🥀𝓝𝓸𝓬𝓱𝓮🥀

¿Cuándo terminaría todo este sufrimiento? ¿Cuándo tendría la oportunidad de estar en paz, de liberarse de esos pecados que le quitaban el aliento?
Le latía la cabeza y su corazón roto le impedía tomar decisiones racionales.

Estaba cansado y simplemente furioso.
Quería el aniquilamiento y se lo negaron, quería que lo dejaran solo y se le acercó, aunque al final la culpa fuera sólo suya; fue él quien permitió que hombres y dioses entraran en su maldita existencia, esperando recibir una ayuda que nunca llegaría.

Ése era su destino: hacer sufrir a quienes lo rodeaban, matar, morir. No había otras opciones, y si en ese caso hubiera podido haber una salida, ciertamente no la habrían elegido ni emprendido.

Porque ya nada tenía sentido y Beelzebub no tenía ganas de enfrentar los mismos, repetitivos y odiosos errores.

Lucifer, Lilith... y ahora Nikola Tesla.
Había destrozado muchas vidas y tuvo que pagar las consecuencias, pero los tres lo atormentaban con constante brutalidad.

Habían sido tres amores diferentes que lo habían llevado a encontrarse, a intentar salvarse.
Lucifer le había hecho redescubrir la alegría que nunca había tenido de niño y había contribuido a hacer florecer en su pecho sentimientos puros que creía perdidos.
Lilith lo había ayudado a no darse por vencido, a apretar las uñas y los dientes para vengar a sus amigos perdidos, las decepciones que había logrado. Había permitido que su corazón siguiera latiendo rápido, sin inmutarse.
Y Nikola Tesla había empeorado las cosas: creyendo que todo estaba perdido, vio un rayo en medio de la oscuridad que lo impulsó a alcanzarlo.
Brillaba intensamente, emitiendo fuertes destellos para hacerle evidente su presencia; una fuerte promesa que sancionaba una separación que no sucedería.

Pero esto fue lo que había sucedido: el ángel había caído, el brillante demonio se había marchitado y el humano había seguido su triste y mismo final.

Había muerto. Le habían perforado el pecho y le habían destruido el corazón.

Beelzebub no pudo perdonar sus acciones, no pudo seguir adelante.
No había futuro para él. Tenía que lidiar con eso.

-Oye, ¿puedo saber qué está pasando?-

Adamas lo miró desconcertado.
Los ojos de Beelzebub estaban atormentados, apagados. Emitían una luz de locura que estaba destinada a apagarse y aparecer de vez en cuando.

-Nada. Vete y déjame en paz.-

Beelzebub entró rápidamente a su laboratorio, pero Adamas lo siguió antes de que las puertas pudieran cerrarse tras él.

-No estás muy bien. De hecho, te estoy haciendo un cumplido. Cualquiera que te vea sabría que eres verdaderamente un trapo, o como una planta a la que le han quitado la sangre.-

-Desafortunadamente, este no es el caso.- el demonio se sentó, presionándose las manos en la sien y manteniendo la mirada baja y fija.

-La conmiseración no te ayudará a resolver tus problemas.- Adamas alzó una ceja, decidido a no dejar clara la preocupación que lo atacaba: -¿Qué diablos te pasó? Pensé que estabas empezando a disfrutar de la compañía de tu nuevo amigo humano.-

-Lo maté.-

Adamas lo miró sin comprender.

-Estás delirando. ¿Cómo pudiste haberlo matado si aún no lo has...?-

-Ya lo maté, Adamas. ¿Qué es exactamente lo que no puedes entender?-

Beelzebub estaba sonriendo, y esa sonrisa era enfermiza e inquietante.

Muchos huyeron en cuanto su camino se cruzó con el del demonio, pero no habían tenido la desgracia de encontrarse con él en sus momentos más frágiles. Lo cual era bueno, a menos que su inconsciente los instase a esperar que los mataran horriblemente.

-Lo conocía.- "y lo amaba", pero se negó a precisar: -Pasé años con él, realizando investigaciones y viéndolo crecer. Confió y aspiró a grandes cosas, a la innovación de una sociedad futura y próspera, pero esa confianza que sentía por mí y por el mundo lo condenó a una muerte violenta y solitaria.-

-¿Has estado en la Tierra?-

No es que lo encontrara inusual, pero Beelzebub se encariñó tanto con un hombre que decidió pasar todo su tiempo con él era... ¿deprimente?

