Capítulo 11. Una burbuja para dos



Nahomi



—Michael.

—Ahora no puedo hablar, querida. —Se excusa él mientras termina de guardar un par de documentos en una carpeta amarilla.

—Necesito hablar contigo ahora —manifiesto muy segura de querer averiguar absolutamente todo —. Es sobre...

—Escucha, niña, ya me cansé del mismo tema de siempre. —Rezonga Michael con tono enfadado —. No te ayudaré a buscar una solución para la maldición de ese ser inmundo qué llamas Marcus.

—No...

—Dije que no quiero escucharte, no tengo tiempo ahora —sentencia —. Mira, querida niña, debes entender que tú no amas a ese ser inferior. No, no lo haces. ¿Sabes que sucede? Tienes un capricho con él, lo entiendo. Eres jóven y él es muy atractivo. Pero eso es todo. En verdad no deberías perder tu tiempo buscando una solución para su miserable vida.

—No sabes nada de mí —replicó sin querer mostrarme molesta y comprendiendo que él únicamente escucha lo que quiere.

Michael termina de guardar sus importantes papeles en una maleta gris antes de hacerla desaparecer en la nada y caminar hacía mi ubicación.

—Te daré un consejo —dice y acomoda las mangas de su saco —. Haz lo que quieras con Marcus, todo lo que quieras. Y verás como pronto te cansarás de su presencia.

—Marcus no es un objeto al cuál usar como diversión y luego arrojarlo. Lo que dices es repudiable, Michael.

—¿En verdad? —pregunta y sonríe con indiferencia —Te engañas a ti misma, querida. Y, para demostrarte que no me equivoco, te doy permiso de ir a verlo. Anda, ve a verlo cuando te plazca. Cuando regrese de mi viaje hablaremos sobre la persona que en verdad será útil para ti.

—¿De quién estás hablando ahora?

—Lo hablaremos cuando regresé.

Es todo lo que dijo antes de simplemente desaparecer.


Nahomi



Su voz me despertó. Fue un acto casi inconsciente y una voluntad desconocida me provocó levantarme de la cama y de inmediato correr hacia ella.

Era una voz masculina. La reconocí de inmediato debido a ese clásico tono perfecto y el toque dulcedumbre decorado de melancolía. Cantaba de una manera única.

No podía ser otra voz más que la de Marcus. Y decía así:

Look at the stars

Look how they shine for you

And everything you do

No recordé en ese mismo momento que me era imposible escapar de la casa de Michael Omet, sin embargo nada de eso importó, ya que no se me presentó ningún inconveniente. Fue como saltar de la cama, atravesar la ventana y entrar en un túnel luminoso que apenas me permitía abrir los ojos hasta llegar a una calle transitada.


Yeah, they were all yellow

I came along

I wrote a song for you


Así llegué a este momento.

Las personas que me rodean caminan sin percatarse de mi presencia. Mi ser, vestido con pantalones y un suéter negro modificado para que mis alas se muevan libremente, parecen ser completamente invisibles ante los ojos del mundo que me rodea.


And all the things you do

And it was called Yellow


Aún me pregunto si esto no es más que un sueño. Significaría ello que su voz, tan clara y suave, no representa nada más que mi deseo por volver a verlo. Recordarlo y, de algún modo, tener más presente que nunca que todo lo que vivimos fue y es real.

Corro a toda prisa a través de las calles, temiendo despertar o dejar de oír su voz. Dos años han pasado, dos años en los cuales no he tenido la oportunidad de decirle que lo ocurrido aquella noche no fue culpa de nadie. Cuántas veces he sufrido al pensar que su último recuerdo de mi es un rostro pálido y sus propias manos manchadas de mi sangre debido a nuestra trágica suerte.

So then I took my turn

Oh, what a thing to have done

And it was all yellow

Este sitio es muy remoto, no veo vehículos ni presiento mentes humanas. Es un pueblo habitado por seres netamente del mundo oscuro. Y aún así nadie me ve. Es simplemente.. extraño.

Your skin, oh yeah, your skin and bones

Turn into something beautiful

And you know, you know I love you so

Rápidamente encuentro el lugar exacto de dónde proviene su voz. Los muros gigantescos y elegantes puertas de manera me indican que se trata de un antiguo teatro.

Al aceptar que mi ser se encuentra en completa invisibilidad para los demás, me permito la libertad de entrar sin ningún permiso. Y halló una gran sala privada repleta de brujos que, al juzgar por sus vestimentas, son de alto rango, y cenan pacíficamente mientras lo escuchan cantar. Sin duda alguna la voz de un ser frío crea un ambiente ideal.

