Capítulo 5. La otra cara de la moneda
“la historia la escriben los vencedores”.
Winston Churchill.
Marcus
—¿Cómo se te ocurre decir que Nahomi está viva ? —pregunta Erick con cierto temor proyectado en sus ojos.
Lo comprendo. Se que esto es demasiado impactante y Erick teme por mi cordura, también creí que perdía el raciocinio la primera vez que llegué aquí.
—Niños —enunció con serenidad al recordar que siguen aquí —, ¿qué les parece si van a casa y después Erick les ayuda con la poción?
Los pequeños aceptan y se retiran sin chistar. Erick continúa viendome en silencio. Se ha quitado su sombrero de brujo y ha tomado una posición cómoda sobre una silla de madera.
—No estoy loco, Erick —menciono y le ofrezco una pequeña sonrisa —. Bueno, aún no.
Erick no responde. Está molesto. Su semblante no lo demuestra de tal manera pero su silencio dice lo suficiente.
—Antes de que digas algo, quiero que leas esto —mencionó al entregar en sus manos dos cartas escritas en papel blanquecino.
Erick toma las cartas y observa el sello tan significativo que marca el origen de las susodichas: “Omet” (Oráculo de ECO).
Mi amigo me dirige una mirada antes de proceder a leer. Sus ojos negros exteriorizan incertidumbre, dichas dudas aparentan no ser únicamente por el contenido de las mismas cartas sino también por mi inoportuna relajación.
Puedo ver cómo poco a poco su expresión se transforma. Comienza con dudas, luego, al momento en que sus cejas se fruncen y sus mejillas palidecen, unas lágrimas aisladas caen hasta impactarse sobre el papel.
Se queda completamente despavorido. Sus dedos estrujan el papel con tal fuerza que esté se arruga y no me atrevo a decir palabra alguna. Después Erick se hecha a reír antes de exclamar de manera casi eufórica:
—¡Lo sabía! Sabía que algo andaba mal desde que nos prohibieron visitar esa maldita tumba. También... también lo pensé cuando me enteré que el idiota de Aidan seguía con su vida como si no sucediera nada. Pero no quería pensarlo, no quería considerarlo, pero aquí está. ¡Michael no mentiría sobre eso! Ese lunático finalmente decidió hacer algo por su hija. ¿Y dónde está? ¿Podemos verla? ¡¿Por qué mierda tardaste tanto en decirme?! ¡Te entregaron está carta hace un puto año!
Una vez que Erick logra recuperar la compostura. Le explicó lo sucedido.
Cómo un día repentinamente Michael Omet se presentó en la puerta de mi casa. Me miró con desdén, no me dirigió la palabra y se limpio las manos después de entregarme un par de cartas. Y sin más desapareció.
Me costó tanto comprenderlo. Pase dos horas sentado sobre el suelo frío leyendo las mismas líneas una y otra vez: “Nahomi está viva”. Después me sentí eufórico, alegre y raramente emocionado. Únicamente para descubrir que tenía completamente prohibido revelar dicha información sí consideraba la idea de ver a Nahomi una vez más.
Tengo la completa certeza de que, de no haber vivido lo que viví cuando apenas llegué a este pueblo, hubiese perdido la cordura al enterarme de tan impactante noticia.
Después de que me condenaron a realizar servicio militar para los Elite, me reubicaron a Ocaso. Este lugar no únicamente posee una protección única y un cuartel de entrenamiento solitario para mí y el señor Steikmen, sino que los acontecimientos que oculta son sin duda lo más interesante y polémico para la historia del Mundo Oscuro.
Desde la primera vez que mis pies tocaron está tierra antigua, supe que ya había estado aquí. El cuartel Elite posee más de mil años, y logré reconocer cada rincón del sitio como si lo hubiese visitado cada día de mi vida. Y el señor Steikmen no estaba asombrado con esa situación, es más, dijo que lo más probable es que recuperara poco a poco los recuerdos más antiguos de mi alma.
