Capítulo 71
—Escúchame, Nina—su suave voz me envolvió—. Esto no es ningún sueño.
—Pero...yo—sentí la garganta seca al tragar—. ¿Cómo he llegado hasta aquí?—recorrí la sala con los ojos y no observé ninguna puerta.
—No tenemos todo el tiempo que a mi me gustaría—cerró los ojos y suspiró—pero creo que será el suficiente para ayudarte a...aclarar varias cosas importantes.
—¿Me conoces?
—Tan bien como tú a mí. El problema es que no me recuerdas—sus palabras se sintieron como un jarrón de agua fría. Fue otro golpe de realidad—. Tus recuerdos antes de los diez años están guardados bajo llave en algún rincón de tu cabeza. Has olvidado partes de tu vida y a las personas con las que los compartiste. Has crecido—colocó la palma de su mano sobre mi mejilla—pero sigues siendo fuerte y valiente. No cualquier persona habría sido capaz de aguantar como tú lo has hecho—retiró su mano y la colocó sobre mi muñeca derecha. Descendió los ojos hacia ese punto y volvió a mirarme—. ¿Morgan te ha hecho esto?
Tras unos segundos comprendí a lo que se estaba refiriendo y negué con la cabeza.
—¿Y qué hay de esas marcas en el cuello?
Aunque ella no lo hiciera en primera persona, había sido la causante. Pareció leer la respuesta en mis ojos y asintió. Después, colocó sus dedos sobre la marca y susurró unas palabras en un idioma que no conocía.
—¿Por qué estás aquí?
—Por el mismo motivo que tú estás en la academia.
—Ella te encerró aquí.
—Esa chica egoísta tiende a deshacerse de todo aquello que obstruya sus planes. Aunque no lo parezca, es débil y demasiado predecible. No suele detenerse a pensar antes de actuar, es por eso que todo lo que hace tiende a ser defectuoso.
Estaba claro que ella la conocía. Tal y como me había contado Gwen, Lilith fue la verdadera fundadora de la academia. Era muy probable que ella misma la acogiese.
—¿Hay alguna forma en la que pueda ayudarte?
—Por desgracia, no he averiguado cómo salir de aquí todavía. La única ventaja con la que cuento es que no eliminó con totalidad mis poderes.
—¿Cómo te encerró en éste lugar?
—Es una larga historia...pero básicamente habría acabado con la vida de una persona muy especial para mi si me hubiese negado—rompió el contacto visual y se abrazó a sí misma.
—¿Soy la única que sabe que estás aquí?
—Sí. También eres la única que puede entrar y salir a parte de ella.
—¿Por qué?—percibí la incredulidad en mi voz—. No soy nadie comparada contigo.
Abrió los ojos y colocó sus dos manos a ambos lados de mis hombros.
—Te equivocas. ¿Por qué crees que Morgan estaba desesperada por encontrarte?
No fui capaz de hablar. Me limité a mirarla con cara de no entender lo que estaba tratando de decirme.
—Por tus venas corre la sangre de una bruja y un demonio. Eso lo sabes, ¿verdad?
Asentí mientras que el agarre que ejercía sobre mis hombros aumentaba.
—Pero no eres la hija de una bruja y de un demonio cualquiera.
—Yo...—mi voz tembló. Las lágrimas acudieron a mis ojos—. Nunca he conocido a mis padres. Cassandra me contó que no era mi verdadera madre después de llegar a la academia.
—¿Has hablado con ella?—su rostro palideció—. Eso no puede ser posible.
Su mano volvió a colocarse sobre mis ojos y los cerré instintivamente.
—¿Está viva?
—Sí.
¿Por qué me estaba preguntando eso?
—¿Estás segura?
Asentí. Jared me había dicho que tanto ella como Ane estaban a salvo.
—Entonces...ella no murió la noche que llegaste.
—¿Morgan te dijo eso?
Cuando pronuncié esas palabras, apartó su mano con rapidez.
—Sí—sentí el temblor que se apoderó de sus manos y las rodeé con las mías.
—Cassandra y Morgana. Las dos están a salvo. Ya te he dicho que soñé con ella.
Lilith frunció los labios y negó con la cabeza.
—Tuvo que ser una ilusión. No es tan sencillo entrar en los sueños de otra persona.
