Pieza 5. Celo
Título: LUX AETERNA
Autora: Clumsykitty
Fandom: MCU de corte AU (oséase, Universo Alterno aderezado con Omegaverse).
Parejas: un Dark Stony, un cute Winteriron.
Derechos: Pos Marvel, que ni qué.
Advertencias: historia alterna, mundo alterno, ciencia ficción en un Omegaverse. Edades como algunos detalles están modificados (¿universo alterno?) para beneplácito de la irreverente, pervertida y loca autora. Steve malvado y cruel, mundo cruel. Hm.
Gracias por leerme.
PIEZA 5. Celo.
El asteroide donde se ocultaba el ejército insurgente que Venganza de Invierno lideraba era tan enorme como varias de las colonias de Terranova juntas. Se las habían arreglado para tener un hogar ahí en medio de una tormenta espacial que lanzaba huracanes radiactivos con feroces relámpagos alrededor, destruyendo uno que otro de las rocas flotantes de aquel cúmulo. Con pilares que mantenían a raya aquel peligro electromagnético, usaban esa fuente de energía para la colonia metros adentro en el corazón del asteroide que rebosaba de una vida tan cosmopolita como la de Nova. Para deleite de Anthony, la gran mayoría de los ciudadanos ahí eran Omegas, increíbles como feroces Omegas dispuestos a darlo todo para liberar a los suyos de aquella dictadura que Hydra había impuesto con sangre y mentiras.
El Gran Colapso, evento del que poco sabían, no había sido otra cosa que la extinción del planeta azul que diera origen a la Humanidad. Hydra lo había destruido con la finalidad de abatir a sus enemigos y forzar al resto de la población a aceptar su ayuda al haber sido los únicos con la capacidad tecnológica para salir de aquel sistema solar antes de que la explosión los tragara. Así lo había planeado Hydra sabiendo que en el espacio exterior no había campo para peleas o reclamos cuando apenas si tenían lo suficiente para sobrevivir. Lentamente, con una campaña de terror bombardeando la mente de las nuevas generaciones, comenzaron a crear el nuevo orden que tanto habían anhelado junto con el paso final, una evolución genética que les hiciera sobrevivir en un nuevo mundo.
Hydra se presentó todo el tiempo como la salvadora de la Humanidad, el brazo protector que jamás permitiría que volviera a ocurrir otro Gran Colapso cuya historia manipularon para hacer creer a todos que había sucedido por culpa de quienes habían intentado cambiar el orden de la sociedad en un acto egoísta, apuntando hacia la raza más vulnerable, los Omega, como los descendientes de aquellos insolentes que habían destruido el hogar original de la especie humana. Sin embargo, siempre hubo mentes que jamás aceptaron aquel yugo, entre ellos el gran inventor como humanista, Rambaldi, cuyo descubrimiento sobre el Reactor Arc pasó a manos del Doctor Armin Zola antes de que los Alfa de Hydra decidieran hacer una limpieza total de sus enemigos, terminando en aquella Primavera de Delhi donde todo el Clan Barnes fue borrado para siempre del universo, quedando solamente como sobreviviente Bucky y las leyendas en la Colonia Greenwich donde se refugió entre sus amados Omegas quienes sacrificaron vidas y lágrimas por ayudarle.
Ya eran tres milenios de dictadura militar con hegemonía Alfa, Venganza de Invierno no estaba dispuesto a permitirles alcanzar un siglo más siquiera. Todo su clan siempre había sido adorado como recurrido por los Omegas a quienes cuidó, protegió como educó con todos los recursos disponibles, también a los Beta que llegaron a ellos pues su familia había sido de las muy escasas que tuvieran la fortuna de haber resguardado entre sus reliquias el conocimiento humano antes del Gran Colapso. Mismo que James siempre cargó consigo para repartirlo en cada oportunidad a cada ser humano que llegara a él. Fue así como Tony leyó estupefacto los tiempos en que la Humanidad no tenía Alfas ni Betas u Omegas, no existían. La única diferencia entre todos ellos había sido el lenguaje, el color de piel y sus creencias religiosas, llegando a tener estúpidas peleas por esos motivos tan superficiales. Todos habían sido iguales ante la ley, todos habían podido alcanzar sus sueños con esfuerzo y disciplina. Recitó con lágrimas en los ojos los discursos de un hombre llamado Martin Luther King, de Mahatma Gandhi... cartas de pueblos que vivían en bosques pidiendo que no destruyeran su mundo... admiró las fotografías de aquel planeta azul, más hermoso que Nova misma, repitiendo una y otra vez los trozos de películas sobrevivientes de aquellos tiempos. Era como ver un cuento de niños hecho realidad.
