30. El bebé monstruo

El hecho de que también los monstruos pudiesen sentir amor era algo muy desconcertante, porque si sabían lo que era el amor también tendrían que saber lo que era el sufrimiento.

Clara Sánchez

—¿Por qué quisiste ser doctor?

La pregunta de Andreu deja a Marcus desconcertado. Él esperaba que su médico en jefe llegará con un discurso repetitivo de por qué no debería renunciar a su puesto, no a un interrogatorio sobre sus razones para elegir su profesión.

—¿Disculpe? —duda Marcus.

El doctor Andreu se recuesta sobre su silla sin dejar de ver fijamente a Marcus.

—Lo que oíste —insiste —. ¿Por qué quisiste estudiar para ser doctor?

—Con todo respeto, señor, no creo que sea una pregunta sencilla la que quiere que responda.

—Es simple cuando estás seguro —objeta Andreu con mucha seguridad y un tono relajado en su voz —. Por ejemplo, yo elegí ser médico porque mi madre, desde temprana edad, me metió al mundo de la medicina. Y luego la perdí cuando tenía 12 años. Supongo que, muy en el fondo, aún intentó salvar a mi madre,  porque en ese entonces no pude hacerlo.

Marcus queda completamente en silencio. No comprende a qué se debe la franqueza del doctor Andreu, más aún cuando recuerda que esta hablando con un hombre que se niega rotundamente a hablar de su vida privada con personas de su mismo espacio laboral.

—¿Y tú? —vacila Andreu —¿Por qué Marcus Solluna quiere ser doctor?

—No lo sé.

—¿No lo sabes? ¿O no te atreves a decirlo?

—No entiendo a qué va...

—¿Es acaso verdad lo que escuche en los pasillos del hospital? —pregunta Andreu de repente.

Marcus sigue sin poder adivinar qué tema quiere abordar Andreu. ¿Por qué está tan relajado y seguro de lo que dice? Comienza a molestarle su atrevimiento.

—Depende de que haya escuchado —responde Marcus.

Andreu sonríe ligeramente. Y procede a decir:

—Una vez oí que el doctor Marcus únicamente quiere ejercer su profesión porque, de una manera patética, intenta compensar todo el daño que ha hecho.

Ahora Marcus lo comprende. Y no es la primera vez que escucha eso sobre él. Aunque le sorprende que Andreu haya decidido tomar como algo posible un chismorreo más del hospital.

—¿Es cierto? —indaga Andreu —¿Verdaderamente la única razón por la cual quieres ser médico es porque quieres compensar daños pasados?

—Usted no lo entendería.

—Ponme a prueba.

—No quiero hablar de eso.

—Esa es tu excusa para todo, ¿no es así Marcus? —lo desafía Andreu mediante se pone de pie —Te he escuchado decir eso incontables veces, "no quiero hablar de eso". Te ves tan débil cuando lo haces.

—¿Por qué está diciéndome esto? —cuestiona confundido Marcus —¿Qué es lo que quiere?

—Que seas valiente, Marcus. Si no puedes enfrentar tus propios problemas no puedes ayudar a otros.

Marcus ha llegado a un límite. Se pone en pie y por primera vez ve directamente al doctor Andreu. No está molesto. Pero tampoco está dispuesto a que alguien que no posee la menor idea de lo que se siente estar en sus zapatos venga a llamarlo cobarde.

—No sé qué es lo que quiere —dice Marcus —, pero no pienso hablar con usted de problemas que no le incumben. No he dejado que mis crisis afecten mi trabajo, así que no tiene ninguna razón por la cual lanzarse en mi contra.

—Marcus, escúchame —dice Andreu —. Vine a hablar contigo porque no creo que debas renunciar. Se como te sientes y...

—No —niega Marcus —Usted no tiene la más mínima idea de cómo me siento.

—Creeme, se como te sientes. Yo...

—¡No! —replica él —¡Nadie tiene idea de como me siento! ¿Acaso usted sabe lo que es cargar con la muerte de tantas personas? ¿Sabe usted lo que es no atreverse a mirar su propia imagen en un espejo porque sientes repugnancia de ti mismo? ¡No! No lo sabe. Así que no me diga que lo entiende cuando ambos sabemos que no es así.

—¡Yo lo sé! —vocifera el doctor con una voz fuerte y a la vez temblorosa —Te sientes solo; sientes que lo que para otros es fácil, para ti... es muy difícil; sientes que la vida únicamente te quita y te quita, sin darte nada; sientes como los fantasmas de tu pasado te atormentan, susurrando... tus peores pesadillas; sientes que matar es demasiado sencillo y vivir... irónicamente, es difícil.

