Pieza 7. Sarah

Título: LUX AETERNA

Autora: Clumsykitty

Fandom: MCU de corte AU (oséase, Universo Alterno aderezado con Omegaverse).

Parejas: un Dark Stony, un cute Winteriron.

Derechos: Pos Marvel, que ni qué.

Advertencias: historia alterna, mundo alterno, ciencia ficción en un Omegaverse. Edades como algunos detalles están modificados (¿universo alterno?) para beneplácito de la irreverente, pervertida y loca autora. Steve malvado y cruel, mundo cruel. Hm.

Gracias por leerme.



PIEZA 7. Sarah.


La Colonia Luxor era de las colonias menos habitadas y no por falta de sustento porque era vasta en recursos naturales que sus enormes invernaderos como zonas naturales resguardadas proveían. Se debía a que se llevaba un estricto control de la población. Control que estaba conducido por las garras fieras de la Archiduquesa, Sarah Rogers, mejor conocida como la Leona de Terranova, matriarca del Clan Rogers. Era nada menos que la "madre" del Comandante Steve Rogers, hija de un mariscal que había hecho gloria antes de que su hija le eclipsara. Sarah había comenzado su ascenso en Hydra desde el colegio militar donde se le conoció por su determinación, dureza como astucia para vencer a sus enemigos sin importar tamaño, fuerza, poder o armas. Para cuando llegó al título de Capitana ya varios miembros de Hydra le tenían miedo. Desde niña se había prometido llegar hasta lo más alto en el poder y lo hizo sin importar medios o víctimas.

Corrían leyendas oscuras alrededor de su persona que le adjudicaban la muerte de familiares cercanos únicamente por haber sido potenciales obstáculos en su ascenso como dueña absoluta de Hydra y Terranova. Ella había guiado al padre del Comandante hacia las batallas que les permitieran asentar de una vez por todas la hegemonía del Clan Rogers por sobre los demás clanes a los que siguió intimidando hasta que su heredero tuvo la edad para sucederle como cabeza de Hydra. La Archiduquesa amaba el poder por sobre todas las cosas y así había educado al Comandante para que siguiera sus pasos, quedándose en la Colonia Luxor como su gobernadora aunque era un hecho que las decisiones de mayor peso provenían de aquel lugar. No existía nadie en Hydra que la Leona de Terranova no conociera como la palma de su mano, que no pudiera manipular a su antojo o asesinar si lo consideraba necesario. Aun en la edad que ahora poseía continuaba con un físico saludable y esa mente tan sagaz para mover la política de Terranova a su placer, ayudando a su hijo con los posibles enemigos que iban apareciendo, como había sido el caso de Venganza de Invierno.

Anthony miraba por la ventanilla del transporte aquel paisaje tan poco común para cualquier colonia de Terranova. Luxor era una copia diminuta del antiguo planeta azul. Donde quiera que observara había hectáreas de bosques densos, interminables campos verdes algunos con sembradíos, lagos de aguas cristalinas y cadenas de montañas cuyos picos estaban ocultos por nubes blancas. Aunque el invierno estaba presente, no cubría por completo el paisaje como en Nova, dejaba ver algunas partes llenas de arbustos, tierra húmeda y flores invernales que hacían de aquel sitio sin duda una imagen casi imposible. Divisó a lo lejos el palacio de la Archiduquesa, hecho de piedra, mármol y concreto que le pareció emulaba a los perdidos castillos de reyes antiguos. Era una construcción enorme en el medio de un bosque pero sobre un punto alto para tener una vista privilegiada.

Llegaron a la entrada principal, un enorme arco de piedra con el emblema de Hydra a modo de blasón, viajando entre jardines de diferentes niveles hasta la entrada principal de aquel palacio donde les recibieron el Teniente Comandante Rumlow y la General Carter a quien el Comandante saludó primero con una sonrisa luego de descender del transporte. Tony miró a todos lados, de pie frente a ese palacio era más gigantesco todavía, no le cabía en la cabeza para que una viuda podría querer semejante hogar. Siguió a su Alfa con Vision detrás de él hacia el pasillo principal que siguieron hasta doblar a un corredor lateral que los llevó a una serie de salas interconectadas, quedándose frente a una de doble puerta con el escudo de dos leones rampantes. Los dos militares entraron primero, antes de abrir por completo las dos puertas para el Comandante quien irguió su mentón, dando pasos firmes para ingresar a esa sala. El castaño se quedó en el corredor hasta que fuese llamado, aprovechando ese momento para inspeccionar alrededor. En verdad era como vivir en un cuento de hadas ahí dentro. Sarah Rogers no escatimaba en lujos, con una servidumbre compuesta entre inexpresivos Omegas y replicantes de aspecto más sencillo que Vision.