—Pero yo la vi. Me dijo que no me preocupase por ella y me contó que estaba bien—soné desesperada. ¿Una ilusión?—. Me habló sobre mi madre biológica. ¿Me estás diciendo que todo fue una mentira?
—Sólo hay dos formas de entrar en los sueños de una persona. O eres una bruja que tiene esa habilidad, o eres alguien que tiene una conexión especial con ella.
El mundo se tambaleó a mi alrededor. ¿Estaban accediendo a mis sueños sin que yo lo supiera?, ¿significaba eso que alguien más sabía lo que había estado haciendo con Jared?
—¿Sabes si fue Morgan la que hizo eso?
—No. Ella no pudo haberlo hecho porque no tiene ese poder en su mano.
Sólo conocía a una bruja que poseía esa habilidad.
Phoebe.
Mis piernas cedieron y mis rodillas golpearon el suelo con un sonido seco. Intenté buscarle una respuesta a todo lo que acababa de escuchar, pero era incapaz. Me llevé las manos a la cabeza y presioné mis sienes. Me sentía inútil. No era capaz de recordar nada y apenas sabía algo de mi pasado. Sin embargo, ese no había sido motivo suficiente para que se aprovechasen de mi debilidad.
—¿Qué he hecho para merecer esto?—mi pecho se sacudió. Una lágrima golpeó mi mano. Después otra y otra.—¿Por qué me hacen esto?
Cerré los ojos con fuerza y sentí que sus brazos me rodeaban. Me dejé caer hacia delante y colocó mi cabeza en su hombro.
—Ya está—palmeó mi espalda con delicadeza—. Tranquila, todo saldrá bien. Tú no tienes la culpa de nada. Nunca la has tenido.
La forma en la que me sostuvo me recordó a la de una madre tratando de calmar a su bebé. Puede que mi mente no fuera capaz de recordarla, pero mi cuerpo sí lo hacía. Estaba segura de que no era la primera vez que la abrazaba. Mis brazos la rodearon y me sentí como en casa.
—Siento...no recordarte—musité.
Su mano se deslizó por mi pelo y se apartó ligeramente para mirarme a los ojos.
—Una parte de ti sí lo hace. De lo contrario, me habrías tenido miedo. Me habrías rechazado. ¿Por qué aceptarías que un desconocido se acercase a ti de esta forma?
—Quiero recordar...pero no puedo.
—Alguien aparte de tus dos compañeras te está ayudando, ¿verdad?—más que una pregunta, fue una especie de afirmación—. Temes que le suceda algo por estar rompiendo las reglas.
No me habría servido de nada ocultárselo y no quería hacerlo. Sus palabras me hicieron caer en la cuenta de que a él tampoco lo rechacé, incluso después de saber que me había llevado a la academia. Me había aferrado a la idea de que quería seguir viéndolo por nuestro trato, pero la verdad era que habíamos llegado a un punto en el que la mera idea de que desapareciera de la noche a la mañana me aterraba.
—Sí, pero no es...no es como yo.
—Es importante para ti y tú lo eres para él. Si no, no se estaría arriesgando de la forma en la que lo está haciendo.
Mi corazón se sacudió. Debía ser sincera en todos los sentidos.
—Cada noche revivo el mismo sueño. Estoy en Salem pero...el pueblo es de otra época. Las personas de allí nos desprecian y nos acusan de crímenes que no hemos cometido—sentí una opresión en el pecho mientras le confesaba mis pesadillas—. Creo que todo lo que pasó en ese entonces fue por mi culpa.
—Nina...
—Antes has dicho que ofrecí mi vida por la suya. Pero, ¿por qué él no está aquí y yo si?
—Para que se lleve a cabo un trato, las dos partes tienen que estar de acuerdo.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que, al fin y al cabo, él fue quién te salvó a ti. No estarías aquí ahora si no fuera por ese niño.
Ese niño.
—Pero...yo no necesitaba ser salvada. ¡Merecía morir por lo que había hecho!—las palabras salieron disparadas de mi boca.
—¿Lo recuerdas?—arqueó sus cejas. Una sensación desagradable recorrió mi columna.
—¡Nina!
