Capítulo 94

Le conté todo. Le dije cómo me sentí, cómo me dolió descubrir que había olvidado por completo a una persona como ella y cómo el miedo se esparció por todo mi cuerpo cuando me escuché a mí misma hablar de una niña que al parecer, era bastante peligrosa. Él se mantuvo en silencio y me tomó de la mano cuando fui incapaz de controlar mis emociones. Una parte de mí se sintió aliviada, pero por otro lado, no podía dejar de pensar en mi parte del trato.

—Pase lo que pase, averiguaremos lo que sucedió en ese entonces.

Su mirada estaba fija en la inmensidad oscura que teníamos delante. La brisa marina mecía su pelo negro y erizaba mi piel de vez en cuando. Nuestros costados casi se rozaban y mi corazón logró calmarse en algún punto de la noche. Después de lo que había pasado unas horas atrás llegué a pensar que ninguno de los dos sería capaz de tranquilizarse por completo. La forma en la que sus ojos se clavaron en los míos, la manera en la que sus dedos presionaron mis hombros y mis brazos, el tono desesperado de su voz cuando me vio al borde del acantilado...jamás podría olvidarme de lo que había pasado y de cómo había reaccionado.

Giré mi cara ligeramente hacia él y me pregunté si algo así podía fingirse.

—Ya sé cuál será mi pregunta de esta noche.

—Sea lo que sea que tengas en mente, pregúntamelo. Jamás te quedes con la duda—dijo con un tono de voz serio—. Estoy aquí para ayudarte, no para hacer el camino más difícil de lo que ya es.

—Lo sé—dije mientras apretaba ligeramente nuestras manos unidas—. Necesito asegurarme de una cosa.

Me levanté y me coloqué frente a él, captando su atención y haciendo que su mirada cayera sobre mí.

—A dónde tú vayas, yo iré.

Comenzó a levantarse y en menos de un segundo lo tuve a escasos centímetros de mí. En ocasiones me olvidaba de lo extremadamente rápido y silencioso que era.  Cuando soñaba tendía a evadirme de todo. Bueno, en realidad lo hacía cuando estaba con él. En esos momentos no éramos una bruja y un ángel de la muerte, sino simplemente Nina y Jared.

Me observó con detenimiento y me sentí diminuta bajo su mirada. Coloqué las manos en sus codos y las deslicé hasta sus muñecas, rozando las cicatrices de sus antebrazos con las yemas de los dedos.

—Necesito comprobar si en mi diario escribí algo sobre Lilith o sobre aquella niña.

—Con que pretendes llevarme de nuevo a tu habitación. ¿Qué quieres de mí, Nina?

Aunque trató de sonar sarcástico, no pasé por alto la forma en la que sus hombros se cuadraron y cómo su cuerpo se tensó cuando dije que quería volver a leer mi diario.

—¿Por qué no vienes y lo descubres?

Una risa brotó de su garganta al tiempo que colocaba sus manos en mis mejillas. Las acarició tomándose su tiempo y volvió a hablar, esa vez con un tono más sosegado.

—Estoy deseando hacerlo.

Rodeé sus manos, deslicé mis dedos por sus nudillos y finalmente las solté.

—Vamos. No hay tiempo que perder.

Jared se colocó a mi lado y ambos comenzamos a andar en dirección al interior del bosque. En cuestión de minutos dejamos de escuchar el sonido de las olas rompiéndose contra las rocas del acantilado. Todo a nuestro alrededor parecía estar en calma, pero yo me sentía realmente nerviosa.

—¿Qué es lo que te tiene tan preocupada?

En ese preciso momento tenía tantas cosas en mente que ni siquiera podía pensar con claridad.

—El futuro.

—¿El futuro de quién?

Lo miré de reojo. Tenía los ojos fijos en el frente y las manos metidas en los bolsillos. Había vuelto a adquirir esa expresión despreocupada aunque dudaba que se sintiera así realmente.

—El futuro en general.

—El futuro no es seguro. Ni para ti, ni para mí, ni para nadie. Lo que importa es el presente. Las decisiones que tomas ahora son las que realmente importan.

—Pero esas decisiones me afectarán en un futuro.

Cumplir o no con mi parte del trato, ocultarle a Rina y a Gwen lo que hacía con él, hablar con Lilith, mentirle a Morgan, recordar quién era y lo que hice en el pasado. Las consecuencias de todo lo que estaba haciendo terminarían alcanzándome tarde o temprano.

—Controlar todo lo que sucede a nuestro alrededor es imposible. A veces las consecuencias de nuestras acciones no son cómo las imaginamos—dijo como si me hubiese estado leyendo la mente—. En ocasiones tendemos a hacer montañas con un grano de arena.

—Mi vida no es muy normal que digamos.

—Yo no he dicho que lo sea.

—¿Qué es lo que te preocupa a ti?

—¿Qué crees que me preocupa?—preguntó posando sus ojos en mi.

—No lo sé. Por eso te estoy preguntando. No eres fácil de leer.

—Tú sí lo eres.

