24. Halloween (Parte II)

A veces el mundo de los vivos se mezcla con el de los muertos.

"Los Otros"

En cuanto todo se vuelve oscuro y los murmullos abundan ante la confusión del momento, una corriente de aire frío me hace temblar violentamente. Y de repente, sin ninguna premonición que me anticipé lo venidero, todo se vuelve silencioso y apaciblemente escalofriante.

No comprendo lo que sucede. Hace apenas unos segundos las velas se apagaron y simultáneamente se oyó con claridad las risitas de una niña. Y ahora todo lo que captó es una oscuridad impenetrable y un silencio estremecedor.

Como si todo mundo a mi alrededor hubiese desaparecido en tan solo un abrir y cerrar de ojos.

—¿Hola? —titubeo dudosa.

Nadie responde.

¿Como es esto si quiera posible? Todos los invitados, Marcus, Andreu, Erick, Diego e incluso Mery; no están. Ni siquiera sus mentes murmuran los pensamientos íntimos que deberían ser perpetuos; el cerebro jamás deja de trabajar.

Me incorporo intentando no tropezar con mis propias pies y estiró los brazos para protegerme de chocar con algún posible objeto en la penumbra. Y, sin comprender absolutamente nada, avanzó desorientada por un espacio incalculable para mis sentidos sensibles.

El ambiente es helado; como si las paredes del hospital se hubiesen esfumado dando paso a un desierto congelado. Y escucho crujir objetos desconocidos bajó mis zapatillas mediante caminó a paso sigiloso.

Una potente luz aparece sorpresivamente, cegando mis ojos por unos instantes y provocando que llevé instintivamente mis manos al rostro. Procedo a mantener los párpados cerrados fuertemente, hasta que, con dificultad, logro acostumbrarme a la claridad del sitio. Entonces lo comprendo:

Ya no me encuentro en el hospital, sino en un lugar completamente diferente y desconocido a la vez. Un gran salón con gigantescas paredes hechas de piedra gris, candelabros con decenas de velas encendidas sobre mi cabeza y ventanales abiertos que dan paso a la corriente de aire helada que con anterioridad he podido sentir.

Descubro que lo que crujía bajo mis pies eran hojas secas, probablemente traídas por el mismo viento hasta el interior.

No hay nadie aquí.

Giro sobre mi misma intentando encontrar alguna pista que me revele mi auténtica ubicación. ¿A dónde he llegado? ¿Y en qué momento? Definitivamente no es el hospital donde me hallaba en una fiesta de Halloween con mis amistades.

Logró ver a alguien, una mujer. Está de pie mirando hacia el exterior a través del ventanal. Su piel es pálida como la legítima porcelana, sus labios rojos y sus ojos hermosamente celestes. Trae un vestido antiguo sumamente elegante que le aporta delicadez a su pequeña y joven figura.

Es tan inmóvil como una escultura en piedra. Sus ojos observan algo incomprensible para mí. Dudo si verdaderamente es una persona y no una pintura libre de imperfecciones digna de estar en los mejores museos a causa de su belleza inhumana y al mismo tiempo inquietante.

—Hola —saludo para intentar llamar su atención. Aunque mi voz suena demasiado elevada debido a mi nerviosismo.

Ella gira su cabeza hacia mí dirigiéndome la mirada. Vaya, es increíblemente real.

Sus ojos se iluminan de forma hipnotizante y sus labios se curvan dibujando una sonrisa extremadamente bella. Al parecer soy la causante de su regocijo.

De repente me siento atraída por ella. No únicamente por su gran atractivo, sino también de una forma sentimental. Como si su sonrisa me fuese familiar y lo mas hermoso de la tierra.

—¿Terminaste de meditar? —consulta con suma alegría. Parece saber perfectamente quién soy yo; demuestra familiaridad hacia mi persona y nada de extrañes ante por mi presencia.

Me percibo completamente confusa. Lo cual resulta desagradable para mí; estoy irrevocablemente acostumbrada a saberlo todo de una vez y de inmediato.

Abro los ojos. Ya no veo los muros de piedra, ni las velas, tampoco la joven de piel pálida. Únicamente veo una figura negra que poco a poco, a medida que recuperó la consciencia, se convierte en una figura masculina vestida de negro que está sentada sobre un banco al lado de una camilla. Es Marcus, quién, al verme despertar, de inmediato se incorpora para examinarme.

