Capítulo 74

—Morgan piensa que Cassandra está muerta.

Jared llevó su mirada al frente, rompiendo el contacto visual. 

—Lo sé. Teníamos que hacerle creer que murió al intentar salvarte. 

Al igual que la noche anterior, estábamos sentados sobre el suelo y apoyados contra la pared de mármol del invernadero. Él tenía las piernas estiradas y yo me rodeaba las mías, posando el mentón sobre las rodillas. Se cruzó de brazos y pude ver con detalle el tatuaje de reloj de bolsillo que tenía junto al lirio de tigre y que le cubría parte del codo. Marcaba una hora exacta, las tres y cinco, lo que me hizo pensar que tendría un significado especial.

—Todo lo que sucedió esa noche fue otra mentira.

—Era la única forma de engañar a Cassiel—se giró ligeramente hacia mí y posó sus ojos en los míos—. Nunca me pareció correcto, pero no era yo quién daba las órdenes.

—¿Mi madre sabía que estabais en Salem?

Pareció dudar antes de contestarme.

—Sí—admitió—. No es la primera vez que...trabajamos juntos. 

—No logro entenderlo.

¿Cómo era posible que no me hubiese percatado de nada?

—Tú la conoces mejor que yo. Es muy difícil tener secretos con Cassandra, pero no hay nadie mejor que ella para guardarlos.

Aunque me resultara doloroso admitirlo, mi vida había sido una especie de ilusión temporal. 

—Ya no sé en qué creer.

Aparté la mirada y observé los pliegues de mi vestido.

—Yo creo en ti.

Dejé de respirar por un segundo cuando dijo esas palabras.

—¿Crees que podré descubrir qué trama Morgan sin que acabe conmigo primero?

—¿Quieres saber lo que realmente pienso?

Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro cuando lo miré de nuevo. Antes de contestarle, sentí un revoloteo en el centro del pecho.

—Sí.

Jared se inclinó hacia delante, como si tuviera la intención de decírmelo al oído. Entrelacé las manos sobre mi regazo esperando su respuesta, pero parecía estar tomándose su tiempo antes de hablar.

—Creo que Morgan está jugando con fuego—su aliento bailó sobre mi cuello y mi piel se erizó—y que se va a quemar.

Cerré los ojos con fuerza, notando la velocidad a la que mi corazón latía y traté de buscar una respuesta coherente. 

—Quiero...entenderla.

Jared se apartó lentamente.  Me miró con curiosidad y pude ver las motas doradas que bailaban en su iris.

—¿A Morgan?

—Tiene que haber un motivo que la haga actuar así. ¿Por qué tiene a Lilith encerrada?, ¿qué quiere realmente de nosotras?

—Tú misma me lo has dicho antes.

Tenía razón, pero después de descubrir que tenía una hermana cuyo paradero desconocía, y tras haber visto el recuerdo que compartía con Kai, no podía quitarme de la cabeza que algo muy importante se encontraba detrás de todo lo que estaba pasando.

—No paro de pensar en el hecho de que tenga una hermana. Que tú tampoco lo no supieras no hace que me quede más tranquila.

—Nosotros ejecutamos las órdenes. Normalmente sólo nos informan de lo justo y necesario.

Lo miré y me pregunté si la noche que me trajo a la academia sabía el verdadero motivo por el que lo hacía. Quise preguntarle, pero mi voz interior me decía que prefería que él me lo dijese por voluntad propia. Sabía que ese momento llegaría tarde o temprano. 

—¿Cuándo me dirás tu parte del trato?

Mi pregunta lo pilló con la guardia baja y no pudo evitar esconder su sorpresa. Por un instante, sentí que no sabía qué debía decir.

—Cuando haya cumplido con la mía.

Su rostro estaba serio, pero ese breve momento de tensión se rompió cuando alzó la mano y colocó detrás de mi oreja algunos mechones sueltos, rozándome las mejillas con la punta de los dedos. En realidad, pude haberle preguntado, pero yo...

Confiaba en él.

—Ven conmigo.

Me levanté con cuidado y lo miré.

—¿Y las prácticas?—tendió su mano hacia mí, como si realmente necesitase mi ayuda. 

—Practicaremos cuando me asegure de una cosa—agarré su mano y tiré suavemente de ella—. Además, si agoto toda tu energía ahora estarás fuera de combate y me quedaré sola hasta que despierte. 

—Puedes estar tranquila. Siempre cumplo mis promesas—sin soltar mi mano, se quedó parado frente a mi—. ¿Dónde quieres llevarme?

Sus hoyuelos se marcaron cuando sonrió.

—Es una sorpresa.

Asintió en respuesta y se colocó a mi lado.

—Vamos.

***

Jared

Nina comenzó a adentrarse en el bosque y yo la seguí preguntándome dónde me llevaría. ¿Y si había recordado algo que no me había contado todavía? Nuestra conversación de unos minutos atrás pudo haber tenido un final muy diferente. En realidad, me faltó muy poco para contárselo todo allí mismo. Llamémosle paciencia, porque ni yo mismo fui capaz de entender cómo volví a mis sentidos y no lo eché todo a perder. 

