Capítulo 64

—¿Conoces el nombre de esa chica?

¿Cabía la posibilidad de que una de ellas fuera...?

—¡Gwen!—una voz que reconocí al instante surgió a nuestras espaldas. Cleo—.¡Nina! Os estábamos esperando—.Gwen se giró hacia ella y yo hice lo mismo—. ¿Qué hacéis ahí paradas?—se colocó a mi lado y sus ojos recorrieron la estatua de la fundadora de la Academia. Lilith, la madre de todos los demonios.

¿Por qué Morgan no me había contado su historia ni la de la Academia?, ¿era porque en un principio se había creado para acoger a los hijos e hijas de los demonios y las brujas y ella fue la causante de que allí sólo pudiesen acceder los descendientes de los segundos?

Además, si yo era la hija de un demonio, ¿por qué razón me quería allí y por qué había removido cielo y tierra hasta encontrarme?

—Es una pena que Morgan no pueda deshacerse de esta cosa—busqué la mirada de Gwen, que en ese momento miraba a Lilith con las cejas arqueadas—. En fin, es un alivio que le cubriera los ojos. No podía ni mirarla a la cara.

—¿No te gusta?—¿por qué eran tan diferentes las opiniones de mi compañeras?

—¿A ti te gustan los demonios?—preguntó con sarcasmo—. A nadie le gustan—su expresión se volvió seria—. Lo único que comparto con Morgan es su deseo de hacer que desaparezcan de la faz de la Tierra.

—Cleo...—Gwen dirigió su mirada hacia ella.

—¿Por qué los odias?

—¿Acaso debo tener un motivo para hacerlo?—se cruzó de brazos—. Los demonios, los ángeles de la muerte... todos deberían desaparecer. Los odio al igual que ellos nos odian a nosotros.

—¿Cómo estás tan segura de ello?

Capté un halo de irritación a su alrededor.

—Ellos nos matarían si tuvieran la oportunidad. Su alma está corrompida y harían cualquier cosa por poseer la tuya. Disfrutarían con tu agonía. ¿No es ese un motivo suficiente?

—Yo no...

—No te preocupes—cerró los ojos y relajó su expresión—. Todo esto es nuevo para ti. En parte me alegro de que nunca hayas conocido a esas criaturas. No estaría hablando contigo si lo hubieras hecho—colocó una de sus manos en mi hombro y lo apretó ligeramente—. Pero si algún día te encuentras con uno de ellos, ten por seguro que tu vida acabará de la peor forma posible—miró a Gwen—. En realidad, creo que lo que dio a entender Morgan de que alguna de nosotras era descendiente de un demonio fue una estrategia para intentar rivalizarnos.

—Seguramente—asintió Gwen sin mostrar ningún tipo de emoción—. No deberíamos tomar sus palabras tan a la ligera.

—¿Verdad?—sonrió—. De todas formas ya están muertos. ¿Está mal si no sentimos pena por ellos?—me miró—. ¿Tú la sentirías?

—Yo...no sé qué decir...—admití. ¿Adónde quería llegar?, ¿acaso sabía algo sobre mi vida?

—Nina—dio unas palmadas sobre mi espalda—no olvides que los enemigos de las brujas son los ángeles de la muerte, pero también los demonios. Por culpa de uno de ellos, la Academia casi se vio reducida a cenizas hace casi veinte años, cuando Morgan todavía era una adolescente. Aunque me cueste admitirlo, la Academia no sería lo que es sin ella—rodó los ojos—.Sin olvidar el incidente con aquel ángel de la muerte. Nunca he temido tanto por mi vida como en ese día.

—¿Por qué entraría si sabía lo que Morgan podría hacerle?

—¿No es obvio?—alzó las cejas—. Quería matarnos.

—¿Por qué?—rebatí—. No os conocía de nada.

—Los ángeles de la muerte no necesitan un motivo concreto para atacar, aunque si se acercan a una persona, el propósito está claro. Llevarse tu alma—aclaró ante nuestro silencio—.Ese sería el único motivo por el cual un ángel de la muerte se acercaría a ti.

¿Mi alma?

¿Y si esa era la parte del trato que yo desconocía?

Jared me había estado ayudando a practicar para las pruebas, es decir, estaba cumpliendo con su parte. Entonces, cuando llegase el momento de que yo cumpliese con la mía y me pidiese mi alma a cambio, ¿podría negarme?

No, claro que no. Un trato era un trato.

Pero...¿era ese el verdadero motivo por el que se había acercado a mí?, ¿porque quería mi alma?