-Y todo esto nos lo arrebató Hydra –le decía James a su lado cuando terminaba de escuchar increíbles melodías compuestas por mentes brillantes- Porque un ser humano que posee conocimiento tiene la capacidad de pelear por sus derechos, de pelear por su libertad.
-¿Por eso jamás alcanzamos un planeta dónde vivir?
-Exacto, de comenzar a repartirnos por la galaxia, Hydra comenzaría a perder control sobre todos nosotros. Sin mencionar que el contacto con un ambiente natural posiblemente modificara nuestro ADN, tal vez borrando esta idiotez de Alfas de nuestros genes.
-Esclavitud.
-Sí, Anthony –Bucky le sonrió- Eso es lo que hemos vivido estos tres milenios bajo el puño de Hydra. Es hora de romper la rueda.
-Por eso necesitan el Reactor Arc, tiene la fuente de poder necesaria para hacer frente al poderío militar de los Alfa y su tecnología espacial.
-Nos daría una victoria sin derramar tanta sangre inocente, Anthony. Sería un completo mentiroso si te dijera que esto no nos costará vidas, lo hará. Pero quiero que sean las menos posibles.
-¿Qué sucederá con Hydra?
-Haremos juicios para ellos, les demostraremos que las cosas no se resuelven con tiros en la cabeza o volando colonias enteras. Somos mejores.
-¿Y luego?
-Luego, Anthony –el Alfa se encogió de hombros- No tengo idea. Pero de algo estoy seguro, todos serán libres de decidir qué hacer.
-Suena tan...
-Como un sueño, sí, estoy consciente. Pero, yo también tengo ese sueño donde todos somos iguales, que no hay alguien arriba de otro ni gente muriendo de hambre mientras otros comen hasta vomitarse.
-Eres demasiado bueno para ser verdad, Bucky. Venganza no es un título que te vaya.
-Pero lo necesito para lograr mi meta.
Anthony miró hacia la pantalla donde se proyectaba la imagen de una pequeña niña de trenzas corriendo por un campo verde con un cordero tras ella. Libertad.
-Te ayudaré a crear de nuevo el Reactor Arc.
Una mano cariñosa acarició sus cabellos. –Posees una inteligencia inaudita, Anthony, solamente que todo este tiempo te habían hecho creer que no. Confío en ti. Sé que lo lograrás.
-Bucky, ¿puedo hacerte una pregunta?
-Todas las que quieras –rió el Alfa, besando sus cabellos.
-¿Conociste a Raphael Valois?
James se quedó serio unos segundos, bajando su vista antes de acomodarse en el asiento junto al castaño quien no le quitó la vista de encima.
-Fue de mis primeros pupilos, tuvo una pareja ¿sabes? Un Beta amigo mío que le cuidaba como el mayor de los tesoros. Los soldados de Bismarck lo masacraron frente a Raphael. Era muy joven cuando el Mariscal lo raptó. ¿Le has visto, cierto?
Tony asintió. –Lo siento...
-No tienes por qué. ¿Está bien?
-Contento con su vida, aparentemente. Le ha dado al Mariscal tres hijos que sospecho quiere más de lo que pueda aceptar –el castaño le miró preocupado- ¿Qué será de ellos si...?
-Son sus hijos, Anthony. Aún los hijos de los Alfa de Hydra tienen el derecho a la vida. Tendremos camino que recorrer para que aprendan la verdad pero bajo circunstancia alguna vamos a matar a inocentes por las acciones de sus padres.
-Realmente eres nuestra única esperanza, Bucky. No mueras, por favor.
-Hey, no pongas esa carita. ¿Chocolate?