I swam across

I jumped across for you

Oh, what a thing to do

'Cause you were all yellow

Lo veo. En el centro del escenario, sentado sobre un sofá escénico en una posición reflejada, está Marcus. Sus ojos, ya no tan fríos, asemejan ser dos zafiros resplandecientes en medio de la penumbra.

I drew a line

I drew a line for you

Oh, what a thing to do

And it was all yellow

Su voz de ser frío es tan extremadamente perfecta. Pero la letra de su canción delata el sentimentalismo propio de su personalidad enigmática y corazón blando. Simplemente es Marcus.

And your skin, oh yeah, your skin and bones

Turn into something beautiful

No hace falta mencionar la belleza de su ser, pero sí remarcar el hecho de que la expresión de su semblante ha cambiado. Más vivida, más real.

And you know, for you, I'd bleed myself dry

For you, I'd bleed myself dry

Avanzó lentamente hacía el escenario. Nadie me ve, nadie me percibe y por consiguiente nadie se pregunta qué hace una joven rubia, con llamativas alas que nacen de su espalda, parada en medio de un lugar tan lujoso, y utilizando únicamente medias en sus pies.

It's true

Look how they shine for you

Look how they shine for you

Look how they shine for(...)

Marcus se queda callado.

Me ha visto. Marcus es el único que se percata sin dudar de mi presencia y su perfecta interpretación se ve perturbada debido a mi presencia por un segundo, antes de continuar:

Look how they shine for you

Look how they shine for you

Look how they shine

Look at the stars

Look how they shine for you

And all the things that you do


La luces del escenario se apagan y Marcus se retira sin volver a dirigirme la mirada. De inmediato provoca una creciente ansiedad dentro de mí; ¿y si en realidad no estaba viéndome? Quizás no estoy presente en este sitio de manera física, quizás he abandonado mi cuerpo mientras dormía y deberé regresar pronto. Aunque jamás he experimentado un viaje astral tan vivido.

Intentando no sobrepensar, y mirando a mi alrededor para confirmar que en verdad nadie es capaz de verme, avanzo detrás de los pasos de Marcus. Con facilidad lo encuentro en un pasillo poco iluminado.

Está solo, con la espalda recostada en una pared y ambas manos puestas en su rostro. Es como si estuviera escondiéndose de algo, o de alguien. Y nuevamente me pregunto si en verdad fue capaz de verme en ese instante en que sus ojos me vieron fijamente.

Temo avanzar un paso más. Como desde un inicio, no puedo sentir las emociones de Marcus ni escuchar lo que piensa, por lo tanto no puedo anticiparme a como reaccionara si me acerco y en verdad sea capaz de verme. ¿Que decirle cuando ni siquiera sé qué le ocurre en este instante?

Es como si mis pies estuviesen pegados al suelo, mis mejillas arden y mi mente por primera vez en mucho no es más que un revoltijo de ideas inexactas que no me ofrecen nada en este momento.

—¡¿Acaso puedes verme?! —Mi pregunta se oye fuerte y clara. Y de inmediato me arrepiento de haberla pronunciado con un nerviosismo tan evidente.

Marcus reacciona elevando la cabeza de inmediato. Sus ojos celestes se fijan en la pared blanca que se encuentra en frente suyo, y puedo visualizar unas lágrimas en su mirada.

Es indescriptible la tensión que se apodera de mi ser al momento en que él se gira hacia mí y sus ojos me ven nuevamente. No puedo interpretar la expresión de su rostro, maldita sea, Marcus siempre ha sido tan enigmáticamente indescifrable.

—Hola...—Es todo lo que puedo decir, es todo lo que puede procesar mi mente debido a la cantidad de información y recuerdos que me abruman.

Bajo la cabeza mirando fijamente mis pies. ¿Qué es lo que sucede conmigo? ¿Por qué no puedo procesar correctamente mis pensamientos como siempre lo he hecho? ¿Es por que no puedo interpretar los de Marcus? ¿Estoy tan arraigada a mis habilidades que al encontrarme con alguien que no me ofrece la línea de información a la cual estoy acostumbrada entró en crisis?

—Si estoy soñando —dice Marcus—, espero no despertarme pronto...

Elevo la vista y el se encuentra justo enfrente de mi. Sonrio sin pensarlo y expresó lo más francamente posible:

—Honestamente, no te puedo asegurar que no me haya colado en tus sueños en este momento.


