10. Crisis



La lluvia, el frío y el bullicio de la gente con sus andares indiferentes a su alrededor han desaparecido. Marcus está en medio de la ciudad,  pero, dentro de su cabeza, cada vez se siente más solo y abandonado. Como si alguna fuerza mística le bajase el volumen al ambiente y las personas se transformaran en personajes secundarios de una película. Él es el protagonista con la mirada perdida, el semblante contraído y los pensamientos alborotados al borde de la locura.   

Marcus huyo. Otra vez dejo que el miedo se transformará en pánico, otra vez no pudo luchar contra la voz de su cabeza y, con algunas palabras hirientes del doctor Diego de por medio, no ha podido siquiera estar más de veinticinco minutos en una ordinaria reunión social.  

Cada paso es más lento y difícil. Cada segundo lo envuelve aún más en sus pensamientos. Y se percibe patético, cobarde y sobre todo, anormal. ¿Que hace un monstruo cuando no encaja siquiera con los suyos? Es como una causa perdida. Marcus no lo comprende. Ni siquiera entiende por qué razón le duele tanto; no es la primera vez que lo insultan y desprecian.

¿Por que ahora duele? Si a él ni siquiera le importa lo piensan de su persona. No le importa que lo detesten de forma injustificada. ¿Por qué duele tanto? ¿Que ha cambiado? 

Al sacudir la cabeza violentamente, regresa a la realidad. Está en una senda peatonal, a mitad del centro de la ciudad y muy lejos de su seguro departamento. Con decenas de humanos caminando con paraguas sobre sus cabezas e inocentes del peligro que él mismo representa.

El miedo no se ha ido, la confusión lo atormenta y Marcus sabe muy bien lo que viene, una crisis. Al ser un frío defectuoso el puede sufrir crisis de pánico, igual que un humano. La diferencia es que sus ataques pueden destruir ciudades enteras, asesinar inocentes y quien sabe qué más si no se logra recuperar el control.

Marcus detiene su andar, lleva ambas manos a la cabeza estrujando sus cabellos y cierra los ojos fuertemente. Los sonidos a su alrededor se intensifican hasta causarle daño a sus tímpanos, las luces de los autos y los focos lo enceguecen al intentar abrir los ojos para huir. Y la crisis de control ha comenzado.

Tanto fríos como agnis poseen los sentidos altamente desarrollados,  y pasan gran parte de su infancia intentando mantener esos sentidos bajo control. Ellos sienten el mundo en movimiento a su alrededor de una forma asombrosa, oyendo los movimientos de los insectos más diminutos, observando claramente objetos a cincuenta kilómetros de distancia y oliendo aromas que podrían encontrarse al otro lado de una ciudad. Se ven obligados a enfocar sus sentidos solo en lo que quieren percibir, de otra forma, sin el control sobre ellos, podrían terminar volviéndose locos ante sus propios dones. Los fríos defectuosos carecen de ese dominio sobre sus sentidos, les cuesta demasiado, y una crisis desata el caos en sus sentidos provocando el aumento de sensibilidad auditiva y visual.

Eso le ocurre a Marcus. Todos los sonidos débiles se convierten en un ruido insoportable, desde las pisadas de la gente hasta las gotas de lluvia impactando contra el pavimento. El motor de los autos y las bocinas llegan a un nivel tan alto que son percibidos por él como un chirrido agudo que termina en un eco doloroso en sus oídos. Es incapaz de abrir los ojos ante las luces que se convierten en rayos cegadores que tambalean. Y los aromas pútridos de los botes de basura entran por sus fosas nasales causando un ardor repugnante, revolviendo su estómago y desatando náuseas que contraen su abdomen.

Está perdido, asustado, aturdido y mediante aumenta la crisis más pierde noción de la realidad, y más crecen sus miedos dentro de su cabeza. El caos abunda en su mente y ya es incapaz de mantener el control sobre si mismo. 

Las personas únicamente lo esquivan, ignorando totalmente su sufrimiento. Como si Marcus no existiera. Como si con claridad no vieran a un joven que, con los ojos llenos de lágrimas, retrocede a pasos desequilibrados y con desesperación intenta cubrir sus oídos de los sonidos que lo torturan. 

Nadie se molesta en preguntar si pueden hacer algo por él. Tan solo se hacen a un lado con asco, con impresión e indiferencia. Al pasar a su lado, un grupo de señoras murmuran con tono de indignación: 

—Por eso los discapacitados no deberían salir de sus casas.

