29. El alfa y la carta
Algunos dicen que es doloroso esperar a alguien. Otros dicen que es doloroso olvidar a alguien. Pero el peor dolor que se produce cuando no se sabe si esperar u olvidar.
Jules
En muchas ocasiones las cosas sobrenaturales se esconden a simple vista. Y, afortunadamente para los que quieren ocultarlas, en los lugares menos esperados.
Así mismo es en el caso de Alba; un pequeño pueblo ubicado en el norte de Argentina. A ojos distraídos, un lugar con muchas casas ordinarias y pintorescas, sin edificios o concurridas tiendas. Donde únicamente hay un cine poco actualizado a las novedades.
Sin embargo, Alba a sido desde siempre un lugar que alberga a los seres sobrenaturales. No únicamente a la familia Solluna, que en la actualidad se encuentra de viaje para no levantar sospechas sobre la extraña juventud inmutable de sus integrantes, sino que a la vez posee a una de las manadas de agnis más antiguas de Sudamérica.
Hoy, como casi todos los días, una fina llovizna humedece todo a su paso. El otoño es aquí únicamente una versión del invierno con lluvia helada en lugar de nieve. Y los pueblerinos se mantienen dentro de sus propiedades lamentando que el verano haya acabado.
Alguien camina lentamente por la carretera aislada. El sonido de sus botas al andar se oye a largas distancias, teniendo como compañía el murmullo de su voz al susurrar una suave melodía que aprendió en su niñez. El frío, a pesar de estar a dos grados, no le afecta en lo absoluto; su cuerpo está preparado para soportar las bajas temperaturas. Viste pantalones vaqueros y en su torso una sudadera seguida de una campera roja.
Él dobla en una esquina y camina a paso lento en dirección a la primera casa que te encuentras al ingresar al pueblo ubicado sobre la carretera. La casa posee grandes ventanales con vista a la calle, donde un diminuto niño con la nariz pegada al cristal es el primero en percatarse de la presencia del recién llegado que camina sin problemas bajo la lluvia.
El niño estira su brazo y saluda agitando su manita al visitante, quien le corresponde el saludo con el mismo gesto y una sonrisa de lado.El pequeño corre hacia la casa, vociferando con mucha emoción:
—¡Mamá, Papá, es Axel! ¡Axel ya llegó!
Los padres de Bruno, alertados por los gritos de su hijo, se apresuran a recibir a Axel Aidan, quien espera pacientemente apoyado en el pórtico. Trae su cabello, negro como la tinta, empapado completamente tras horas de caminatas por el bosque oscuro y azotado por las lluvias torrenciales que se han hecho presentes a diario en estos parajes.
—¡Hola, Axel! —exclama Bruno al abrir la puerta y observarlo con una sonrisa que desborda alegría.
—Bruno, te he dicho que no lo llames por su nombre —replica la madre cariñosamente a su hijo —. Se dice señor.
—No se preocupe —asegura Axel —. No me molesta, puede llamarme por mi nombre —reafirma con una sonrisa nerviosa en su semblante moreno. Debido a que, a pesar de personificar una figura respetable y de gran autoridad, no se acostumbra aún a ser llamado "señor".
La familia Hernández, tras la desaparición de su hija mayor, Amy, decidieron poner al corriente de los hechos al alfa de la manada; relatándole todo lo ocurrido. Advirtiéndole que un ser oscuro podría estar tras ellos, y que el pequeño hermano de Amy, Bruno, es el objetivo más probable.
Los padres de Bruno, en un principio, habían decidido creer que la sanación completa de su hijo más joven se debía a un auténtico milagro, pero la carta que Amy dejó antes de desaparecer confesaba a su familia el verdadero precio que ella debía pagar por la salvación de su hermano. Y también añadía que, mientras ella no regresará, significaba que el precio aún no había sido saldado; y el peligro aún acecha sobre toda la familia.
—Bueno —expone Axel, una vez sentado en una silla de la sala con la familia Hernández a su alrededor ansiosos por escucharlo —, me parece que todo sigue tranquilo. No hay rastros de forasteros en el bosque, tampoco en la carreteras, y mis compañeros me han dicho no percibir ningún aroma extraño en el pueblo.
—¿Dices que no hay de qué preocuparse? —vacila la madre de Bruno, quien poco a dormido al saber que su hijo puede correr un gran riesgo.
—Eso creo —afirma Axel —. Aún así, seguiremos montando guardia a los alrededores. Y, si ven cualquier cosa, solo tienen que llamarme.
Las palabras del Alfa de la manada definitivamente ha traído paz a los padres de Amy Hernández. Ellos, a pesar de saber mucho sobre el Mundo Oscuro a través de las experiencias de uno de sus hijos —quién fue convertido en ser frío hace algunos años—, aún les inquieta el hecho de comprender que existen seres que no puedes ver ni oír, y están ahí. Al acecho.