—¿Cómo te encuentras?

Su voz fue a penas un susurro. 

—Bien. Ahora aguantaré sin problemas.

La miré por el rabillo del ojo y la vi sonreír por un instante. Caminaba con calma y aunque podía parecer tranquila, su interior debía de ser un completo caos. Sus brazos se mecían con suavidad y la brisa nocturna se deslizaba entre su pelo.

—Lilith me ha contado que entrar en los sueños de otra persona no es nada sencillo—posó sus ojos verdes en mi. Algo revoloteó en mi pecho cuando lo hizo—. No cualquier persona puede hacerlo.

Que hubiese descubierto el lugar exacto en el que se encontraba Lilith me hizo respirar tranquilo, pero por otro lado, despertó en mí el temor de que le contase toda la verdad.  Aún no estaba preparada. Teníamos que esperar un poco más...

—Tiene razón. Requiere una gran concentración de energía.

—¿Has notado algo raro alguna vez?—preguntó—. Como si hubiera alguien más.

Un escalofrío recorrió mi columna. Si me había hecho esa pregunta, no era por mera curiosidad. 

—Sólo hay dos formas de poder entrar en los sueños de otro. 

—Lo sé. Es posible que una de mis compañeras haya estado aquí. 

Se detuvo y se abrazó a sí misma.

—Nunca he sentido otra presencia.

Si ese fuera el caso, lo sabría.

—¿De verdad?—me miró preocupada—. Si te estoy poniendo en peligro al tener que ayudarme—apretó los brazos a su alrededor—. Si Morgan nos descubre...No quiero arrastrarte conmigo. Tú no tienes la culpa de nada.

—¿Y tú sí?

Rompió el contacto visual y cerró los ojos. Me dolía verla sufrir. No sabía hasta cuándo podría seguir soportándolo. 

—Sí.

—¿Cómo dices?

Di un paso hacia delante y ella no se movió.

—¡Que sí!—dejó caer sus brazos hacia delante y cerró las manos en dos puños. Me lanzó una mirada cargada de dolor—.¿Por qué crees que bloquearon mis recuerdos?—transcurrieron unos segundos antes de que volviera a hablar—. Hace unos días recordé que Cassandra y Morgana me hicieron esto. Yo fui la que les obligó a renunciar a sus vidas—sus ojos comenzaron a enrojecerse—. Soy una molestia para todo el mundo. He llegado a un punto en el que tengo miedo a recordar. ¿Y si descubro que era una mala persona?—el tono de su voz comenzó a descender—. Ese niño...—su rostro palideció—está muerto. No fui capaz de salvarlo—dos lágrimas rodaron por sus mejillas y yo sentí que el mundo a mis pies se tambaleaba—. Era mi mejor amigo y ni si quiera soy capaz de recordarlo. ¿En qué me convierte eso?

—Esto no es culpa tuya.

—¿Entonces de quién es?—las lágrimas seguían acumulándose en sus ojos.

Di otro paso hasta colocarme justo en frente de ella. Su cuerpo temblaba ligeramente y me odié por permitir que esa situación se produjera con frecuencia. ¿Todavía era demasiado pronto?, ¿No sería capaz de afrontarlo?

No tenían ni idea de lo rota que estaba. De lo culpable y sola que se sentía. Mientras que ellos daban las órdenes, yo tenía que intentar actuar como si no supiera nada.

Hacer eso era como morir por segunda vez.

—Nina, escúchame—coloqué mis manos alrededor de sus mejillas y la obligué a mirarme—. Créeme, por favor—limpié sus lágrimas con cuidado—. A él le dolería mucho saber que estás así. También a Cassandra y a Ane—aparté su pelo hacia atrás y deslicé mis dedos por sus suaves ondas—. Si estás es la academia es porque tienes la capacidad suficiente para enfrentarte a las siete pruebas. Nadie te abandonaría aquí a tu suerte—colocó sus manos sobre mis brazos y me alivié al comprobar que mis palabras estaban surtiendo efecto en ella—. Ahora que sabes cómo contactar con Lilith, ella podrá ayudarte desde dentro. También están Gwen y Rina—me incliné hacia ella y coloqué mi frente contra la suya—. Me tienes a mí. Te prometí que no te dejaría sola y no lo haré. 

—¿Y si no soy quién tú crees?

—Sólo conozco a una chica capaz de dar su vida por otra persona y esa eres tú, así que no me digas que eres una mala persona.

En lugar de responderme, se inclinó hace delante y colocó su cabeza contra mi pecho, justo encima de mi corazón. No tardé ni un segundo en abrazarla y deseé poder permanecer así toda la noche. No me importaba si no volvíamos a hablar en todo ese tiempo. La seguridad de tenerla conmigo era todo lo que necesitaba.

Nina era como el rayo de luz de luna que se colaba en una habitación repleta de oscuridad y no estaba dispuesto a volver a perderla. 

Sentí cómo su corazón pasó de la agitación a la calma y entonces habló.

—Gracias—musitó—. Yo también cumpliré mi promesa

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