-Sí.- su respuesta fue un débil susurro: -Pero he perdido toda la memoria.-

Un mecanismo de autodefensa.

-Lo amaba y lo maté. No evité la llegada de esta otra tragedia.-

-Tú... Beelzebub...-!?-

Para protegerse, su cerebro debió haberse arrepentido rápidamente de ese recuerdo traumático que de otro modo lo habría llevado a la locura total.

-Fue la valquiria.-

-¿Qué?-

-Fue la valquiria quien me hizo recordar un pasado que debería haber quedado enterrado.- la enigmática sonrisa de Göndull lo enfureció: -No sé qué se propone, pero lo cierto es que sigue las directivas de su hermana.-

Brunhilde estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para conseguir otra victoria en el Ragnarok.
¿Quería hacerlo bajar la guardia? ¿Distraerlo de la destrucción de la humanidad? ¿Estaba tratando de cambiar de opinión? Cualquiera que fuera el objetivo principal, estaba usando a Nikola como una herramienta para hacer realidad sus descubrimientos, y esto hizo que el demonio se corroyera con una ira que había estado dormida durante incontables años.

-¡Sabía que debería haber matado a esta bastarda! ¡Pero tú no, preferiste ser el campeón de la justicia y protegerla a ella y a la decimotercera mocosa, impidiéndome vengar a Hades!-

-Con tu imprudencia sólo habrías deshonrado su memoria.-

Adamas sintió que sus músculos se contraían de ira.

-¿¡Qué dijiste!? ¡Dilo de nuevo si te atreves, porque no voy a dejarme faltar el respeto por un patético depresivo de tu nivel!-

La frialdad y el egoísmo no desaparecerían del alma de Beelzebub. Podría sentirse enfermo y volverse loco de repente, pero su confianza presumida y sabelotodo no desaparecería.

-¡Hades no merecía morir y lo sabes!- y Adamas guardó silencio.

Las grietas en el suelo habían llegado hasta sus pies de metal, interrumpiendo su ataque histérico.
Había tocado un punto doloroso y estuvo muy cerca de pagar las consecuencias.

-No aceptaré obstáculos. Esperaré mi turno y lucharé contra Nikola Tesla.-

¿Por qué Beelzebub había perdido sus recuerdos?

¿Y por qué Nikola Tesla no le había mencionado nada al respecto? ¿Él también los había perdido?

Demasiados dilemas y demasiadas estupideces para tomarlas y mantenerlas bajo observación.

-¿Quieres matarlo incluso después de descubrir que es parte fundamental de tu pasado?-

La mirada inyectada en sangre de Beelzebub estaba en blanco.

-Romperá nuestro vínculo y seguirá su camino.-

-Los humanos son malditamente sentimentales. No te dejará ir tan fácilmente.-

Y aunque Adamas sabía poco o nada sobre Nikola Tesla, sabía que para él aquel discurso debió significar mucho.

Un científico se ocupa de sus propios inventos y proyectos, pero cuando se enamora lo hace con tanta intensidad y egoísmo que acaba cuestionando cualquier lógica. Un amor que podría asustar por su enormidad.

Y Adamas sabía que Beelzebub debió haber considerado ese posible cambio en lo humano, qué seguro estaba de que una parte de él deseaba desesperadamente ser salvada.

-El fracaso le conducirá a la muerte. El éxito lo llevará a destruirme y seguir viviendo. Se sabe qué decisión tomará.-

"No, eso no es de conocimiento común, maldito idiota." pensó Adamas, frustrado y dispuesto a darle un buen puñetazo.

Los científicos son impredecibles, y Nikola, que había sido decretado el mejor de su raza, sólo podía sobresalir en esa extrañeza de ellos.

¿Los habría salvado a ambos?

¿Los habría matado a ambos?

¿Habría cometido un asesinato?

¿Se habría suicidado?

¿Habría luchado y se habría dejado matar?

¿Habría...?

Las posibilidades eran infinitas, las certezas nulas.

Y cualquier cosa que sucediera afectaría el futuro de los humanos y de los dioses.
El amor entre un demonio y un humano era un tabú que nunca sería aprobado.

"¿Tu lo sabias?"

Aprovechando el inquietante silencio de quien apenas consideraba un confidente - ¿un amigo? -, le hizo esa íntima pregunta a su querido hermano mayor.

