No son más de la media noche y como de costumbre aquí estoy, otra vez. Otra vez con mis pensamientos revoloteando hacia un sinfín de elocuencias que me atormentan cuando mi mente está en su punto más vulnerable y se apresan de mi parte más razonable. Me dejan desarmado y no tengo más remedio que volverme vulnerable a sus mortales encantos.

Aun así cada que puedo trato de despejar mi mente en lugares como estos. Son solitarios, y la soledad se me ha dado bien desde siempre. Es una noche fría, el invierno se acerca y olvidé traer más ropa para cubrirme. Apenas llevo conmigo una camiseta holgada no muy caliente para días así, con unos vaqueros pegados al cuerpo. Y como cada día mis fieles amigas, mis ya desgastadas converse que no me atrevería a dejar de lado.

Soplo las palmas de mis manos y las froto entre sí para entrar en calor por décima vez en lo que he estado aquí. Pero creo que no es suficiente, puesto que el frío empieza a taladrar mis huesos. Agito mi cabeza ante un fugaz pensamiento. No. Aún no quiero regresar a casa.

No me acostumbro a su soledad.

Al menos no desde que eso sucedió.

Debería estar en el calor de mi cama, puesto a que va siendo tarde para estar solo en lugares despoblados como estos. No me preocupa ser presa de un atracador, sé defenderme bien.

Más bien es, el que piensen que soy yo el ladrón y salgan despavoridos.

Pateo una roca que mis pies encuentran mientras muevo mis piernas de atrás hacia adelante sentado en una banca que divisé apenas llegué.

Cuando decido que es hora de irme una ronca y aterciopelada voz a mis espaldas me saca del trance que son mis pensamientos.

—Hey, chico bonito.

Inmediatamente me sobresalto buscando al portador de esta.

Al dar con lo que estaba buscando, mi vista se posa en un chico no más de veinticinco supongo a simple vista. Con la luz que me permite el lugar diviso su esbelta figura a unos pasos. Cabello azabache, perfiles muy definidos, ojos demasiado rasgados y grandes a mí parecer. Pero profundos y atrayentes. Lleva puesto un abrigo color beige bastantes tallas más que las de él que parece abrigarle de esta para nada reconfortante velada. Debajo de éste, otro suéter más ligero apenas logro divisar. Y unos vaqueros que marcan sus piernas, pero no tanto para parecer atrevido, en conjunto con unos zapatos negros no fuera de lo común.

—Hey… —respondí no muy cómodo por el apodo otorgado.

—Es algo tarde. ¿No crees que es peligroso estar en un parque abandonado, solo y a las dos y treinta de la madrugada? —dijo con una pizca de algo que no diferencié. Gracia o preocupación en su voz.

Procesé su palabras más segundos de lo debido y entonces caí en cuenta de un pequeño detalle. ¿Qué acaba de decir? ¿De la madrugada? Pero apenas y llegué hace unas horas. Miré el reloj en mi muñeca y vaya mierda.

—¡Por todos los dioses! — Me sobresalté al percatarme de cuánto estuve perdido en mi mundo. Volví a mirarle y una sonrisa divertida me dejó pasmado. Aclaré mi garganta y con una leve reverencia me disculpé con el chico de antes que me miraba con cierta curiosidad.

Antes de poder levantarme repitió su pregunta ahora con el ceño levemente fruncido.

—Con todo respeto señor, no creo que sea de su incumbencia. Además, usted también está caminando por estas zonas tarde. ¿No? Debería preocuparse también por su bienestar. —

¡Estúpido Jungkook! ¡¿Qué acabas de decir?!

Maldije internamente al sonar tan formal. Es tan intimidante que me pone nervioso. No suelo hablar con muchas personas y hubiera preferido no dirigirle la palabra.

Pero él…

—Oye, tenemos casi la misma edad, no me llames señor. — reprochó con un puchero en sus labios que desapareció rápidamente en cuanto crucé miradas con sus grandes orbes color café. Tan penetrantes y con toda una galaxia en ellos.

¿Misma edad? ¿Acaso nos conocemos y ya lo olvidé? Empecé a dudar de mi memoria. Definitivamente tengo que ir al doctor.

—¿Q-qué? — pregunté avergonzado y mordí mi lengua por sonar inseguro al haberme perdido en mis pensamientos por su causa.

—Me refiero a que, no creo verme tan mayor, ¿o si?

—No lo sé. ¿Nos conocemos? — pregunté directamente, porque siento que así es.

—No recuerdo haberte espiado más de dos veces — dice con una mano en su mentón cómo si en verdad estuviera recordando. Mi respiración se corta.

—¿Perdón?

—Es broma — ríe mostrando una rectangular y radiante sonrisa y todo pensamiento negativo abandona mi mente en cuanto le veo hacerlo.—Trabajo cerca de aquí, supongo que te he visto un par de veces cuando voy de camino. — termina por decir el chico frente a mis ojos.

—Ya veo — asiento ante su respuesta no muy convencido, pero termino por no darle importancia.

Qué hipnotizador.

—Bien, supongo que ya debería irme, es algo tarde. — sus palabras acompañadas de un leve rubor, encendieron un leve brillo en mis ojos. — deberías ir a tu casa también, es peligroso que te quedes por aquí solo. — susurró con una mueca.

—Y-yo sí, claro. Ya me iba igual, no es como si no tuviera nada que hacer, y me guste andar a media noche merodeando calles solitarias, es que, es solo que… — ahí vamos de nuevo Jungkook. Cabizbajo y con un leve sonrojo me detengo sin lograr evitarlo.

 Tierra trágame. Mis apresuradas palabras quedaron en el aire, pues una linda y rectangular sonrisa fue asomada por aquellos abultados labios en forma de corazón.

Hubiera deseado no ser tan torpe, pues creo que notó las babas que cayeron al suelo producto de su presencia. Mi sorpresa fue más cuando de sus hombros quitó el abrigo que llevaba consigo y se acercó a mi. Un dulce “¿Me permites?” logró articular después de ponerlo sobre mis hombros.

Mi sonrojo aumentó al tenerlo tan cerca de mí. Y oh, Dios. Parece un personaje sacado de un cuento de hadas. ¿Es real acaso? Nuestras miradas volvieron a chocar y fui yo quien acabó el contacto. El bombeo violento de mi corazón y mi erizada piel no me permiten sostenerle por más tiempo, me pone de nervios.

—Lo siento, pensé que tendrías frío —dijo con una mano en la cabeza y algo… ¿tímido? —Ya me tengo que ir, sería lindo que también regresaras a tu hogar, ¿no crees? Buenas noches chico bonito. —al finalizar pude ver como me daba la espalda para seguir su camino.

Tan inalcanzable.

—J-Jungkook —Logré articular. —Jeon Jungkook.

Se dio vuelta con media sonrisa en su rostro y sus grandes orbes sobre mí.

—Jungkook —repitió relamiendo sus labios.

La forma en que saboreó mi nombre en su boca fue espléndida. Una corriente eléctrica sacudió mi cuerpo e hizo a aquello que creí perdido salir a luz. La calidez tocó la puerta de mi corazón abrumándome.

Él me hizo creer en la luz. Mi luz.

—Taehyung, soy Kim Taehyung.

Fue esto tan solo el comienzo de un nuevo renacer. Uno donde su cautivador brillo llegará a hacer volar el fénix sin alas que una vez creí irreparable.

¿Podría ser…?





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