—¿Qué pasó? —vacilo. Mi voz se oye demasiado débil.

—¿Cómo te sientes? —averigua Marcus ignorando mi pregunta.

—Estoy bien. ¿Qué sucedió? —interpeló.

—Tus signos vitales están en orden —observa él —. Y tu debilidad es debido al desmayo que sufriste.

—¿Signos vitales? ¿Desmayo? —repito comenzando a comprender la realidad —Marcus, dime exactamente que sucedió —replicó sin poder sosegar mis pensamientos.

Él no parece escucharme. Continúa analizando mis ojos como si temiera algo en particular. Y su semblante expresa preocupación.

—Marcus, escúchame por un momento. ¿Qué fue lo que pasó? —exijo ante su silencio.

Noto que él aún trae su disfraz de Halloween. No pude estar inconsciente por tanto tiempo, especialmente porque aún puedo ver la oscuridad de la noche a través de la ventana que da a la calle.

Marcus vuelve a sentarse en el mismo banco donde estaba cuando apenas desperté. Y sus ojos rehuyen de mi vista.

—Cuando las velas se apagaron todo quedó oscuro por un momento —comienza diciendo —; no fue un problema, ya que tanto fríos como agnis vemos en la oscuridad. Había mucha personas asustadas debido al fantasma de la niña, pero el doctor Andreu mantuvo todo bajo control. Y tú, te desmayaste, aún no sabemos por qué. Creí que había sido tu presión, pero está completamente normal. Estuviste inconsciente por unos veinte minutos.

La forma en que ha expresado lo ocurrido revela que él pasó un mal momento. Mi desmayo no contribuyo con el caos del momento y probablemente solo le he causado molestias.

—¿Dónde están los demás? —preguntó notando que no hay nadie más qué él en esta habitación.

—En la fiesta —responde Marcus —. Erick y Mery estaban aquí hace un momento, pero fueron a buscar algo de beber. Seguramente estarán aquí pronto.

—Lamento lo que pasó.

—¿Te disculpas por desmayarte? —vacila él frunciendo el entrecejo —No creo que eso haya sido bajo tu elección. Aún me pregunto qué lo causó. Creo que deberías realizarte algunos estudios.

—Marcus, no le des tanta importancia. Fue solo un desmayo —protesto.

—Uno sin explicación —replica Marcus —. Eso significa que hay demasiadas especulaciones. Y eso es preocupante.

—¡No! Nada de eso. De hecho, creo que ya se que fue lo paso.

—¿Y qué fue lo que pasó?

Es difícil intentar explicar lo ocurrido en voz alta. Aún más teniendo en cuenta que no le he pedido encontrar una explicación lógica. Podría ser una visión, pero tengo la sensación de que el lugar donde me encontré en esos momentos no era el futuro, sino más bien el pasado. Por lo tanto es aún más intrigante.

—Tuve una visión —respondo con seguridad —. Pero no una ordinaria, creo que... Creo que fue una visión del pasado.

—Tenía entendido que los oráculos jóvenes únicamente podían ver el futuro —menciona él.

—Así es, tienes razón. Pero estoy casi segura de que lo que vi no era el futuro, era el pasado. Aunque... —Hago una pausa sufriendo un momento de confusión —Ni siquiera se si es importante o no.

Erick y Mery entran de repente. Cada uno trae una bebida en sus manos y sus rostros exteriorizan emoción.

—Miren quien despertó —menciona Erick sonriendo al verme.

—¿Qué tal te sientes? —cuestiona con preocupación Mery.

—Muy bien. Ya no es necesario que esté aquí.

—Eso lo dirá el doctor —objeta Erick girándose hacia Marcus —. ¿Tú que crees? ¿Ya debería levantarse?

Marcus parece meditarlo seriamente. Y manifiesta:

—Yo diría que sería bueno que se mantenga en cama unos minutos más; acaba de despertar.

—¡Está decidido! —exclama Erick —¿Crees qué está lo suficientemente bien como para escuchar un chisme? —interpela volviendo a dirigirse a Marcus.

Mery suelta una carcajada ante las preguntas de Erick. Si el alcohol no provocará en ella cierta relajación, no estaría tan feliz en compañía de él. Cotidianamente no se soportan el uno al otro.

—No le encuentro inconveniente al hecho de escuchar —argumenta Marcus.

—¿De qué chisme hablas? —curioseo dirigiéndome a Erick.