Hades, más que nadie, supo identificar los dolores tortuosos que Beelzebub incesantemente dejaba de lado. Quizás había sabido de Beelzebub y Nikola Tesla, quizás había preferido proteger ese secreto para proteger la cordura del demonio, o tal vez no lo había descubierto.

Pero debe haber captado un par de pistas.

Porque cuanto más pensaba en ello, más se daba cuenta Adamas de que había varias inconsistencias.

Y la primera había tomado el nombre de Brunhilde.










Habían pasado tres días y no había oído nada sobre Beelzebub más que que él sería el próximo en pelear.

Nikola Tesla sostenía una carta puramente blanca en sus manos, con un sello púrpura en el reverso y una cuidada firma perteneciente al difunto rey del inframundo.

Estaba arrugado y el científico no había dejado de leerla y releerla durante cinco horas seguidas.
El día anterior la había leído durante diez horas, dos días antes casi doce. Su atención siempre había estado centrada en esa carta y las palabras impresas con tinta en el papel ahora se habían vuelto una con su mente.

¿Cómo no iba a pensar en ello después de lo que había descubierto? Habría preferido saberlo de inmediato, pero ya era gran cosa si el propio Hades se hubiera encargado de interrumpir esa lamentable e inconsciente actuación.

<<Léela cuando estés listo. El contenido puede dejarte confundido y perdido, y no es lo que Hades hubiera querido para ti.>>

Hades... un dios que había luchado valientemente y muerto contra Qin.
No podía estar enojado con él y guardarle rencor, no tenía motivos para hacerlo.

A diferencia de ese enorme pedazo de mierda egocéntrico.

{Nikola Tesla,
Tu inmenso compromiso con la vida permitió a Beelzebub sobrevivir y lo ayudó a luchar contra sus complicaciones. No tiene sentido explicar a qué me refiero, lo sabes mejor que yo.
Zeus, mi hermano, cometió un error: temiendo que Beelzebub pudiera resultar una amenaza, lo confinó en la Tierra sin su consentimiento. Pero el destino, que es más caprichoso que nosotros dioses, os permitió conoceros y formar un vínculo envidiable.
Un vínculo que asustaría a muchos, y eso fue lo que pasó.
Zeus vaciló ante el vínculo que os unía y os separaba, borrando recuerdos que debieron permanecer intactos.
Beelzebub se enamoró, y su amor fue tu sentencia de muerte. Para evitar problemas, Zeus te alejó cuando no tenía derecho, asustado por el fuerte sentimiento que puede unir a un ser humano y una criatura superior.
No aprobé sus métodos y no sé cómo te comportarás a partir de ahora, pero el sufrimiento de Beelzebub no me es indiferente. Ofrecerte ayuda es lo mínimo.
Dirígete a mi estudio y compruébalo por ti mismo.
Hermes ya debe haberte dado algunas instrucciones.

                                                          ~ Hades}



Zeus fue la causa de todo.

Impulsado por temores infundados, había decidido inmiscuirse en asuntos que no le concernían, hasta el punto de hacer añicos el pequeño mundo que se habían creado y en el que se habían refugiado.

Conociendo a Beelzebub, no habría dudado ni un segundo en vengarse.
Él no era de la misma opinión: quería que el imbécil recibiera el castigo debido, y la victoria de la humanidad en el Ragnarok habría sido el medio necesario.

Y también pero se mostró agradecido.

Con su arrogancia herida Zeus le había hecho conocer a Beelzebub, y Nikola nunca podría olvidar su primer encuentro.

De niño lo consideraba un regalo del cielo, su primer amigo y colega.
Y sus opiniones no habían cambiado.

-¿Sigues leyendo esa carta? Quita la vista de ahí y ve a tomar una bebida caliente. No te ves bien.-

Edison estaba sentado en el sofá.
Era un gran conversador y un pésimo oyente, sin embargo, durante tres días había estado pasando tiempo con el rival que, según decía, no podía soportar.

-Tengo que ir al estudio de Hades.-

-¿Buscar más problemas irresolubles? No, no te conviene. Y lo digo en serio, Tesla; Por una vez haz las paces con tu cerebro y sé egoísta. No te sirve de nada actuar por el bien de los demás.-

-No puedo hacer eso.-

Edison lo miró como si fuera un extraterrestre.

