Un golpe de realidad


Resumen rápido: Izuku sufre por la pérdida de su madre, Momo quiere ayudarlo, Izuku vive en la casa de los Yaoyorozu, Izuku entra en depresión al ser perseguido por la memoria de Inko, Izuku intenta suicidarse, Izuku es salvado por la familia Yaoyorozu, Izuku va a terapia, Izuku se entera que Momo está sufriendo por el recuerdo de verlo casi morir, Izuku le cuenta a Momo que él mató a Inko, Momo le dice que sea feliz a su lado, Izuku y Momo prometen ser amigos por siempre y ser felices uno al lado del otro.

En fin, fueron dos años que no actualicé y estoy con ganas de terminar con la historia.

Más de 100 votos y publico el capítulo al día siguiente. Esa es la meta por cada cap hasta acabar este arco.

Bueno, sin más, disfruten la lectura.

La alarma resonaba por todo el apartamento, indicando que ya hora de que se levante y aliste para ir a la academia. Aunque, su función cayó en lo vano, ya que, las personas en la habitación se habían despertado varios minutos antes.

Izuku, sentado en su cama, suspiraba cansado. Hubiera deseado no caer en la tentación y no haber cometido esa locura de nuevo. Es más, el dolor en su espalda y cuello hicieron que quisiera faltar a sus clases de héroe.

—Izuku, tengo que irme. —Una mujer, que rondaba los treinta, apareció semi desnuda. Salía del baño luego de una ducha fría para limpiar su cuerpo sudoroso y olvidar la calentura de anoche.

—Adiós. —Contestó de inmediato.

—¿No quieres que te lleve? —La mujer rodó los ojos, aún no se acostumbraba a lo directo y serio que Izuku podría llegar a ser.

—Hoy no voy a ir a la academia.

—¿Por qué? —Frunció el ceño.

—Estoy cansado. —Tocó su pecho al sentir un leve ardor—. Además, tendré que explicar las marcas en mi cuello.

—Cómo tu psiquiatra te recomendaría asistir a la academia por lo menos para acto de presencia. —Alzó los hombros.

—No intentes actuar de forma profesional cuando hace un par de minutos estabas desnuda en mi cama.

—Déjame conservar lo poco que queda de mi orgullo como adulta en encaminar tu vida. —Terminó de vestirse—. Bueno, esta fue nuestra última cita... Aunque podría darte algunas sesionas adicionales.

—Lo pensaré. —Dio una pequeña sonrisa.

—Suerte Izuku. —La mujer se acercó, dándole un beso en la mejilla—. No pude ayudarte mucho, pero en serio disfruté este tiempo contigo.

—No te preocupes por ello, Akemo. —Izuku respondió—. Me ayudaste mucho, pero... Simplemente no se me dio mejorar.

—Debes hablar con ella, explicarle tus motivos. —Estaba dispuesta a irse, no sin antes intentar hacer entrar en razón al peliverde—. Entenderá tu posición.

—Lo siento, pero... No pienso destruir otra familia.

—No es tu culpa, Izuku. —Abrió la puerta del departamento—. Nunca lo f-.

Y sin esperarlo, Akemo de encontró afuera, en los pasillos a punto de tocar la puerta, a Yaoyorozu Momo, la chica por la cuál Izuku estaría dispuesto a sacrificar lo poco que le quedaba y morir si fuera necesario. Ella entendía que tantos días de falta por parte de Izuku preocuparía a cualquiera, en especial a la chica delante suyo, quien conocía al pecoso desde niño y lo consideraba su mejor amigo.

—Oh...

—Lárgate. —Antes que Akemo soltara una sola palabra, Momo la interrumpió—. Ahora. —Mandó.

Akemo suspiró en su sitio, tenía que irse de una vez por todas. Lo bueno es que no se vería afectada porque ella sabía el secreto conjunto del patriarca Yaoyorozu e Izuku. Le deseó suerte a Izuku en sus pensamientos, ya nunca más se vería por más que quisiera repetir lo de anoche.

—Izuku Midoriya. —Momo azotó la puerta, llamando la atención del chico semi desnudo—. ¡¿Por qué demonios tu psiquiatra sale de tu piso con el cabello mojado?! No, no, no me respondas, ya sé la respuesta, pero ¡maldita sea, ¿esto es en serio?! —Gritó, acción que hizo doler la cabeza a Izuku.

—Tiene un buen trasero. —Se levantó de la cama, dispuesto a ponerse la ropa que le faltaba.

Sería mentir decir que él no esperaba una respuesta violenta de la pelinegra. La conocía a la perfección y esa broma no fue de su agrado.

—¿Un buen trasero te hizo romper nuestra promesa? —Preguntó, mientras caminaba hacia él—. ¡¿Un estúpido buen trasero te mantuvo tan ocupado qué faltaste tres días seguidos a clases?! ¡¿Un sucio buen trasero hizo que estés a punto de reprobar el semestre por faltas?! ¡Me estás jodiendo, Izuku, no puedo creer lo que está pasando! —Su rostro empezó a colorarse por la rabia que sentía—. ¡Y con tu maldita psiquiatra! ¡¿En qué estás pensando, maldito idiota?!

—No es para tanto.