»Pasas noches enteras intentando comprender por qué te sientes tan... vacío. Y por momentos el mundo desaparece, no de forma pacífica, sino de una manera abrupta y cruel. Y de nuevo estás solo, de nuevo eres preso de los recuerdos y nadie puede salvarte. —Por cada palabra que expresa su voz se vuelve más débil y rota —. Mejor dicho, no es que no haya nadie que pueda salvarte, sino que nadie quiere.

La sonrisa agria del doctor Andreu se ensancha y unas lágrimas se deslizan rápidamente por sus mejillas enrojecidas a causa del coraje. La luminosidad de sus ojos es apenas una chispa del dolor agonizante que tortura su ser en estos momentos.

Marcus no puede creerlo. Cada palabra dicha por el doctor, cada gesto y descripción, es extrañamente acertada.

La pregunta aquí es hecha por Marcus:

—¿Cómo lo sabe? ¿Cómo sabe todo eso?

Andreu respira profundamente para aliviar el nudo que se ha formado en su garganta. Por esta misma razón se negaba a relacionarse con Marcus Solluna, temiendo a la posibilidad de que se presentará el momento de decir una dolorosa verdad.

—Porque no es la primera vez que conozco a alguien como tú —declara Andreu —. Yo... además de ser cirujano, también soy, bueno, más bien fui especialista en trastorno de estrés postraumático. Y, por varios años, trabajé con...

—Silenc —completa Marcus sin poder razonarlo completamente.

—Sí, así es —confirma Andreu —. Di tratamiento a varios jóvenes que pasaron por lo mismo que tú. Aunque debo admitir que lo tuyo es diferente, nunca había visto un caso tan severo. Pero, también veo que los sentimientos que sufres son los mismos. Siempre son los mismos.

»He visto a tantas personas como tú desmoronarse. Sufrir, ser rechazadas y finalmente... Ya no pueden más.

Marcus no puede creerlo. Lleva meses trabajando para el doctor Andreu, admirando sus habilidades médicas y aceptando uno de sus mayores secreto. Y ahora resulta que aún había algo más. ¿Qué significa todo esto? Él había tratado con personas en su misma condición, y no dijo absolutamente nada.

—No lo entiendo —confiesa Marcus —. Si usted conocía a más personas como yo, ¿por qué no me lo dijo? ¿Acaso no imagino que quizás me hubiese sentido más cómodo sabiéndolo?

—Lo sé —admite Andreu —, se que debí ser más comprensivo contigo, especialmente conociendo tanto sobre personas en rehabilitación como tú. Pero hace mucho tiempo prometí no involucrarme más.

—¿Por qué?

—No hablaré sobre las razones, Marcus.

—Dijo que trabajó durante años con ellos. ¿Por qué lo dejo?

—Marcus, no vine aquí a hablarte sobre eso.

—¡No! —niega Marcus —Usted me acaba de decir que debo ser valiente, que debo hablar de aquello que más me duele. Así que haga lo mismo, doctor Andreu, dígame porque dejó de tratar a los Silenc.

—¡Porque todos mis pacientes murieron! —revela Andreu perdiendo completamente la paciencia —Murieron, todos ellos se... suicidaron.

» Adrián Evnit, era un agni. Le gustaba cantar, tenía talento y quería dedicarse a ello. Pero nadie quería escucharlo cantar cuando sabían quién era verdaderamente.

»17 de marzo a las 23:45 horas. Se disparó a si mismo una noche de luna llena.

»Micaela Lordes, ser frío. Era una artista, nunca había visto retratos tan bonitos. Nadie fue a su exposición de pinturas cuando se dio a conocer que la pintora era antes un Silenc.

»Ella busco problemas a propósito contra uno de los clanes más poderosos de seres fríos. 27 de Junio, 22:00 horas. La hicieron pedazos y ella no hizo nada para evitarlo.

»Joel Natmed, brujo. Le fascinaba el arte de las pociones y creó varias que fácilmente podrían haberse vendido en el Mercado Internacional de Magia. Pero nadie queria productos creados por un Silenc.

»19 de noviembre, 18:22 horas. Se cortó las venas y se arrojó al océano.

» Angelina Petersom, agni. Nunca logró recuperar su voz, nunca hablo. 31 de diciembre, 00:40 horas. Se quitó la vida apuñalando su propio corazón.

Andreu ha manifestado con angustia todo lo que tenía que decir. Marcus ha exigido la verdad y ahora la tiene ante él. Esta es la verdad, cruel e insoportable, pero auténtica y totalmente reveladora.