—Probablemente ya lo sepas —menciona Erick y procede a sentarse a mis pies sobre la camilla —. Pero con Mery nos acabamos de enterar.

—¡Dilo ya! —replica impaciente Mery mientras bebe un sorbo de su copa —Le estás dando muchas vueltas.

—¡Esta bien! —accede Erick —Bueno, verás, fuimos con Mery a buscar bebidas a la fiesta. Y después tomamos un atajo por los pasillos vacíos para llegar aquí más rápido. ¿A quienes crees que vimos solos en una habitación?

—Al doctor Andreu y la doctora Maru —revela Mery —. Estaban besándose en una habitación vacía.

—¡Mery! —exclama Erick escénicamente —Yo quería decirlo.

—¡Estabas tardando demasiado! —rezonga ella.

—Tenías razón, Erick —hablo con una sonrisa —, ya sabía eso sobre el doctor Andreu y la doctora Maru.

—Entonces suelta el chisme —mangonea Erick mediante saca un cigarrillo del bolsillo de su chaqueta —. Cuéntanos: ¿Son novios? ¿Ex novios quizás?

—Yo no hablaría sobre ellos con una etiqueta tan formal —comentó muy enterada de todos los detalles.

—¡Lo sabía! —decreta Erick con diversión —Son amantes. ¿Verdad?

—Algo así —confirmó sus conjeturas.

Aún recuerdo mi primera impresión al respecto. Me enteré a través de los pensamientos del doctor Andreu. Su relación con la doctora Maru aparenta ser netamente formal, aunque bastante amistosa. Se los puede contemplar compartiendo sonrisas y disfrutando chistes privados. Pero nadie jamás se atreve a especular algo más allá de una amistad cultivada por los nueve años de servicio que compartieron juntos.

—Al parecer a alguien no le importa terminar muerto por un poco de diversión —comenta Erick y enciende su cigarrillo.

—¿Muerto? —vacila Marcus, quien, a pesar de no emitir comentarios, escucha con atención.

—¡Así es! —corrobora Mery —Las relaciones entre Elite y mortales están completamente prohibidas y penadas por la ley del Mundo Oscuro.

—No solo las relaciones de pareja —insiste Erick —. Todo tipo de relación, hasta las amistades están prohibidas. Los Elite mayormente solo se relacionan entre sí. Aunque, de cualquier forma, la mayoría de ellos son demasiado egocéntricos como para que les afecte.

—¡Exacto! —opina Mery —Para casi todos ellos, el hecho de tocar a un mortal es asqueroso. Aunque siempre están las excepciones. Como la doctora Maru, ella es muy buena.

—Lo suficientemente buena como para divertirse con un brujo —bromea Erick con estupor —. Es casi irónico pensar que, si los descubrieran, la doctora Maru podría ir a prisión y el doctor Andreu ser ejecutado.

—No creo que debamos preocuparnos demasiado —mencionó —. Las leyes de prohibición sobre las relaciones entre Elite y mortales es más flexibles de lo que todo el mundo piensa.

—¿Por qué lo dices? —interroga Erick, calando su cigarrillo y disfrutando de la serenidad que le obsequia la nicotina.

—He presenciado varias audiencias en las cuales los crímenes eran exactamente sobre eso —manifiesto recordando con claridad esos momentos —. Es cierto, las leyes prohíben todo tipo de relación. Pero, en ocasiones, se hacen algunas excepciones. Por ejemplo las amistades, un Elite puede ser amigo de un mortal. Mientras mantenga esa amistad alejada del mundo de los Inmortales. No puede llevar a su amigo a lugares donde haya otros Elite, pero tranquilamente pueden ser amigos en cualquier otra parte. El punto es que, la mayoría de los Elite aconsejan a sus jóvenes generaciones no mantener amistades con mortales porque estás jamás serán parte de su mundo. Y morirán, porque son mortales.

—Creo que es comprensible —opina Marcus —. No es una buena idea mantener una amistad con alguien que en algún momento va a morir. No si eres inmortal.

—En parte tienes razón —corroboró —. Pero siempre hay excepciones con los Elite ante la ley. Ya es bastante injusto que en ocasiones donde un Elite y un mortal son amantes, el mortal es quien se lleva el peor castigo.

—En resumen —Habla Mery con más seriedad —. El único pobre diablo que podría terminar afectado en todo esto, es el doctor Andreu.