Y así fue. Cada vez que lograba dormir era invadido por sueños desconocidos y a la vez tan familiares. En esos sueños, ya no era Marcus Solluna, era Leihat. Mi primera vida en este mundo.
Leihat no era únicamente el amor prohibido de Lux. Los pueblerinos de Ocaso de aquel entonces la llamaban: Deam pacis. Ya que Leihat había liberado a Ocaso de los abusos al desterrar a los seres fríos y sanguinarios que únicamente mataban por placer.
Leihat, al igual que yo en esta vida, era una mestiza. Sus padres eran un ser frío y una bruja. No había heredado magia, pero sí la virtud de poseer sangre caliente y carecer de la necesidad de matar para vivir.
A través de mis sueños, revivía recuerdos de aquella lejana vida. Cómo mi madre me desterró del aquelarre de brujos a los cuatro años por no tener propiedades mágicas en la sangre. Cómo mi padre, al considerarme un estorbo, me llevó hasta un bosque oscuro entre las montañas y me abandonó no sin antes decirme:
—Sí tienes algo de mi sangre fría, sobrevivirás.
Así fue. Sobreviví. Los bosques oscuros, solitarios, y los monstruos, eran seres más piadosos que mis progenitores de aquel entonces. Y sin embargo sufría por sus ausencias.
Pasé décadas en aquel lugar. Aislada de las civilizaciones antiguas y protegida de los Elite que en ese entonces capturaban infantes para la creación de soldados Silenc.
Así llegué a Ocaso. Y a pesar de mis dificultades comunicativas logré hacer amistad con los brujos de aquel pueblo. Los seres fríos que entraban a aquel sitio eran abusivos, me despreciaron desde el primer momento en que olieron mi sangre mestiza. E intentaron destruirme en más de una ocasión.
Un día un Elite vestido con uniforme de patrulla llegó al lugar. Los jóvenes seres fríos y agnis habían huido a las montañas por temor a ser reclutados cómo soldados Silenc. Y yo, ignorante de tal situación, me quedé viéndolo. Jamás había visto a un Elite y no tenía idea de quiénes eran esos seres altos que tanto temor causaban.
Ese joven Elite llegó para instalarse en Ocaso y dar protección a los brujos. Su nombre era Steikmen Viomiel. Militar, médico y profesor de Defensa básica para seres sobrenaturales.
Él me enseñó a defenderme de mis semejantes. Y descubrió que mi sangre mestiza me había brindado más fuerza de la que posee un ser frío promedio. Me ofreció enseñarme a luchar como un Guerrero Elite a cambio de ser la intermediaria de comunicación entre él y el pueblo; ya que estos le tenían terror.
Esos sueños eran tan vividos, claros y precisos en detalles. Era como poseer dos vidas, en una era Leihat, una guerrera inquebrantable que protegió durante décadas a su pueblo, y en otra Marcus. Un mestizo condenado por las acciones de su pasado que brindaba servicio militar en un pueblo donde las personas lo veían con cierta curiosidad por su parecido físico innegable con las pinturas de Leihat.
Después de un mes de sueños recurrentes y cada vez más detallados, comenzó la pesadilla. No podía mantenerme enfocado en la realidad debido al hecho de recordar quién fui alguna vez y simultáneamente lidiar con la pérdida de Nahomi. Si no estaba inmerso en mis sueños, estaba perdido en la pena.
Sin importar cuánto se esforzara el señor Steikmen por mantener mi razón, estaba perdiendo la cabeza.
Entonces ella me habló. Cuando me veía en el espejo, no veía mi reflejo, sino el de Leihat. Ella me veía con desprecio y parecía furiosa. Intenté pensar que todo ello no era más que mi imaginación. Pero sus apariciones eran cada vez más recurrentes y escalofriantes.
