Capítulo 66
La historia no puede volver a repetirse.
—Rina—Gwen colocó una mano sobre su rodilla al tiempo que ella enterraba su rostro entre las manos—. No te fuerces demasiado. Sé lo duro que es.
A modo de respuesta, asintió con la cabeza y dejó salir con fuerza el aire que había estado conteniendo.
—Tranquila—coloqué mi mano sobre la de Gwen y le di un apretón.
Mi mente estaba tratando de dar orden a todo lo que ella había estado diciendo hasta ese momento. Sabía que era un bruja, pero no podría ni haberme imaginado quién era su madre. Me sentía confundida, sí, pero el estado en el que se encontraba me perecía más importante. No quería presionarla. Sabía que esa noche había accedido a verme para hablar conmigo, así que prefería que se recompusiese antes de seguir con su historia.
—Aquí tienes—Gwen le tendió un pañuelo con una amapola bordada en él.
—Gracias...—susurró—. Lo siento—aceptó el pañuelo y limpió el camino que lágrimas habían dejado al deslizarse por sus mejillas.
—No tienes que disculparte—Gwen se cruzó de brazos y apartó su pelo hacia atrás—. Nada de esto es culpa tuya—sus ojos se posaron en los míos—ni tampoco tuya. Aquí sólo hay un culpable. Morgan.
¿Por qué hacía todo esto?
Miré de nuevo a Rina y observé que sus hombros habían dejado de temblar y sus lágrimas de caer. Sentí un ligero pinchazo en el corazón al ser realmente consciente de la situación en la que nos encontrábamos. Me sentí mal por estar luchando contra alguien que se creía superior al mundo mientras se aprovechaba de nuestra condición. Morgan sabía que muchos de los recuerdos de mi pasado estaban confusos, a pesar de que contaba con la ventaja de que ella no sabía hasta dónde era capaz de recordar. En ese entonces, sabía que Cassandra no era mi madre biológica y que mi padre no había muerto en un accidente, sino que estaba vivo y que además era un demonio, así como que aquel lugar de mis sueños era real. El invernadero existió y también ese pueblo y esas personas. Por lo tanto, también era cierto que había un asesino o asesinos y que la niña que aparecía en mis sueños era yo, lo cual me hacía preguntarme por aquel niño. ¿Estaría bien?
La parte del relato de Rina en la que contó que hubieron asesinatos en su pueblo me hizo pensar si podría ser posible que los incidentes del lugar que visitaba cada noche estuviesen relacionados. Para estar completamente segura, primero tenía que ubicar la época y el lugar concreto, dato que seguramente estaría escondido por algún rincón de mis recuerdos.
Pero más allá de lo que tuvieron que sufrir ellas dos, más allá de ser tachadas de brujas y su madre de asesina y siendo expulsadas de aquel pueblo, abandonadas a su suerte y dadas por muertas, el nombre de aquel chico resonaba en mi cabeza.
Kieran.
¿Era el mismo al que Jared se había referido cuando entré a sus recuerdos?
Había vuelto para salvarla.
Se había sacrificado por ella.
—Seguidme—Rina se puso en pie y yo miré a Gwen, pero ella simplemente me miró y asintió—. Sé que esto está siendo desconcertante para ti, Nina—el tono de su voz mostraba que estaba recobrando la compostura—pero lo que ha estado sucediendo recientemente me hace pensar que lo único que está haciendo Morgan es adelantar los acontecimientos.
—¿Con eso te refieres a que una de nosotras se convertirá en la siguiente Bruja Suprema?—pregunté mientras me colocaba junto a Gwen.
—Eso es sólo la punta del iceberg—se giró hacia nosotras—esperad aquí. Vuelvo enseguida.
Rina desapareció entre las estanterías del segundo piso y aunque no nos dijo dónde iba, sabía a ciencia cierta lo que había ido a buscar. Me giré hacia Gwen y ésta frunció los labios.
