Capítulo 92

Necesitaba un poco más de tiempo para pensar y asegurarme de que no estaba tomando una decisión precipitada que nos pusiera a todos en peligro. Llevarme a Jared conmigo me parecía una auténtica locura, pero había una parte de mí que confiaba tanto en él como en Cassandra. Si ella había tomado esa decisión era porque resultaba realmente necesario.

—Si finalmente acepto—comencé a decir en voz baja— ¿Cómo lo haremos?

Jared colocó sus manos sobre mis hombros y me incliné hacia atrás para mirarlo a los ojos.

—A través de la transmutación.

Eso significaba que tendría que emplear la habilidad de la cuarta prueba para cumplir con mi parte del trato.

—Pero ni siquiera sé cómo se usa. Yo jamás...

Un pequeño nudo de nervios comenzó a cobrar vida en la parte baja de mi estómago y amenazó con extenderse por todo mi cuerpo. Me pregunté qué pasaría si no era capaz de conseguirlo pero el miedo que sentí por las posibles consecuencias me impidió decirlo en voz alta. Jared frunció los labios y ladeó ligeramente su cabeza hacia la derecha.

—Has dicho que me darás una respuesta mañana. No pienses en eso ahora—apretó ligeramente mis hombros y deslizó lentamente sus manos por mis brazos hasta llegar a mis muñecas—. Esta prueba es más sencilla de lo que piensas.

Soltó mis manos y dio un paso hacia atrás. Rompió el contacto visual por un instante y echó un vistazo a nuestro alrededor.

—Sé que no es una decisión fácil de tomar, pero se suponía que debía decírtelo más adelante. Si de lo que tienes miedo es de no poder controlar tus poderes déjame decirte que estás equivocada. Esta noche te demostrarás a ti misma que eres capaz de eso y de mucho más.

Asentí mientras entrelazaba los dedos y respiraba con lentitud para tratar de calmarme.

—Pero si tienes miedo de mí o de lo que pueda llegar a hacer si me llevas contigo, déjame decirte que no tienes de qué preocuparte—dijo completamente en serio—. Nunca haría nada que pudiera ponerte en peligro.

—Lo sé—dije sin rodeos—. Aún así, me gustaría que le llevaras un mensaje a Cassandra de mi parte.

Jared entrecerró los ojos y me miró con atención. Tragué saliva y acorté la distancia que nos separaba. Me pareció dejar de escuchar su respiración mientras me giraba ligeramente hacia un lado e introducía mi mano en el bolsillo trasero de mi pantalón para extraer un trozo de papel doblado.

—¿Una llave?—dijo sin apartar los ojos del dibujo.

—Sí—dije mientras lo observaba mirar con detenimiento cada detalle plasmado sobre el papel—. Quiero que le digas que si está dispuesta a entregármela yo lo estaré a cumplir con mi parte del trato.

—¿Y si se niega?

Comencé a doblar el papel con cuidado mientras pensaba en una posible respuesta para su pregunta. Lo que le pedía era arriesgado y lo cierto era que no estaba segura de cuál sería su reacción. Sin embargo, no perdería nada por intentarlo. Trajera o no esa llave con él, yo sería la que tomaría la decisión final. Sólo quería ponerla a prueba.

—Necesito saber que puedo confiar en ella y ésta es una de las pocas oportunidades que tengo para comprobarlo.

Se limitó a asentir y me arrebató el papel de las manos.

—Me alegra ver que conservas esa técnica tan delicada a la hora de dibujar—colocó la hoja entre sus dedos y la guardó en el bolsillo delantero de sus pantalones—. Cuando quieras mostrarme el resto de dibujos que haces en tu tiempo libre, estaré encantado de verlos.

La sonrisa que tiró de sus labios me hizo sentir un ligero cosquilleo en la nuca. Si cerraba los ojos podía recordar con exactitud el retrato exacto que tenía de él sobre la mesa de mi escritorio, así que esa vez fui yo la que desvió la mirada para intentar disimular el ligero rubor que debía haber cubierto mis mejillas.

—¿Cómo se supone que usaré la transmutación contigo?

—Es muy fácil—dijo mientras se cruzaba de brazos y me lanzaba una mirada despreocupada—. Sólo tienes que tocarme.

—¿Y ya está?

—Sí. Pero para conectar conmigo, primero tienes que hacerlo contigo misma.

—¿Y cómo puedo hacer eso?

—¿Qué tal si empezamos a practicar?—sugirió—. Ya verás como es más sencillo de lo que piensas.

Me cogió de la mano y comenzó a caminar alejándose del invernadero. Se colocó a varios metros de distancia y lo único en lo que pude pensar mientras se desplazaba hasta ese lugar era en lo cálida que se sentía su manos alrededor de la mía. Centrarme en ese tipo de cosas era una forma de evitar pensar en lo que me había dicho minutos antes.

—¿Recuerdas cómo era el procedimiento de la prueba de telequinesis?

—Sí.

Para aprender a usar la telequinesis sólo tuve que practicar la visualización de objetos en mi mente. Una vez hecho eso, imaginar que los movía hasta un sitio concreto era el segundo y último paso.

—Pues aquí tienes que hacer lo mismo pero centrándote en tu cuerpo.

Quizás Morgan se equivocó cuando dijo que a medida que superásemos las pruebas, éstas serían más difíciles.

—¿No tengo que hacer nada más?

Negó con la cabeza, soltó mi mano y comenzó a alejarse.