—¡En fin! —exclama Erick poniéndose de pie y tomando de un solo trago todo lo que contiene su copa —Cada quien con sus asuntos. Si el doctor Andreu quiere vivir su vida a ese extremo. ¡Bien por él! Que lo disfrute mientras pueda.

Como si hubiese sido invocado por nuestra conversación, el doctor Andreu aparece en la habitación como por arte de magia. Y de hecho así es; la desaparición y aparición en los brujos mayores de veinte años es de lo más normal por aquí.

—¿Cómo sigue, señorita Omet? —pregunta mientras se acerca para examinarme personalmente.

—Ya estoy bien —aseguró.

—Diagnóstico, Marcus —ordena el doctor.

—No tengo nada, doctor. Sus signos vitales están bien. Y su presión, lo cual fue lo primero que pensé, también está normal.

—Habrá que realizar algunos estudios —sugiere el doctor Andreu —. A menos que la señorita Omet tenga una explicación que no hemos pedido adivinar.

—De hecho, sí —afirmó —. Fue solo una visión. Ya una vez me sucedió que la visión fue demasiado fuerte, así que me desmayé.

—Asumo que no querrá estudios entonces —vacila Andreu.

—Así es, no quiero estudios. ¿Puedo levantarme ya? —consulto.

—No veo porque no —accede el doctor Andreu —. Pero te aconsejo que hagas un chequeo médico general lo más pronto posible. Para estar seguros.

—Está bien —accedo —. Pediré una cita para la semana entrante.

El doctor Andreu parece satisfecho con ello. Se gira hacia Marcus, lo ve detenidamente por un momento y sonriendo le dice:

—Marcus, me gusta el maquillaje de tus mejillas. Te da color y pareces mucho menos pálido.

Ante su mención me percato de que lo que dice el doctor Andreu es totalmente cierto. Las mejillas coloradas de Marcus me recuerdan a la época en su parte agni aún vivía dentro de él.

—No tengo maquillaje, doctor —responde Marcus.

Todos sufrimos cierta confusión ante la susodicha respuesta. A excepción de Erick, quien continúa fumando con mucha tranquilidad.

—¿Cómo dices? —vacilo.

—¿Cómo que no es maquillaje? —interpela Andreu —Los fríos no tienen pulso, por lo tanto su rostro no tiene color a excepción de los labios. Si eso no es maquillaje, ¿entonces qué es?

Marcus parece no estar listo para responder. Evita vernos a toda costa y aprieta los labios con negación.

—Creo que no hay mejor momento que esté, Marcus —menciona Erick —. Así que, si no te molesta, les diré yo.

Marcus no responde. Al parecer no tiene inconveniente con que Erick tome la palabra ante las dudas arrojadas sobre él.

—Verán —informa Erick —. Hace unos días el corazón de Marcus... volvió a latir. No hay más explicación —concluye como si lo dicho fuera lo más natural del mundo.

—Momento, momento —pide estupefacto el doctor Andreu—. Eso es imposible —sentencia decididamente. Y yo estoy muy de acuerdo con su lógica.

—Dígaselo al corazón de Marcus —alega Erick —. Yo no le dije que se pusiera a latir sin avisar.

Mi mente no es capaz de razonar sobre lo que mis oídos están oyendo con claridad. El acontecimiento de que el corazón de Marcus este latiendo nuevamente es como un sueño repleto de intermediarios que protestan contra la realidad de los hechos. Es imposible. Al menos no existe ningún caso que demuestre lo contrario.

—No lo entiendo —confiesa atónito el doctor —. El veneno de frío, una vez que te transforma, es irreversible. Esto no puede ser. No hay explicación.

—Yo tampoco lo comprendo, doctor —asegura Marcus —. Simplemente... sucedió.

Siento que mi interior se llena de regocijo. Cada segundo que pasa, cada momento que contempló el semblante de Marcus, me asegura que todo esto es posible y real. Y si lo es, ya no seré responsable de que él haya perdido una parte tan esencial de su persona.

—Déjame examinarte —pide el doctor Andreu avanzando hacia Marcus.

—No —niega rotundamente Marcus al incorporarse del banco y retroceder varios pasos.

El doctor Andreu comienza a contemplar demasiadas posibilidades . Relacionando el acontecimiento inexplicable de Marcus con algo escondido bajo lleva en el laboratorio de su casa.