El camarín de Marcus es un lugar agradable. Las clases altas de cada raza pagan muy bien por tener de fondo la voz de un ser frío en sus reuniones; Marcus se ha estado presentado en este teatro por mero entretenimiento; el dinero no le hace ninguna falta, pero cualquier actividad que contribuya con su paz mental es bienvenida en su tratamiento de recuperación.

Ambos hemos estado en silencio. Él se ocupa en este instante, de manera minuciosa, de preparar dos tazas de café. Y yo me pregunto cómo he sido capaz de crear un portal de escape de la casa de Michael Omet siendo que la creación de portales y la transportación física e inmediata es un hecho imposible para los jóvenes.

—Ahora... tienes alas —menciona con cierta confusión y un evidente nerviosismo por acabar con el silencio.

—Si, es... una historia muy larga.

—Ya me imagino. Aunque, todo lo relacionado contigo siempre ha sido un poco... confuso.

Lo noto tenso, se niega a verme y sus ojos se mantienen fijos en el café que acaba de preparar. Le cuesta pronunciar cada palabra que dice y no se que debería decirle para acabar con lo que esté pasando por su cabeza.

Entiendo que es la primera vez que nos vemos desde aquella noche, entiendo que está impactado por mi repentina aparición y también entiendo que yo, como oráculo, debería tener en claro que decir en estas circunstancias, pero no lo se.

—Marcus, siento haber aparecido de esta manera tan repentina, pero es que ni siquiera sé cómo he llegado hasta aquí...

—Está bien.

—No, no está bien. Y tú tampoco estás bien, lo comprendo. Y en verdad siento que te veas involucrado nuevamente en el peligro por mi causa.

—¿Por qué dices eso? —pregunta Marcus con incertidumbre y a su vez se gira para verme.

—Marcus, creo que ambos ya tenemos muy presente quienes fuimos en el pasado. Y, por lo tanto, tienes que tener en claro que si alguien está bajo los ojos de los superiores en este momento soy yo. Mi padre, Michael, dice que ellos solo esperan un error de mi parte para destruirme porque yo... alguna vez fui Lux. Lo que quiero decir es que, si en estos dos años no me he esforzado al máximo para verte tanto a ti como a mis amigos, ha sido porque aún no se en que tanto peligro los pongo con tan solo... acercarme, ¿lo entiendes?

—Nahomi —dice él con suavidad y me entrega mi café —, no me debes ninguna explicación. Está bien.

—No, no está bien. Casi todo el mundo, a excepción de ti y Erick, piensan que estoy muerta. Han estado llorando por mi cuando yo he estado encerrada bajo la codicia de Michael Omet.

—¿Oyes lo que dices? Es imposible que un oráculo joven como tú luche contra la voluntad de un oráculo avanzado como Michael, nadie te culpa por tu ausencia ni piensa mal de ti.

—Es que a veces siento que...podría hacer más... por ti. Por todos.

Aun me decepciona tanto no haber avanzado en mi investigación sobre cómo romper la maldición de Marcus. No he tenido oportunidad de hablar con Michael Omet y su supuesta hermandad con Lux, y mi progenitor, como si sospechara que dicha información me fue dada, no se ha presentado delante de mí en varios días.

—Entiendo que estás pasando por muchas cosas —menciona Marcus con voz comprensiva y casi susurrante —. Quisiera ayudar, pero no tengo idea de cómo funciona la mente de un oráculo.

Sonrió ante su comentario y respondo viéndolo directamente a los ojos:

—Creeme, nadie sabe cómo funciona la mente de un oráculo.

Marcus corresponde mi sonrisa y nuevamente me impacta lo mucho que ha cambiado. Puedo notar la seguridad en su postura, la calma de su semblante y la luminosidad permanente en sus ojos celestes; es como si su alma rota se hubiera restaurado de algún modo. Sus mejillas, desde siempre resaltantes en su rostro pálido, lucen más vividas y sonrosadas que nunca.

Reconectar con las raíces de su alma en esta tierra ha sanado alguna parte de él.

—Ah, sí —mencionó ligeramente nerviosa —. También he aprendido a hacer esto.

Cierro los ojos lo más suavemente posible y suspiro con profundidad dejando que mi energía se apodere de un círculo lo suficiente amplió para ambos. Y, tan solo en un par de segundos, nos encontramos dentro de una burbuja invisible donde no transcurre el tiempo.

El silencio es abrumador. Y él dice:

—¿Por qué el ambiente se siente tan... calmado?

—Es una... burbuja de tiempo —respondo con una media sonrisa —. Podemos pasar horas aquí y, al salir, será como si el tiempo no hubiese transcurrido. Es decir, puede llegar a ser útil... si es que hay suficientes cosas para hablar en este momento.