Un hombre de traje niega con la cabeza y susurra a su compañero igualmente vestido:

—Los locos y drogadictos deberían mantenerse en cautiverio. 

Marcus necesita ayuda, está sufriendo. Y nadie está dispuesto a intentar comprender lo que sucede. Es más fácil ignorar.

Este sector de la ciudad sufrirá las consecuencias de su falta de control. Su fuerza sobrenatural de ser frío emana de los poros de su piel, y cada paso torpe de Marcus parte el pavimento bajo sus pies como si de hojas secas se tratase; el viento se vuelve helado y aumenta convirtiéndose en torbellinos; las luces de los edificios parpadean; los perros y gatos huyen asustados al ser capaces de percibir al monstruo; y por último,  por una presión invisible que emana de Marcus, todo objeto de vidrio a tres cuatro cuadras a la redonda, desde ventanas hasta pantallas, explotan causando pánico e hiriendo a los que se encuentran cerca. 

Si, bajo una clasificación piadosa, los fríos defectuosos podrían ser discapacitados; sus problemas se originan en un mal desarrollo. Esto los convierte en seres mortíferos, temibles e incontrolables. Porque su miedo es muerte, sus crisis asesinan, destruyen. Y su inconsciencia puede causar la exposición del Mundo Oscuro ante los humanos.     

La gente huye con terror por lo sucedido y, desde un callejón oscuro, emerge una figura masculina que avanza con urgencia hacia Marcus. Inmediatamente se interpone en el camino de Marcus obligándolo a detener sus pasos y manifiesta con una voz calmada y natural: 

 —Marcus, mirame, estoy aqui. Soy yo.

Pero Marcus no logra entender sus palabras. Sufre una fuerte alteración sensorial ante el caótico entorno. Ante sus sentidos en crisis, las personas a su alrededor se transforman en inofensivas y aterrorizadas víctimas comestibles, y el rojo sangre inundando sus ojos indica su inminente agresión. El recién llegado, un hombre alto, demasiado alto, se percata de las intenciones de Marcus y toma las medidas de tomarlo con fuerza por sus hombros e inmovilizarlo por un momento. 

—Escuchame —susurra con suavidad y logra que Marcus lo mire directamente —, soy yo, Steikmen. Todo está bien, ¿de acuerdo? Todo está bien. Estás a salvo —asegura intentando ofrecerle tranquilidad.

Marcus retrocede ante el contacto y se zafa del agarre. Steikmen alza sus sus brazos en lo alto y enuncia: 

—Esta bien, esta bien. No te tocaré de nuevo, ¿de acuerdo? No lo haré. Pero necesito que te calmes. Estoy aquí, contigo.

La energía en caos de Marcus continúa haciendo estragos; el viento aumenta al grado de partir las ramas de los árboles; las rejas metálicas en las ventanas y terrazas se parten como si fuesen de madera y los postes de luz se doblegan hasta que los focos explotan al impactar directamente con el suelo.

Steikmen ha tratado a Marcus desde que este fue declarado como frío defectuoso. Ha aprendido a manejar las crisis y pánicos, por lo tanto sabe que hacer e inmediatamente recurre a uno de sus mejores métodos:

—Marcus, iremos con Erick.

Marcus se queda quieto de inmediato. Como si la simple mención de Erick logrará un efecto positivo sobre la hipersensibilidad.

Steikmen respira con relajación y asegura con mucha calma:

—Iremos a ver a Erick, ¿quieres ir? Nos iremos de aquí.  Pero tienes que calmarte primero, ¿de acuerdo?

El viento se detiene de inmediato. La lluvia sigue cayendo y Marcus logra enfocarse en la voz de Steikmen. Su mente aún está en crisis, pero poco a poco comienza a recuperar la noción de dónde está y que está ocurriendo. Steikmen, manteniendo siempre la compostura, lo guía lejos de la calle intentando prevenir un nuevo ataque. 

Marcus se recuesta contra la pared de un callejón y recupera la calma. Su semblante vuelve a su cotidiana inexpresión y sus ojos se fijan en un viejo cartel pegado sobre la pared de enfrente. Otra vez ha caído y causado daños. Sufre una inevitable decepción hacia su propio ser. 

