22. Vínculo irrompible


Tengo reservado en mi alma un lugar que nadie más puede ocupar. Lo puedes reclamar cuando quieras.

Laura Esquivel


Los oráculos aseguran que hay diferentes tipos de almas que vuelven a nacer. ¿Por qué? Ellos, en su sabiduría y entendimiento sobre el mundo espiritual, argumentan diferentes tipos de razones para el fenómeno de la reencarnación. Entre ellas: una deuda pendiente, recompensa, oportunidad y algo llamado "vínculo irrompible".

El vínculo irrompible entre dos almas, se trata de dos personas que, amándose entre sí, no pudieron estar juntos en su primera vida. Fueron separados de las maneras más crueles y miserables posibles. Esas son un tipo de alma que vuelve a nacer. Con el propósito de encontrar a aquella persona que alguna vez fue su camino pero jamás pudo llegar a ser, y si no llegarán a encontrarse, si nuevamente son separados por azares del destino, están condenados a regresar a la vida una y otra vez. Incontables veces; porque su vínculo es irrompible y únicamente estando juntos, al menos en una vida, finalmente sus almas descansaran en paz; curando las heridas y manteniendo el vínculo.

Marcus y su prometida fueron almas desafortunadas.

Allá por 1929, cuando Marcus tenía apenas diecisiete años, estaba convencido de lo que quería en la vida. No le importaba ser un mestizo despreciado por el mundo sobrenatural, al ser hijo de una agni y una frío. Sus padres le habían enseñado lo que valía y su vida había sido pacífica, repleta de amor y comprensión. Pero las épocas de felicidad se marchitan; los malos acontecimientos se presentan y en un abrir y cerrar de ojos la vida de Marcus Solluna cambio para toda la eternidad.

Su primavera se tiño de rojo carmesí.

Él amaba a su prometida, Helena. Ella era tan solo una humana más, con grandes sueños, y él un mestizo despreciado. Quizás ambos tenían algo que el otro necesitaba. Marcus requería en su vida una persona que supiera querer sus anormalidades; Helena necesitaba alguien que le demostrara que se puede amar sin prejuicios ni condiciones.

Sin embargo, como en un auténtico cuento de hadas, el villano se presenta en los momentos de mayor facilidad. Una noche pacífica, cuando Marcus regresaba de visitar a Helena, fue emboscado por una manada de agnis que buscaban tomar venganza sobre su familia. Aquella manada era liderada por el antiguo alfa de la madre de Marcus, y este licántropo tenía como propósito eliminar el retoño de la pareja antinatural, como lo eran, desde su punto de vista, los padres de Marcus.

Aquella noche Marcus perdió algo más que su vida. No pudo defenderse sabiendo que alguien custodiaba la casa de Helena con órdenes de asesinarla si él se libraba de su muerte sentenciada. Y murió.

Marcus murió.

Hasta ese momento él había tenido un corazón que latía en su interior. Un corazón heredado por parte de su madre; su única característica viviente que lo convertía en un mestizo bastante peculiar y único. Pero ese corazón se detuvo, pereció ante la daga que se enterró en su pecho; su sangre se enfrío y con ello su parte agni dejó de existir.

Después de eso, más específicamente en 1943 cuando fue despertado de su muerte dormida para servir al ejército de los Silenc, llegaron las épocas oscuras. No solamente se convirtió en un frío puro, sino también fue obligado a convertirse en su asesino.

Tuvo diecisiete años por varias décadas. Ya que, al haberse detenido su corazón, dejó de crecer y quedó paralizado en un estado de eterna adolescencia mientras era utilizado por líderes moralistas que aseguraban contribuir al bien común con matanzas horripilantes.

En 1973 los asesinos llamados Silenc fueron declarados inestables y peligrosos para el Mundo Oscuro. Así que Marcus, al igual que cientos de jóvenes trastornados como él, fueron dejados a la deriva sin ningún conocimiento sobre cómo vivir en sociedad. Arrojados como un trapo viejo. Nadie quería preocuparse por ellos. Eran asesinos, ¿quién querría ayudar a los jóvenes que masacraron pueblos enteros sin compasión alguna? Que parezcan en soledad. Era su condena.

Aunque nadie apuntó su dedo hacia los mandatarios de los asesinos. Nadie.

Marcus fue dejado en el mismo lugar de donde lo sacaron; el fondo del océano donde los agnis lo habían arrojado cuando fue asesinado. Sitio en el cual volvió a entrar en un estado de muerte en vida por los próximos cuarenta y cuatro años.

