Capítulo 85

—¿A qué estáis esperando?

Morgan chasqueó la lengua y yo miré a mi compañera. Desde el primer día que nos conocimos, Phoebe no mostró ningún gesto de compasión o de empatía hacía mí, y sin embargo, la forma en la que me miró pareció indicar que aquella imagen distante y egocéntrica que ella misma había construido, no era su verdadero yo. 

—¿Acaso tienes miedo de que descubra algo que estás tratando de ocultar? 

Mi corazón comenzó a latir con rapidez cuando esas palabras salieron de su boca. Ella estaba de espaldas a Morgan, así que no pudo ver cómo asentía lentamente. Desvié la mirada hacia Morgan y observé que sonreía divertida. Con cada segundo que pasaba, me sentía más confundida, ya que era incapaz de diferenciar entre lo que estaba fingiendo y lo que no. 

—Adelante. No tengo nada que esconder.

Phoebe soltó un bufido.

—Eso habrá que verlo.

Cuando comencé a bajarme el cuello del vestido, el único sonido que podía escucharse era el del viento arañando las ventanas. Mantuve la mirada fija en el frente, pero evité encontrarme con los calculadores ojos de Morgan. Mis marcas quedaron al descubierto y algunas de mis compañeras no pudieron evitar dejar escapar alguna que otra exclamación de sorpresa. Todas sabían que no era algo que yo misma me hubiese hecho.

¿Qué pasaría cuando Phoebe descubriera que fue Kai bajo las órdenes de Morgan?

En su recuerdo, ella misma le dijo a Morgan que nuestras vidas no tenían ningún valor en sus manos. Tampoco me podía olvidar de que hasta hace poco tiempo, estaba convencida de que sentía algo por él.

Phoebe cerró los ojos con fuerza al tiempo que colocaba una de sus manos alrededor de mi cuello. Reprimí el impulso de apartarme y me mordí el interior de la mejilla, lo que provocó que un sabor metálico estallara por toda mi boca. 

Sicut liber, indica mihi fabulam tuam. Nulla sunt secreta inter nos, nunc mihi crede (como un libro, cuéntame tu historia. No hay secretos entre nosotros, ahora puedes confiar en mí).

Lo primero que sentí fue algo similar a una pequeña descarga en el centro del pecho y después, la oscuridad se cernió sobre mí. No se parecía en nada a lo que había experimentado con Kai. Traté de hablar en vano. Moví mis manos, pero no toqué nada. La temperatura pereció descender, a pasar de que el cosquilleo que sentía en el cuello estaba empezando a ser sustituido por una sensación de calor que iba en aumento.

No podía ver a nadie. Entonces, ¿por qué sentía tan vívidamente las manos de una persona alrededor de mi cuello?

Deseé poder decirle a Phoebe que me estaba haciendo daño. Si seguía ejerciendo esa presión, terminaría por desmayarme. 

—Solo complicarás las cosas si no dejas de moverte. 

Una voz masculina se abrió paso en medio de aquella oscuridad y todos mis sentidos se activaron de golpe. 

—¡Suéltame!

Esa vez, grité de verdad. Pataleé y lancé mi mano contra la persona que me tenía sujeta.

—Una vida se paga con otra y la tuya será la siguiente.

—Por favor...

—¡Cállate!

Sus manos abandonaron mi cuello unos segundos para lanzarme contra el suelo. Su aliento bailó sobre mi oído cuando se acercó y me habló en voz baja. Una arcada trepó por mi garganta, siendo la mezcla de la falta de aire y de la repulsión que me producía.

—¿Sabes cuál fue su deseo antes de morir?

La tela de su camisa se deslizó entre mis manos mientras él aumentaba la presión. Mi cuello ardía, pero el resto de mi cuerpo temblaba de frío. Mi rostro estaba bañado en lágrimas, pero no me serviría de nada llorar y suplicar. Él no sabía el significado de la palabra piedad.

—Que te dejara vivir.

Un rayo de luz se coló en la estancia, incidiendo justamente en sus ojos. Unos ojos de un azul que nunca olvidaría. Fríos como el hielo y temibles como el mismísimo diablo. Había visto su rostro tantas veces que me sentí como una tonta al no reconocer su voz. Era el mismo hombre que siempre intentaba matarme en mis pesadillas.

—T...te...

Me escocía la garganta, pero me obligué a hablar antes de que todo terminara.

—¿Acaso quieres expiar tus pecados antes de irte, bruja?

—Te ma...m...

—¿Intentas maldecirme, demonio?

Aflojó su agarré y sonrió con soberbia, por lo que aproveché su distracción para dejar salir toda la energía que se estaba acumulando en mi interior. 

—Te mataré.

Hablé en voz baja, pero pareció escucharme a la perfección. Todo sucedió tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar. Su rostro se contorsionó mientras retrocedía como si realmente hubiese sentido el fuego que hervía bajo mi piel.

—Tú...

Me miró horrorizado y yo me puse en pie, como si no hubiese estado a punto de morir.