Tony no podía estar más que impresionado con aquel Alfa de brazo artificial. Mientras dedicaba todos sus esfuerzos en entender aquellos extractos sobre los apuntes de ingeniería de Rambaldi, no podía evitar observar a James convivir con todos sus rebeldes Omegas y Betas. Había uno que otro Alfa también perdido entre tantos guerrilleros pero aquel hombre era su centro de atención. Siempre tenía sonrisas para todos, animándoles en las actividades que realizaban o mostrando interés en lo que le decían. Como alguno de los rebeldes le comentara, trataba a todos como lo que eran, seres humanos y nada más. Por eso su gente estaba dispuesta a derramar la última gota de su sangre por su causa. Hasta el final de la línea. El castaño se sintió en el mismo ánimo. Le dieron un amplio espacio que convirtió en su taller de creaciones una vez que sintió más confianza en sí mismo. De las primeras cosas en las que se aventuró a experimentar fue con los pequeños robots ayudantes, desarmándolos y armándolos hasta comprender su funcionamiento.
James le encontraría rodeado de otros robots hechos con las partes de los originales, más eficaces como modernos, sonriendo de oreja a oreja al ver tan feliz a Anthony en aquel taller de donde lo tuvo que sacar a la fuerza conforme pasaron los días y se enganchaba más y más en su afán de entender la manera de recrear una vez más el Reactor Arc. Así comenzaron a tener esa dinámica donde el Alfa escuchaba alguna explosión –porque las hubo- en el taller e iba al rescate del castaño y éste ya se daba por enterado de su presencia, mostrándole como niño con juguete nuevo todo lo que podía hacer o crear, hablándole sin cesar de todas las posibilidades que había con el reactor una vez que consiguiera crearlo y estabilizarlo, a veces con el cabello humeando para la risa de Barnes, gesto que de forma inconsciente Tony comenzó a buscar, a veces sintiendo ese tirón de celos cuando el Alfa estaba dedicado a alguien más, siempre queriendo que esos ojos estuvieran sobre él porque le hacían sentir tan fuerte como especial.
Así llegó el día en que el Omega se decidió a preguntarle a James si podía explorar su brazo, pues necesitaba entender de qué manera podía manejar ciertas aleaciones como movimientos con el fin de completar el recipiente del Reactor Arc, estaba a nada de conseguirlo. Tal vez lo poco que tenían sobre las ideas de Rambaldi fuesen meros bosquejos, más le fue suficiente al castaño para completar ese proyecto. Solo tenía que echar un vistazo al mejor trabajo de Zola. Su petición no fue negada y ambos se encontraron en el taller de Tony con éste más que emocionado de ver el interior de aquella maravilla en una charla que atrajo la atención del Alfa por el tema que el joven Omega tocó de forma muy astuta como sutil.
-Esta guerra no me ha dejado tiempo para pensar en una pareja, Tony.
-Pero si tuvieras tiempo, ¿cómo te gustaría que fuera? –insistió éste con la vista fija en el brazo, buscando la manera de desplegar las bandas sin hacerle daño a James.
-¿Cómo me gustaría que fuese? –repitió sin quitarle la vista de encima al otro, tomándose su tiempo para meditarlo- Creo que me complacería mucho que fuese como un... gatito.
-¿Un gatito? –Anthony frunció su ceño, mirándole confundido antes de volver su atención a su brazo.
-Sí, ya sabes, consentido, inteligente, coqueto... vanidoso.
-Ah...
-Autosuficiente, y muy valiente.
-¿Y físicamente?
Barnes sonrió, ladeando su rostro. –Ya sé, un gatito sabor chocolate.
Tony levantó su rostro cuando entendió aquel juego de palabras, sintiendo las mejillas arder con fuerza al ver aquella sonrisa y sentir una mano acariciar su mejilla de una forma como nunca lo había hecho el Alfa con él. Percibió su corazón palpitar con fuerza, sonriendo lentamente con ganas de decir algo pero James le interrumpió al ver al fin las bandas abrirse en espiral.
-Por todas las estrellas...
El castaño bajó la vista, conteniendo el aliento. Para sus ojos ya adiestrados a los artilugios de ingeniería aquello fue como el mejor de los regalos, casi asustando a Bucky al lanzar un grito de alegría, trayendo una pantalla con qué grabar todo aquello, hablando de cálculos, observaciones y teorías sobre lo que estaba analizando. El Alfa se quedó quieto sin quitarle la vista de encima. Tony era maravilloso en aquel estado, su mente de genio demostrando cuan capaz era sin el espantoso yugo del Comandante Rogers, a quien odió sin poder evitarlo por todo el dolor que infringió en aquel inquieto como hermoso Omega al hacerlo un juguete más de sus planes de dominación. Anthony terminó con la inspección, devolviendo a su sitio aquellas bandas, asegurándose de que el brazo del Alfa estaba en orden.