En 2017 volvió a despertar. Sin memoria, sin sentido alguno para vivir. Y quizás fue el mismo destino quien puso a Erick en su camino. Sino fuera por el carismático brujo, que en ese entonces tenía veinte años, probablemente el joven Marcus jamás hubiera dado con el paradero de su antigua familia.

Sin embargo Marcus seguía siendo aquel ser deplorable que fue corrompido. Su sangre, al igual que el resto de su cuerpo, era fría y no representaba más que la prueba misma de que alguna vez fue asesinado. Ya que su corazón, lamentablemente, seguía muerto.

La casualidad se olvidó de su papel en el momento en que Marcus conoció a Nahomi. Nadie fue capaz de encontrar una explicación, pero al momento en que los ojos de Marcus encontraron los de Nahomi por primera vez, su corazón volvió a latir.

De la nada y sin razón, aquel corazón marchito que había permanecido paralizado durante décadas, volvió a latir. Por ella. Y únicamente por ella. ¿La razón? Marcus jamás lo supo. Tampoco Nahomi. Aunque la respuesta estaba ahí, delante de sus ojos.

Pero ahora el corazón de Marcus está muerto de nuevo. Él lo perdió, aquel día en que sacrificó su maravilloso corazón palpitante para salvar a Nahomi. Ya que él moría, y la única manera de quedarse con ella, era dejar de su padre lo convirtiera. El veneno de ser frío curaría su cuerpo herido y mataría su corazón. Y así fue.

Así fue como Marcus se transformó en un frío defectuoso. Y también volvió a perder su memoria.

Hace un par de noches, Marcus soñó con ella.

¿Verdaderamente estaba dormido?

Rozo sus dedos en un intento de agarre que se le esfumó de repente.

¿Es posible que un cuerpo sin alma pueda navegar en sueños?

Esa noche Marcus se sintió con vida.

En su sueño, ella sonreía, sus labios rojos se curvaban con dulcedumbre y alegría.

Su cabello se agitaba en el viento, mezclando lo negruzco de cada finura con los rayos del sol.

Su piel morena se asemejaba a un riquísimo chocolate, creyó percibir su aroma.

Helena estaba en sus sueños después de décadas.

Hay algo que no se le olvida, una característica única en su persona, unos maravillosos ojos verde esmeralda.

Resaltaban como faroles en su tez morena y sus rizos oscuros, los cuales bailaban al viento con gracia y belleza.

Ella extendió su mano izquierda en lo alto, y lo llamó mediante corría de espaldas al amanecer.

Le inundó la angustia al verla alejarse de él.

Intento correr, pero por más que se esforzaba, tropezaba y volvía a emprender trote, no podía alcanzarla.

—¡Apresúrate Marcus! —lo animó ella riéndose dulcemente.

¿En qué lugar estaban en su sueño? Todo era tan pacífico.

Con un extraño sol en lo alto que no parecía afectarle.

Tenía que ser un sueño. Si no fuera así, la piel pálida de Marcus se quemaría ante los rayos amarillos.

Marcus no puede olvidar la dulzura de su voz, su tono repleto de diversión y su insistente llamado cercano.

Entonces despertó.

Aún no sabe si verdaderamente estuvo dormido. Ya que los fríos no duermen. ¿Por qué él sería capaz de concebir sueño?

Ahora Marcus piensa en ella, se concentra en sus ojos, cuando estos aún lucían un fulguroso encantó.

¿Quién es ella? Él lo sabe. Aquella prometida suya que se suicidó tras su desaparición en 1929. Helena.

Es 4 de junio. Para Marcus ha sido una semana muy pesada. Pero Nahomi le ofreció cierto alivio. Le agrada tener su amistad y comprensión. Aunque aún siente que hay algo más detrás de esa sonrisa constante y esos ojos iluminados por pequeñeces.

Marcus gira sobre la cama y observa el reloj. El cual marca las cinco treinta de la mañana.

Samantha se ha ido. Ella se ha quejado a los cuatro vientos sobre la actitud pesada de Marcus, la cual fue, únicamente, tras la petición de él por pasar más tiempo juntos. Samantha manifestó estar sofocada y necesitar tiempo para pensar claramente. Dejando a Marcus con un amargo sentimiento de culpa.

Sin darse cuenta, y con las palabras hirientes de Samantha dando vueltas en su cabeza, Marcus se queda dormido nuevamente.

La vuelve a ver, a Helena, pero de una manera totalmente distinta a las anteriores.

Parece que el sueño se va a repetir. Helena corriendo de espaldas al amanecer y sonriendo mientras lo anima a alcanzarla.

Marcus se impone lograrlo esta vez; alcanzarla. Aunque todo esto no sea más que un sueño.