—¡Basta, Marcus! —exclamó con furia un día él reflejo de mi espejo —Tienes que parar de hacernos esto, tienes que dejar de matarnos cada día al no querer salvarnos. ¡Somos mucho más que esto! ¿Me oyes? Somos mucho más que un ser que ha vivido tragedias. ¡Levantemos la cabeza y caminemos con firmeza! El mundo no se va a detener mientras estamos escondidos, no, el mundo sigue ahí. ¡¿En verdad crees que ella querría vernos así?! ¡No nos dejes morir! ¿Oíste? ¡No nos dejes morir!
Tras esos gritos desgarradores, me quebré. Después de tantos meses, finalmente pude llorar y aceptar esa pena. No me sentí patético por dichas lágrimas, me sentí… vivo. Y comprendo que, si había una razón por la cual por muchos años me negaba a ello, era porque aquel vacío emocional yacía cubierto por la negación de que sigo siendo un ser medianamente vivo.
Estaba al borde de la locura. Pero decidí aceptar dicha posibilidad, quizás el reflejo en el espejo no era más que un patético intento de mi mente por instinto de supervivencia, o quizás verdaderamente las profundidades de mi alma me gritaban que aún podría sobrevivir.
Esa madrugada salí a caminar después de tanto tiempo. La brisa nocturna me pareció más fría de lo normal, pero me sorprendió poder sentir algo nuevamente.
No me detuve hasta llegar al borde del acantilado. Desde ese sitio podía ver las estrellas con tal claridad que me pregunté: «¿Hace cuánto tiempo no miro más allá de mis manos pálidas?»
Entonces los ví. Un grupo de seres fríos parecían tener una discusión.
Eran exactamente siete. Seis de ellos se posicionaron alrededor del séptimo. Y cuando ví fijamente a aquel ser acorralado, reconocí que se trataba de un brujo joven, no más de veinte años. Sus ojos negros me recordaron a Erick. El niño lucía aterrado, los seres fríos le exigían algo que al parecer no poseía.
La intimidación es algo con lo que he lidiado desde que soy catalogado como frío defectuoso. Pero jamás me han acorralado de tal manera debido a que me temen. Pero ese pequeño ser con poca magia no poseía nada que pudiera serle de utilidad para defenderse.
Me puse de pie con la intención de que me escucharan. Y efectivamente los seres fríos se voltearon para analizarme detenidamente. Me reconocieron. Y de inmediato notaron que mi persona no representaba una auténtica amenaza.
Si hay un defecto que dificulta la supervivencia de los fríos defectuosos, es que no poseen ese instinto de supervivencia que los guía a defenderse instintivamente de los ataques de sus semejantes. No existen seres fríos que no hayan sido entrenados; todas las escuelas del Mundo Oscuro enseñan defensa militar. Pero, aunque poseo los conocimientos, no puedo aplicarlos a voluntad debido a mi condición.
Las únicas veces en las que he sido una amenaza desde que soy defectuoso, fue cuando me controlaron y utilizaron cómo soldado Silenc.
—Doctor Marcus —dijo uno de los seres fríos con una sonrisa y los ojos rojos —, mándele saludos al señor Steikmen.
El brujo me arrojó una mirada que claramente gritaba: ayúdame.
—¿Qué buscan de él? —pregunté sin comprender porque me interesaba saber.
—¡Este imbécil no quiere entregar la poción que trae en sus manos! —dijo uno de ellos al tomar violentamente al brujo por su hombro.
Reconocí inmediatamente el sello de la Poción Regenerativa. Era una fórmula especializada para heridas graves donde se pierde gran cantidad de masa muscular, solo brujos especialistas pueden prepararlas y son altamente costosas. Podía leer con claridad el sello de Erick en la tapa de la poción que el pequeño brujo abrazaba con fuerza.
—¿Para qué la quieren? —preguntó el brujo e intentó oírse firme —Es una poción regenerativa, es para mi hermana. ¡Y no pienso perderla!
—¿Tu hermana? —preguntó uno de ellos con una amplia sonrisa —¡Ya se! Hablas de la niñita que se enfrentó a un agni y este le arrancó la carne de las piernas dejando sus huesos expuestos.