—Vamos, Nina—Cleo sonrío—. Alegra esa cara. Ni que fueras amiga de uno—chasqueó la lengua—. ¿Sabes que?—preguntó—.Son incapaces de sentir emociones humanas—. Aparté la mirada, nerviosa. De pronto, sentí que me costaba respirar. Me sentí atrapada. Como si el tiempo se hubiese congelado a mi alrededor. Dudé de mí misma y dudé de todo—. Ellos sólo mienten para obtener lo que quieren—. La inseguridad se abrió paso entre mis entrañas hasta llegar a mi corazón, haciendo que diera una pequeña sacudida—.Estarías perdida entonces. Me alegro de que no puedan entrar aquí.

—Se te olvida mencionar que los brujos y las brujas no son tan benevolentes—la mano de Cleo se tensó en mi hombro y finalmente la apartó—. Creo que no eres consciente de los peligros a los que estamos sometidas a diario y corrígeme si me equivoco, pero aquí sólo hay personas de nuestra especie.

—Claro que no me olvido, Gwen—trató de quitarle importancia—.Sólo reafirmo lo obvio. Además, no quería que Nina adulara un trozo de mármol sin saber su verdadero significado.

—Gracias por tu aclaración tan necesaria.

—No hay de qué—sonrió satisfecha—. ¿Nos vamos ya?—preguntó mientras comenzaba a retroceder—. Me estoy helando de frío.

—Sí—contesté. Mi voz sonó débil, siendo un claro reflejo de cómo me sentía en ese momento. Mi cabeza no paraba de preguntarse por qué las opiniones de Gwen y Cleo iban de un extremo al otro y mi corazón seguía encogido pensando en Jared y en la parte del trato que me tocaría cumplir.

¿Mi alma?

¿Eso era lo único que quería de mí?

***

—¿No vas a tomar nada?—preguntó Kai mientras sujetaba un vaso entre sus dedos.

—No, gracias. Además, no me encuentro muy bien.

—Lo entiendo—su pierna rozó la mía cuando se sentó a mi lado—. La prueba de hoy ha sido difícil.

—Sí—admití.

Cuando Gwen, Cleo y yo llegamos a esa especie de fiesta para celebrar que habíamos superado la segunda prueba, todos los demás se encontraban allí a excepción de Phoebe. Gwen me dio un ligero apretón de manos y se alejó de mí para que no levantásemos ningún tipo de sospecha y a partir de ese momento, Kai no se había alejado de mi.

—Creo que deberíamos hablar de lo que pasó anoche en la Biblioteca.

Sus ojos me miraron esperando una respuesta mientras se llevaba el vaso a los labios.

—¿No recuerdas nada?

—Sólo imágenes borrosas que no hacen otra cosa que confundirme. ¿Qué sucedió?—quiso saber—. Cuando me desperté, ya no estabas.

¿Acaso no recordaba a Morgan?

Mis ojos se movieron con rapidez por toda la sala que se encontraba a oscuras, a penas iluminada con luces suaves y una música ligera. Gwen estaba en una esquina, sola, Moira y Caleb estaban en el lado  opuesto, más cerca que de costumbre y el resto se distribuía en pequeños grupos.

—¿No había nadie contigo cuando despertaste?

—No—colocó el vaso en la mesa y centró su atención en mí—. Estaba preocupado por ti y fui a tu habitación, pero no debiste escucharme. Quería asegurarme de que estabas bien.

—Entonces no recuerdas nada—lo miré—. ¿Nada de nada?

—Por favor, dime que no te puse una mano encima.

—Kai...

—Si llego a suponer una amenaza para ti, es mi deber informar a Morgan.

Una sensación desagradable recorrió mi espalda cuando pronunció su nombre. Ella había sido la culpable de todo lo que había pasado.

—¿Por qué tendrías que decírselo?

—Porque vosotras sois lo más importante para ella y jamás permitiría que alguno de nosotros os pusiera en peligro.

—¿Crees que con ella estamos a salvo?

—¡Claro!—colocó una de sus manos junto a mi pierna, inclinándose ligeramente hacia delante—.Sé que en ocasiones puede parecer fría, pero créeme cuando te digo que aquí no os pasará nada. Sois las siete maravillas.

—Seis—aparté la mirada—.No todas estamos aquí por decisión propia—admití. ¿Había escuchado bien?, ¿estaba defendiendo y justificando las acciones a Morgan?—. ¿Sabes todo lo que he tenido que perder por estar aquí?—me enderecé y él no se movió—. Ni si quiera pedí venir. Morgan me ha obligado a dejar mi vida atrás.

—Yo nunca he tenido una. Esto es todo cuanto soy y todo cuanto tengo.