Al escuchar el desenlace trágico de cada uno de los Silenc que tan solo intentaban salir adelante, se percata que inevitablemente él ha pensado y decidido hacer exactamente lo mismo: morir.

—No pude salvarlos —continúa hablando Andreu, pero ahora habla para sí mismo, le duele tanto —. Lo intenté, créeme, lo intente. Pero, cada vez que alguno de ellos intentaba entrar a la sociedad y ganarse la vida por si mismo, eran rechazados. Nadie quería contratar personas que solían ser asesinos. Tampoco quería ser sus amigos, parejas, ni siquiera conocidos. Fueron condenados y tachados como seres repulsivos, despreciables e insensibles.

»Sin importar cuanto tiempo invertí en ellos, finalmente se rindieron. Sinceramente, no los juzgo, porque tendría que estar en sus zapatos y superar esos problemas para poder decir que había otra manera.

—Doctor Andreu —dice Marcus —, por favor, quiero que se vaya. Ya no quiero escuchar más.

—No puedo —sentencia Andreu —. No me rendiré otra vez, Marcus, no contigo. Déjame ayudarte, yo quiero ayudarte. Así que, por favor, no renuncies a tu trabajo. Créeme, lo he visto tantas veces, primero te rindes de hacer aquello que te apasiona y finalmente te rindes de la vida.

Marcus no quiere escucharlo más. Su ansiedad está a altos niveles. Y Andreu lo sabe, siempre ha sabido leer los síntomas en los leves gestos de Marcus. Pero sabe que es un caso diferente, Marcus no únicamente era un Silenc, sino que también es un frío defectuoso. Otra razón más para recibir atención a sus muchas dificultades.

—No quiero —decreta Marcus —, no quiero su ayuda. Quiero que se vaya.

—Esta bien. Lo entiendo. No te encuentras bien este momento y estás alterado. Así que te daré tiempo de pensar en tu renuncia.

—No voy a volver al hospital.

—Y yo no pienso aceptar tu renuncia —objeta Andreu —. Así que piénsalo, te doy un día. Háblalo con tus amigos y, Marcus, te pido que reconsideres mi oferta de que me dejes tratarte.

Marcus no puede mantener la calma. Esto es demasiado para él; tantos acontecimientos atroces de sus semejantes que siempre terminan en el mismo y trágico final. Es poco decir que se trata de un tema delicado que difícilmente se puede aceptar. Mucho más cuando tus emociones se estancan, no sabes cómo deberías sentirte al respecto y te cierras en palabras que se repiten en tu mente sin secar.

El joven médico aferra aún más sus manos a su cabeza, como si anhelara con el alma aplastar esos pensamientos que lo único que hacen es encerrarlo en un estado de pánico que no puede ser expresado en voz alta.

—Marcus, necesito que te calmes —dice Andreu percatandose del posible peligro. Se arrepiente de su propia sinceridad al revelar tantos hechos sin haber tenido una idea de cómo reaccionaría Marcus.

Si Marcus entrase en una crisis de pánico, no solamente podría asesinarlo y destruir todo a su paso al no reaccionar a la misma realidad, sino que también termina por echar por tierra la poca buena reputación que aún conserva en los pacientes que se han encariñado con su presencia.

«¿Por qué estoy aquí preocupándome por su reputación?» Se pregunta el doctor Andreu sorprendido de la creciente sensibilidad que desarrolla para con Marcus.

Andreu fue especialista en pacientes que sufren estrés postraumático, no de fríos defectuosos. Por ende no posee conocimiento sobre cómo enfrentar la situación, así que opta por una distracción.

Andreu vacía la mochila que trae consigo y saca de ella una tablet, procede a buscar un archivo en específico hasta dar con él. Se para firmemente frente a Marcus y le enseña la pantalla manifestado:

—¡Marcus, tu paciente está muriendo!

La reacción es inmediata. Marcus se queda inmóvil viendo la pantalla, y después de unos breves segundos toma la tablet con ambas manos y procede a leer con suma atención los resultados del último análisis.

—Es la paciente humana, Sara Rosario —murmura Marcus.

—Sí—confirma Andreu, mientras siente gran alivio de que Marcus alla podido enfocar su mente en algo diferente —. Es la humana que ingresó hace varias semanas como una de las primeras víctimas de Él-o-ella. Creí que querrías saber cómo sigue.

—Aún no puede salir de la caja de rehabilitación —dice Marcus mientras continúa leyendo cada diagnóstico.