Una llamada entrante en el teléfono de la casa desconcierta a todos los presentes. La señora Hernández se incorpora para responder, y pocos segundos después llama a su esposo.
Axel no dice nada. Puede escucharlo todo, y si se tratara de algo extraño o peligroso, ya lo sabría. Así que se queda en la sala junto a Bruno, sintiéndose levemente incómodo por los grandes ojos marrones del pequeño, que no dejan de mirarlo como si él fuese algún tipo de atracción de feria.
—¿Te duele cuando te transformas en lobo? —pregunta de la nada el pequeño Bruno.
Axel, ante los ojos repletos de emoción del niño, no hace más que sonreírle al decir:
—Sí, pero te acostumbras.
—¿Si me muerde un agni, puedo convertirme en un hombre lobo?
—No. Eso es solo un mito.
—¿Qué significa tener un "ágape"? —insiste Bruno, quien, al haber descubierto hace poco tiempo la existencia de fabulosos seres con la capacidad de cambiar de forma, no puede contener su curiosidad.
Axel queda completamente en blanco por un momento. No porque no sepa la respuesta, sino porque esa palabra se ha convertido en algo que únicamente se habla cuando él no se encuentra presente. Los miembros de la manada parecen tener miedo de mencionarlo en voz alta. Y, para el bien de su estabilidad emocional, ya se había acostumbrado a no oirla jamás.
—Escuche a tus amigos decir esa palabra —añade Bruno, mediante mueve sus pies que cuelgan desde el sofá donde se encuentra sentado —¿Qué es un ágape?
—Bueno... —dice Axel intentando encontrar las palabras más exactas y sencillas —Es algo así como el amor de tu vida.
Bruno parpadea varias veces y, después de un trabajoso proceso en su mente proyectado en su regordeta carita infantil, pregunta con una sonrisa:
—¿Cómo en las películas?
—Sí, como en las películas.
—¿Y tú tienes uno? ¿Dónde está tu ágape?
La pregunta inocente del pequeño deja a Axel sin hablad. Por mera coincidencia, las dudas de Bruno han hurgado en las emociones más sensibles del alfa, desenterrando recuerdos que, aunque bastante recurrentes, no son muy bienvenidos por él. ¿Donde su ágape? Es una pregunta simple. Y, aunque Axel está al tanto de la ciudad donde reside la joven de cabello dorado y hermosos ojos verdes, cotidianamente evita pensar en ello. Mejor dicho: necesita no pensar en ello.
—La verdad —responde Axel después de un breve silencio —. No sé dónde está.
—¿Y estás triste por eso?
Los padres de Bruno llegan oportunamente, interrumpiendo el interrogatorio del pequeño a quien una única respuesta jamás le hes suficiente.
Axel insiste a los Hernández que estaran bien, que es su deber proteger a los pueblerinos y que no hace falta ningún tipo de compensación por sus acciones. Y, sin nada más que decir, se retira en dirección a su casa lamentando haber escuchado esa dichosa palabra.
Mientras camina a casa a una velocidad humana y prestando poca atención a sus alrededores, piensa en las exigencias impuestas al liderazgo. Hace ya un par de años que ha tomado el mando de la manada, cargando el peso de la exigencia de ser, al menos, la mitad de lo fuerte y benévolo que alguna vez fue su madre; la ya fallecida alfa de la manada dejó la vara muy alta para su sucesor. Sería un milagro igualarla y una tarea imposible superarla.
Los errores aún se le permiten al alfa a causa de su juventud. Y él siempre intenta no dejarse abrumar por sus responsabilidades.
Aunque cabe decir que tanta ocupación ha sido de gran utilidad para Axel, lo mantiene atareado y deja menos momentos para pensar. Mucho más cuando temes que una persona en específico se aparezca en tu mente; una persona que, la simple mención de su nombre, puede desbordar tus emociones y dejar tu mente en un caos irrefrenable durante días.
¿Cuántas veces ha cuestionado aquella decisión? ¿Cuantas veces se arrepintió de haberla dejado ir? Y luego llega la culpa, porque él recuerda cada una de las razones que lo llevó a tomar dicha decisión de alejarla. Y sabe que ella vale mas que todo eso, ella vale más que cualquier cosa para Axel.
Un sonido agudo desde la distancia lo trae de nuevo a la realidad. Axel no entiende que es, es como si algo viniera a toda velocidad cortando el aire y produciendo un silbido.