Miré a mi alrededor. De pronto, comencé a sentirme aturdida. ¿De dónde provenía esa voz?
—Rina...—susurré. Mis párpados pesaban demasiado.
—Nuestro tiempo se ha agotado—los brazos de Lilith me rodearon y me estrechó con fuerza—. Ya sabes cómo entrar, pero asegúrate de hacerlo cuando no haya nadie a tu alrededor.
—Lilith—dejé de sentir mi cuerpo—. ¿Él murió por mi culpa?
Antes de cerrar los ojos, vi que negó con la cabeza.
—Hay una cosa más que me gustaría compartir contigo. Morgan no fue, no es, ni será nunca la Bruja Suprema.
—¡Despierta, Nina!—unas manos zarandearon suavemente mis hombros y comencé a sentir la frialdad del suelo sobre el que estaba apoyada—. ¿Puedes escucharme?
Abrí los ojos lentamente y respiró aliviada.
—Me has asustado—noté que sus dedos se clavaban ligeramente en mis hombros—. ¿Qué ha pasado?—me inclinó y me quedé sentada—. ¿Te has hecho daño en alguna parte?
—Yo...—logré decir—. La he visto.
—¿A quién has visto?—cogió mi mano con rapidez—. Tu cuerpo está frío. Estabas levitando, Nina. ¿Recuerdas algo de lo que ha pasado?
—No es la Bruja Suprema, Rina.
Abrió los ojos de par en par. Miró a su alrededor y se acercó más a mi.
—¿Qué estás diciendo?—susurró—. Creo que has sufrido una conmoción. ¿Te ha sucedido antes?
—No es...no me he imaginado nada. Ella nos está mintiendo.
—¡Nina!—oí el golpeteo de unos pasos a nuestras espaldas.
—No le menciones esto a nadie. Ya hablaremos más tarde.
—¿Te encuentras bien?—Kai se arrodilló y me miró preocupado—. ¿Qué ha pasado?
Miré a Rina y ella asintió.
—Me he mareado—me apresuré a decir—. Puede que el agotamiento y el estrés continuo me estén pasando factura, pero gracias a Rina me encuentro mejor—asintió y se incorporó. Su expresión era seria y su ceño se frunció cuando miró a Kai.
—No ha sido nada. Todas estáis bajo presión, pero vuestra salud es más importante.
—Tendré más cuidado a partir de ahora.
Traté de incorporarme pero todavía no era capaz de controlar mi cuerpo por completo.
—¡Cuidado!
Mi codo se dobló y perdí el equilibrio justo cuando el brazo de Kai rodeó mi cintura. Sin embargo, más que agradecérselo, hubiese preferido que me dejase caer. Después de lo que sabía, me resultaba difícil estar a su lado sin saber cuáles eran realmente sus intenciones.
—Tranquilo, estoy bien—miré a Rina y ésta entendió de inmediato mi mensaje. Estiró sus brazos hacia mi y agarré sus manos. Un instante después me encontraba frente a ella. Rina me dio un fuerte apretón de manos antes de hablar.
—¿Crees que puedes andar por ti sola?
—Sí—caminé un par de pasos y al aturdimiento que se cernía sobre mi comenzó a desaparecer—. En unos minutos estaré como nueva.
—Si necesitas cualquier cosa no dudes en avisarme.
—Gracias.
—Me retiraré entonces. Suerte.
Rina se giró y subió por las escaleras. En ese instante, Kai se colocó a mi lado. Me giré hacia él y me topé con sus profundos ojos azules.
—¿Seguro que te encuentras bien?
—Sí, no te preocupes. Además, no tenemos tiempo que perder. La tercera prueba es el viernes.
—Nunca dejas de sorprenderme—sonrió ligeramente y dio un paso hacia delante—. ¿Vamos a la biblioteca entonces?
Asentí y comencé a andar. Respiré lentamente, intentando calmar mi corazón agitado. Tenía que hacerlo mejor si no quería que se percatase de mi repentino cambio de actitud hacia él. Si tenía que mentir, mentiría. Si tenía que fingir, fingiría. Si quería que todos pensaran que seguía siendo una pobre chica, perdida y asustada, tendría que jugar todas mis cartas, porque una cosa tenía clara.
Me vengaría por todo lo que había pasado.
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