.28.

El refrescante viento de la madrugada ayudaba a David a estar despierto, manteniendo su respiración regulada para no empezar a sentir esa falta de aire que te entra al cabo de media hora de correr.

Soltó un suspiro, viendo la nube de vapor que se escapó de sus labios, el cuál acabó por fundirse en el aire. Eran casi las 7 de la mañana, aún se podían observar algunas estrellas en el cielo junto con los primerísimos rayos de sol del amanecer. Costaba creer que ya estuviera a principios de marzo.

Paró un momento para descansar al sentir sus gemelos tensos, observando el cielo ahora un poco más iluminado. Cerró los ojos, sintiendo su cabello levemente sudado moverse por las sutiles ráfagas de viento de cada cierto tiempo. Estaba contento, hoy acababan los exámenes de varios amigos suyos y podría, por fin, quedar esta noche con ellos, incluido Alejandro.

Ya tenía claro que el tema de conversación de esa noche sería la charla que tuvo con aquel pelinegro.

'-Se podría decir que acabamos bien. No nos odiamos, pero tampoco nos llevamos como antes, simplemente... decidimos que durante un tiempo cada uno siga su camino, y ya veremos si en el futuro volvemos a ser amigos.'

A veces le costaba creer que el azabache tuviera 17 años, sobre todo por su madurez en este tipo de casos. ¿Que qué hubiera hecho él a su edad? Duelo a muerte con navajas.

Bueno, tal vez no tan extremo, pero al menos puñetazos y varios insultos sí que hubieran pasado.

Abrió los ojos cuando creyó ya haber descansado lo suficiente, volviendo a emprender su carrera. Sin embargo, se detuvo cuando quedó enfrente de la vitrina de una tienda, mirando con curiosidad lo que había dentro.

Por alguna razón se acordó del menor, sonriendo al ver la tienda de animales abierta. Entró, preguntando enseguida por el curioso animal que vio en las vitrinas.

Era una rana de unos colores bastante llamativos, la cuál no paraba de saltar por su territorio.

Incluso una vez ya pagada la rana y caminar diez minutos hasta su apartamento no supo explicar por qué se gastó 45€ en una rana, pero lo que no se arrepintió fue de comprarla.

Por que sí, lo primero que hizo fue sacarle una foto con el móvil y enviarla al menor, el cuál le respondió casi al momento con un audio, en el cuál se escuchaba un gritito acompañado de un 'mírala que mona'. Sí, rió enternecido por esa respuesta, enviando un "mi regalito para ti, Alesby" mientras esquivaba de milagro una farola. Sabía que Alejandro no le gustaba que le llamasen por su nombre de jugador en su vida diaria, sobre todo si lo escribía mal a posta, pero seamos sinceros, ¿quién no se divierte al verle enfadado? Era como los gritos de niña de Samuel, simplemente no puedes evitarlo.

Acordó darle la rana al día siguiente, cuando quedasen por la noche en el parque. Con solo imaginarlo sonrió emocionado, esperando ese momento donde ambos se dedican simplemente a hablar, bromear entre ellos de buen rollo y contarse sus problemas, confiando siempre en el contrario para todo. En los últimos años solo pudo sentirse tan cercano con Guillermo, pero ahora también estaba Alex, su pequeño amigo con un carácter bastante fuerte, como debía ser.

Cuánto se alegraba de tener al Alejandro de siempre de vuelta, su Alejandro.

Se detuvo en seco cuando se dio cuenta de eso. ¿'Su'?

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