-Tengo que probar unas cosas, creo que ya tengo la solución, si...
Una mano gentil capturó el mentón de Tony quien abrió sus ojos al sentir la cercanía de James, perdiéndose en su mirada al momento de que sus labios se encontraron. Cerró sus ojos dejándose llevar por aquel beso suave, inocente que sin embargo, envió una marea de calidez a todo su cuerpo. Su primer beso real. Un verdadero beso. Sus manos soltaron las herramientas que cayeron al suelo para abrazar con fuerza a Barnes, terminando sobre su regazo buscando más en aquel contacto, gimiendo cuando una lengua encontró la suya en una danza lenta, siempre cariñosa. Respiró agitado cuando al fin se separaron, mirándose unos segundos antes de que el castaño sonriera acariciando aquel rostro como si fuese una visión.
-James...
Le abrazó por el cuello donde escondió su rostro porque sintió lágrimas traicioneras escapar de sus ojos. No sabía exactamente por qué lloraba pero el Alfa pareció darse una idea pues sus brazos le rodearon protectores, una mano haciendo círculos en su espalda.
-Aquí estoy, gatito... no volverá a hacerte daño.
-... ¿me quieres? –susurró con un hilo de voz.
-Diría más bien que te amo, Tony.
-¿Aún... así?
-Tal y como estás –James besó su hombro y luego sus cabellos que acarició, reconfortándole- Tal y como estás, gatito.
-Quiero quedarme aquí para siempre.
-Entonces hazlo.
-Quiero quedarme contigo.
Bucky le separó para tomar su rostro entre sus manos, limpiando con sus pulgares aquellas lágrimas, besando sus párpados después.
-Entonces hazlo.
Días más tarde, James sería llamado de nueva cuenta al taller donde encontraría a un hiperactivo castaño que no podía ocultar su felicidad al verle entrar, señalándole una pared reforzada donde había pegado unos trozos de metal que habían pertenecido a las naves de caza de Hydra, eran más pequeñas que una mano, a una distancia de varios metros desde donde se encontraban.
-¿Qué hiciste explotar ahora?
-¡Bucky! –gruñó Anthony, señalando aquellos tres trozos- Elije uno.
-¿Elegir?
-¡Hazlo, rápido!
-Calma... bueno, elijo el de la izquierda.
El castaño sonrió malicioso como divertido con los ojos de James sobre él, que se abrieron de par en par cuando el Omega levantó un brazo a la altura de su rostro y partes de metal en color rojo llegaron de la nada para formar un guantelete cuya palma mostró nada menos que un pequeño Reactor Arc que disparó certero sobre el blanco que Bucky había elegido y que desapareció sin afectar a los otros dos, dejando solamente el hueco sobre la pared reforzada.
-Tony... -el Alfa dejó caer su mandíbula.
-¡Lo logré! ¡No solo conseguí estabilizar el Reactor Arc! ¡Puedo hacer una armadura inteligente de él! ¿Te imaginas las posibilidades? ¿El ejército insurgente de Venganza de Invierno envuelto en armaduras así? Hydra jamás tendrá oportunidad.
-Ven acá, gatito.
Le levantó en brazos para besarle hasta que no pudieran más, ambos riendo más que felices, dando un par de vueltas antes de volverse a besar.
-¿Soy o no genial? –Tony le mostró aquel guantelete arqueando una ceja.
-Eres el mejor gatito presumido que haya conocido.
-Hm.
-Tienes bien ganada tu reputación como el mejor inventor de este ejército.
-De todos los tiempos.
-¿Quién me ha robado a mi tímido gatito y puesto un vanidoso genio en su lugar?
Anthony rió, robándole otro beso antes de que el Alfa le bajara con una mirada extrañada.
-¿James? ¿Qué sucede?
-Tony... creo que hay un cambio en tu aroma...
Éste se quedó quieto, levantando ambas cejas antes de recordar. –Mi Celo...
-Pronto comenzará.
-Bucky –el castaño pasó saliva- ¿Tú...?
La mirada de Barnes se suavizó, tomando el rostro de Tony con cariño antes de negar suavemente. Luego de aquella declaración en ese mismo taller, las cosas entre ellos habían ido de manera muy lenta porque para el Alfa era importante desaparecer la huella del maltrato del Comandante en la mente del Omega antes de intentar algo más.
