.25.

Su vida era como un carrusel, un tiovivo que nunca paraba de girar, siempre hacia adelante.

Al principio el carrusel era brillante, pintado con vivos y relucientes colores y música animada, la típica que ponen en los festivales. Los caballos que había en él eran preciosos, brillando con luz propia y gozando de detalles milimétricos, como si de la realeza se tratase.

El primer caballo en el que montó fue uno de piel carne y pelo largo y castaño, usando una corona de flores en su cabeza. Era bonita, dando varias vueltas con ese caballo.

Sin embargo, ese caballo fue llamado por otro chico, quedándoselo. Ese día el carrusel perdió las luces de colores que llamaban tanto la atención, pero no paró de girar.

Prefirió quedarse de pie, sintiendo su mundo mezclarse entre sí, perdiendo el equilibrio al no saber que camino iba junto con el carrusel o no. Perdido, observando los brillantes colores que lo adornaban volverse grises, pero aún habían colores, y la música era alegre.

Entonces encontró al segundo caballo.

Eran de piel y cabello blanco, usando unos elegantes ojos verdes que casi no se veían, pero ahí estaba. Apoyó sus manos en él para no caerse, optando por montarse para seguir disfrutando del tiovivo. Vueltas y vueltas dieron, pero era... diferente. Le gustaba más cuando estaba de pie, agarrando al caballo con sus manos pero sintiendo el suelo del juguete moverle.

Lo dejó libre, esperando que viniera el adecuado para subirse.

¿Qué haría él solo en el carrusel?

Y ahí fue cuando lo vio.

Un caballo de pequeña estatura.

-David tío, dispara a los que están a la derecha.

-Eso hago Alex, te juro que lo hago.

Un caballo con pelo azabache.

David se encontraba tumbado boca arriba en su cama, usando sus dedos para jugar a aquel juego de móvil que tan viciado estaba últimamente.

-Joder tío, hay que mejorar.

-Mira quién habla.

La cabeza de Alejandro descansaba sobre su abdomen, tumbado de la misma manera y haciendo lo mismo, pero estando perpendicular al mayor

Un caballo con hermosos ojos azules.

-Hey, ¿hoy te apetece ir al cine? Creo que hay una nueva película que estrena hoy.

Los ojos del menor se separan de la pantalla, apagando el móvil para ver incrédulo al mayor, como si hubiera visto a un fantasma.

-¿Me estás... ofreciendo salir?

-Claro, ¿por que? Que mi sensual rostro no haya cambiado no significa que sea el mismo.

Ya pasaron cuatro días desde aquel incidente, y por fin escuchó la relajada risa del menor.

Un caballo que hizo volver la luz y el color al carrusel.

-¿Entonces?

-Claro, me parece bien.

Ambos se levantaron de la cama, sentándose en la orilla.

-Hey- David apoyó una mano encima de la del menor, mirándolo-. No te preocupes, no pasará nada, te lo prometo.

-David...

Nunca paraba de girar, por eso el caballo estaba desgastado, restos de pintura faltaban en la piel de madera del animal, pero no le importó.

-... Muchas gracias.

Él estaría para arreglarla.

David se preparaba para subir, pero aún no tenía claro que hacer.

Esta vez no quería alejarse del caballito con ojos azules.

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