Tomó aire al percibir la esencia Alfa de la Archiduquesa, era como la de su hijo. Parecía que intercambiaban saludos, la voz de la Leona de Terranova era dura, controlada, sin emoción alguna. Anthony se arregló su abrigo como ropas antes de escuchar la voz de Steve llamarle. Cerró sus ojos unos segundos, caminando hacia la sala con pasos seguros pero sin andar rápido. Era una sala con varios divanes y mesitas junto a ellos pegados a la pared pero divididos en nichos. Hasta el fondo estaba el nicho principal con telares y soldados armados custodiando a la matriarca quien clavó sus ojos en el Omega al verle entrar. Era alta, atlética, de cabellos muy cortos completamente pegados a su cabeza, rubio platinado de ojos azules claro. Vestía como todos los militares de Hydra, con ese uniforme negro, botas gruesas y su increíble cantidad de medallas e insignias corriendo desde sus hombros hasta las mangas de su chaqueta, sentada en el diván como una reina.

-Así que ése es tu Omega.

-Madre.

Tony llegó al lado del Comandante con la cabeza completamente baja, percibiendo la hostilidad de aquella esencia Alfa. Una sensación de muerte proveniente de la Archiduquesa. Casi sin darse cuenta se pegó al cuerpo de Rogers como protección, provocando una risa quieta en la Leona de Terranova quien se puso de pie de golpe, dando un par de zancadas hacia el Omega cuyos cabellos tiró de su nuca para que arqueara su cuello que olfateó cerca de la Marca de Steve quien observaba complacido aquello. Anthony cerró sus ojos, apretando sus labios ante el doloroso agarre de aquella mujer.

-Un primer Celo y le tienes gestando. No esperaba menos de ti –la mano libre de la Archiduquesa acarició el rostro de un mortalmente quieto castaño- Un obsequio sin igual.

-Como el heredero que viene.

La matriarca sonrió, asintiendo. –Te quedarás un tiempo, ¿cierto? No habías visitado a tu madre.

-Como lo ordenes.

-Los Mariscales no tardan en llegar –con eso, la Alfa soltó a Tony al fin, dándole la espalda- Quiero zanjado el asunto del Sindicato de Comercio.

Vision jaló discretamente el brazo de Anthony para darle a entender que podía retirarse, aquella charla iba a seguir sin él. Fueron hacia la que sería su habitación, una discreta pero lujosa recámara adjunta a otra más amplia que pertenecía al Comandante Rogers. Luego de tomar un desayuno ligero, fue libre de explorar ese enorme palacio, siempre custodiado por Vision. Sin duda su Alfa y aquella Leona de Terranova tenían mucho que discutir porque no les vio en todo el día, durmiendo en su recámara con Jarvis en su regazo. A la mañana siguiente fue su día de aprender a montar, recibiendo sus ropas para la ocasión, cubierto por un pesado abrigo de suave piel igual que el gorro con el escudo de la Archiduquesa y guantes. Su caballo estaba más que entrenado para un jinete inexperto como él, pero no le costó mucho trabajo dominar la técnica, saliendo luego de varias vueltas por el enorme establo hacia los campos semi nevados donde probó suerte con la caminata sobre aquel semental. Vision sujetaba las riendas por el hocico del corcel como medida de seguridad mientras Tony se entretenía guiando al animal por aquel campo, ajeno a la mirada inquisitiva de Sarah Rogers desde un balcón cerrado.

-Podemos concederle crédito a James por ser tan insistente a pesar de todo.

-Su insistencia no le dará la victoria –replicó el líder de Hydra mirando a su Omega sonreír al lograr hacer una vuelta completa con el caballo- Menos ahora. Ya ha perdido concentración.