«¿Qué me sucede?» «¿Por qué de repente me es tan difícil controlar lo que digo?»

Supongo que he pasado demasiado tiempo con Michael Omet. Allí no podía hablar con nadie. Quizás estoy perdiendo mi capacidad de socializar de manera natural. O quizás es simplemente porque se trata de su presencia.

—¡Vaya! —dice él con una sonrisa —¿Quién te ha enseñado a hacer eso?

—Oh, nadie, lo deduje estudiando por mi cuenta. Michael dice que todo oráculo debe escalar por su propia cuenta.

—Veo que... lo escuchas mucho más que antes.

Su comentario me toma ligeramente desprevenida. Pero sí, tiene razón, hace dos años apenas cruzaba palabras con Michael debido al choque de principios que tenemos. Aunque, no es como si pudiera elegir escucharlo o no, no es una opción.

Me acuesto de espaldas sobre el sofá donde me encuentro e intentó relajarme. Finalmente estoy aquí, delante de él, y tenemos mucho tiempo para discutir tantas cosas. Sin embargo, ni siquiera sé por dónde comenzar.

Marcus, tan comprensivo cómo siempre, bebe su café sin dar señales de incomodidad o intención de decir una palabra. Sin tan solo supiera que sus silencios son de mis más grandes torturas; ¿qué piensa Marcus Solluna? Todo sería más sencillo si tan solo supiera eso.

«¿Qué estoy haciendo aquí en verdad?»

En realidad no sé qué ha pasado en su vida los últimos dos años. Marcus está bien, luce saludable y estable, ¿y si solamente me estoy entrometiendo en su vida? Él no parece... necesitarme en este momento.

Tal vez debería estar ocupando este tiempo en liberarlo de la maldición que fue echada sobre su alma por culpa de mi vida pasada.

—¿Nahomi?

No debería estar aquí, formando un posible desequilibrio en su ser tan poco estable cuando no puedo medir las consecuencias de mis acciones al no tener en claro las posibilidades en este instante.

—Nahomi, ¿estás bien?

¿Y qué hay de mis amigos? Quizás ellos ya han superado la etapa de duelo tras mi muerte. ¿Qué pasa si Michael Omet tuvo razón al decir que les hacía un favor al haber muerto y liberarlos de mi presencia permanente en sus vidas mortales?

¿Qué sucede conmigo? ¿Por qué de repente no puedo respirar sin hiperventilar? Es como si el mundo cayera a pedazos. Quizás así es, quizás ya no hay nada que rescatar de ese mundo que yo tanto adoraba.

El sonido del palpitar de mi corazón es tan fuerte que me produce una sensación dolorosa en el centro del pecho. Es una sensación sofocante. Y ni siquiera puedo concentrar mi vista en algo; es como si no hubiera nada.

—Nahomi.

Me sobresaltó al oír mi nombre y visualizo a Marcus justo a mi lado. Luce preocupado, más no sorprendido.

Respiro con dificultad y mantengo una lucha constante por recuperar el control de mi cabeza. Pero no puedo, los pensamientos son como un torbellino de posibilidades y acusaciones sobre lo que podría o no debería hacer. Existir se vuelve una mísera tortura.

Siento algo sobre mis hombros y mi cabeza. Una manta. Me cubro completamente con ella y trato de esconderme de algo que no puedo ver o siquiera imaginar. Pero me quedaré aquí. Se siente más seguro que cualquier otro sitio en este instante.


Marcus



Naturalmente reconozco un ataque de ansiedad cuando lo veo. No me sorprende que Nahomi padezca esos ataques, es un oráculo, no lidia únicamente con su mente sino también con la de miles de personas ahora que su poder crece. Debe ser simplemente una agonía incesante.

Trato de quedarme quieto. Por algún motivo ella se ha aferrado a mí en este momento. Ha apoyado su cabeza sobre mi pecho y aferrado sus manos a mi camisa como si su vida dependiera de ello. Y, envuelta levemente por sus alas, luce como un ser puro e indefenso.

Vaya, recuerdo cuando ella misma me mencionó que estar cerca de mí era como tener un paraguas contra una tormenta de pensamientos ajenos a su ser. En este momento, es más que claro que puedo ofrecerle cierto alivio. Y eso me provoca un sentimiento reconfortante y cálido.

Transcurrido unos diez minutos, su respiración se normaliza y ella se ha quedado dormida.

Agradezco que la burbuja de tiempo nos rodee. No tengo que preocuparme porque algo suceda. Únicamente esperaré a que esté momento transcurra.


