Capítulo 11

—Así que tú eres la nueva—la chica rubia de ojos azules sentada en el pequeño sofá de la biblioteca sonrió con suficiencia—. Te imaginaba diferente. 

Rina me había llevado a un lugar casi igual a la Sala del Consejo, pero a diferencia de la anterior, ésta no contaba con aquellos asientos de madera. Era la biblioteca, una sala inmensa y repleta de estanterías con cientos de libros que, de haber sido en otras circunstancias, me había detenido a leer. Era el sueño de cualquier lector. Sus paredes eran blancas y el suelo era de mármol reluciente. La estancia se dividía en dos plantas y en la inferior se encontraba aquella chica que parecía mirarme con recelo y que no parecía muy feliz de verme.

—Mi nom...— comencé a decir, pero me interrumpió.

—Nina, lo sé. Todos aquí lo saben—se levantó del asiento y se acercó, rodeando su delgado cuerpo con los brazos—.Llevan bastante tiempo esperándote. No sé el motivo, pero no me pareces tan importante—resopló—.En fin, mi nombre es Phoebe y soy una de las siete maravillas. Las demás te están esperando como unas tontas, será mejor que te des prisa y vayas a verlas.

—Sígueme Nina, aquí estas perdiendo el tiempo—Rina habló a mis espaldas y cuando me giré, ya había comenzado a andar.

—Que plasta eres por favor. Necesitas vivir un poco más o al final acabaras convirtiéndote en una de esas sombras—maldijo entre dientes, pero en vez de quedarse en la biblioteca, nos siguió.

***

—Nina, ellas serán tus compañeras.

Estábamos en una pequeña sala situada en la primera planta cuyas paredes blancas estaban decoradas por frescos con detalles florales, la mayoría de ellos pintados con tonos pastel. También había una gran lámpara colgada en lo alto del techo, la cual simulaba gotas de agua pendidas en el aire y tres sofás mullidos de color crema donde estaban sentadas el resto de las chicas. Cuando entré por la puerta, se levantaron rápidamente. Todas debían de tener más o menos mi edad y el gran ventanal que tenían a sus espadas dejaba entrar la luz a raudales, incidiendo sobre sus cabellos, que iban desde el rojo más fuerte, hasta el rubio más claro, pasando por tonos castaños y oscuros como el mío, pero lo más característico eran sus ojos. Azules y verdes, y todos brillaban tal y como lo habían hecho los míos. Una de ellas sonrió y se acercó, tendiéndome la mano.

—Hola—retiró su pelo castaño y laceo hacia atrás—.Mi nombre es Cora—era unos centímetros más baja que yo y cuando le estreché la mano, desvió sus ojos azules por encima de mi espalda—.Veo que ya has conocido a Phoebe...—frunció sus labios y volvió a mirarme—. Ella es Cleo— refiriéndose a la chica de ojos verde oscuro, pelo ondulado y negro—Gwen—señalando a la chica de ojos verde claro, pelirroja y con suaves rizos—Moira—la chica de pelo castaño y ondulado—y...

—Ruby—se adelantó la chica de pelo dorado y lacio.

—Encantada de conoceros—contesté sintiendo que mis piernas temblaban.

—Nos habían hablado mucho de ti—Cleo dio un paso hacia delante—pero pensábamos que serías diferente.

Otra vez volvía a escuchar ese comentario. ¿Cómo debía interpretarlo?

—¿Verdad?—Phoebe chasqueó la lengua a mis espaldas—. Qué decepción.

Ignoré su comentario y respiré con fuerza para tratar de calmar mi corazón, que en ese momento golpeaba con fuerza mi pecho.

—E...estoy un poco perdida—traté de mantener el contacto visual con ellas mientras hablaba, pero me resultaba complicado. Me sentía observada, como si realmente llevasen tiempo esperándome. Como si me conocieran—. Alguien me podría explicar por qué estoy aquí. No estoy entendiendo nada. 

—¿No lo sabes?—Cora arqueó las cejas, sorprendida—.Una de nosotras será la próxima Bruja Suprema.

—Pero yo...—titubeé—no sé qué hago aquí. No os conozco. Yo no sé qué es este lugar.

