Pieza 4. Bucky

Título: LUX AETERNA

Autora: Clumsykitty

Fandom: MCU de corte AU (oséase, Universo Alterno aderezado con Omegaverse).

Parejas: un Dark Stony, un cute Winteriron.

Derechos: Pos Marvel, que ni qué.

Advertencias: historia alterna, mundo alterno, ciencia ficción en un Omegaverse. Edades como algunos detalles están modificados (¿universo alterno?) para beneplácito de la irreverente, pervertida y loca autora. Steve malvado y cruel, mundo cruel. Mpreg porque tengo ganas. Hm.

Gracias por leerme.



PIEZA 4. Bucky.

I know you, I walked with you once upon a dream
I know you, that look in your eyes is so familiar a gleam
And I know it's true that visions are seldom all they seem
But if I know you, I know what you'll do
You'll love me at once, the way you did once upon a dream

Once upon a dream, versión Lana del Rey.


La capital Nova era la mayor colonia espacial de toda Terranova, como un sol al que circundan sus planetas, así era aquella enorme estructura cuya principal característica era su ausencia de niveles. En Nova no había tres niveles como en las colonias restantes, solamente estaba aquella estructura esférica donde habitaban los clanes de Alfas que se turnaban el dominio de la Humanidad en dinastías que podían durar hasta dos siglos como era el caso del Clan Rogers. Para suplir los alimentos primarios de aquella inmensa población, se valían de los cargueros del Sindicato de Comercio que distribuía todos los productos y servicios que los habitantes de Nova llegaran a necesitar, especialmente los caprichos que los altos mandos de Hydra demandaran, así fuesen de lo más retorcidos como un cargamento de niños Omega para la fiesta privada de algún depravado.

Nova era poderosa además por concentrar la mejor tecnología, los mejores adelantos científicos como tecnológicos se quedaban en la capital, siendo compartidos años más tarde a las demás colonias si había suerte. Por ello no necesitaban de otros subniveles donde se diera mantenimiento como orden a la colonia cuando había un sistema inteligente dirigiendo toda computadora como maquinaria que se moviera en Nova, creando además un escudo protector invisible a cruceros de guerra en caso de un ataque sorpresivo, cosa que no había sucedido desde hacía medio milenio cuando el Clan Romanov se hizo en aquel entonces del poder. Así que la capital era un destino que todos los Alfas de otras colonias ansiaban alcanzar ya sea a través de méritos académicos, logros en una carrera militar o con poderosas influencias que casi siempre involucraban alianzas por contratos matrimoniales, teniendo a su lado el grupo de selectos Omegas.

Anthony estaba realmente agradecido de haber conocido a alguien como Raphael Valois, porque estaba aprendiendo de él cosas que quizá le hubieran llevado más tiempo y que posiblemente hubiesen molestado a su Alfa en determinada situación, tenía pavor de levantar la ira del Comandante Rogers de quien ya había presenciado como castigaba a sus soldados, algunos muriendo bajo sus puños con aquél realmente disfrutándolo. Aún seguía resintiendo cuando le tomaba, con ese Nudo que tardaba en desaparecer, con la promesa de hacerle procrear una vez que su Celo apareciera. Bruce le visitaba tan a menudo como podía, siempre animándole como distrayéndole con otros temas, igual que Raphael de quien escuchaba como era la vida de un Omega como ellos en una colonia como Nova.

El Mariscal Bismarck ya era un Alfa entrado en años pero con una fertilidad digna de cualquier hombre en la flor de su juventud. Raphael era su Omega favorito, pues en la residencia Bismarck había una docena de Omegas marcados por el militar más que condecorado, un harem para la complacencia de este Alfa quien había visto nacer varias hermosas hijas pero fue Raphael quien le diera el primero de sus varones, motivo por el cual había escalado como el Omega número uno de su séquito con los privilegios que eso involucraba. Este Mariscal era una figura de peso, puesto que era pariente lejano del Comandante Rogers, habiendo ganado batallas que se habían dado por perdidas como obteniendo el control de la Colonia Greenwich, la más alejada de todas en Terranova, trayendo una cantidad generosa de Omegas intactos con él, obsequiándolos a varios de los clanes en la capital Nova, ganando con ello, respeto como autoridad.