Mientras tanto Steikmen llama al Ministerio de magia para reportar lo ocurrido, los guardianes mágicos mayoritariamente se encargan de encubrir los daños de un ser sobrenatural. Afortunadamente ningún humano ha muerto y, debido a que Marcus figura como frío defectuoso,  sus acciones indebidas no provocarán acusaciones en su contra, tan solo deberá pagar una multa por daños materiales. 

Toda especie tiene su raza dominante, superior y gobernante.

En las abejas; su reina, en los leones; su rey y en la población del Mundo Oscuro; los Elite. Quienes, como su altivo nombre manifiesta, son la raza Elite de los seres sobrenaturales, los legítimos gobernantes del Mundo Oscuro.

A lo largo de la historia los Elite se han caracterizado por: pertenecer a las razas más antiguas del universo, ser conquistadores de nuevos mundos y poseer una fuerza e intelecto admirables. Podrías enfrentar a uno de ellos contra diez fríos, no sería un problema, y las bestias lobunas tampoco representan una dificultad para los aclamados Elite.

Sin embargo, a pesar de que poseían un glorioso Imperio que presumía ser de los mejores del mismísimo universo, los Elite fueron corrompidos por el odio, las diferencias, la envidia y, por sobre todo, la sangrienta guerra.

Su enemigo eran ellos mismos. Una clasificación que los dividió eternamente. Los Elite se clasifican como: Elite Veit y Elite Draiks. ¿La diferencia? Trivial y antigua, es marcada por el color de piel, ojos y cabello. Los Elite Veit son morenos, sus ojos son, únicamente y sin excepción, verdes o marrones. Mientras los Elite Draiks son albinos.

El Imperio Elite sucumbió en una guerra hace diez mil años. Y, desde hace cinco mil años a través de tratados de paz, se encuentra en recuperación en manos de generaciones que aún no están dispuestas a olvidar las diferencias. Lo más sorprendente, y polémico, es que su raza sigue siendo considerada como la legítima gobernante del Mundo Oscuro. Aunque la población de Elite ha disminuido considerablemente; no son más de diez mil habitantes. Excluyendo a los prohibidos, humillados y odiados mestizos, por supuesto.

Steikmen Viomiel siempre fue, y aún es, una persona comprensiva y de carácter afectuoso. Quizás demasiado asequible siendo parte de una raza que se considera superior a los demás. Como son, en este caso, los Elite. Pero lo suficiente como para sufrir un cariño hacia un ser abandonado por la intimidante mayoría de la sociedad.

—¿Qué fue lo que sucedió? —Averigua Erick con aflicción al momento en que Marcus ya se encuentra acostado en el sofá de su departamento. Está completamente inmóvil y con los ojos clavados en el techo.

—Eso quisiera saber —responde Steikmen —. No ha hablado desde que lo encontré. ¿Tienes alguna idea de que pudo haberle ocurrido? ¿Qué hacía en medio de la calle y tan lejos de su departamento?

Erick sonríe con amargura y golpetea el borde del sofá con cierto enojo.

—¡Claro que lo sé! —exclama —Tenía que asistir a una fiesta con sus colegas laborales, al menos eso me dijo. Lo más probable es que haya entrado en pánico. Tuvo suerte de que lo encontrarás.  

Steikmen se siente afligido. Siempre ha deseado el bienestar de Marcus y daria lo que fuese por que en el Mundo Oscuro existiera más comprensión hacia los seres como Marcus. Por esa razón escribió el libro Fríos de la modernidad, por eso estudia a los fríos defectuosos. Sería dichosamente feliz si pudiera ofrecerle a Marcus una sociedad más consciente y misericordiosa para los seres con su condición e incapacidad.  

—Están llamando —menciona Erick refiriéndose al celular de Marcus —. Atendere yo, no creo que Marcus pueda en este momento.

La voz femenina al otro lado de la llamada deja completamente pasmado a Erick. No puede creer que ella se tome el atrevimiento de llamar. Erick se aleja de la sala y se encamina a la cocina con el celular aun en su oído. Recupera la compostura y pregunta con cierto odio impregnando su voz:

—¿Qué es lo que quieres? ¿No fue suficiente lo que hiciste? 

¡Hola! Felices fiestas. Espero hayan tenido una feliz navidad UwU 

¿Qué les ha parecido el capítulo?

¿Como les cae Steikmen?

No olviden comentar sus opiniones y teorías :3

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