Capítulo 2: Rapto.

Se movió.

La joven diosa comenzó a despertar, hasta que finalmente pudo abrir sus ojos

Se reincorporó.

¿Fue un sueño?.

No.

No era un sueño.

Para empezar, su casa no estaba llena de lujos y piedras preciosas. Era una simple cabaña con un solo cuarto. Nada más, nada menos.

"Toc toc".

Escucho golpes en la muerta.

-Señorita Koré. ¿Ya está despierta?.

Era la voz de una mujer, de eso estaba segura. Pero su tono no se le hacia conocido.

Con un poco de inseguridad. Dijo:

-Pasé.

Sin más.

La puerta fue abierta por una sirvienta de cabellos plateados, y ojos azules. Su cabello estaba dividido en dos trenzas.

-Buenos días.

-Buenos días.

La deidad de cabellos rubios respondió más que nada por educación.

Otro detalle que pudo notar es que la sirvienta tenia consigo piedras preciosas.

Aretes de garnet, un anillo de diamante. Y pulseras de zafiro.

Cargaba consigo un carrito. La diosa se sorprendió al ver que todo lo que había en el, era del exterior.

-No se asusté.- Dijo la sirvienta.- Estás frutas vienen del exterior. Así que no hay problema si come.-

La voz de la sirvienta era dulce, además de tener consigo una sonrisa.

La mujer de cabellos plateados transmitía un aura de tranquilidad.

Cosa totalmente opuesta con aquel ser.

Ella no sabia su nombre, solo sabía que era el dueño de este lugar.

-Gracias... Um.

-Greyfia.- respondió la plateada. Ahora identificada como Gayfia.

-Gracias Grayfia.- dijo la joven diosa. Con un poco de confianza tomo uno de los frutos, siendo esta una manzana.

Al darle una mordida se sorprendió por lo dulce que era.

La diosa quería saber quien era ese hombre que daba miedo con su sola presencia.

-Um. Grayfia. ¿Puedo preguntarte algo?.

-Claro señorita.- la sirvienta mantenía consigo una sonrisa. La diosa debía admitir que se veía hermosa. Así que, con nervios dijo:

-¿Quién...?. ¿Quién es el dueño de este reino?.

Estaba hecho. La sirvienta no pudo ocultar su asombro. Y al saberlo que la diosa quería, sin titubear lo dijo.

-Es el señor Issei. También conocido como Hades, es el rey del inframundo, padre de las riquezas, y juez definitivo. ¿Algo más que quiera saber?.- la sirvienta ya había revelado quien era su amo. Seria tonto mantener oculta algunas cosas si lo más importante, ya lo sabia.

La diosa de la primavera se sorprendió y asusto. Su madre le había hablado del señor del submundo. Pero nada de eso fue bueno.

Todo lo que Deméter dijo de su hermano mayor, fueron malas. Desde ser el dios más cruel. Hasta ser un egoísta que solo mira por su felicidad.

—¿Hay algo que la moleste?.— dijo la sirvienta. En su rostro se ve claramente una muestra de confusión, pues apenas se misionó el nombre de su rey. La joven diosa cambio su expresión a una de terror.

—No, nada.— salio de su boca sin pensar.

Mientras tanto.

—Deberías de agradecerme.— dijo el rey del submundo.

—¿Agradecerte?.—dijo la pelinegra— pues. Gracias Issei, ¡por secuestrar a mí hija!.—la diosa no grito. Pero no significa que su voz alzada no diera miedo.

Pero el padre de las riquezas, ni se inmuta.

—¿Estás diciendo que sería mejor si fuera violada por Zeus?.— El monarca nunca supo lo que era "sutileza", y no le importaba conocerla.— Tu sabes mejor que nadie, lo que esos idiotas le harían a Perséfone si ella llegase a caer en sus garras. ¿O acaso miento?.—

La diosa de la agricultura desvío la mirada, al mismo tiempo que apretaba sus dientes y sus puños, casi sacándose sangre.

—... Pero pudiste proponer algo mejor.— La diosa de la agricultura había bajado un poco su su tono de voz. Pero eso no modifica que este moleta con su hermano menor.

—¿Y dejar la oportunidad que se me otorgo?. Yo no soy Poseídon querida.— el monarca hablo. — Si la convierto en mi esposa, es para que nadie de mi reino se atreva a ponerle un dedo encima.— Eso tenia sentido.

— Solo cuida la ¿de acuerdo?. — dijo la diosa resignada.

—No prometo no enamorarme de ella.— el monarca se dio la vuelta solo para que el suelo se habrá, al mismo tiempo que salían diamantes de esta.

"¿Cómo puede hacer eso?". Pensó la diosa.

Ella solo fue a su hogar a continuar con sus deberes como diosa.

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La rubia están en los pasillos, siendo acompañada de Grayfia. Aunque esta le terminaba de contar su vida.

—Eso es muy bello, incluso que sigan estando juntos.— dijo la diosa de la primavera, tal vez, el señor de los muertos no era tan malo.

" No... Ese hombre me secuestro, tal vez lo que dice Grayfia es verdad. Pero no puedo confiar en el."