Raphael además le había explicado las cosas que solía leer en la biblioteca, era un joven culto aunque no lo pareciera a primera vista, desafortunadamente como todos ellos, no tenía una oportunidad de mostrar sus talentos. Ahora paseaba por primera vez con él dentro de un recinto modesto pero libre de todo Alfa o Beta molesto, le llamaban el Pabellón Omega, una construcción muy nueva, un tipo de experimento arquitectónico de Hydra. Ahí eran libres de la odiosa capa que debían usar en las amplias calles de Nova, disfrutando de una que otra golosina, música –que encantaba al castaño- así como objetos personales permitidos para los Omega. Una vez más, fue sorprendido por el sabor tan singular de un helado, sentados en una banca alrededor de una fuente en el interior de un jardín de frondoso pasto.

-Oh, Tony, tu ingenuidad es refrescante. No puedo creerme que no supieras de tantas cosas por tantos años en tu colonia.

-Pues... así era.

-Razón que tu inocencia encantó al Comandante. Por cierto, ¿cómo van las cosas?

-Igual que siempre –respondió Tony encogiéndose de hombros, concentrado en disfrutar de su helado- No entiendo por qué tengo que recitarle ciertos pasajes de novelas cuando...

-A muchos Alfas no les gusta pasar en silencio el momento de unión hasta que su Nudo desaparece, mi Mariscal se queda dormido, por ejemplo –rió Raphael- Supongo que el Comandante quiere escucharte hablar. Me atrevería a inferir que está probando tu inteligencia.

-¿Con qué fin?

-Pasa asegurarse que su descendencia no vaya a ser idiota.

-Mmm... Raphael, la otra vez estuve leyendo algo que me llamó la atención.

-Ou, ou, ¿qué fue eso?

-La Venganza de Invierno.

Raphael casi se ahogó con su bocado de helado al escucharle, escupiendo algo de helado que luego se limpió con su pañuelo, parpadeando unos segundos antes de tomar aire, acercándose al castaño para hablar casi en susurros.

-¿Dónde leíste eso?

-¿Por qué?

-Es un tema prohibido.

-Bueno...

-¿Eso no lo leíste en la biblioteca, cierto? No hay manera que eso aparezca ahí.

-Fue...

-¿Tony?

-Steve... yo estaba... estábamos...

-¿Y luego?

-Fue en su estudio privado, tuvo una llamada y la atendió. Así como me encontraba no tenía más remedio que mirar alrededor, ¿qué otra cosa podía hacer? Alcancé a ver ese nombre en una de las ventanas de su tableta.

-¿Él se dio cuenta que leíste eso?

-No –el castaño sacudió su cabeza- Oculté mi rostro en su cuello de inmediato. Ya sé que no debo leer sus documentos.

-Porque hay cosas que es mejor no saber, lindo.

-¿Sabes qué es eso?

-No prestaste atención a lo que acabo de decir, ¿cierto?

-Lo siento.

Raphael le miró serio unos segundos antes de negar, pasando un brazo por sus hombros para despeinarle.

-El padre del Comandante Rogers fue gobernador en la Colonia Delhi, ahí vivía también un clan de Alfas que no eran militares como todos los de Hydra, pero eran muy fuertes como inteligentes. La cuestión era que esos Alfas estaban en desacuerdo con el sistema de gobierno que tenemos y más de una vez cuestionaron al gobernador de sus políticas. Así que éste se cansó un día, exterminándolos en algo parecido a una Purga pero de Alfas, hay el rumor que uno de ellos escapó hacia la colonia más alejada, Greenwich, donde se refugió entre los Omegas a quienes entonces entrenó en secreto para derrocar a Hydra como venganza para cuando terminara aquel año. De ahí su nombre, Venganza de Invierno. La Purga que el padre del Comandante hizo fue en primavera, se le conoce como la Primavera de Delhi.

-¿Y de verdad existe tal Alfa? ¿Por eso el Mariscal Bismarck fue ahí?