—Sé que te debo una explicación—cruzó los brazos a la altura de su estómago y se giró quedando de frente a la mesa que teníamos delante—. El término amistad aquí está prohibido. Morgan prefiere la rivalidad, pero no todas pensamos como ella. Por suerte.
—Entonces tú y Rina...
—Sí. Somos amigas—admitió—.Cuando llegué aquí fue la única que estuvo a mi lado y me hizo comprender que no estaba sola y que nunca lo estaría a pesar de que Morgan tratase de construir barreras entre nosotras—me dirigió una mirada cargada de sinceridad—. También te considero mi amiga. Sé que puedo confiar en ti.
—Gracias—dije sintiendo que mi corazón daba un pequeño salto—. Yo también confío en ti.
—Lo sé—sonrió—. Sé que ahora mismo te estarás preguntando cómo ha podido suceder todo esto—suspiró—.Digamos que Rina ha olvidado un pequeño detalle. Cuando llegas a la Academia, Morgan se encarga de modificar tus recuerdos. Por esa razón los chicos creen que le deben la vida. Por esa razón...tus recuerdos siguen confusos.
—He...he recordado algunas cosas—admití.
El rostro de Gwen se volvió serio y abrió la boca, dispuesta a hablar, pero el sonido de un libro golpeando la mesa la interrumpió. Mis ojos se posaron en él, leyendo las letras rojizas que decoraban la cubierta de aquel cuaderno de color marrón. "Las siete pruebas".
—Creo que ya va siendo hora de ordenar esos recuerdos—Rina me miró. Su rostro estaba relajado—. ¿No te parece?
Sentí que las lágrimas acudían rápidamente a mis ojos cuando escuché sus palabras. No había otra cosa que deseara más en ese momento que recordar quién fui para decidir quién quería ser. Rina abrió el libro hacia la mitad y mis ojos se toparon con el dibujo de un bebé recién nacido cuyos pies y manos terminaban en pezuñas.
—Maledictus infans (un bebé maldecido)—leí en voz alta.
—¿Qué maldad puede haber en una criatura que ni tan si quiera ha pedido nacer?—preguntó sin esperar una respuesta—. Es algo que me pregunto y no sólo porque a mi se me haya llamado monstruo por ser la hija de un demonio y de una bruja. Siempre he pensado que somos fruto del amor entre dos personas, independientemente de lo que sea cada uno. No niego que existiera el amor entre mis padres, simplemente pienso que él fue un cobarde por no volver y hacerse cargo de sus responsabilidades. Mi madre...—se detuvo—nunca lo culpó, incluso en su lecho de muerte me pidió que no lo odiara por lo que había hecho.
—¿Cómo descubriste que eras hija de ambos?
—Como ya sabes, lo que os diferencia del resto de brujas es vuestra especialidad, es decir, que sois capaces de ejercer un control sobre un ámbito en concreto como nadie puede hacerlo. El tuyo—me miró—es el fuego y el de Gwen es la cartomancia. En realidad, crecí sabiendo que era una bruja, es más, mi madre me enseñó a dominar diferentes hechizos, principalmente los que implicaban la curación, ya que esa era su especialidad. Sin embargo, nuestro poder es...difícil de controlar—asentí—. Mi habilidad es el agua y digamos que cuando solía enfadarme de pequeña, cualquier recipiente que la contuviera, explotaba. Por no mencionar las variaciones del nivel del mar...—cerró los ojos y cogió aire con fuerza—. Mi madre nunca me dijo que mi padre era un demonio porque ella simplemente no lo sabía. Fue Kieran el que me lo dijo y claramente, al principio no lo creí, pero después me hizo ver que tenía razón. Mis ojos—su mirada se posó en la mía y observé que brillaban tanto como los míos—son como los tuyos, son—dijo mientras cambiaba de página—como estos—señaló la imagen que me había mostrado en la ocasión anterior y que reflejaban los ojos de las personas que eran hijos de una bruja y de un demonio.