—¿Adónde vas?

Jared se colocó a escasos metros de las columnas de mármol y extendió sus brazos en mi dirección.

—Al lugar exacto al que tienes que teletransportarte.

En ese preciso instante me pareció sentir que cualquier rastro de magia que poseía se desvanecía por completo. Lo primero que pensé fue que jamás sería capaz de lograr algo así, pero él pareció darse cuenta y comenzó a hablar antes de que esos pensamientos fueran a más.

—Tranquila. Tú sigue mi voz y cuando abras los ojos estarás justo aquí—llevó las manos a su espalda, me indicó con la barbilla el lugar que debía ocupar y sonrió brevemente—. Respira lentamente y cierra los ojos.

Hice lo que me pidió y la oscuridad cayó sobre mí. Mis sentidos se pusieron alerta y esperé ansiosa sus siguientes palabras.

—Olvídate de todo y céntrate únicamente en mi voz. La oscuridad que ves pronto comenzará a disiparse mientras lo haces—por extraño que pareciese, sus palabras comenzaron a cobrar sentido en el momento que le di vida a la imagen que había visto momentos antes de cerrar los ojos—. Visualízame—lo hice y noté cómo mi corazón empezaba a latir con más fuerza—. Ahora ven conmigo, Nina.

Cuando lo vi con total claridad tuve que reprimir el impulso de salir corriendo hacia él. Tenía que hacerlo bien, con calma, sin prisas. Di un paso hacia delante y cuando lo hice, no sentí el suelo bajo mis pies.

—¡Estoy flotando!

—¡No abras los ojos!

Me costó mucho no hacerlo. Miré hacia abajo y volví a comprobar que seguía levitando sobre un suelo completamente blanco. Todo a mi alrededor era de ese color a excepción de Jared.

—Tú puedes hacerlo—dijo desde el otro lado.

Tenía los ojos cerrados y los brazos extendidos hacia delante, como si estuviera esperando que llegase a su lado cuanto antes. Observé su expresión relajada y me pregunté qué haría una vez que estuviera dentro. Quise confiar en que Cassandra no sería capaz de ponernos en peligro. Si alguien nos descubría, estaríamos perdidos y todo lo que habíamos logrado hasta ese momento sería en vano.

—No te pasará nada mientras esté a tu lado.

Sus palabras de ánimo me hicieron sentirme valiente aunque sólo fueran unos segundos. La tensión abandonó mi cuerpo y fue sustituida por una sensación cálida y agradable. A medida que me acercaba a él me sentía más eufórica y cuando lo tuve justo enfrente de mí, rodeé sus hombros con mis brazos y sentí que la gravedad me golpeaba de lleno, haciéndome caer como un peso muerto.

—Ya te tengo.

Sus brazos me sujetaron con fuerza, rodeándome la cintura y cuando abrí los ojos, fui consciente de lo cerca que estábamos.

—Gracias—dije con voz entrecortada.

Nuestras respiraciones agitadas se mezclaron y me pregunté si el verdadero motivo era haber practicado la transmutación o si se debía a otra cosa. Él no se apartó y yo tampoco lo hice. Mis pies no tocaban el suelo pero no pareció importarle.

—Lo siento.

Su mirada me atravesó y me tembló el labio antes de hablar.

—No te disculpes. Sólo son órdenes, Jared. Sólo son órdenes.

Cuando cerró los ojos y comenzó a bajarme, sus pestañas oscuras le rozaron los pómulos. La luz de la luna acentuó sus rasgos y proyectó sombras bajo sus ojos.

—Si estás cansado, podemos continuar mañana.

Antes de contestarme, llevó una de sus manos hasta mi mejilla derecha y acunó mi rostro.

—Me importas.

—Tú también me importas—susurré.

Jared se inclinó hacia delante como si tuviera la intención de hablarme al oído y yo coloqué una mano sobre su pecho, justo encima de su corazón. Latía desbocado, al igual que el mío.

—Ahora viene lo difícil—su aliento me hizo cosquillas en el cuello—. Voy a esconderme en el bosque y tú vas a encontrarme.

—Yo...—titubeé—. No sé si voy a poder.

—No hay nada que no puedas hacer—sus labios presionaron suavemente mi mejilla—. Búscame, Nina.

Dejé de sentirlo justo en ese momento. Jared se esfumó, pero su voz seguía resonando en mi cabeza. Repetí el proceso de la transmutación tantas veces que acabé alejándome del invernadero. Aunque me hubiese dicho que no debía abrir los ojos, si no lo hacía jamás podría ubicarme. Ese fue mi error, porque cuando lo hice, dejé de oírlo.

—¡Jared!

Ajusté mi visión y observé una luz en la lejanía, así que me acerqué cautelosamente. La misma provenía de la casa que vimos el día que seguimos al niño y al estar a escasos metros de ella escuché un llanto proveniente del interior.

—¡Le harán daño por mi culpa!—dijo una voz infantil que reconocí al instante.

La puerta estaba entreabierta y sólo tuve que empujarla para entrar.

—¡No volveré a verlo!

Lo que vi esa noche volvió a poner mi mundo patas arriba. En la entrada del pasillo habían dos personas iluminadas por las luces que desprendían las velas del candelabro apoyado sobre una cómoda. Una de ellas era yo, que lloraba desconsolada mientras me agarraba con fuerza al vestido de una mujer que acariciaba suavemente mi espalda.

Y esa mujer...era Lilith. 

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