-Eres increíblemente listillo –Raphael sonrió, pellizcándole la mejilla- No le encontró pero se llevó a los mejores Omegas que estaban bajo sospecha de haber sido entrenados por Venganza de Invierno, convirtiéndolos en nada menos que las madres de los descendientes de Hydra. Un revés bastante duro si es cierta la historia.

-¿Y es cierta?

-Vaya que eres necio.

El castaño miró fijamente al otro Omega, dejando su helado. –Raphael, nunca me has dicho de qué colonia provienes.

Éste sonrió misterioso, besando su frente contra la que susurró.

-De Greenwich.

Tony sintió que estaba pisando aguas turbias cuando regresó de aquel paseo, quedándose en la recámara a oscuras cuando atardeció para meditar bien de aquel asunto. Ya había escuchado algo de aquel tema en otra de las comidas a las que acompañara a su Alfa, aunque eran frases muy aisladas que no le dejaban saber mucho. Sin embargo, había una sombra moviéndose en contra de Hydra y el Comandante Rogers parecía estar enterado al respecto. ¿Habría una guerra? Salió de sus pensamientos cuando la pantalla en la sala se activó, mostrando las noticias de Terranova. Una explosión en uno de los complejos de Uruk había cobrado no solo la vida de los trabajadores Omega que se encontraban ahí en esos momentos, también de Betas y uno que otro Alfa en el nivel superior. No tenían aun explicación de cómo había sucedido. El joven Omega frunció su ceño, preocupado de que su viejo amigo Rhodey hubiera estado en aquel siniestro, pensando en ganar el gesto del Comandante con el fin de saber de aquel Beta. Fue hacia el recibidor al percibir la llegada de su Alfa, calmando sus nervios y preocupaciones mientras las puertas se abrían. Recibió como era costumbre su beso sobre sus cabellos antes de ser llevado a la sala donde el rubio le tomó con aquella pantalla desplegando más de las noticias de su colonia.

Esta vez no hubo repetición porque el Comandante tenía una invitación a una cena familiar con el resto de su clan. Anthony sintió que sudaba frío al escuchar la noticia, cambiándose sus ropas luego de asearse, esperando por Steve quien se entretuvo respondiendo mensajes y un par de llamadas. Los Rogers eran Alfas despiadados, y les gustaba divertirse con sus víctimas Omegas, aunque fuesen aquellos marcados. Fijó sus esperanzas en que estando con la cabeza de la familia se quedara lejos de aquellos juegos desalmados. Así marcharon hacia el campo residencial que era el hogar comunal del Clan Rogers, ahí criaban a sus descendientes hasta que tenían la edad para enlistarse en la escuela militar de Hydra sin importar si eran mujeres u hombres. Cada Rogers debía obtener condecoraciones como prueba de su poder Alfa si acaso deseaban tener un sitio privilegiado en Nova.

El enorme recinto era lo que ahora Tony podía llamar palacio, con muros de piedra en lugar de modernas paredes hechas de material sintético. Tenía varias alas o secciones que correspondían a la servidumbre, guardias como los dormitorios de los pequeños niños que ya estaban dormidos para cuando ellos llegaron. Siguió al Comandante Rogers muy de cerca mientras subían a un siguiente nivel donde se encontraba el gran salón familiar custodiado por más soldados y otros militares de confianza de la familia. El castaño no vio una sala adjunta, por lo que todos los Omegas iban a estar en aquel salón igual que sus Alfas. Era lógico, en un ambiente cargado de esencia desafiante, mostrar su poder en toda su gama incluía presumir de sus mascotas. No sin pesar vio que los Omegas estaban sentados sobre sus pantorrillas en el suelo, algunos con un collar y cadena que subía al cinturón de su amo, cómodamente sentado en un amplio sillón alrededor de la mesa en forma de U. Era la primera vez que tendría que estar en aquella posición nada agradable.

Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando Steve tomó su lugar a la cabeza como era usual y tiró de él para sentarle sobre su regazo igual que cuando tomaban sus alimentos juntos. Sintió las miradas curiosas del resto de los Alfas sobre él pero se cuidó de no levantar la vista más allá de lo permitido. Eran los terrenos de los Rogers, una falta y se iba a arrepentir por el resto de su vida. Hubo saludos, uno que otro brindis improvisado antes de que diera comienzo aquella cena con un discurso de parte de una Alfa muy mayor que llevaba dos Omegas sentados a ambos costados de su asiento. Los sirvientes aparecieron, todos sin excepción llevaban guantes como mascarillas para no "ensuciar" los platillos de los Alfas que alabaron la muestra gastronómica. El Comandante Rogers dio su autorización, cortando simbólicamente un trozo de carne roja. Los aromas tan exquisitos de la alta cocina inundaron la sala. Mientras los platos eran servidos, Tony observó hasta donde pudo lo que sucedía con el resto de los Omegas.

Pasó saliva al notar como algunos debían recoger los trozos de comida que sus Alfas les arrojaban al suelo como si fuesen animales callejeros. Incluso Jarvis había tenido un bote desechable donde beber su leche. Otros eran alimentados por la mano de su Alfa, que debían limpiar con la lengua de todo rastro so pena de recibir un duro latigazo en su espalda. Era una escena espantosa aunque para todos esos Alfas era de lo más natural. Percibió un aroma muy cercano a su nariz, dándose cuenta a tiempo que Steve le ofrecía un trozo de pasta, comiéndolo al acto, recibiendo después un sorbo del paradisíaco vino que habían puesto a su disposición. Sabía cómo se veía pero bloqueó ese pensamiento ante el temor de terminar peor que los Omegas a su alrededor. El Comandante estaba siendo realmente muy considerado con él, no lo iba a echar a perder con un movimiento mal calculado.

No vio al Mariscal Bismarck pero escuchó que no había podido asistir porque uno de sus Omegas estaba en labor de parto. Un nuevo Alfa. Levantaron una copa en su honor mientras el siguiente tiempo de los platillos era despachado por los callados sirvientes. El castaño probó una carne blanca muy suave, con sabor a vino, especias y otros ingredientes que escapaban a su conocimiento. Esas reuniones siempre tenían comidas de ensueño, lo que le hacía preguntarse cómo era que no quisieran compartir tales manjares con el resto de la población. Aún con los Beta. Ya estaba enterado de los privilegios entre razas, solamente aquel grupo dominante conocía de todo lo bueno que tenía la vida para disfrutar. Era una injusticia. Razón que sucedieran cosas como Venganza de Invierno, demostrando que no todos los Alfas estaban de acuerdo en pisotear al resto únicamente por tener otras características genéticas.

-Qué hermoso Omega tienes ahí, Comandante –escuchó una voz gruesa de un Alfa no lejos de ellos- Extraordinariamente obediente.

-No todo el tiempo, General Shmidt –bromeó Rogers, haciendo reír a todos los demás aunque Tony se puso tenso, esperaba que solo fuese una broma y nada más.

-Sin duda, una excelente elección para la cabeza de Hydra. Escuché que tenía la misma pureza que los obsequios de Bismarck.

-Aún mayor, general –un brazo sujetó con fuerza la cintura del castaño, con un mentón tallándose contra su rostro- Completamente intacto.

La charla se desvió a otro tema para su alivio, viendo pasar los platillos hasta terminar en un postre con su sabor favorito, una suculenta rebanada de chocolate con budín encima y frutas cortadas formando una decoración. El Comandante ya estaba al tanto de la preferencia de su Omega con respecto al chocolate como su inclinación por lo dulce, así que a Tony no le sorprendió que Rogers no comiera del postre, cortándolo solamente para ofrecérselo, mientras escuchaba las preguntas o charlas de los Alfas a su alrededor, pidiendo para él una bebida fuerte. Una serie de pantallas se desplegaron en el centro de la sala haciendo que todo el clan se animara, brindando o aplaudiendo cuando se mostraron las imágenes de lo que parecía ser una pista de carreras. El castaño terminaba el último bocado del pastel cuando vio con horror que las casillas donde regularmente debían ir los robots competidores, habían Omegas completamente desnudos con un collar grueso y pesado.