Por un instante, pensé que quizás había hablado demasiado o que había herido sus sentimientos. Él no conocía otro tipo de vida y la mía había sido producto de una mentira.

—¿Y no te gustaría saber qué hay más allá de estas cuatro paredes?—su mirada estaba fija en la mía, como si nadie estuviese a nuestro alrededor—. Hay una vida ahí fuera que te está esperando. ¿Acaso esperas vivir aquí para siempre?

Rompió el contacto visual y se apartó unos centímetros.

—No...nunca lo he pensado.

—¿Qué hay más allá de la barrera?

Sus ojos azules estaban de nuevo sobre los míos.

—No lo sé. Morgan nunca nos ha dejado atravesarla.

—Alguien que te quiere, no te pone cadenas. No te ancla a un lugar. No te impide volar.

Abrió la boca para hablar, pero no emitió ningún sonido.

—No creo que nos esté protegiendo—hice una pausa—. Lo que ha pasado con Phoebe, ¿crees que ella hubiese impedido que muriese?

—No la habría dejado...

—Sí, Kai. Sí la habría dejado morir y nadie pareció tratar de impedirlo.

—Nuestro deber es seguir sus órdenes y no intervenir a menos que...

—¿A menos que os diga lo contario?—estaba molesta y no traté de ocultarlo—. ¿Y si hubiese sido yo?—me incliné ligeramente hacia delante—. ¿También te habrías quedado mirando?

—Claro que no...—apretó la mandíbula—. ¿Por qué me preguntas todo esto?

—Explícamelo para que lo entienda. Dime por qué no hiciste nada—mi voz cada vez era más baja. 

—Tú...tú...—suspiró—. Tú me importas—levantó su mano y la posó en mi cuello, alineando los dedos sobre las marcas que él mismo había causado, haciéndome retroceder al instante—. ¿Sucede algo?—preguntó sorprendido cuando me levanté de un salto—. ¿He dicho algo malo?

Negué con la cabeza tratando de evadir la sensación asfixiante que había comenzado a apoderarse de mí. Era el momento perfecto para irme de allí. No tenía ganas de seguir fingiendo que me encontraba bien y tampoco quería seguir hablando con él. Estaba cansada de escuchar que Morgan nos estaba protegiendo. Por un instante, me vi tentada a mostrarle las marcas en mi cuello y decirle que todo había sido obra de ella, pero sabía que no era ni el momento, ni el lugar adecuado.

—No...no te preocupes. Sólo estoy cansada—comencé a girarme cuando él se levantó y se colocó a mi lado—. Será mejor que me vaya, mañana tenemos que practicar para la tercera prueba.

—Te acompaño hasta tu cuarto—colocó su mano alrededor de mi muñeca.

—No hace falta—coloqué mi otra mano sobre la suya y la aparté con suavidad—. Gracias de todas formas, Kai—sonreí—. Mañana nos vemos.

—Nina...—quiso hablar, pero no fue capaz. Quizás no encontró las palabras adecuadas. Quizás sabía que no podía hablar más de la cuenta—. Descansa.

Asentí y comencé a alejarme de él mientras sentía que el nudo en mi garganta crecía. Pasé al lado de todos mis compañeros sin detenerme para despedirme. Necesitaba salir de allí.

Abrí la puerta y la cerré a mis espaldas. En cuestión de minutos, Gwen se reuniría conmigo en la Biblioteca, así que fui directamente y aunque traté de impedirlo, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos sin saber muy bien el motivo. Puede que hubiese sido el resultado de un día agotador y de una serie de acontecimientos que me habían pasado factura.

Los duros recuerdos del pasado de Jared, la presión de la segunda prueba y lo que le había sucedido a Phoebe. Los pensamientos que Cleo había avivado en mi mente y las palabras de Kai en defensa de Morgan. Todo eso había hecho clic en mi cabeza y no era capaz de mantenerlo más tiempo en mi interior.

Subí las escaleras a trompicones y cuando tiré de las puertas de la Biblioteca, el aire frío golpeó mis mejillas humedecidas por las lágrimas. Una luz tenue envolvía la sala y una figura que a penas se inmutó ante mi llegada, se giró hacia mi.

—He visto tu nota en la cesta de...—el rostro de Rina pasó de la sorpresa a la preocupación—. ¿Estás bien?—avanzó hacia mi—. ¿Te ha pasado algo?

Las puertas se cerraron a mis espaldas y las lágrimas siguieron cayendo sin que pudiera hacer otra cosa para evitarlo. No lo dudé ni un instante y me lancé hacia delante, abrazándola y para mi sorpresa, no se apartó.

—Tranquila. Sé cómo te sientes—su mano palmeó ligeramente mi espalda—. No estás sola.

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