-Una vez que tu primogénito nazca, comenzaremos a limpiar los Clanes. Será su regalo de bienvenida.

-Escucho tu sugerencia de nombre.

La Leona de Terranova rió sin dejar de mirar a Anthony. –Grant. Grant Rogers.

-Me agrada.

-Hay que aprovechar al máximo a ese Omega, nuestro Clan tendrá el poder absoluto con los hijos que le hagas gestar. Poderosos, inteligentes, invencibles.

-No más que tú, Excelencia.

-Las lisonjas no son tu fuerte, Steve.

Anthony terminó su paseo bastante satisfecho, cabalgar parecía ser divertido aunque sabía que no podría hacer carreras a todo galope por su condición. Al menos tenía una actividad distractora. Cuando alcanzaron el establo levantó su vista al ver salir del palacio a su Alfa, caminando directamente hacia él. Detuvo al caballo, tomando aire. Ya no había visto a la Archiduquesa luego de aquella presentación, no esperaba verla de todas maneras, no era digno de atención para la Leona de Terranova. El Comandante clavó sus penetrantes ojos azules en el castaño con una media sonrisa, alzando sus brazos para darle a entender que iba a bajarle del corcel. Tony soltó las riendas, apoyando sus manos sobre los hombros del rubio cuando le sujetó por sus caderas, alzándole lo suficiente para ayudarle a desmontar, besándole debajo de su mandíbula.

-Aprendes rápido.

-Gracias, Alfa.

-Verte montar es demasiada tentación –murmuró Rogers sobre su cuello, cargándole en brazos.

No le respondió porque no había nada que responder, dejando que Vision se encargara del caballo mientras era llevado de esa manera a la recámara para ser desnudado y poseído una vez más. Sus días transcurrieron más o menos de esa manera hasta pasadas dos semanadas cuando Steve le anunció que iba a dejarle a solas con la Archiduquesa. Eso no le gustó nada a Tony pero no tenía ni voz ni voto para quejarse, resignándose a estar con aquella fría y despiadada mujer que parecía complacida con algo por la manera en que le observaba. Una vez que el líder de Hydra partió a sus deberes, el castaño se dedicó a conocer los inmensos jardines y bosques del palacio. Luxor era una colonia clave en el mantenimiento de Terranova, por algo Sarah Rogers la había tomado para gobernar. El agua, alimentos y otros recursos vitales provenían de esas tierras, incluso Nova era dependiente de Luxor para continuar con su estilo de vida. Así que la Archiduquesa estaba en posesión de un tesoro en caso de alguna rebelión, Anthony no dudó que si la ocasión se presentaba, era capaz de dejar morir de hambre a una colonia entera.

-El bosque sur tiene un mirador con algunas ruinas –le comentó Vision siempre solícito- No está lejos del palacio y puede ser un paseo a caballo tranquilo.

-Gracias, empezaba a volverme loco entre tanta habitación en silencio.

Salieron luego del desayuno, sin que nadie se los impidiera como ya se había dado cuenta Tony. Era invisible en los dominios de la Leona de Terranova. No entendía por qué el Comandante no había querido llevárselo con él. En el palacio no tenía el privilegio de charlar con Raphael de quien no sabía ya nada, la fiesta de su hijo seguramente ya se había llevado a cabo, tenía curiosidad por saber qué cosas pudieron haber ocurrido. Con esas meditaciones llegaron hasta el mirador que Vision le mencionara, una colina elevada en un claro del bosque que apuntaba a la gran cordillera de montañas nevadas. Se quedó sobre su caballo admirando aquel paisaje natural, terminando de nuevo meditando sobre la estructura de Terranova, la desaparición de los planetas de aquel sistema solar como de otros detalles que le hicieron perder la noción del tiempo hasta que escuchó los ladridos de unos perros furiosos, sujetándose a las riendas de su caballo que solamente sacudió su cabeza, sin alterarse.