—¿Señorita?.— llamo la platina.

—¿Mm?. ¿Si?, ¿qué pasa Grayfia?.— hablo la diosa de ojos verdes.

—Vamos a la salida del castillo, ¿desea ir a algún lado?.— la sirvienta estaba extrañada. Aunque segura de que la joven diosa se había perdido en sus pensamientos.

Después de pensarlo la diosa de cabellos rubios accedió a salir. Aunque la sirvienta dejo un mensaje de que saldrían.

Una vez fuera. El primer lugar que la diosa quiso visitar fueron los campos elíseos.

Ella esperaba ver un lugar deplorable, y arruinado.

—Gau.— vaya no fue así.

La diosa no podía dejar de mirar a todos lados.

Greyfia tampoco podía dejar de sonreír, tenia la intuición de que la diosa esperaba algo malo del reino.

—¿Ese?. ¿Que lugar es?.

—Ese es el puesto de ropa. Todas las telas vienen de afuera, y todas las ropas son creadas por los mejores diseñadores de todo el inframundo. Si lo desea, podemos ir ahí.

—¿No me vería rara?.

Tenia razón. Una corona de flores blancas, y una túnica de color café claro. De hecho, muchas almas se sorprendían al verla. No es común usar esos ropajes en el submundo.

—Grayfia. — nuevamente la rubia tenia otra pregunta.

—¿De que se trata?.— tal vez era su intuición, ero estaba segura de que ella tenia una duda.

—¿Por qué?. ¿Por qué todas las mujeres de aquí, usan esas piedras brillantes?.— ya era hora.

La sirvienta sabia que iba a preguntar eso, solo espero el momento.

—Esto se debe a que. Bueno, el señor Hades también es conocido como "el padre de las riquezas", o "el rico". Esto se debe a que él es capaz de crear todo tipo de piedras preciosas. El diamante, zafiro, rubí, cuarzos, garnet. Todo tipo de piedra preciosa, el puede crearla. Cuando llego, el inframundo era un caos.

—¿Por qué?— la diosa de la primavera no iba negar que estaba interesada en el origen de ese reino. Desde como era antes de la llegada de su raptor. Hasta lo que sus ojos ven.

—Por lo que, todo era desigual. Esclavos, los que tenían dinero lo tenían todo. E incluso, al no saber como era el nuevo monarca, se le rogó a la señorita Hécate que se casara con él. Ella no quería, pero si era por el bien del inframundo, estaba lista.

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El día había llegado. La joven Hécate de cabellos largos, y más joven que la actualidad. Se dirigía al lugar en que había llegado el nuevo monarca. Ella en realidad no estaba interesada. Ni siquiera le gustaban los hombres.

Pero es por el inframundo.

—Estoy lista para hacer lo que sea necesario.

Finalmente había llegado. El tártaro, un lugar en extremo caliente. Aunque para los del submundo. Ni siquiera el volcán que estaba arriba de ellos.

—Asegurate de que las celdas estén bien cerradas.— fue una voz femenina.

Al mirarla con atención, se sorprendió. Esa mujer de cuerpo voluptuoso, cabellos largos atados en una coleta de caballo, ojos de color morado. Y una túnica de color rosa.

La mujer noto su presencia, pero más allá de enfadarse, sonrió.

—Está todo listo. Las celdas están reforzadas. De todas formas. Es mejor venir de vez en cuando y mejorar lo que haga falta.

Un hombre salio de la cueva.

Pero la pequeña Hécate se sonrojo.

Era alto, cabellos negros y ojos de color azul.

O al menos eso pensaba. Hasta que mira con cuidado, y noto que su cabello era castaño y sus ojos miel.

Pero no quitaba el hecho de que fuera atractivo.

—Ahora que ya termine con esto. Falta el resto del reino.— el dios no mostraba interés o signos de codicia.

Más bien.

Estaba interesado en que el reino prospere.

Su sorpresa fue más grande cuando la diosa de las brujas le hizo su propuesta.

El no quería una reina. Solo alguien que le ayudara con el reino.

Ella accedió a explicarle los funcionamientos del submundo.

Y el tiempo comenzó a pasar.

De aquel viejo inframundo, había surgido uno nuevo.

Uno con un monarca justo, y un reino prospero.

Pero la diosa de cabellos negro volvió a sorprenderse al ver al rey, crear un diamante con su propio poder.

No uso materiales.

No uso un cuerpo.

Nada.

Un diamante, nacido del poder bruto.

—A partir de ahora, estas gemas serán la moneda de este reino.— El monarca uso su poder para crear billones de millones de gemas, siendo el diamante, el de más alto valor.

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—Es por eso que el inframundo, es considera de grecia. El lugar más rico de todos los 3 reinos.

La sirvienta finalizó con su relato.

La diosa aún estaba sorprendida.

¿Tal vez estaba juzgando mal al dios?. Darle una oportunidad no seria malo.

Ya lo había decidido. Conocería a 'El invisible' personalmente.

Nada puede salir mal...

O ¿si?.

Continuará

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