—Es una pena que sólo vosotras podáis manipular el libro—se quejó Gwen—. La cantidad de información que hay aquí es impresionante.
—Así lo quiso Lilith.
—¿Ella lo escribió?—pregunté.
—Lo escribió y lo hechizó—admitió—al igual que su estatua en la entrada. Por eso sólo nosotras podemos tocarlo. Nadie más puede.
—Supongo que tus pensamientos hacia ella son iguales que los de Gwen—Rina miró a Gwen, confundida.
—No se lo tengas en cuenta a Cleo—hizo un ademán con la mano restándole importancia—. A palabras necias, oídos sordos.
—Touché—dijo Rina mientras alzaba las cejas—. De todas formas, la verdad saldrá igualmente a la luz.
—¿Cuál es exactamente la verdad?—los ojos de Rina volvieron a posarse en los míos y un segundo después, cambió de página.
—La estrella más oscura brillará en una noche de luna llena y la Bruja Suprema arderá en llamas para renacer de sus cenizas allí donde la luna brilla con más fuerza entre los dos mundos—dijo con voz calmada o más bien, recitó.
—La última parte me es familiar—admití—. ¡Se refiere a la roca con forma de media luna!
—Sí—dijo Gwen sin mucho ánimo—pero todavía no sabemos a qué se refiere el resto y qué relación guarda con esto.
Mis ojos siguieron la mirada de Gwen y una sensación extraña trepó por mi columna cuando observé el dibujo a carboncillo de una niña con un vestido blanco tendida sobre un suelo cubierto de diminutas flores. Las ramas de los árboles que la rodeaban cubrían toda la página, mientras que la luz de la luna llena emitía un reflejo grisáceo que descendía hasta su pecho. Esa imagen me resultaba tan real que si cerraba los ojos podía sentir que estaba allí, sobre aquel suelo tan frío, porque en mis pesadillas, yo era esa niña.
—Morgan no mintió cuando dijo que una de vosotras siete será la siguiente Bruja Suprema—Rina comenzó a hablar pero fui incapaz de apartar la mirada de aquel dibujo—.Mi madre me contó que sólo puede haber una y que aquella que sustituye su puesto es porque la vida de la anterior está llegando a su fin.
—Pero ella no está enferma—la miré—. Ella no...no—mi mente trataba de encontrar la respuesta adecuada ante lo que acababa de escuchar.
—Kieran le prometió a mi madre que cuidaría de mí por lo que había hecho por él dieciocho años atrás. Era el último deseo de mi madre, pero yo me negué—frunció los labios en una pequeña sonrisa—. Al principio sólo notaba su presencia, pero con el tiempo comencé a verlo cuando salía de casa. Le pedí que se fuera. Le dije que no lo necesitaba, pero nunca me escuchó. Una noche escuché un ruido fuera de casa y pensando que era él, abrí la puerta sin ni si quiera preguntar antes, así que sí, admito que fue mi culpa y que si no fuera por él, seguramente estaría muerta.
—¿Qué sucedió?
—Sucedió que un brujo llamado Cassiel entró a mi casa y amenazó con matarme allí mismo si no lo acompañaba hasta la Academia—me estremecí al escuchar su nombre—. Por mucho que intentase luchar, era incapaz de hacer daño. Su fuerza y su poder eran superiores a los míos. Tampoco me dio una explicación—se encogió de hombros—. Simplemente me dijo que Morgan llevaba tiempo esperándome y que debía reunirme con ella. Me golpeó e insultó, usó su magia contra mí. Debí haber dejado que Kieran acabase con él, pero en ese entonces todavía era demasiado sensible. Me arrepiento de que no muriera ese día porque la segunda vez volvió preparado y no me quedó otra opción que seguirlo hasta aquí.