Tanto Anthony como Vision vieron a lo lejos un par de enormes perros delgados pero de músculos marcados correr a toda prisa tras un animal que saltaba troncos caídos, arbustos como piedras para huir de ellos sin mucho éxito. Metros atrás, la Archiduquesa montaba un caballo negro de botines blancos con una ballesta moderna en una mano. Estaba de caza. Tony miró a su guardián quien negó, haciendo un ademán para indicarle que se quedara quieto sobre su montura. Los perros eran más veloces que su presa, a quien comenzaron a morder de sus talones. La Alfa preparó su ballesta que apuntó contra el animal, levantándose apenas del lomo de su caballo cuyos costados apretó para disparar una flecha que atravesó su blanco estampándolo contra el tronco de un árbol con un sonido seco. Otros jinetes aparecieron, soldados que se encargaron del trofeo de aquella Alfa quien levantó su rostro para clavar sus ojos en el castaño.

Éste solamente bajó su vista, apretando sus riendas, en espera a que ella se marchara para continuar con su paseo. El aroma de sangre del animal como los rugidos de los perros y la esencia asfixiante de la Alfa le trajeron un mal sabor de boca. Quería irse de ahí a todo galope. La Archiduquesa cabalgó alejándose de ellos cuando sus perros de caza olfatearon otra presa, ladrando feroces con saltos largos que les hicieron desaparecer por entre los árboles. Tony agradeció que desaparecieran para seguir un camino contrario a la Leona de Terranova, que le llevó hacia unas extrañas ruinas cubiertas por el musgo y enredaderas salvajes. Bajó del caballo, adentrándose para observar mejor aquellas paredes como parte de techos abovedados que le llevaron a pensar que se trataba de un observatorio muy rústico, cosa que le extrañó en una colonia. Se encontraba inspeccionando una pared con un tallado sobre un sistema solar cuando la tierra comenzó a estremecerse.

Tuvo que tomar asiento ante el movimiento del suelo, parecía como si estuvieran en una mecedora. Aquel sismo no duró mucho, pero hizo caer algunas piedras de las ruinas, asustando aves que habitaban en la colonia como agitando los árboles. Vision llegó a él, ayudándole a ponerse de pie, revisando que no hubiera una pared que fuese a caerles encima o algún pilar. El castaño frunció su ceño, preocupado de aquel movimiento telúrico imposible en una colonia espacial, ya que tales fenómenos solamente eran propios de mundos reales con cierta estructura. Ellos estaban flotando en el espacio con un sistema más que probado a prueba de temblores o inestabilidades. Algo no estaba bien.

-Vision, ¿suelen haber sismos en las colonias?

-No, Anthony, esto fue de lo más inusual. No hay registro de temblores en ninguna colonia de Terranova desde el Gran Colapso.

-Esto no puede ser bueno.

-Será mejor volver, la Archiduquesa seguramente querrá que estés de vuelta en el palacio.

Cuando iban a medio camino, fueron interceptados por un escuadrón de soldados enviados por la matriarca del clan para llevarle de vuelta al palacio que no había sufrido ningún percance a considerar por el sismo, solamente algunos objetos caídos. Había inquietud entre la servidumbre que tampoco había experimentado algo así. Anthony se quedó en su recámara, meditando seriamente las razones para que una colonia espacial sufriera un temblor, usando lo que ya sabía de Terranova para sus deducciones. Para su sorpresa, su cena tendría lugar en el comedor principal junto a la Archiduquesa, así que procuró estar presentable cuando entró a la enorme sala con esa mesa larga y los sirvientes terminando de colocar los platillos. Sarah Rogers apareció minutos más tarde, examinando de pies a cabeza al Omega antes de tomar asiento en la cabecera, dando la orden para que se sirviera la cena. El castaño pasó la mayor parte del tiempo comiendo en silencio, apenas si levantando su vista de los platos que iban sirviéndole. Estaba sentado al lado de la Leona de Terranova aunque le daba la sensación de que podía estar en otro lado y a ella no importarle. No fue sino hasta que se sirvió el postre que la Alfa al fin se dirigió a Tony con ese tono de mando sin un ápice de emoción.

-Eres un lindo Omega, sabes respetar tu lugar y obedeces sin cuestionar. Me gusta eso de ti, como también esas ideas que tienes sobre el Reactor Arc.