-Me siento honrado de que me ofrezcas compartir tu primer Celo, pero no, Anthony. Y no porque no lo desee, nada me haría más feliz. Pero es mi petición y deseo que sea únicamente para ti –cepilló sus cabellos lentamente- Eres amo y señor de tu cuerpo como de lo que sientes con él, nadie más tiene derecho a intervenir en ello. Por eso quiero que lo dejes pasar sin ningún Alfa de por medio, es posible hacerlo, ya lo has escuchado de otros Omegas. Es falso aquello de que pueden morir.
-¿Dolerá...?
-Pero menos que otras cosas –James besó su frente, abrazándole contra su pecho- Tienes la suficiente voluntad para experimentarlo sin consecuencias. Cuando haya pasado, y solo cuando haya pasado, si lo deseas podemos explorar más. ¿De acuerdo?
Tony asintió, refugiado en su pecho, abrazándole por su cintura.
-Solo es problemático la primera vez –bromeó Bucky- La siguiente ya te controlarás mejor y después ni siquiera pensarás más en ello. Te lo prometo. Ahora, debemos hacer las debidas preparaciones. ¿Recuerdas lo que te han recomendado?
-Beber constantemente agua, no pelear contra lo que sienta, siempre recordar que estoy a salvo y que no es algo malo.
-Excelente. Vamos a...
-Pero –el castaño se separó lo suficiente para verle- Todavía tengo que...
-No, no, no, gatito –el Alfa puso un dedo sobre sus labios- Has estado casi todo un día despierto, vas a comer en estos precisos momentos, dormirás hasta que la cama ya no te quiera. Debes estar en las mejores condiciones antes de que aparezca la primera fiebre. No más proyectos.
-Pero...
-La guerra no estallará mañana, Tony.
-De acuerdo.
James sonrió, besando sus labios mientras Anthony se quitaba el guantelete que dejó sobre una mesa de trabajo para dejar aquel taller. En aquella oculta colonia tenían un área donde los Omegas podían pasar su Celo sin problemas, cómodas habitaciones con todo lo necesario para esa semana en que la fiebre de hormonas les golpeaba. Cuando el castaño estuvo descansado como lo suficientemente bien alimentado, fue escoltado por Bucky hacia la habitación que le asignaron y que tenía ya las botellas de agua como otros objetos de aseo.
-Estaré vigilándote –le reconfortó el Alfa, tallando su brazo.
-Lo sé.
-Vas a estar bien.
-¿Estás seguro que no...?
-No, gatito. Eres libre, nadie tiene poder sobre ti. De eso se trata todo esto.
-Okay –Tony le abrazó con un largo suspiro- Te veré en siete días, sino es que muero.
-Tony...
-Te amo.
-Yo también te amo –Barnes le besó largo antes de despeinar sus cabellos- Anda.
El primer día realmente no pasó nada, solamente la aburrición total en aquella habitación. Tony se arrepintió de no haber traído una tableta para seguir trabajando en el reactor pero James se había negado tajantemente. La sed no fue mucha pero mantuvo el régimen de hidratación previamente enseñado por Omegas más expertos en aquel trance. Se entretuvo tarareando algunas canciones de los tiempos antiguos o haciendo cálculos en el aire con sus inquietos dedos, tumbado sobre la amplia cama. Así se quedó dormido hasta el segundo día cuando despertó con una extraña comezón –si así podía llamarle- en todo su cuerpo. Esta vez la sed fue mayor cuando una fiebre más fuerte le atacó, removiéndose por toda la cama sin poder conseguir estar en paz, algo le faltaba que no conseguía quitarse ese vacío que lentamente empezó a aguijonear su mente. Para el tercer día sabía que hervía en fiebre, tenía la mirada nublada pero lo peor fue un pensamiento insistente tan odioso como la figura que trataba de invocar. Quería a su Alfa. A Steve. Su cuerpo gritaba por el toque del Comandante.