Hubo una risa general de todos los Alfas quienes giraron su rostro hacia el Comandante Rogers quien asintió, dando iniciada la terrorífica carrera donde esos Omega debían correr por sus vidas pues les perseguían enormes perros y más tarde soldados armados con cuchillos y cadenas llenas de picos filosos que trataron de hincar sobre los cuerpos maltratados de aquellos inocentes que gritaban histéricos por la pista, saltando, trepando o rodando por los obstáculos dispuestos. En la mesa había carcajadas como apuestas sobre cuantos vivirían para llegar a la meta si no querían que aquellos collares fuesen a estallar sus cabezas al no alcanzar la línea de cruce a tiempo. Anthony contuvo la respiración, era demasiado salvaje. No quería ni escuchar ni ver, refugiándose de manera inconsciente en el cuello de su Alfa, respingando apenas cuando un grito desgarrador se dejaba escuchar, la muerte de un Omega.

-Realmente es muy inocente –comentó un Alfa al lado del Comandante- Ya no se pueden encontrar así.

-Pero es mejor –replicó tranquilamente Steve, llevando una mano a la nuca de su Omega que masajeó con calma.

-¿Supiste lo de Uruk?

-Me doy cuenta que tienes algo mejor que decirme, tío.

-Operación Espectro.

-Así que ya decidió moverse.

-Estás ahorcándolo, querido sobrino. No tiene más remedio que hacerlo.

-¿Qué buscaba en Uruk?

-Aún no estamos del todo seguros, pero mis sabuesos hablan de un contacto que podía ayudarle con las infiltraciones.

-Ya no le encontró –sonrió el Comandante- La Purga. Que se aseguren de que no habrá cabos sueltos, su siguiente objetivo será Nova.

-¿Crees que esté tan desesperado como para venir aquí? ¿Aquí?

El líder de Hydra sonrió malicioso, tomando el rostro de su Omega que levantó. –Lo hará.

Mientras la carrera terminaba entre los aullidos de los emocionados Alfa, Tony se encontró entre los brazos del rubio con un beso que le dejó respirando agitado, siendo levantado después, dejando atrás aquel espantoso salón. No vería el descanso llegar esa noche, el Comandante se encargaría de ello hasta casi el amanecer, terminando completamente empapado de sudor, con marcas de mordidas y rasguños por todo su cuerpo junto con los rastros de semen entre sus piernas, pecho y labios. Estaría más que somnoliento como adolorido para la hora del desayuno donde pudo ver a los herederos Rogers. De inmediato localizó a los hijos de Raphael con una mirada ansiosa. El mayor ya tenía el porte orgulloso de aquel clan, con el uniforme del colegio militar que presumía a sus pares. El siguiente era un inquieto niño al que no le gustaba que los sirvientes se retrasaran en sus caprichos, mientras que el más pequeño aun no mostraba esa clase de comportamientos, igual que aquellos de su edad, más atareados en comerse todo lo que pudieran y recibir mimos de sus nodrizas Betas. Aquel era el destino que le deparaba a toda la descendencia del clan.

-Así se verán mis hijos –le susurró al oído su Alfa, acariciando su vientre- Los más fuertes Rogers que Terranova haya contemplado.

Cuando al fin estuviera solo de vuelta en la torre, se quedaría tumbado en uno de los sofás de la sala hecho ovillo con un frío recorriendo su cuerpo a pesar de la buena temperatura de aquellas habitaciones. Se preguntó de qué había hablado su Alfa con su tío, si acaso se habían referido a Venganza de Invierno, quien al parecer ignoraba que el líder de Hydra estaba más que enterado de sus movimientos, únicamente divirtiéndose de sus intentos de derrocar el sistema. Se quedó dormido debido al cansancio, despertando únicamente para escuchar el mensaje del doctor Banner. Debía ir a su periódica revisión, más ahora que su siguiente Celo estaba por aproximarse. Era la primera vez que lo experimentaría, toda su vida había sido suprimido por el Control Sanitario, únicamente escuchado de quienes lo habían vivido –y padecido- sobre la fuerza que controlaba sus instintos al puntos de hacerlos irreconocibles, buscando desesperadamente terminar con un Alfa marcándoles y dejándoles su semilla, aunque muchos solamente debían contentarse con pasar aquel momento con otro Omega como había sido el caso de sus padres.