Anthony miró el blanco mantel, buscando mantenerse sereno. –Gracias por sus palabras, Excelencia.

-Sabemos del funcionamiento del Reactor Arc, es únicamente que los ingenieros como científicos de Hydra no han sido tan avispados para darle una aplicación más práctica. Ahí es donde entras tú.

-¿Excelencia?

Una mano vino a sujetar el mentón de Tony. –El Reactor Arc es solamente uno de los muchos proyectos de Rambaldi, son los demás tesoros los que nos interesan, pero necesitamos que haya una mente que comprenda sus ideas para explorar el resto de sus secretos. Tú, Omega, harás tal cosa.

-Como ordene.

La Archiduquesa torció una sonrisa, entrecerrando sus ojos.

-Tu mejor motivación será la salvación de Terranova. ¿Sentiste ese temblor, cierto?

-... sí.

-¿Tienes idea de la causa?

-No, Excelencia.

Con una risa quieta, la matriarca le soltó para terminar la copa de vino que aún tenía pendiente sin quitarle la vista encima.

-Un planeta viene en ruta de colisión contra Terranova.

Dejó que las palabras hicieran su efecto en Anthony quien le miró entre estupefacto y aterrado. Lo que habían sentido era sin duda el efecto del tirón gravitatorio que ese planeta estaba ejerciendo al aproximarse a ellos. El panorama no era nada alentador, él lo sabía por sus investigaciones hechas anteriormente. Sin planetas girando alrededor del sol, la fuerza de éste podía atraer objetos masivos cuya velocidad aumentaría por falta de resistencia de otros cuerpos. Terranova no poseía la masa suficiente para aminorar la aceleración del planeta que iba a destruirlos a menos que desviaran todas las colonias del curso de colisión. Al fin entendió que deseaba la Leona de Terranova, y por qué el Comandante Rogers no le había dicho nada del Reactor Arc. Solo era cuestión de tiempo como ya lo había adivinado.

-Eso es –rió la Alfa jugando con sus cabellos- Jamás hubiera permitido que un Omega cualquiera fuese a llevar la siguiente línea de Rogers, desde que te hallaron supe que eras el indicado para Steve. Un lindo, intacto Omega con una inteligencia superior a la gran mayoría de la población de Terranova. Perfecto. Y ahora puedes labrarte un lugar en la historia terminando los estudios de Rambaldi para salvar a las colonias. O bien puedes rehusarte y dejar morir a varios miles. Hydra seguirá viva, eso ya lo sabes, de ti depende cuantos más lo harán.

No había escapatoria. De solo pensar en Raphael, en sus hijos como en los muchos inocentes que desconocían el peligro que se avecinaba del espacio exterior, no podía negarse a trabajar para Hydra por más asquerosa que le pareciera la idea. Pensó en James, cosa que le entristeció porque le traicionaría para salvarle a él también, más eso le daría a su enemigo las armas que podían cobrar la vida de aquel rebelde como del resto que estuvieran a su lado. La Archiduquesa se inclinó hacia él, con un codo sobre la mesa.

-James no volverá a aparecer, Omega, ha perdido la guerra y lo sabe. En cuanto se dé la noticia sobre la colisión, su movimiento dejará de tener sentido. Una vez más, solamente quedará como salvación el orden que nosotros hemos puesto, un orden al que tú le darás un nuevo rostro. No puedes negar la realidad de Hydra, pequeño, llevamos tres milenios conviviendo en paz gracias al sistema que hemos impuesto. Cuando la Humanidad vivía en su llamado libre albedrío, no pasaba ni siquiera medio siglo antes de que una nueva guerra estallara. Nosotros cambiamos eso, trajimos el progreso como la estabilidad, nadie recuerda ya lo que significa huir de un hogar en medio de un campo de batalla o sufrir los estragos del hambre que los conflictos traen. Ahora tenemos esta amenaza y una vez más, solo Hydra puede salvar a la especia humana.

Tony le miró derrotado, no tenía argumentos para debatirle. La presión que la Leona de Terranova había dejado caer sobre sus hombros era demasiada. Ella sonrió al ver su expresión, alzando su mentón con un dedo.