Apenas si dormitó entre los ataques de fiebre como desesperación. Un pequeño roce, tan solo escuchar la voz de Steve sería suficiente para apaciguar el ansia que le corroía desde lo más profundo de su ser, ese vacío que nadie más podía llenar. Tenía ya las sábanas descompuestas como empapadas de su sudor y la humedad de entre sus piernas. Casi lloró por Steve para su desmayo pero no combatió aquellas ideas por más horripilantes que fuesen, aún recordaba las instrucciones, era parte del proceso. Cedió a ellas, revolviéndose en la cama con jadeos pesados, terminando por caer exhausto al fin sin pensar en nada más. La fiebre volvió con más fuerza horas más tarde, sentía que iba a morirse, abriendo sus ojos sin ver nada en realidad. Un calor sin igual nacía de su entrepierna envolviendo todo su cuerpo. Steve. Necesitaba que le tocara. Sentirle dentro.
Estaba en el punto más alto de su fiebre porque la habitación daba vueltas. Sollozó lastimeramente ya que su cuerpo no podía tener el consuelo por el que prácticamente aullaba. Aquella comezón cobró fuerza como una molestia insistente debajo de su piel. Quiso imaginar un escenario para apaciguar aquel fuego en su interior. Su poderoso Alfa entrando a la habitación, vestido en aquel negro uniforme con el emblema en el pecho, mirándole depredador antes de sonreírle y acariciar sus cabellos, olfateándole, reconociendo su necesidad. Riendo complacido al verle tallarse contra él, gimiendo lastimeramente. Sus fuertes manos quitando sus dos únicas prendas que tenía puestas para acariciar todo su cuerpo haciéndole arquearse del placer pero sin aún estar satisfecho. Tony gimió con fuerza. Un par de dedos jugando, probando, presionando cierto punto en su interior que le hizo gritar su nombre con lágrimas en los ojos que Steve lamió cubriéndole con su cuerpo mientras era colocado boca abajo, levantando apenas sus caderas por un brazo seguro, fuerte.
Su Alfa le embistió, calmando al fin aquel vacío, esa comezón. Era delicioso y al mismo tiempo doloroso, sin desear que terminara, escuchando la gruesa voz de Steve sobre su oído, su miembro reclamándole con fuerza, haciendo que se arqueara con sus manos rasguñando las sábanas de placer, pidiendo más y más hasta percibir un Nudo que aceptó más que ansioso, apretándole cuando su orgasmo le golpeó con una contundencia que estuvo seguro que su corazón se detuvo por unos segundos, gimiendo al sentir la semilla de su Alfa llenarle, dejándole saber que era un buen Omega y era premiado con esa promesa de descendencia. Tony murmuró contra las rasgadas sábanas, llamando a Steve cuyos brazos le envolvieron, ordenándole dormir. Así lo hizo, apenas entreabriendo un ojo para mirar hacia la puerta de aquella habitación en la que le pareció ver una mancha de sangre pero ya no pudo enfocar más.
Para cuando volvió a abrir sus ojos la fiebre había desaparecido por completo, su cuerpo estaba exhausto, hambriento e increíblemente en paz. Lentamente enfocó su cansada vista para admirar nada menos que la caída de copos de nieve sobre los altos techos de las construcciones de Nova que recibían el invierno con las decoraciones salpicadas de nieve. Se quedó quieto mirando aquel blanco paisaje hasta que su razón al fin volvió a trabajar. Los ojos de Anthony se abrieron aterrados ante la realización, sentándose de golpe sobre la ancha cama del Comandante Rogers, lanzando un quejido de dolor que le hizo recostarse de costado con el corazón a mil por hora. Tembló de pies a cabeza mientras la sábana resbalaba de su torso hacia su cadera, dejándole ver marcas, mordidas y rasguños que había dado por extintos. Negó cada vez más insistente con lágrimas en los ojos al observar a su alrededor. Estaba soñando, eso tenía que ser.
Se mordió un labio al intentar encoger sus entumidas piernas, llevando una mano al sentir cierta humedad entre ellas. Empezó a sollozar al ver sus dedos manchados de semen y sangre. No, no era posible. Todo aquello estaba siendo una pesadilla. Él estaba en aquel refugio del ejército insurgente atravesando su primer Celo. Su imaginación ya había ido demasiado lejos. Trozos de recuerdos comenzaron a golpear su mente. Steve en aquella habitación, tomándole. Pasillos ensangrentados, una habitación dentro de una nave con un techo que miró mientras el cuerpo de su Alfa volvía a cubrirle. La torre. Él gritando entre la agonía y el placer en los brazos del Comandante. Castañeó sus dientes con sus párpados apretados, todo su cuerpo se estremeció. No, era una pesadilla. Estaba soñando. Necesitaba a James, él lo rescataría.