—Arderás en el infierno. Todos pagaréis por lo que habéis hecho.

Ni si quiera pensaba en lo que estaba diciendo. El tono de amenaza que teñía mi voz me hizo estremecer y un segundo después, el hombre se prendió en llamas justo delante de mí. Retrocedí sin poder apartar la mirada de aquella gran bola de fuego.

Después de lo que pareció una eternidad, me miré las manos temblorosas y comencé a llorar.

—¿Cómo he podido hacer esto?—sollocé—.Soy un monstruo.

La oscuridad absorbió cualquier rastro de luz. Mis rodillas cedieron y me quedé sentada en el suelo. Terminé con la vida de ese hombre al igual que hice con Cassiel y me odiaba por ello. Me clavé las uñas en las palmas de las manos hasta que me hice sangre, pero en ningún momento sentí nada. Ni dolor, ni alivio. 

—Tranquila. Todo ha terminado. No dejaré que nadie vuelva a hacerte daño.

Una voz infantil surgió a mis espaldas y un instante después, unos brazos pequeños, pero firmes, me rodearon.

—¿Quién...?

—¿Recuerdas nuestra promesa?

Mis labios temblaron y dos lágrimas rodaron por mis mejillas.

—Sí...—susurré. 

El tiempo se detuvo a mi alrededor y pude volver a sentir la calidez de su cuerpo contra el mío.

—Donde tú vayas, yo iré—comenzó a decir.

—Donde tú vivas, yo viviré—continué.

—Tu pueblo será mi pueblo. 

Colocó su cabeza sobre mi hombro y su pelo me hizo cosquillas.

—Y tu Dios será mi Dios.

—Donde tú mueras, yo moriré, y allí seré enterrado.

Coloqué mis manos sobre sus brazos y los apreté con fuerza.

—Y estaremos juntos para siempre. 

—Para siempre—repitió, pero su voz sonó diferente. Habían pasado un par de años sobre ella.

Mis labios articularon su nombre, pero de pronto, una luz cegadora me envolvió y unos murmullos me sacaron del trance en el que había estado sumida.

Phoebe me sujetaba del brazo y yo hacía lo mismo con el suyo.

—P...perdón—me apresuré a decir.

Era consciente de la fuerza con la que me había estado aferrando a ella. Me llevé las manos a la cara y me limpié el frío rastro que las lágrimas habían dejado tras su paso. Cuando alcé la mirada, vi que a ella le pasaba lo mismo. 

—¿Te he hecho daño?

—Peor aún—dijo Morgan. Me giré hacia ella y vi las miradas de preocupación de mis compañeras—. Le has dicho que la matarás. 

***

Perdí la cuenta de las veces que traté de explicar que todo era un malentendido. Era consciente de que durante la prueba tuve una especie de visión en la que terminé con la vida de una persona, pero ni siquiera estaba del todo segura de si formaba parte de mi imaginación, o si realmente sucedió. Fuera o no cierto,  el revuelo provocó que Morgan solicitase hablar conmigo en privado al terminar todas la prueba.

Gwen y Cora fueron las siguientes en realizarla  y ninguna de las dos tuvo problemas con la otra, a diferencia de Cleo y Moira. Sobre ambas cayó la presión de ser las últimas, pero la que más se vio afectada fue Moira, que tuvo que intentarlo tres veces antes de conectar Cleo. Si bien Gwen y Cora no mostraron ningún comportamiento extraño hacia su compañera en el caso de haber visto algo raro, Cleo y Moira intercambiaron más de una mirada que no supe muy bien cómo interpretar.

El rostro de Gwen se mantuvo serio, a pesar de que siempre que la buscaba con la mirada, ella asentía de forma discreta. Era su forma de decirme que no me preocupase. Si todo marchaba acorde a nuestros planes, esa misma noche me reuniría con ella y con Rina en la biblioteca. Entonces, podría contarles todo lo que había sucedido.

—Enhorabuena a todas—estábamos colocadas en semicírculo alrededor de Morgan. Gwen estaba a mi derecha y Phoebe a mi izquierda, la cual no me miró ni una sola vez desde que finalizó nuestro turno. Tampoco dejó de morderse las uñas en todo ese tiempo—. La cuarta prueba será "transmutación", el poder de moverse instantáneamente de un lugar a otro, es decir, teletransportación. Dentro de tres días volvemos a vernos en el exterior de la academia para poner a prueba vuestras dotes, aunque recordad, sólo una de vosotras será la próxima Bruja Suprema. 

Sus ojos se posaron en mí y deseé poder usar esa habilidad para desaparecer de su vista. 

—Nina, tú te quedas aquí. Tenemos algo de lo que hablar y el resto—dirigió una de sus manos hacia la puerta y ésta se abrió al instante—podéis iros.

Todas se giraron al mismo tiempo y comenzaron a marcharse.

—Miéntele—susurró Gwen cuando pasó por mi lado.

Un par de segundos después, la puerta se cerró con un crujido y me quedé a solas con Morgan. 

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