—De acuerdo, de acuerdo —dice Andreu —. No me acercaré, Marcus. Pero, ¿podría pedirte algo? —propone con sus pensamientos trabajando a toda velocidad. Únicamente alcanzó a escuchar, entre el bullicio mental de ideas, etiquetas en tubos de ensayo con líquidos desconocidos para mí.

—Sí —accede Marcus, ya menos nervioso ante la distancia que formó el doctor Andreu de él —. ¿De qué se trata?

—Te pediré que me acompañes a un lugar.

—Doctor Andreu —hablo mientras me levanto de la cama y me coloco mis zapatos —. Iré con ustedes.

—¿Le he ofrecido una invitación, señorita Omet? —vacila el doctor en forma de negativa.

—No. Pero, me interesa mucho saber que tiene que ver Marcus con lo que usted esconde en...

—De acuerdo —accede Andreu percatándose de que sus secretos no están a salvo conmigo —. Pero únicamente Marcus y usted —sentencia viendo de soslayo a Erick y Mery.

—¿De qué están hablando? —pregunta Erick —No se que piensa enseñarle a Marcus, doctor. Pero, sea lo que sea, Marcus me lo dirá después.

—¿Lo haré? —vacila Marcus.

—¡Claro que sí! Eres mi amigo. No hay secretos entre nosotros. ¿O sí, Marcus?

—No, claro que no.

—Si este idiota irá, yo también quiero ir —protesta Mery.

—Tú no tienes nada que ver —sentencia Erick divirtiéndose con el momento y la forma en que el rostro de Mery enrojece por su cólera.

—¡Tú tampoco! Te estás aprovechando de que Marcus es tu amigo.

—¡Ya, cierren la boca! —exclama furioso el doctor Andreu —¿Creen que esto es un estúpido juego? El lugar donde quiero llevar a Marcus tiene que ver con lo que le está ocurriendo a él. ¿Lo entienden, verdad? Es algo serio. ¡Y ustedes discuten como niños! Ya lo dije, Marcus es quién debe venir. Y la señorita Omet —agrega —, porque no puedo ocultarle nada a ella.

—Deje que Erick y Mery vengan —pido con mis propias razones —. Ahora, en dos semanas, o en meses. Se enterarán, es inevitable. Así que es mejor que lo sepan desde un principio.

—Ya lo escucho, doctor Andreu —menciona Erick muy satisfecho de mis palabras. Avanza hacia Andreu y le da una palmada en su hombro —. Espero que haya ordenado su casa porque tendrá muchas visitas hoy.

Andreu no está cómodo con la situación. Su mirada es tan furtiva cuando ve a Erick, que este se ve obligado a apartar la suya.

—Muy bien —accede Andreu —. Si usted dicen que no hay otra manera, señorita Omet, confiaré en su palabra.

—¿La doctora Maru sabe sobre eso? —averigua Erick.

Andreu frunce el ceño con molestia hacia la pregunta. Y responde de mala gana:

—¿Por qué tendría que saberlo?

—Bueno, ya que ella...

Mery le da un puntapié a la pierna de Erick y réplica:

—¡Erick! Eso no nos incumbe.

—¿De qué están hablando? —vacila Andreu confuso y apenas tolerante de todo este embrollo.

—¡Tema de otro momento! —exclamó para cortar la conversación —Tenemos que irnos ya. ¿No le parece, doctor Andreu?

Andreu vacila al respecto. Le interesa mucho entender los murmullos y risitas entre Erick y Mery cada que se menciona el nombre de la doctora Maru. Pero, dándole más importancia al acontecimiento inexplicable que enreda a Marcus, decide dejarlo pasar por ahora.

Así que nos encaminamos a la salida del hospital.

Una vez en las calles, con la vestimenta de Halloween aún puesta, seguramente nos parecemos a un desfile de terror y fantasía: un vampiro, tres brujos y un ángel con alas que llegan hasta sus talones.

El Mundo Oscuro sigue de fiesta a nuestro alrededor. Así que, afortunadamente, solo somos un grupo más del montón de seres sobrenaturales.

¡Hola! Aquí les dejo otro  capítulo.

 Bueno... Les dejo unas preguntas:

¿Cual creen que sea la intención del doctor Andreu? ¿Planea algo bueno o algo malo?

¿Que piensan de la visión de Nahomi?

 ¡NOS LEEMOS PRONTO! 

Recuerden que por ahora tenemos actualizaciones diarias para avanzar con la historia :3

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