Una sonrisa tiró de sus labios y dejó al descubierto los hoyuelos de sus mejillas. Me giré hacia el frente y fruncí el ceño. En ocasiones tenía la sensación de que él me conocía más que yo misma, lo cual era ridículo. Quizás tenía razón y simplemente era fácil leer a través de mí. Al fin y al cabo no se me daba bien ocultar mis sentimientos.

—Me gusta que seas así—susurró acercándose a mí—. Me gusta que seas impredecible. Me gusta que vayas en contra de todos. Me gusta que sigas luchando por volver a ser quien eras.

—¿Y si en el fondo no soy una buena persona?—pregunté con voz temblorosa—¿Y si herí a alguien en el pasado?

Quería recordar, pero tenía miedo de que cuando ese momento llegase descubriera el motivo por el que mi memoria estaba bloqueada. Sin embargo, debía armarme de valor y hacer justicia. No iba a enfadarme con nadie y tampoco a reprochar nada. Si alguien tenía la culpa de lo que sucedió, esa era yo.

Jared se detuvo y rodeó mi brazo, haciéndome parar de golpe. Lo miré a los ojos y no vi ni una pizca de diversión en ellos.

—En una situación como esta, alguien normal te diría que caería contigo si tu caes—su otra mano hizo lo mismo y sentí el calor que irradiaban sus manos—. Pero tú y yo no somos gente corriente.

—¿Y eso qué significa?—murmuré.

—Significa que si alguien intenta hacer que caigas, yo mismo me encargaré de que no lo haga una segunda vez.

No ponía en duda sus palabras y esa era una de mis tantas preocupaciones. Estaba claro que yo tampoco permitiría que nada malo le sucediese, pero su determinación me llegaba a resultar abrumadora y es por eso que trataba de pensar con la cabeza fría antes de actuar.

Estaba claro que si algo me sucedía, más de una persona sufriría por mí.

El camino de vuelta a casa transcurrió en silencio, lo cual me ayudó a ordenar un poco mis ideas. Al pasar junto a la cabaña de Lilith observé que estaba en completa oscuridad. Una vez más pensé en la barrera que había mencionado y en la que rodeaba la academia. Tal vez la persona que la había erigido era la única que podía destruirla, pero eso carecía de sentido porque nadie sabía que Lilith estaba presa dentro de aquella estatua.

Cuando llegamos al pueblo, escuchamos voces en la lejanía y al entrar en la plaza principal vimos a un grupo de personas que se arremolinaban en torno a lo que parecía un muñeco de paja. Traté de acercarme. Quería escuchar lo que estaban diciendo.

—La sangre se paga con sangre—dijo una voz masculina.

—La violencia no es la solución, Jean—dijo otra voz masculina—. Ni siquiera podemos estar seguros de que ellas tengan algo que ver con los crímenes.

Recordé lo que en otras ocasiones me había sucedido al entrar en contacto con otras personas de mis sueños y mi teoría se cumplió cuando atravesé el cuerpo de la mujer que tenía delante.

—Son unas arpías. ¡Hijas del mismísimo Diablo!

Todo mi cuerpo se paralizó cuando mi mirada se cruzó con la de aquel hombre cuyos ojos azules aborrecía.

—Vámonos de aquí.

La mano de Jared rodeó la mía y tiró de mí con cuidado, pero me resistí.

—Tienen que devolvernos todo lo que nos han arrebatado—murmuró alguien.

—No podemos permitir que todas estas muertes hayan sido en vano. Cualquiera de nosotros puede ser la próxima víctima—el hombre de ojos azules volvió a hablar y la rabia empapó sus palabras.

—Ninguna debe quedar impune. La niña tampoco.

—Nina.

Volvió a tirar de mí y esa vez lo hizo con más fuerza. No le sirvió de nada.

—¿No hablarás en serio?—volvió a decir la voz de antes—¿Insinúas que esa criatura tiene algo que ver con todo lo que está sucediendo?

Una risa escalofriante trepó por su garganta y en ese preciso instante, alguien se acercó a él y le dio una antorcha.

—Esa bruja escurridiza está tratando de poner a mi hijo en mi contra—se detuvo para escupir en el suelo y cuando tragué mi saliva, la misma me supo a mi propia bilis—¡Todas las brujas deben acabar en el mismo sitio!

—Estáis locos.

El hombre que se alzó en nuestra defensa se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Sus brillantes ojos verdes se quedaron grabados en mi mente y me hubiese gustado poder agradecerle lo que había hecho. Defender a personas inocentes.

—¡Quememos a las brujas en la hoguera!

El hombre de ojos azules, Jean, le prendió fuego al muñeco de paja mientras el público repetía su última frase. Los brazos de Jared me rodearon y esa vez no opuse resistencia. Mi cuerpo entero tembló cuando procesé todo lo que acababa de pasar. Por suerte, él me sujetó con fuerza cuando una tormenta de sentimientos me agitó. Caló en mí el olor a humo y cenizas, transportándome a una noche que deseé poder borrar de mi memoria.

No supe con exactitud en qué momento me alejó de allí, ni tampoco cuando comencé a llorar. Cuando quise darme cuenta, estaba sentada sobre la cama de mi habitación mientras sus labios cubrían los míos, acallando mis sollozos. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top