-Pero si has despertado.
Tembló con un respingo al escuchar la voz de Steve en la habitación, entrando a paso tranquilo con esos fríos ojos azules sobre él. El Comandante estaba vestido en su usual ropa deportiva con la que entrenaba en el gimnasio piso abajo, con unas manos cuyos vendajes estaban manchados de sangre que se notaba aún fresca. Su cadena con sus insignias se meció con su andar hacia el castaño a quien sonrió complacido, tomando su mentón para ver aquel aterrado como lloroso rostro.
-Anthony, mi hermoso Omega, gracias por tu primer Celo. Realmente lo disfruté.
Éste rompió en llanto sin poder evitarlo, sintiendo el cuerpo frío al tiempo que recibía un beso sobre su frente. ¿Qué había sucedido? ¿Dónde estaba Bucky? Su Alfa levantó más su rostro para beber sus lágrimas hasta que no tuvo más que derramar, siendo levantado en brazos para ser llevado hacia el baño donde le aseó con calma con él temblando ligeramente, dejándose hacer como un muñeco sin voluntad. El Comandante Rogers le envolvió en una gruesa bata antes de llevarle hacia su estudio para tomar asiento sobre un espacioso sillón, terminando hecho ovillo en aquel regazo con su rostro oculto en el duro pecho del Alfa quien se dedicó a leer sus pendientes en su tableta, acariciando distraídamente la nuca del castaño de mirada perdida al no dar crédito al revés que había sufrido su vida. Aquel golpe fue demasiado para su mente y con el baño caliente su cuerpo también se dio por vencido, quedándose dormido entre los brazos del líder de Hydra quien sonrió victorioso al sentir el peso muerto sobre su pecho.
-Mi Anthony.
Para cuando el Omega despertara de nuevo, se encontraría ahora en la sala, descansando sobre las piernas de Steve ya vestido con pijama y una tersa bata gruesa. El Comandante estaba con medio uniforme, como si recién hubiera llegado de algún lado, quitándose la parte superior de sus ropas militares, quedando solamente con la pegada playera roja, viendo con cierta indiferencia hacia la ancha pantalla que desplegaba un espectáculo alusivo a la festividad que se celebraba en la capital, bebiendo de una elegante taza un café cargado. Tony no se movió un centímetro, escondido bajo el mentón de aquel Alfa que percibió sin duda alguna su despertar porque soltó la taza que dejó sobre el taburete junto al sofá para tomar su mentón y hacer que le viera.
-Empezaba a creer que dormirías para siempre –bromeó recorriendo con un dedo su rostro antes de acomodar un mechón de sus cabellos detrás de su oreja- Pero has despertado a tiempo para el almuerzo, mi lindo Omega.
Tronó sus dedos para alguien lejano a ellos cuyos pasos desaparecieron. Anthony bajó su mirada sin atreverse a cambiar su posición, sintiendo claramente el brazo alrededor de su cintura que lo mantenía pegado al rubio cuya mano volvió a su taza. Le observó beber tranquilo sin atreverse a hablar. No quería saber, tenía miedo de escuchar algo que iba a destrozarle el corazón. Steve le observó, mirando su taza que dejó al fin vacía.
-Lo siento, Anthony, por un tiempo el café estará prohibido para ti.
Sintió un escalofrío por el mensaje entre líneas de aquella frase, conteniendo lágrimas que quisieron aparecer en sus ojos. Volvió su atención al par de sirvientes que trajeron para ellos una bandeja con alimentos que pusieron sobre una mesita armada, retirándose para dejarles solos. La mano que sujetaba con firmeza su cintura acarició su adolorida cadera con círculos suaves mientras era alimentado como en viejos tiempos por el Alfa, mirando sin muchas ganas la pantalla donde bailarines representaban una escena de fantasía. Tony ya sabía qué era aquello aunque buena parte de Nova lo ignorara. Navidad. Celebraban la Navidad y aquel ballet era de una suite clásica de esa temporada invernal llamada El Cascanueces.
-Te has portado muy bien, Anthony –le dijo el Comandante cuando terminaron el almuerzo- Como siempre. Pero estamos celebrando una ocasión especial, ¿cierto? Tu primer Celo –sonrió acariciando con sus nudillos una de sus mejillas- Una vez más, me dejaste más que satisfecho con ello, te has ganado el derecho a ser consentido con un premio.