Después de unos segundos en los cuales Axel mantiene todos sus sentidos agudizados y en espera de cualquier cosa, algo impacta sobre un árbol. Al acercarse, de inmediato nota que se trata de una flecha. La comunidad agni suele utilizar flechas preparadas para volar durante kilómetros hasta llegar a su objetivo y entregar un mensaje, pero ese recurso (antiguo y preparado para no ser descubierto) se utiliza tan solo para dos propósitos:
Un aviso, o una amenaza.
Axel arranca la flecha del árbol y quita la punta afilada sabiendo que dentro se encuentra el mensaje. Así mismo es, y dicho mensaje dice así:
Sabemos quien eres. También tu historia y el nombre de cada uno de los miembros de tu manada. Retira a tus lobos de las fronteras del pueblo y no volverás a saber de nosotros.
Solo para agregar, tambien sabemos quién es ella. En qué ciudad reside y donde trabaja. Así que, obedece a lo que se te pide, o enfrenta las consecuencias.
Ha llegado el temido momento. Ya no hay más remedio ni vueltas que dar. Preparado o no, el día de volver a verla se ha adelantado y tendrá lugar próximamente.
Para Marcus:
No sé por dónde empezar, y supongo que en casos como este no hay una forma de expresar con delicadez lo que trato de decirte. Así que acudiré a la sinceridad:
Este es el final de nuestra historia.
Lo siento. De verdad me hubiese gustado poder hacer más por ti. Pero no pude, me faltó valor y lo admito. Deje que mis sentimientos negativos se transformarán en un deseo irrefrenable de que tú cambiarás.
Quería que cambiaras. Porque, en muchas ocasiones, odié esa versión inestable de ti. Quería que fuese sencillo para ti besarme, como lo es para mí. Quería que no fuese para ti una tortura mantener una abrazo. Pero no lo logré. No pude y lo lamento.
Supongo que en un principio fui capaz de soportar todo por ti. Todo. Pero el tiempo me desgasto, así de simple. Llegó un momento en que no quería verte por temor a molestarme.
No quería molestarte contigo. Porque se que no es tu culpa. No puedes cambiar, y esta bien. No tienes por qué hacerlo. Eres diferente, y nada se puede hacer.
Quisiera poder decirte que esto no se trata de mí rindiéndome ante tus muchas dificultades, pero así es. Ya no puedo más.
Lo supe desde el primer momento en que puse en pie en tu departamento para pedirte otra oportunidad, ambos lo sabíamos.
No estábamos tratando de arreglar nuestra relación; únicamente no queríamos estar solos.
Lo sé. Vas a enojarte conmigo. Vas a decirte a ti mismo que no es verdad. Que me amas, y que por eso me diste otra oportunidad. Pero no es así, Marcus. No es así.
Tú no me amas. Puede que alguna vez lo hayas hecho, pero no era a mí a quien amabas. Lo que amabas era la seguridad que yo te transmitía, mi compañía, el sentimiento reconfortante de saber que alguien te esperaba y te quería en este patético mundo de mierda.
Lo sé. Porque, aunque en un principio llegué a quererte como nunca quise a alguien, también hice lo mismo. Me enamoré del sentimiento de estar acompañada, de la costumbre, de la seguridad.
Créeme, Marcus, esto no es un daño irreparable. Es más, es algo que tenía que pasar. Uno de los dos tenía que ponerle fin a esto que llamamos amor. Y me tocó a mí.
No me malinterpretes, yo te quise muchísimo. Siempre voy a recordar los buenos momentos que pasamos juntos, desde las chistes que conté y jamás comprendiste, hasta tus sonrisas inoportunas que me resultaban tan bonitas. Pero desechare los malos recuerdos, y tú deberías hacer lo mismo.
No, no trato de compensar el daño que te cause con un par de palabras bonitas. Estuve mal y lo acepto. Te doy la opción de no perdonarme. Porque ni yo misma me perdonaría.
Espero que encuentres a alguien que pueda con tus peculiares características. Créeme, seguramente hallarás a alguien. Y mi nombre se convertirá tan solo en un recuerdo que en algún momento olvidarás.
Probablemente nos volvamos a ver algún día. Y espero, con la mayor sinceridad, que ese día llegué cuando ambos hayamos encontrado lo de que buscamos.
Samantha.
¡Buenas! Les adelanto el capítulo del miércoles porque estaré ocupada estudiando (^^)
Bueno, bueno, bueno. Tenemos a Axel en la jugada de nuevo:
¿Qué tal les cae Axel? Sean sinceros/as, estaré leyendo comentarios 👀
¿Qué piensan de la carta de Samantha? ¿Se lo tomara bien Marcus? ^_^
¡Nos leemos pronto! Y gracias, gracias, gracias por su apoyo :3
Postdata: Feliz día del amor y la amistad (disculpen el retraso). <3
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