-¡Ah, haz lo que quieras! Pero entonces no vuelvas aquí y te quejes. Hombre prevenido vale por dos.-

Y Nikola se habría apartado de la pared en la que estaba apoyado y se habría alejado, si tan solo otro gran signo de interrogación no lo hubiera detenido.

-¿Recuerdas todo?- no debería haber sido una pregunta pero a sus oídos sonó como si lo fuera, y Edison debió tener la misma impresión: -¿Sabías que Beel y yo estábamos saliendo?-

-¿Si lo sabía? Pensé que era obvio.-

Edison suspiró, pasándose una mano por el cabello y tratando de encontrar el comienzo de un discurso que quería posponer.

-Cuando te conocí acababas de empezar una relación. No tuviste problema en besarlo en público y gritar a los cuatro vientos que era tu novio, a pesar de que las relaciones entre dos hombres no eran precisamente vistas con buenos ojos en nuestros tiempos.-

Hizo una pausa, su mente viajando a su pasado, en recuerdos que había influido en él.

-Donde tú estabas, él estaba allí. Si hubiera que realizar un experimento, reiteró que su colaboración era fundamental. Muy a menudo discutíamos sobre esto y muchas veces el demonio me amenazaba de muerte. Treinta y cuatro veces te sugerí que te alejaras de él, y treinta y cuatro veces más me ignoraste, confiando en tu arrogancia y esperando que no hubiera otras objeciones.-

Para Edison, recordar las amenazas de Beelzebub no fue fácil.

-En resumen, ustedes eran dos palomas mensajeras constantemente pegajosas y empalagosas que vivían de la ciencia y la libertad. Pero antes de que preguntes: no, no sé qué te pasó. Te recuerdo que morí años antes que tú.-

-Tengo que preguntarle a alguien más.-

-Sí, yo diría que sí.- otra pausa: -Me preguntaste si me acordaba porque tu memoria se niega a cooperar, ¿verdad?-

Nikola asintió: -Recuerdo algo, pero es como si hubiera interferencias de por medio. Los recuerdos más grabados y vívidos son los vinculados a mi infancia, pero cuanto más intento centrarme en otros períodos, se vuelve todo más confuso.-

-Deberías hablar de ello con tu preciosa colega Göndull. Parece que sabe muchas cosas y simplemente está esperando la oportunidad perfecta para hablar contigo libremente.-

-No quiero compadecerla con mis peticiones, pero no me quedan muchas alternativas.- confesó Nikola con una sonrisa forzada: -Tengo que darme prisa o mi turno llegará antes que yo.-

-¿Mi turno? De qué estás hablando exactamente... espera.- Edison abrió mucho los ojos, terriblemente cerca de la verdad: -¡No puedes hablar en serio! ¿¡Y tú serías la brillante esperanza de la humanidad!? ¿¡De verdad quieres pelear en ese estúpido torneo!?-

-No es un torneo.-

-¿No es lo mismo? Batallas mortales o no, sigue siendo el más fuerte el que prevalece sobre el más débil, el más talentoso el que se lleva la victoria y el derrotado el que es aniquilado. Fuiste testigo de los otros enfrentamientos y viste lo que les pasó a esos bastardos. No corras ese riesgo.-

-Retirarse sería la más brutal de las derrotas.- Nikola Tesla iba en serio: -Y Beel aprovecharía para quitarse la vida y ser asesinado por otro oponente. Esto no debe suceder.-

-¿Quieres manchar tu moral cometiendo tu mismo un asesinato? Es un movimiento arriesgado incluso para ti que sólo haces locuras.-

-No quiero matarlo, solo quiero ayudarlo. Él es mío y tengo pleno derecho a tomar decisiones por su propio bien.-

Nikola Tesla, cuando era serio e inflexible, daba miedo. Edison sintió largos escalofríos por todo el cuerpo cuando se encontró con esos ojos que se habían vuelto insoportablemente helados.

-Y buscaré ayuda. De Göndull y el resto de vosotros.-

-¿Qué?-

-Edison, sígueme. Necesitamos hacer algunas pruebas y entender por qué Satanás atormenta a Beelzebub.-

-No tomes decisiones como si yo hubiera... ¿¡Satanás!?-

Su grito resonó por toda la habitación.

-¿Ahora se te ocurre ese nombre abominable? ¿¡Qué tienes en mente, quieres condenarnos!?- El rostro de Edison estaba completamente blanco de terror: - ¡No menciones a ciertas criaturas con indiferencia y excesiva frivolidad! Date cuenta de los baches en tu camino, Tesla. ¡La buena suerte no podrá asistirnos por la eternidad!-

Nikola le dio la espalda.