-¿Premio? –habló al fin con un susurro.
-Claro, mi pequeño. Dime, ¿qué es lo que te gustaría? ¿Toda una colección de chocolates? ¿O quizá ese helado que tanto te gusta? Quiero escuchar a mi Omega decirme qué le gustaría recibir de premio.
Tony bajó su mirada unos segundos, lo que más deseaba en esos momentos el líder de Hydra jamás se lo podría dar. Se mordió un labio con sus manos aferradas apenas a esa playera roja.
-¿Puedo... puedo salir con el Omega del Mariscal Bismark?
-Ustedes dos se han hecho muy cercanos.
-Cualquier cosa que mi Alfa desee darme estará bien para mí –replicó al acto el castaño.
-Tienes mi permiso para salir –sonrió Steve besando sus labios apenas- Pide todo lo que quieras, Anthony, es tu premio.
-Gracias, Alfa.
-Gracias a ti, mi Omega, por el obsequio que me has dado.
Con ropas para el invierno, el castaño abandonó la torre escoltado por los soldados de confianza del Comandante para reunirse con Raphael en aquel pabellón igualmente decorado con los motivos navideños, no había muchos Omegas en esos momentos, cosa que agradeció porque sentía que iba a romperse de un momento a otro, prácticamente estrellándose entre los brazos de su amigo en cuanto le vio llegar. Raphael le arrulló, calmándole lo suficiente antes de tomar su mano y verle a los ojos con determinación.
-No vas a quebrarte, Anthony. No les des ese placer.
Se pasearon por el pabellón con Raphael prácticamente pidiendo de todo para él, siempre con el brazo de éste sobre sus hombros, reconfortándole en tanto le ponía al tanto de los chismes de la capital con el fin de distraerle.
-¿Raphael?
-¿Sí, Tony?
-No quiero tener un hijo de Steve.
-Lo sé.
-¿Él... asesinó a...?
Raphael le sonrió, besando su sien. –Ssshh, hasta donde he podido escuchar, no le capturaron. Pero dieron un golpe fatal al movimiento con esa emboscada.
-¿Cómo pudieron dar con aquel escondite?
-Escucha, Tony, deja ese tema en paz hasta que estés con más fuerza, ¿de acuerdo? Estás muy débil todavía.
-Okay.
-Ah, ¿recuerdas a la Omega del Coronel Fritz? Tuvo trillizos. Dos niños y una niña. Con razón la veíamos como una jodida pelota. Hicieron una fiesta bastante divertida donde más de un Alfa terminó perdido en alcohol, de recuerdo. Y ahora el Mariscal quiere algo así para celebrar el cumpleaños de su primogénito varón.
Tony se detuvo, mirándole. -¿Quieres decir...?
-Sí –Raphael- Mi hijo mayor.
-¿Lo verás? ¿Te dejarán verlo?
-No lo sé, no me hago ilusiones. Pero al menos ayudar en la fiesta... por cierto, hablando de fiestas con excesos, estoy seguro que no sabes que habrá una cena para todos los Omega del Clan Rogers.
-¿Cena?
-Como lo escuchas, así, todos sentaditos en nuestras propias mesas comiendo como si fuésemos grandes señores de Hydra.
-¿Cuál es la ocasión?
-El bicentenario de los Alfas Rogers como cabezas de Terranova. Algo así. Esas cosas de abolengo tan absurdas. Pero será extremadamente divertido porque estaremos solos, sin nadie que nos ande diciendo qué hacer o no. Una noche como pocas, mucha comida, bebida, obsequios porque todos los Alfas van a enviar sus regalos a la cena y nadie querrá ser humillado por el otro así que habrá pilas y pilas de caprichos para nosotros solitos.
-¿Cuál es la trampa ahí?
-Ninguna –rió Raphael- Es una tradición, creo.
-Parece algo interesante.
-Te lo dije. Así que ve pensando qué vas a ponerte para la cena porque la vanidad hará su aparición ahí.
-Raphael, ¿puedo decirte algo sin que te ofendas?
-No soy ofendible, amor. ¿Qué sucede?
-Has engordado.
El Omega le miró unos segundos antes de llevarse una mano a su vientre. –Anthony, voy a darle un cuarto hijo al Mariscal.
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