.7.
Alejandro no se esperaba una bienvenida tan calurosa al ingresar al local, y David no se esperaba que el azabache conociera a casi todos los nuevos invitados.
Raúl, un colega suyo desde el instituto, vino acompañado por un castaño pocos centímetros más alto, al parecer amigo de Alex. A parte de conocer a Borja (nombre que Raúl repetía constantemente) también conocía a Rubén, amigo que hacía semanas que no veía; Miguel Ángel, otro castaño pero más alto y con gafas; y Lolito, antiguo compañero de Samuel de la universidad y actual mejor amigo de Raúl.
Los nueve se presentaron entre sí, dando por iniciada la cena.
Fue una noche llena de risas y bromas, como si fueran amigos de toda la vida. David se alegraba de haber invitado a Alejandro, la noche era el doble de divertido gracias a las bromas del menor y los regaños de Samuel, sobre todo. Terminaron por todo lo alto, una ronda rápida de shots de tequila (en la cuál solamente no participaron Alejandro por motivos personales y Miguel Ángel, el cuál estaba con medicamentos de una gripe reciente). Era casi media noche cuando salieron del local, dando una vuelta los nueve juntos por la ciudad.
-No sabía que el chico misterioso era Alejandro- dijo Samuel caminando al lado de David, el cuál le miró confuso. El menor no tardó en entender esa mirada-. Iba al mismo colegio que Guillermo, muchas veces quedábamos los tres a jugar al parque cuando teníamos tiempo.
-Vaya, no lo sabía.
-Pues ahora lo sabes, y te advierto que es mi hijo adoptivo. David, trátalo bien.
-Por favor De Luque, con Alex tengo respeto absoluto.- llevó una de sus manos a su pecho, sonriendo al ver la pose de 'enfado' de su amigo, terminando ambos riendo.
-¡Hey parejita, hay un bar abierto!- los chicos miraron al frente, donde todos les esperaban en la puerta de un pequeño local.
-¡Ya vamos!- Samuel empezó a acelerar para llegar con el grupo, llegando David por último.
Fueron las tres horas más divertidas del mes.
Cuando dieron las cuatro de la madrugada decidieron dar por terminada la fiesta, yendo cada uno a su casa para ir preparándose para la resaca que tendrían casi todos al día siguiente.
David se despidió de todos, pero se detuvo delante de la puerta al ver a Alejandro, apartado en una esquina del local para hablar por teléfono, teniendo una cara de pocos amigos.
Lo último que recuerda es ser arrastrado por Samuel y Borja por las calles de la ciudad hasta su casa. Después de eso, su mente estaba en blanco.
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