—¿Has conocido a Morgan?—preguntó Ruby.

—¿La mujer de pelo rubio?—asintió ante mi respuesta—. Sí. Antes de venir aquí.

—Ella es la directora de la Academia y la actual Bruja Suprema. Digamos que es la bruja más poderosa del mundo y nosotras siete hemos sido elegidas para ocupar su lugar en un futuro.  ¿No es fantástico?

—Por favor—resopló Phoebe a mis espaldas—. Esto no es un juego, es una competición, aunque como soy la mejor compitiendo, haré que todas me beséis los pies.

—¿Por qué no te vas a dar un paseo?— contraatacó Cora—. Creo que tus comentarios son innecesarios.

—Tchs—siseó— y sin mediar palabra se dio la vuelta y salió por la puerta.

—No le hagas caso—Cora colocó su mano sobre mi hombro—¿Te apetece que salgamos a tomar el aire y hablemos de todo un poco?

—Te lo agradecería—Cora sonrió y tiró de mi para llevarme al exterior, pero antes de girarme, mis ojos se toparon con los de la chica pelirroja, cuya mirada fui capaz de descifrar.

***

Abandoné la habitación acompañada de Cora y Cleo y antes de detenerme frente a dos grandes puertas de madera con bordes redondeados, mis ojos se posaron en la estatua tallada en mármol de una mujer con los ojos vendados que se encontraba a pie de la gran escalera y que anteriormente no había podido ver en detalle. 

—Venid—dijo Cleo mientras se giraba hacia nosotras—. Sentémonos allí—comenzó a andar en dirección a un banco de madera barnizado y pintado de marrón bajo un sauce. Cuando me senté allí, mis ojos quedaron fijos en el inmenso bosque que nos rodeaba. 

—Vamos—Cleo golpeó mi pierna con suavidad—. Pregúntanos lo que quieras.

—No sé por dónde empezar—admití sintiéndome abrumada—. Siento que estoy viviendo dentro de un sueño—imágenes borrosas se entremezclaban en mi mente, haciéndome sentir todavía más confusa—.Me desmayé antes de llegar aquí y desde que desperté mis recuerdos no son claros. He vivido como una persona normal toda mi vida y ahora...—tragué saliva con dificultad—¿soy una bruja?

—Siento no poder tener una respuesta que te haga sentir mejor—los ojos de Cora parecían sinceros—. Eres una Bruja, Nina. Todas aquí lo somos—meneó la cabeza—. Es una pena que no lo hayas descubierto antes. Nosotras hemos crecido sabiéndolo pero podemos hacernos una idea de que lo que sientes ahora—sonrió ligeramente—. Puede que no recuerdes nada porque aún estás en shock.

—Recuerdo haber vuelto a casa tras dar un paseo—admití—.Después llegó mi madre y a partir de ahí todo se vuelve muy borroso.

—¿No recuerdas a nadie más? 

Cerré los ojos y sentí que mi corazón daba un vuelco cuando una imagen tomó forma en mi mente. Recordé que no había visto a una persona, sino a siete.

—El día que fui a la playa—comencé a decir—vi a siete chicos...pero no creo que tengan nada que ver conmigo.

—¿Has dicho que eran siete?—Cleo se inclinó y me miró con sorpresa.

—Sí—admití—¿acaso vosotras...?

—Espero que no nos estemos precipitando—su mirada se volvió fría y no alcancé a comprender el motivo de su reacción—. ¿Por casualidad uno de ellos tiene el pelo y los ojos negros, además de tatuajes en los brazos?

No podía ser verdad. Estaba refiriéndose justo a él. ¿Qué tenían ellos que ver con ese mundo?

Asentí con la cabeza, sintiéndome incapaz de hablar. 

—Ellos no son humanos— dijo seriamente—. Son ángeles de la muerte—un escalofrío trepó por mi columna en ese momento, pero antes de que pudiera preguntar si se trataba de algún tipo de broma, escuché pasos a nuestras espaldas y al girarme, unos  vibrantes ojos azules me estaban mirando con curiosidad. 

—Hola—sonrió—. Yo soy Kai. ¿Cuándo has llegado?

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