Helena está muerta, y en la faz de la tierra solo quedan sus huesos sepultados en algún sitio olvidado.

Repentinamente ella va cambiando, a cada paso que da, a cada sonrisa; sus facciones van moldeándose a una figura diferente:

Su cabello oscuro se alarga y su color cambia: los rayos del sol parecen fundirse sobre cada delgado cabello, y este se torna rubio de la raíz a las puntas.

Su altura disminuye, no su edad ni juventud, únicamente su estatura. Y su cuerpo se vuelve más delgado.

Sus manos se contemplan más pequeñas y se agitan con energía mediante su voz continua llamándolo.

Su labios se afinan ligeramente, dándole a su boca un aspecto inocente y aún más dulcedumbre.

La piel se le torna blanca, con rubor sobre las mejillas y uno que otro lunar claro.

Vuelve a extender su mano, e insistió en llamar a Marcus a su lado.

Él no sabe cómo, no sabe por qué, pero está seguro de que por más que sus facciones cambiaron, sigue siendo ella.

Ella, ella, ella. Le importa tanto ella, y no puede saber por qué.

Despierta susurrando un nombre, pero al abandonar la somnolencia junto con el despertar, se le esfuma entre los labios cual suspiro silencioso.

Se siente extrañamente cansado.

—Marcus. ¿Estás despierto? —La voz de Erick termina de arrancarlo de sus sueños.

—¡Oye! —insiste el rubio —Se que es temprano, pero me quedé sin azúcar y si no tomo mi café estaré de mal humor todo el día. La tienda está cerrada aún, así que pensé en venir a buscar azúcar aquí, de cualquier forma tú no la usas.

No logra escuchar con claridad los balbuceos de Erick. Su mente sigue repitiendo ese sueño recién acabado. Y, como un foco que se enciende aportando claridad, finalmente Marcus logra entender quién es la enigmática joven de sus sueños.

Se incorpora de repente espantando a Erick, quien se encontraba ligeramente inclinado sobre la cama con la intención de despertarlo. Sin tocarlo, por su puesto, el brujo aprecia su vida.

—¡Estúpido! —exclama Erick—Me asustaste, no te levantes tan de repente. Por cierto, no sabía que podías dormir. ¿No que los fríos no duermen?

Marcus no responde. Sus ojos están clavados en una pared y su cuerpo está tan rígido que asemeja estar congelado.

—¿Marcus? ¿Qué te pasa? —pregunta Erick ante la extraña actitud de su amigo —Oye, me estás asustado otra vez. Me da miedito cuando te quedas así de paralizado.

Marcus se gira hacia Erick mirándolo directamente. En sus ojos se proyecta una emoción incontenible.

—Es Nahomi —murmura.

—¿Qué? —vacila Erick.

—Nahomi.

—¿Qué tiene esa loca?

El doctor se pone en pie olvidando que está descalzo. Ignora todo a su alrededor y manifiesta con voz temblorosa:

—Helena. Nahomi es Helena.

A Erick se le olvida completamente tanto el azúcar como el café. La revelación dada por Marcus lo toma completamente desprevenido. Él, siendo el amigo más íntimo de Marcus, conoce cada detalle sobre Helena y su trágica muerte. ¿Acaso tiene algo de sentido lo que su amigo manifiesta con tanta emoción? Erick tiene muy en claro que la reencarnación es algo más que posible. Pero, verdaderamente, sin poner más intermediarios, ¿Nahomi podría ser Helena?

Entonces Erick nota algo que le cuesta creer, aún más impresionante que el asunto de Helena y su posible reencarnación, las mejillas de Marcus están coloradas.

El brujo titubea y sus palabras se niegan a salir de su boca. Lo cual confunde a Marcus. Quien, con tantas emociones recorriendo su ser, no ha sabido notar los cambios significativos que ha sufrido su cuerpo. El color en su rostro, el correr de su sangre en sus venas y, por sobre todo lo demás, el débil latido de su corazón en el centro de su pecho.

Si cabía alguna duda en la mente de Erick, esta se ha disipado completamente. Ahora está más que convencido. Nahomi es Helena y esto significa algo más que una coincidencia.


¡Sorpresa! Aquí les dejo uno de mis capítulos favoritos <3

Definitivamente me encanto escribir esta parte de la historia.✨💓

Algunas personas me habían pedido saber un poco más sobre Marcus y este capítulo está dedicado a ellas. ✨💓

Bueno, bueno, bueno. Comenten que opinan:

¿Creen que Nahomi puede ser Helena?

¿Qué creen que signifique que el corazón de Marcus vuelva a latir?

¡Estaré leyendo sus comentarios!

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