—¿Cómo es posible que él fuera tan poderoso?—quise saber—. Aquí los chicos no tienen ese tipo de habilidades—Rina frunció el ceño ante mi pregunta y miró a Gwen, la cual posó sus ojos en los míos y chasqueó la lengua.
—Nina...—Gwen colocó sus manos a ambos lados de la mesa—. Los brujos... ellos no nacen con un don... ellos se alimentan de la esencia de las personas y así adquieren su poder.
—¡Qué!—exclamé—¡No!—las miré a ambas—. Eso no es posible—sentí que mis piernas temblaban ligeramente—. Ellos no...Kai no...—Gwen apretó los labios y se rodeó con los brazos.
—Lo siento...—apretó las manos a su alrededor—. No quería que te enterases así. Ese es el motivo de las fiestas y es por eso que Morgan...nos obliga a estar juntos. Ellos nos mantienen vigiladas y a cambio...
—Un beso es suficiente para que tomen una pequeña parte de ti. No te dolerá y tampoco sentirás nada—matizó Rina—. Todos son conscientes de ello, Nina—se detuvo y colocó su mano sobre mi hombro—. Lo siento, sé que es duro para ti, pero es la verdad. También aparece recogido en el libro.
—Morgan—comenzó a decir Gwen—también absorbe nuestra energía. Lo hace en cada prueba, en cada práctica. Altera nuestros recuerdos, nos confunde y trata de hacernos sentir vulnerables—cerró los puños, nerviosa—. Los poderes de Rina desaparecieron casi al completo. En realidad, ella no sabe que todavía los conserva y tenemos miedo de que ella quiera... quiera...
—Quiera matar a la siguiente Bruja Suprema cuando llegue el momento. Yo no superé todas las pruebas—admitió—pero decidió dejarme vivir para que recordase cada día quién era ella y lo que le hizo a él.
—Sólo hay una forma de salir con vida de aquí—dijo Gwen—y tenemos que trabajar juntas para lograrlo—alargó su mano y la colocó sobre la mesa.
—Sí—respondió Rina posando su mano sobre la de Gwen.
—Los ángeles de la muerte—comencé a decir—ellos no...—sentí que mi corazón comenzaba a latir con más fuerza—¿No quieren hacernos daño?—Rina curvó sus labios en una pequeña sonrisa.
—Todos los ángeles de la muerte murieron una vez y créeme cuando te digo que si uno de ellos está a tu lado, no se irá fácilmente. ¿Sabes por qué?—las lágrimas asomaron al borde de sus ojos cuando habló—. Porque te conviertes en su oportunidad para poder vivir una segunda vez. Así que no—negó con la cabeza—nunca te harían daño. Darían su segunda vida por ti.
Sentí un revoloteo en el pecho y el nudo que se había estado aferrando a mi garganta desapareció. Alargué la mano y la coloqué sobre la de ellas.
—Saldremos de aquí. Todas lo haremos—alcé la voz—sanas y salvas.
***
—Espero que no llegases tarde a la segunda prueba—la voz de Jared aceleró mi corazón al instante—. Pero admítelo—sonrió mostrando sus profundos hoyuelos—.Te fuiste en la mejor parte.
—Jared—comencé a andar hacia él sintiendo que mis piernas temblaban ligeramente.
—Has estado brillante, ¿verdad?—sus brazos me rodearon cuando llegué a su lado, apretándome con suavidad contra él mientras mis manos se colocaban en su espalda. Enterró la cabeza en mi cuello y las palmas de mis manos se cerraron sobre la tela de su camisa. Las palabras de Rina resonaron en mi mente y me dejé llevar por la sensación de tranquilidad que me transmitía. Cerré los ojos. Su corazón latía con calma.
Todos los ángeles de la muerte murieron una vez.
Si uno de ellos está a tu lado, no se irá fácilmente.
¿Sabes por qué?
Porque te conviertes en su oportunidad para poder vivir una segunda vez.
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