-Recuerda, depende de ti cuántos ciudadanos de Terranova puedan salvarse. Estamos listos para evacuar una vez que el planeta esté más cerca. Escucharé tus planes, Omega, solo te recuerdo que no trates de embaucarme porque todos tus amigos serán los primeros en pagar por tu ofensa.

-No, Excelencia. Eso no sucederá.

-Bien, puedes retirarte. Mañana tu replicante te mostrará mi mejor tesoro –Sarah amplió su sonrisa cruel- Los Instrumentos Rambaldi.

Se apoyó en el brazo de Vision en el camino a su recámara, sintiendo los pies pesados mientras meditaba en lo que podía suceder y lo que tendría que hacer. No pudo conciliar el sueño por más que quisiera, la amenaza que estaba por caer sobre ellos se lo impidió. Era culpa de Hydra que un planeta fuese a chocar con las colonias por haber destruido todo el sistema solar, pero desde su punto de vista eran solamente salvadores. Se pasó toda la noche y parte de la madrugada haciendo conjeturas sobre lo que estaba por ver, esos Instrumentos Rambaldi del cual el Reactor Arc era solamente uno de tantos. La mañana llegó con un silencio de su parte mientras apenas probaba alimentos pese a la insistencia de Vision, quien luego le llevó a esa ala privada en el palacio donde los ojos de Tony no supieron dónde mirar, olvidando momentáneamente respirar.

Eran varias salas, enormes con largos contenedores donde flotaban apuntes deshojados, hojas amarillentas con escritura a mano. Los verdaderos apuntes de Rambaldi, los originales. De su puño y letra. Tenía ante sí el mejor regalo que la Humanidad pudiera recibir, y al igual que los Omegas, estaba encarcelado entre paredes de cristal reforzado con el mejor sistema de seguridad dentro de uno de los palacios más vigilados en Terranova, hogar de la más fiera Alfa. El castaño pidió el brazo de Vision como soporte por la impresión de ver aquellos apuntes codificados que a sus ojos eran más claros que las letras del alfabeto. Entre los apuntes había dibujos de inventos que él no había admirado, mucho más complejos aunque incompletos. Los Instrumentos Rambaldi. Luego del exhaustivo examen sobre anotaciones astronómicas, al fin tuvo el panorama real de la colisión planetaria, que no era prometedor. Podían evacuar las colonias y alejarse de Terranova lo suficiente para no ser atraídos por aquel cuerpo que venía del espacio exterior, pero estaban arriesgándose a que el planeta fuese a colisionar con el sol, provocando una explosión que los alcanzaría por más rápidas que fuesen las naves.

Había una manera, complicada como arriesgada que ofrecía una oportunidad de sobrevivir. Desviar el rumbo del planeta usando a toda Terranova como un propulsor nuclear que le empujara apenas lo suficiente para que el cuerpo estelar comenzara a girar alrededor del sol en vez de ser tragado por éste. Una vez que se estabilizara, podían vivir en aquel mundo en lugar de colonias espaciales. Para ello tendría que forzar los motores de las colonias usando el Reactor Arc como fuente de energía, sincronizándolos antes de ser llevados por el tirón gravitacional del planeta. Pero la energía del reactor por sí solo no sería suficiente, debía valerse de otros soportes como catalizadores, ahí era donde entraban en juego los Instrumentos Rambaldi. Tenía el cuerpo adolorido de ir de un lado a otro, de una pantalla con notas a otra haciendo los cálculos pertinentes sobre aquel plan tan desquiciado. Aún debía medir si las colonias eran suficientes para lograr la desviación, pero eso solamente podría hacerlo cuando aquel mundo estuviera más cerca. Lo suficiente para medir correctamente su masa, para entonces la colisión ya sería noticia. El terror iba a invadir todas las colonias, Hydra tendría que ser más dura para mantener a todos bajo control.

-Deberías descansar –le dijo Vision cuando le sintió vacilar- Necesitas recuperar energías.

-Se nos agota el tiempo.

-Pero si desfalleces, el tiempo dejará de importar.

Anthony suspiró, volviéndose a su guardián. –De acuerdo.

-Lo lograrás.

-Gracias, Vision. Pero no estoy muy seguro.

-Yo lo estoy por ti –sonrió el replicante.