Tal respuesta fue el detonante para que Momo apretara el puño, tomara vuelo y le diera un buen golpe en la mejilla a Izuku. No se detuvo ahí, porque una vez que cayó al suelo, desconcertado por el impacto, ella se abalanzó contra él, empezando a darle más golpes.

—¡Eres un estúpido! Un descerebrado, mentecato, cretino, menso, bobo, dundo, alelado, corto de mente y merluzo.

La cantidad de adjetivos era proporcional a la de golpes qué Izuku recibía, aunque la intensidad de los mismo fue bajando por el dolor interno qué Yaoyorozu sentía. La impotencia de no entender para nada a su mejor amigo junto a la tristeza de la decepción. Empezó a llorar, derramando lágrimas sobre el rostro de Izuku, quien tenía el labio roto.

—¿Qué te pasó, Izuku? —Momo preguntó—. Tú no eres así. Pensaba que habíamos avanzado en tus problemas cuando ingresamos a la UA. —Se echó sobre Izuku, acomodándose—. ¿Qué fue lo que pasó en nuestro segundo año? ¿Por qué comenzaste a alejarte? Dime la razón, Izuku, y te ayudaré con lo que sea.

Podría pasar las discusiones, las peleas y desacuerdos, pero Izuku sabía que siempre terminarían abrazados de alguna u otra forma. La constante en este par de años donde decidió alejarse de a poco de ella, dónde seguiría el ruego de aquel hombre que considera su padre. No le importaba si moría por dentro, si destruía su cordura  o si perdía su único sostén en la tierra, cumpliría por el bien de la chica que tenía en sus brazos.

«Izuku, desde que eras pequeño, prometí cuidarte. En serio, quise hacerlo, pero... Ahora con lo que pasó, no sé si estoy seguro de querer seguir haciéndolo.

Aquel día mi hija, mi Momo, estuvo a punto de colapsar al verte en ese estado. ¿Sabes lo difícil para un padre ver como su motivo para vivir quiere morir?

Traes oscuridad a donde vas, Izuku. No te echo la culpa de ello, ya que, tú solo fuiste una víctima más del dolor y destrucción al vivir con Inko y Hisashi. Pero por favor, no hagas lo mismo con Momo de lo que te hicieron a ti.

Aléjate de ella, te lo ruego, olvídala. No lo hagas por mí, ni por ti, hazlo por ella. No merece sufrir más.»

Fue en su segundo año en la Academia, cuándo Ryo, el padre de Momo, lo llamó a su oficina. Izuku entendió que se trataba de algo serio por la expresión del hombre. Pensó que iba a hablarle acerca de su recaída por el aniversario de la muerte de Inko, pero no fue así.

Escuchar aquellas palabras lo rompieron por dentro. A la persona que podría llamar padre no lo veía como un hijo, solo como un buen chico que tenía que cuidar por una promesa. Alguien que debía de alejarse de su única hija. ¿Eso también sentía Key? No quiso saber la respuesta. Pero como negarse, si le debía todo a esa familia. Lo sobrepensó por semanas hasta llegar a la conclusión de que Ryo no mentía y los nuevos cortes en sus brazos se convirtieron en razones.

Lo primero que hizo, apoyado por Ryo al ver la decisión de Izuku, fue irse de la cas con la excusa de que quería independizarse, de vivir solo, a pesar de que no le gusta estar sin compañía porque le recuerda al frío hogar de su infancia, donde pasaba días sin comer y dormir, rezando a dios por que Inko no se le ocurra desquitarse con él por un mal día en el trabajo. Por eso, para llenar ese vacío pasaba la noche con cualquier mujer que se le cruzara en el camino, llegando al extremo de tener una relación más cercana con su psiquiatra. Momo lo descubrió un día que fue de visita también por la mañana, encontrando al pecoso desnudo, teniendo al lado a una hermosa pelirroja dormida. Discutieron ese día y Momo le hizo jurar qué nunca más llevaría a nadie a su habitación de nuevo, que no era lo correcto para alguien de su edad; promesa que Izuku no dudó en romper cuando tomó por primera vez una gota de alcohol.

Los problemas siguieron y siguieron, sin embargo, el plan de Izuku no funcionaba: Momo quería seguir a su lado, no importa qué; ella quería ayudarlo en lo que fuera, ya que sabía que Izuku pasó por algo que lo llevó a cometer esos actos, pero... ¿Cómo podría ayudarlo si no se dejaba ayudar?

Izuku estaba más frustrado qué antes, no podía alejarla de su vida porque no podía, y lo peor es que no quería. Así que, si lo que había hecho hasta ahora no funcionó, lastimosamente tendría que recurrir a extremos.

«Todo sea por ella...»

Con ese último pensamiento se apartó de Momo, levantándose.

—Voy a alistarme, llegaremos tarde, vicepresidenta.

Ella lo miró del suelo, aún con los ojos rojos del llanto, preguntándose si fue ella la que hizo algo malo. La respuesta llegaría más tarde que temprano para su mala suerte.

—Vamos a hablar luego, esta vez va en serio, Izuku. —Momo también se levantó, girando en su lugar para dar privacidad a su amigo.

Las promesas se hicieron para romperse, sea cual sea la razón, nada será como antes una vez roto el pacto.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top