Dichas palabras hicieron hervir la sangre del brujo, quien murmuró unas palabras que provocaron una luz fosforescente que quemó la piel del ser frío que con anterioridad lo sujetaba. Este se quejó de dolor notando que las quemaduras eran idénticas a las que causa el sol al hacer contacto con los seres fríos.
Dicho acontecimiento colmó la paciencia de los atacantes. Si bien no podían llevarse la poción a la fuerza, debido a que Erick hechiza los frascos para que únicamente su comprador pueda abrirlos, y al forzar la tapa el contenido deja de servir, la poción dejó de importarles. Y se enfocaron en el brujo.
El líder del grupo de fríos, quien había sido herido por magia, lo golpeó lo suficientemente fuerte para dejarlo aturdido y provocar un alarmante sangrado en el cráneo del ser mágico. Pero este aún estaba consciente.
—Dicen —mencionó uno —, que la magia de los brujos está en su sangre. ¿Qué pasa si se le arranca el corazón?
—¡Aún mejor! ¿Qué pasa si realizas suficientes cortes profundos para drenar la sangre?
—Yo digo, que le abramos el pecho y saquemos su corazón.
—Eso haremos —aceptó sin una pizca de piedad el cabecilla del grupo —. Pero estará vivo en el proceso.
Yo no tengo instinto violento de supervivencia. Pero, justo en ese instante, sentí algo diferente. Surgió desde el centro de mi pecho como una sensación ardiente que dió nacer a uno de los mayores impulsos producto de la empatía: protección.
Así que simplemente lo hice. Lo protegí. Y fue una gran sorpresa para ellos el momento exacto en que aparte en un movimiento brusco y fugaz al líder del brujo.
El golpe tuvo tal impacto en el ser frío que la piel de su rostro se quebró cómo cristal, su cráneo sufrió una fisura claramente visible y la sangre se derramó por su cuello de forma espesa y rápida.
La regeneración fue más lenta de lo normal, pero pronto las heridas se fueron cerrando. Aún así, el horror en sus ojos demostraba que jamás se había enfrentado a un ser que excediera su fuerza natural.
—¡Te lo dije! —exclamó con temor él frío que se había mantenido alejado —Este tipo pelea como un Elite, no está bien. Está prohibido enseñar técnicas de Elite a aquellos que no sean de esa raza.
—Pero no estaba prohibido cuando está cosa era un soldado Silenc —mencionó otro con más que razón al respecto.
A ninguno les quedó deseos de enfrentarme y procedieron a retirarse rápidamente. Lo cual fue un alivio, porque no sabía por cuánto tiempo se mantendría ese instinto de protección en mí.
El brujo, quien se presentó como Mateo, me tuvo miedo cuando me vio acercarme. Pero pronto lo convencí de que solo quería ayudar. Aunque no aceptó mi propuesta de poner un poco de su poción en la herida de su cabeza.
—No es para mí. —Negó con terquedad.
—Solo sería un poco. Estás sangrando mucho.
—No, la poción es para mi hermana.
—Está bien —acepte —. Permíteme al menos suturar la herida.
Él dudo. Pero finalmente aceptó cuando le dije que yo mismo llevaría la poción hasta su casa y después regresaría para curarlo. Así lo hice.
Al siguiente día le pedí al señor Steikmen que me enseñara a controlar todos los conocimientos que ya poseía de mi entrenamiento como soldado Silenc. Él aceptó con entusiasmo y parecía tan complaciente ante mi nueva voluntad.
Desde ese instante algo había cambiado. Fue como haberme reconectado con las raíces de mi alma.
Solía creer que mi ser no valía absolutamente nada. No buscaba la compasión de otros, tampoco su atención y aprobación. Nunca busqué nada de nadie. Y eso me llevó a caer en un pozo de soledad dónde no podía sentir absolutamente nada.
Ese instinto de protección lo había experimentado antes. Cuando protegí a Erick por primera vez aquellos días en los que lo conocí. También cuando protegí a mi familia. Pero jamás había sido tan fuerte como ahora.
