.24.

Los rayos del sol se filtraron por los pequeños huecos que dejaba la persiana, iluminando la habitación para informar del comienzo de un nuevo día.

Abrió los ojos con pereza, pestañeando varias veces para despertarse. Bostezó, estirándose aún tumbado en la cama para desperezarse. Se extrañó al sentir algo pesado encima de su brazo, ladeando la cabeza mientras enfocada su borrosa vista en la mancha negra que reposaba en su brazo derecho.

Entonces recordó, anoche terminó durmiendo junto con el contrario cuando el sueño pudo con él.

Negó levemente con la cabeza, regañándose a sí mismo por haber resistido tan poco despierto. Sintió al menor removerse, quedándose quieto para no despertarle.

Se dedicó a mirar el cuerpo del contrario. Quitando el hecho de que el pijama que le dio le quedaba dos tallas más pequeñas debido a la diferencia de altura, se veía relajado, teniendo una respiración tranquila y pausada, totalmente diferente a la agitada y desesperada de ayer. Sonrió, al menos logró que se sintiera mejor.

-¿Miras siempre a la gente con esa intensidad o solo a mí?- David salió de sus pensamientos ante la voz divertida del menor, el cuál se dio la vuelta para quedar cara a cara con el contrario.

-Lo siento, pensé que dormías- el mayor sonrió de lado por su respuesta, sentándose con la espalda apoyada en la cabecera de la cama cuando el azabache se separó de su brazo-. ¿Estás mejor?

-De puta madre- soltó un bostezo antes de responder, tapándose completamente con la manta de la cama que le dio ayer el contrario, ganándose la carcajada del dueño de la casa-. Ahora déjame dormir, hoy no quiero levantarme.

-¿Por?

-Mira el calendario.

El mayor, confundido, hizo caso a la orden del menor, agarrando su móvil de su bolsillo para ver la fecha, abriendo los ojos al ver el día en el que estaba.

San Valentín.

-Mierda- soltó David mirando al móvil, provocando esa característica risa por parte del menor-. ¿Ya estamos a mitades de febrero?

-Ni siquiera sabes en qué día vives tío, me sorprende que sigas vivo.

-Yo también, la verdad- suspiró pesadamente, volviendo a acostarse para mirar al techo-. Hoy todos estarán ocupados, hasta Rubén quedó con aquella chiquilla pelirroja de la tienda.

-Nieves, ¿no?- el mayor asintió, aún mirando al techo- La conozco, me encontré con ella algunas veces en su casa. Es simpática.

-Joder, cómo pasa el tiempo, me siento viejo- otra vez aquella risa tan particular que le hizo sonreír, dando un indoloro golpe a la bolita debajo de la manta-. Oye, no te rías de mis desgracias.

-Ok boomer.

Ambos empezaron a reír, terminado por levantarse de la cama. ¿Debían de hablar de lo que pasó ayer? David no lo necesitaba, sabía que Alejandro solamente necesitaba sentirse acompañado, por eso se quedó con él hasta el punto de dormirse. No iba a sacar el tema si no había motivos para ello.

Fue el San Valentín de quedar ambos en el salón viendo maratón de Marvel y comiendo chocolates comprados en el Mercadona.

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