Apenas tocó la cama, cayó profundamente dormido hasta que fue la hora de la comida, cuando Vision le despertó con la noticia sobre el regreso del Comandante Rogers junto con todos los Mariscales de Hydra y altos mandos. No le extrañó que se reunieran todos con la Archiduquesa, pronto tendrían que movilizarse dadas las circunstancias. Como era ya costumbre, estuvo en el regazo de su Alfa quien fue honrado una vez más por su primogénito al que parecían estarle esperando regalos inesperados como singulares. Una vez más, Tony se preguntó si acaso la colisión con ese exoplaneta no sería otro de los trucos de Hydra para sofocar el movimiento de Venganza de Invierno, haciendo que los ciudadanos de Terranova dejaran de prestarle ayuda. No lo sabía.

Pero algo que sí sabía era que la palabra de la Leona de Terranova no era de fiar, no iban a salvar a todos los ciudadanos de las colonias, como era ya costumbre con Hydra, harían una limpia genética. Seleccionarían aquellos seres humanos que pudiesen servir a sus planes, el resto perecería en el choque. Un genocidio escondido bajo el pretexto de un escape apurado por más esfuerzos que hiciera para presentar una manera real y viable de salvar a todos. El Omega bajó su mirada mientras los militares celebraban al Clan Rogers, al Comandante y a la Archiduquesa. Querían que acoplara los Instrumentos Rambaldi, eran piezas de un rompecabezas incompleto que al resolverse sería el azote de James y la rebelión. Respingó cuando todos aquellos Alfas de Hydra exclamaron un grito de alegría, haciendo que les viera de reojo hasta donde tenía permitido. Sarah Rogers sostenía la mano de una muy dichosa Margaret Carter, ambas con mentón en alto observando a los demás militares.

-Es para mí un honor recibir en el Clan Rogers a la General Margaret Carter, hija del Mariscal Carter y líder de su Clan, como la futura esposa de mi hijo, el Comandante Rogers y líder de Hydra. Ambos clanes serán hermanos cuando el contrato matrimonial se haya celebrado, pero desde ahora expreso mi satisfacción y orgullo ante una mujer que frenó los avances de Venganza de Invierno, cuya muerte ya está escrita.

-¡HAIL ROGERS! ¡HAIL CARTER! ¡HAIL HYDRA!

Steve le dejó de pie junto a la silla que ocupaba al levantarse para rodear la mesa y tomar la mano de Margaret que besó por el dorso en un gesto de caballería. La General volvió su rostro a la sonriente Leona de Terranova quien asintió dando su consentimiento para acercarse y besar apenas los labios del Comandante, formalizando así el compromiso. Todos los militares se pusieron de pie, aplaudiendo y haciendo una vez más aquel saludo mientras Tony contenía la respiración, observando aquella pareja de Alfas. Las dos familias más poderosas unidas por un matrimonio con un objetivo claro, la dictadura vitalicia de los Rogers, la hegemonía de Hydra. Y él estaba por darles un heredero para consolidar su posición. No habría otro Clan que pudiese desafiarles, mucho menos insurgentes huyendo de un lado para otro una vez que tuvieran las armas que deseaban.

Una punzada en el pecho hizo que el castaño bajara su cabeza por completo, lágrimas corrieron por sus ojos. Sintió un suave tirón de parte de Vision, mientras sirvientes llevaban charolas con copas llenas de vino fino para celebrar, evento al que no tenía derecho ni permiso. Bajo la mirada altiva como triunfante de la Archiduquesa, Tony salió apoyado del brazo del replicante, casi enterrando sus dedos en esos fuertes músculos sintéticos. El Comandante ni siquiera le dirigió una mirada. La sangre le hirvió, no supo exactamente el por qué, recordando desde su primer encuentro con la General Carter hasta esos momentos. Únicamente habían jugado con él.

Ahora haría lo mismo.