—Es correcto —asegura Andreu —, como sabrás ninguno de los pacientes que ingresaron con la marca de Él-o-ella y sus heridas malditas han podido recuperarse. De hecho...

—¿Qué sucedió? —vacila Marcus elevando la vista de la tablet.

—De hecho perdimos al paciente que ingresó junto a Sara; Alan Gonzáles —sentencia Andreu —. El joven brujo tuvo un paro cardiorrespiratorio. Los médicos de guardia no pudieron salvarlo.

—¿Tenía familia? —pregunta Marcus.

Andreu queda desconcertado ante la duda dicha por Marcus.

—No —niega el doctor —, era un brujo huérfano. No se encontró ningún familiar. Ni siquiera un amigo o alguien que dijera conocerlo. Cuando el Departamento de Seguridad analizó su casa por fines de investigación al caso de Él-o-ella, no hallaron nada extraño. Se nota que únicamente Alan era un brujo solitario. Especialmente teniendo en cuenta que vivía en medio de la nada.

Andreu ni siquiera comprende por qué está contando lo ocurrido. Supone que intenta colaborar con la repentina calma de Marcus.

—Nahomi seguramente diría algo interesante sobre eso —menciona Marcus, quien se encuentra analizando las placas de Sara.

—¿Algo sobre qué? —duda Andreu.

—Sobre lo que tienen en común Alan González y Sara.

—Uno era un brujo y ella una humana, ¿qué tienen en común?

—Ambos estaban completamente solos. Como usted dijo, Alan era huérfano, Sara también lo es. Ninguno tenía familia, amigos, ni siquiera conocidos. De hecho, Sara está tan sola que en el mundo humano nadie ha reportado su desaparición.

Andreu concuerda con los comentarios de Marcus. Hay cierto misterio en que podría haber querido Él-o-ella de esos jóvenes. ¿Por qué atacarlos? ¿Por qué maldecirlos? Si el objetivo era asesinarlos, ¿por qué jamás mando a alguien ha terminar ese trabajo?

—Doctor Andreu —dice Marcus con un tono bajo que refleja su confusión —. ¿Qué es esto?

Andreu se inclina levemente para ver a qué se refiere Marcus, y responde:

—Es la ecografía del embarazo de Sara. Ante la rapidez con la cual crece el feto, la doctora Maru mando a realizarla.

—Pero —vacila Marcus —, no entiendo. ¿Qué es lo que estoy viendo?

La extrañes de Marcus no es para menos. En donde se supone que debería haber un bebé en crecimiento, hay una figura uniforme sin extremidades. Apenas se alcanza a diferenciar lo que parece ser su cráneo de su torso.

—El feto es un híbrido —dice Andreu señalando la ecografía —. Específicamente es mitad humano y mitad frío.

—Pero, eso significa que...

—Sí, así es —confirma con pesar el doctor Andreu —. Significa que Sara fue abusada sexualmente por un ser frío.

Marcus está completamente asombrado. Primeramente por qué no es común que los fríos lleven a cabo tales aberraciones. Sí, en efecto los fríos se alimentan de humanos, pero no abusan de ellos.

Y en segundo lugar porque los casos de híbridos entre seres fríos y humanos son casi nulos. En la mayoría de ellos, si la madre es humana, únicamente el bebé sobrevive. Porque la criatura de sangre fría, inconscientemente, se alimenta de la energía vital de su madre hasta matarla.

—Marcus —plantea Andreu —, respóndeme lo siguiente: ¿Cuál es la principal diferencia, en el desarrollo de los bebés, entre los seres fríos y los humanos?

—A diferencia de los humanos, los fetos de los seres fríos desarrollan recién en las últimas semanas sus extremidades.

—Exacto —concuerda Andreu.

—Pero, doctor, a esta altura no debería tener ya sus extremidades en desarrollo.

—En efecto, así es —responde Andreu —, pero recuerda que es un híbrido. Según los análisis el feto está muy débil debido al estado crítico de la madre. La doctora Maru ha estado tratando a ambos, pero nada parece ayudar a largo plazo. Así que ahora buscan un donante de sangre para el feto híbrido.

—Claro —opina Marcus —, al ser mitad humano el feto tiene un corazón palpitante. ¿Ese es el problema, verdad?

—Estas en lo correcto. El corazón está muy débil, no bombea suficiente sangre y por eso se ha atrasado el desarrollo. Por eso mismo es importante un donante.

—Eso será complicado —menciona Marcus —, los híbrido mitad humano mitad frío son muy escasos. No creo que puedan hallar uno a tiempo.