Nahomi

Despierto pero decido no abrir los ojos. Continuó en esta habitación silenciosa y al parecer alguien ha encendido el aire acondicionado; hace frío. Pero una manta me cubre lo suficientemente bien como para que el frío resulte satisfactorio.

Al mover mis dedos siento una tela suave, botones. Elevo mi cabeza y me percató que he estado durmiendo sobre él.

Por supuesto, aquella manta invisible que me protegió de esos pensamientos invasivos, fue él. Marcus y su escudo que recubre su mente y cuerpo de cualquier habilidad que yo poseo. Es un alivio y una fortuna.

Marcus aparenta estar dormido también. Su rostro pálido posee una expresión pacífica, relajada. A pesar de que su cuerpo desprende un fuerte calor por su corazón palpitante de agni, él no respira. Y he aprendido que no necesita oxígeno todo el tiempo. Así que es posible que simplemente esté durmiendo.

¿Cuánto tiempo llevamos aquí?

Sinceramente no me interesa. No he dormido tan bien en varios meses.

—¿Vas a besarme o esperarás que yo lo haga? —susurra él y al oírlo me percató de lo cerca que me encuentro de su rostro.

Me aparto y lo escucho reír.

—¿Desde cuándo eres tan creído, Marcus Solluna?

—¿Lo soy?

—En este momento, sí.

—¿Estás molesta?

En realidad no lo estoy. Es extraño sentirme de esta manera. Es como estar expuesta y es debido a su presencia. No sé exactamente cómo sentirme.

—Lo siento —dice él con sinceridad en su voz —. Solo estaba bromeando, perdóname si te he incomodado.

Lo tomo por sus mejillas y manifiesto con exageración:

—¿Por qué eres tan comprensivo, Marcus?

—No lo sé, la educación de mis padres, supongo.

Él toma mis muñecas y provoca que mis manos se deslicen por su cuello hasta llegar a su pecho antes de que sus labios se curven en una sonrisa de lado al decir:

—Sabes, en verdad estoy feliz de que estés aquí. Es como... un sueño demasiado real, ¿no te parece?

No recuerdo haberme sentido tan atraída hacia alguien. Hay algo diferente en él, algo irremediablemente irresistible en la claridad de sus ojos y sus mejillas encendidas debido a la cercanía.

No sé si es culpa del momento en sí o el hecho de que me encuentre sentada sobre sus piernas, pero no puedo evitarlo. Así que, sin más, simplemente lo beso.

Marcus parece sorprendido en un principio, pero él, al igual que yo misma, sabe que no es el momento de pensar las cosas sino únicamente de sentirlas. Mi razonamiento tan presente simplemente desaparece cuando me encuentro perdida en el sabor de sus labios y la calidez de su pecho al tenerlo a tal cercanía.

Mis dedos se pierden entre sus cabellos y sus manos me atraen hacia él con tal firmeza que resulta extasiante. Es casi agobiante el hecho de no poder acercarlo aún más a mí.

«—Haz lo que quieras con Marcus, todo lo que quieras. Y verás como pronto te cansarás de su presencia.»

Las palabras de Michael aparecen inoportunamente en mi cabeza.

Marcus se aparta repentinamente de mí. Lleva su mano derecha sobre su rostro sonrojado y expresa con nerviosismo en su voz:

—Lo siento, podemos parar aquí, por favor.

«Mierda, mierda, mierda. ¿Qué estoy haciendo?»

¿Cómo es que he olvidado lo delicado que es este tema para él?

Me separó de él y le doy su espacio. Me siento avergonzada y casi desconsiderada. Y nuevamente no se me ocurre qué decirle.

—Discúlpame. —Vuelve a decir Marcus.

—¡No! Está bien. No pasa nada.

Me preguntó cuánto lo he incomodado. Sé que ha mejorado muchísimo sobre el control de su sed ante la cercanía de seres de sangre caliente; una mejora extraordinaria si tenemos en cuenta que es un frío defectuoso. Pero aún así, eso no significa que la cercanía no sea una tortura para él.

Holis, les dejo este nuevo capitulo que acabo de escribir de madrugada y sufriendo insomnio jeje ¡Espero les guste!

Siento mucho tardar tanto en actualizar, es solo que la universidad, el trabajo y la vida social me tienen corriendo de aquí para allá últimamente :,) 

Pero en fin, les dejo un pequeño momento de Nahomi Y Marcus, ya era hora de que estos personajes se encuentren nuevamente. Disfruten la lectura, los aprecio mucho por seguirme y espero seguir mereciendo su apoyo después de mis descuidos con este libro que en verdad espero poder continuar porque lo aprecio muchísimo :) 

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