-¡No me hagas hablar con la pared y respóndeme! Que ya me cansé de estos melodramas.-

Edison dejó de quejarse.

-...¿Tesla?-








Nikola caminaba alegremente por las calles de New York.
Sentarse y observar a la gente caminando había sido muy interesante, pero ver las bicicletas corriendo a toda velocidad por las calles estrechas de los barrios y parques había sido muy inspirador.

¿Podría haber inventado un conductor que tuviera la misma velocidad que una bicicleta o... no! Tenía que aspirar a crear algo mucho más sorprendente.

Lo único que habría necesitado eran unos cables de acero, un día de lluvia y tormentas, una bicicleta gigante y...

-Nikola.-

Su día no podría haber sido más hermoso que este.

Beelzebub, aparentemente cruel, despiadado y distante, lo miró con una gratitud tan inmensa que lo avergonzó.
No sabía de dónde venía esa gratitud, y qué había hecho específicamente para merecer una mirada maravillosa como esa pero no le importaba: Beelzebub era suyo, sólo suyo.

Fue él quien lo conoció cuando era niño. Era él quien pasaba las mañanas molestándolo con preguntas, las tardes mostrándole los proyectos y las noches sacando conclusiones de experimentos que estaban esperando a ser plasmados en papel.

Beelzebub fue su sombra eterna, que lo siguió y lo ayudó. Y fue mucho más que eso.

-¿Ya regresaste del Valhalla? Pensé que te retendrían por horas.-

-No hay necesidad de que me apure.-

Al cumplir quince años, Nikola Tesla descubrió que muchas deidades velaban por la humanidad, cuya existencia había sido constantemente cuestionada por sus reflexiones científicas.
Beelzebub le había explicado todo y él había asimilado las frases que le habían dirigido.

Aún recordaba la sorpresa de cuando descubrió que también existían los cuervos y las ranas parlantes.
Semejante escenario era, cuanto menos, convincente.

-Quería verte.-

-¿Oh? ¿Y por qué?- su corazón estalló de felicidad. Nikola sabía lo que estaba a punto de escuchar y tenía hambre del amor que sentía por el demonio que lo consumía.

-No vayas a trabajar a Edison. No lo hagas.-

-No se puede ignorar la oportunidad que se me brindó. Trabajar temporalmente en su empresa es muy conveniente.-

-No te haría justicia.- objetó Beelzebub: -Prefiero que hagas lo tuyo, insistas en hacer de un barco tu nueva base secreta o otras cosas absurdas, pero no dejes que tu brillante talento se vea condicionado por la habilidad de hombres que no son ni remotamente comparables a ti.-

-¿No es un sueño? ¿Hablas en serio?-

-Creemos nuestra propia empresa. Juntos.-

Nikola se echó a reír, felizmente.
Y se enamoró de Beelzebub por tricientas sesenta y nueve veces en cuanto vislumbró su pequeña, típica y insinuada sonrisa.

-Pensé que esta propuesta nunca llegaría.-

Lo agarró por los hombros y lo besó.
Nikola se aferró a sus labios como si el éxito de los innovadores inventos de la raza humana dependiera de ello.





Había sido su primer beso.

A Nikola no le importaban las lágrimas inconscientes que mojaban sus mejillas.
No le prestó atención a Edison quien lo miraba con compasión mezclada con indecisión.

¿Quería decirle algo más?

-Me ayudaste mucho. Tengo que devolverte el favor.- lo detuvo, la sonrisa iluminando su rostro surcado de lágrimas: -Comenzaríamos el más majestuoso de los inventos.-

-¿Tienes algo en mente?-

Él no había protestado. Edison estaba dispuesto a ayudarlo.

-Sí. Tengo tres teorías y cinco opciones para ser precisos.-

No sería un pasado fragmentado lo que lo separara de la esperanza, de la luz que emanaba.

-Y la querida Göndull es el elemento definitivo que nos conviene.-







¡Solo quedan dos capítulos + un epílogo al final de la historia!❤️

Los próximos capítulos tendrán alrededor de 6000/7000 palabras y todavía hay mucho drama por venir!

Siento bastante nostalgia al pensar que esta historia está por terminar también, le tengo demasiado cariño. Pero todavía espero que les guste💗

Hasta la proxima,

- LadyFraise💜

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