—Yo pienso lo contrario —revela Andreu —, creo que ya conozco a alguien que posiblemente pueda ser el donante ideal.

—¿De verdad? ¿Y quién es?

—Tu, Marcus.

—¿Yo? —vacila Marcus —Pero, doctor, yo no soy mitad humano, soy mitad agni.

—No hay mucha diferencia entre la sangre humana y la sangre agni. Además, en este momento, eres un híbrido en perfecto equilibrio. Tu corazón está fuerte y estás completamente saludable.

—¿Cómo está tan seguro?

—Me tomé la libertad de leer tu último chequeo médico —confiesa Andreu —, pero eso no importa. No tenemos más tiempo, es muy probable que no podamos salvar a la madre, pero podemos salvar esa criatura. ¿Qué dices al respecto?

Marcus vacila. No está seguro al respecto. El doctor Andreu tiene razón; él tiene un equilibrio perfecto. Pero aún no saben a qué se debe el repentino despertar de su corazón. Aún así, la madre y el feto tienen pocas posibilidades de sobrevivir, él no va a negarse a darle una oportunidad, al menos, a uno de ellos.

—Esta bien —accede Marcus —, lo haré con una condición.

—Seguro. Solo dime cuál es.

—Quiero el caso de Sara.

—¿Quieres estar a cargo de ese caso? ¿Tú solo?

—Sí, así es, doctor.

Andreu parece dudar. Él no estaría dispuesto a dar un caso tan peculiar a un médico en su primer año de trabajo. Así que exigirá una condición de por medio:

—Te dare el caso, pero tendrás como compañera a la doctora Jazmín.

—Me parece bien.

—Entonces —dice Andreu con mas animos—, me parece que ya puedo pasar por la trituradora tu renuncia.

Marcus asiente con la cabeza y vuelve a concentrarse en su trabajo. Se ha formado en él cierta empatía hacia el bebé, es un híbrido. De alguna forma Marcus se siente identificado. Así que le dará otra oportunidad a su trabajo, especialmente por qué si tiene su propio caso no tendrá que estar en emergencias y tratar con otras personas.

En el Hospital Universal para seres sobrenaturales, Sara está siendo chequeada por la mismísima doctora Maru en persona. No encuentra en ella mejoras, pero tampoco ha empeorado. Este caso le produce frustración a la doctora, quien no está acostumbrada a no poder resolver las dificultades de sus pacientes de forma inmediata.

Sara está ahí, dormida dentro de la nombrada caja de rehabilitación. La cual se podría describir como una gran y espaciosa caja rectangular que posee un material transparente por encima, donde se puede observar al paciente completamente sumergido en un líquido cristalino. La persona dentro de la caja cuenta con un respirador artificial.

Una vez que Maru termina con el chequeo se sienta sobre la única silla dentro de la habitación. Ruega por qué Andreu haya convencido a Marcus de no renunciar, ya que ella cree firmemente que el joven tiene talento para la medicina. Además de que planea convertirlo en su asistente principal de cirugía.

Las puertas son abiertas y entran dos individuos a la habitación. Visten batas blancas, barbijos y guantes.

—Doctora Maru —habla uno de ellos —, si nos permite la podemos reemplazar en su guardia. Ya que el doctor Andreu solicita su presencia.

—Por su puesto —accede Maru incorporándose rápidamente. Su ansiedad por noticias ha llegado a causarle malestar y no quiere esperar más para saber cómo le fue a Andreu.

Los recién llegados quedan dentro de la habitación blanquecina. Uno de ellos se sienta plácidamente sobre el lugar donde antes se encontraba la doctora, y el otro avanza hacia la caja para observar a la paciente.

—Así que ella es Sara —menciona mirando a través del cristal.

—Sí —afirma el segundo —, como se te prometió. Ahí está el avance del proyecto. ¿Qué te parece, Harry?

Harry se quita la mascarilla y observa detenidamente el vientre abultado de la joven Sara.

—¿Cuanto más tendré que esperar? —vacila Harry Veláz, quien, después de haber burlado a tantas personas para ingresar al hospital, está ansioso por saber más sobre el proyecto.

—No estoy seguro —responde el otro con indiferencia —. Pero tú deberías estar tranquilo, el nuevo cuerpo de tu hija está en desarrollo y nacerá más pronto de lo que crees.

¡Hola! Les dejo un nuevo capítulo, recien lo termine de escribir :3

¿Qué les pareció la revelación de Andreu?

¿Felices de que Marcus aun sea doctor?

¿Cual creen que es el proyecto del que habla Harry?

Nos leemos pronto :3

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