Terminaría su estancia en Luxor con una lujosa cena en medio de todos aquellos militares de Hydra, de vuelta entre los brazos del Comandante, en su cama cuando la reunión terminó. Steve nada le mencionó sobre lo que había hablado previamente con la Archiduquesa, probablemente complacido al saber de su apoyo para completar los trabajos de Rambaldi. La mente de ése Alfa era una caja de sorpresas, muy malas sorpresas en su opinión de las cuales iba a cuidarse todavía más y si le fuese posible, impedir que se llevaran a cabo. Así volverían a Nova donde más tarde podría llamar a Raphael cuando se quedara solo con Vision en la torre, recibiendo a un más que ansioso Omega con sus calurosos abrazos que le trajeron una sonrisa.

-¡Pero ve nada más estas ropas! ¡Y usas el emblema de los Rogers! Tú sí que supiste agradar a la Leona de Terranova, ¿eh? Serás el segundo Omega en tener tales privilegios.

-¿Quién los usó antes?

-La Omega que gestó al Comandante.

-Ah...

-Ay, pero ¿qué hacemos? Cuéntame de tu estancia en Luxor, dicen que es un paraíso.

-Preferiría antes saber de ti, Raphael, ¿cómo te fue en la fiesta?

Esa pregunta iluminó el rostro del Omega quien se acomodó mejor en el sofá donde estaban sentados, con una mano reposando en su vientre ligeramente abultado.

-Toda una sorpresa, Tony amor, ya sabes, no se puede estar con ellos, nada más me dediqué a ayudar en los detalles, cosas así. Para que te miento, tuve muchísima tristeza al escuchar las risas y felicitaciones que le daban a mi hijo, así que como buen sentimental Omega me salí de la mansión a llorar mis penas al jardín.

-Raphael...

-Hush, espera –el otro hizo un gesto de desdén con su mano- No arruines la escena. Estaba yo ahí, sentado en una banquita derramando mis lágrimas maternales cuando siento que alguien toca mi hombro muy apenas, un pañuelo aparece frente a mí. Cual sería mi sorpresa al darme cuenta de quién estaba ofreciéndome consuelo –Raphael sonrió ampliamente- ¿Lo adivinas?

-... ¿él?

-¡Sí! Mi Frederik Bismarck estaba frente a mí, con su uniforme de gala ofreciéndome un pañuelo.

-¿Cómo? –Anthony jadeó atónito- No puedo creerlo.

-Igual estaba yo, Tony. Tomé su pañuelo con manos temblorosas, lo confieso. Me sonrió con un asentimiento de cabeza y se marchó para volver a la fiesta. Dirás que no fue gran cosa pero...

-Sí que lo fue, Raphael, tu hijo... se preocupó por ti.

-¿No es maravilloso?

-Y que lo digas.

-¿Ahora sí me dirás cómo te fue con la Archiduquesa?

El castaño suspiró mirando su regazo donde dormía Jarvis hecho ovillo. –Está bien... pero no son cosas muy agradables.

-Mmm, ¿qué puede ser peor que usar la túnica Omega?

-Creo que esta vez en verdad te sorprenderé.

-Ja, eso nunca, yo soy aquí el maestro de las sorpresas.

-¿Sabes, Raphael? Tengo unas inusitadas ganas de pasearme por Nova, no sé... quisiera ver cosas para... -una de sus manos se posó sobre su vientre.

-¡Tony! –el Omega se puso de pie de un brinco- ¡Déjame ser tu guía! Hay tanto que ver, por todas las pecas de mi cara que vamos a revisar hasta el último servicio y comercio que haya en esta Colonia. El Omega del Comandante Rogers no puede quedarse con las ganas del más nimio capricho o ese bebé nacerá con un puchero del tamaño del universo.

Anthony rió, negando apenas. –Eso me supongo que es un sí de tu parte.

-Por supuesto –Raphael aplaudió apenas, volviéndose a Vision- Cariño, que nos preparen un transporte que iremos de compras. Cuando terminemos iremos al Pabellón, hay una nueva tienda de helados y tengo muchísimas ganas de probarlos todos.

-Engordarás más de lo debido.

-Que va, tengo un metabolismo de miedo. Espera, ¿me dijiste gordo? Vision, ¿Tony me dijo gordo?

-Al parecer –sonrió el replicante.

-¡Toooooonyyyy!

Éste rodó sus ojos, cargando a Jarvis. –Vamos antes de que tus humores destruyan Terranova.


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