Entendí que el primer gran cambio significativo en mí sucedió cuando conocí a Nahomi, amé poder sentir mis emociones y el amor que desarrolle por ella. Y, lo más notable, es que fue ella quien me mostró que mi esencia de vida podía surgir únicamente de mí mismo.
Hace tiempo me negaba a ver aquello. Ahora lo veo; nadie puede definir quién soy a parte de mí.
A pesar de que aún tenía por hecho que Nahomi había muerto, surgió en mí un nuevo tipo de esperanza. Ella regresaría algún día. Sufrió una muerte repentina, el destino le debía una nueva vida y seguramente pronto renacería.
Le rogué al cielo que le diera una buena familia. Que su vida fuese dichosa y que siempre fuera amada. Y también pedí no volver a encontrarla. No mientras mi alma siga maldita y nos condene a ambos a los brazos de la muerte.
Me sorprendí una noche al volver a casa con el rostro en alto. Observando las flores y contemplando el cielo nocturno. Sonriendo de vez en cuando cada que veía una pequeña luciérnaga.
Sigo siendo un frío defectuoso que no puede mirar a los ojos a las personas, tampoco puedo reírme de chistes no literales y el sarcasmo me es completamente confuso. Y sí, sigo siendo aquel que alguna vez causó daño a cientos de personas. Pero ahora, en esta tierra y bajo este cielo, acepto que todo aquel pesar que por años me ha torturado no fue culpa mía.
Yo no elegí nada de ello y tampoco lo consentí. Solo soy un monstruo ordinario. Uno más del montón y realmente es fascinante ese sentimiento.
—No solo te sientes diferente, Marcus —comenta Erick mientras caminamos lentamente por mi sendero favorito —. Te ves diferente. La primera vez que te vi, después de estos dos años, te desconocí por un momento.
—Espero poder ser un mejor amigo —mencionó con franqueza.
—¡Por favor, tú siempre has sido un buen amigo! ¿Acaso olvidaste todas las veces en que me salvaste? Además, me regalaste un auto último modelo en mi cumpleaños treinta.
—¿Hacer regalos materiales me convierte en un mejor amigo?
—Si me regalas una mansión te voy a querer para siempre.
—¿Lo dices en serio?
—Claro que no —niega Erick y se echa a reír —. La mansión no sería suficiente para mi cariño eterno, quizás te pida más cosas.
—Estás siendo sarcástico.
—¡Así es! ¿Ya lo entiendes?
—No entiendo el sarcasmo. Pero te conozco lo suficiente.
—Eso es bueno —dice Erick —. Yo también conozco esa mirada en tu rostro. Ni se te ocurra darme una mansión, era un chiste. ¡Hablo en serio!
—¿Y por qué no?
—Es algo exagerado y además muy costoso.
—¿Es costoso?
Erick está a punto de reprochar. Pero no dice nada y su semblante se torna pensativo antes de decir:
—Por un momento olvide que tú herencia te convierte en un billonario. Aún así, no aceptaré un regalo así. Además, ¿para qué quiero tanto espacio? Aún no estoy casado.
Ya se que darle a Erick para cuando se case.
El señor Steikmen aparece de repente. Su mirada me dice que está sucediendo algo inusual:
—¿Qué pasó? —pregunto de inmediato.
—Hay un frío intentando buscar una forma de entrar al pueblo. Los vigilantes dicen que se trata de un tal Elías. El cual, manifiesta querer hablarte, Marcus. Viene acompañado de tus padres.
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¡Hola! Les dejo otro capítulo porque tuve un día libre de trabajo y tuve inspiración ( ╹▽╹ )❤️
Marcus está evolucionando, ¿verdad? 👀
¿Vieron que la nueva actualización de wattpad permite darle me gusta a los comentarios? ¡Me encanta! Ahora podré dar corazón a sus comentarios ❤️
Pregunta random: Imagina que tuvieras mucho dinero, pero aún así tú eliges seguir trabajando. ¿Qué trabajo sería ese?
Yo trabajaría como escritora a tiempo completo ✌️❤️
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