Salió escoltado por soldados rumbo al hospital cuya vista agradeció, alejándole de aquella visita a la madriguera del Clan Rogers que tan mal sabor de boca le había dejado. Bruce ya le había explicado anteriormente el por qué le consideraban como un tesoro pues nunca le habían tocado ni reclamado de forma alguna, sin experimentar tampoco un Celo, haciendo que su ADN estuviera prácticamente puro al no haber Impronta alguna que le manchara. Con la Marca del Comandante Rogers y el tiempo que llevaba con él, ahora que tendría su primera temporada, su cuerpo estaba más que listo para darle a su Alfa la descendencia que pedía. El doctor tenía la responsabilidad de que su salud no tuviera ninguna recaída ni presentara algún problema, debía estar en la mejor condición. Anthony se quedó en el consultorio charlando un poco luego de su revisión que pasó sin problema alguno, preguntándole si ningún Omega realmente había visto a sus hijos luego del parto.

-Hasta dónde tengo entendido, Tony, no.

-¿Por qué?

-Siempre han considerado que el lazo con la madre Omega les debilita.

-Eso es estúpido. Y demasiado cruel si me lo preguntas.

-Estoy de acuerdo contigo.

-¿A ti también te criaron nodrizas?

-Sí –sonrió con tristeza Bruce- Jamás supe qué fue de mi madre, hasta el día de hoy sigo sin saberlo.

-¿Cómo...? ¿No se supone que...?

-Cualquier Omega que deja de ser útil o fértil, bueno...

-¿L-Lo asesinan? ¿Eso es lo que me sucederá al final?

-Ssshh, tranquilo, Tony –Banner le abrazó al verlo alterado- No creo que ése vaya a ser tu final, porque dudo mucho que el Comandante vaya a cansarse de ti algún día. Te quedarás a su lado.

-Si no me mata antes.

-Tony...

-Me siento cansado todavía, quisiera ir a dormir un poco.

-De acuerdo. ¿Quieres que te visite mañana?

-Sí, ¿puedes hacerlo?

-Siempre, Tony.

El invierno en Nova era diferente a cualquier otra colonia, la ciudad observaba una curiosa celebración ancestral, las calles comenzaban a decorarse con motivos en colores dorados, verdes y rojos de formas semejantes a hojas de árboles y figuras que Anthony desconocía por completo, en la biblioteca del Comandante no había referencia alguna sobre lo que eran y aquellos que se dedicaban a tales tareas jamás se habían preguntado sobre lo que hacían. Simplemente era una fiesta muy importante en la capital, lo que generaba ciertos retrasos en las avenidas. Tuvo que esperar a que el embotellamiento súbito se disipara, mirando esas decoraciones como luces empezando a ser colocadas en los muros de los comercios. Notó que unos empleados señalaron hacia un punto detrás de ellos, con una expresión de preocupación. Se giró para ver qué cosa había llamado su atención, abriendo sus ojos de par en par. Una explosión cuya onda avanzó a gran velocidad sin darle tiempo a prevenir a los soldados, saliendo despedidos contra más vehículos hasta terminar contra un arco.

Todo era un caos para cuando el castaño consiguiera arrastrarse fuera del transporte junto con los soldados que de inmediato le rodearon. Antes de que Tony pudiera parpadear, sus custodios cayeron muertos al suelo por un tiro en la cabeza. Escuchó el sonido de armas responder un ataque proveniente de aquella marea de humo y cenizas, entre los escombros y vehículos estampados entre sí, algunos chorreando sangre. Gateó buscando ponerse a salvo sin entender lo que estaba sucediendo exactamente, encontrando un hueco bajo un pilar caído sobre otro transporte. Pensó de inmediato en su Alfa pero el Comandante había salido de Nova. Se quedó quieto al escuchar el sonido de unas pisadas no lejos de él y una voz gruesa hablar a alguien más que no le respondió aunque sintió que se movía como obedeciendo órdenes. Tanto el pilar como el transporte fueron hechos a un lado igual que papel, dejándole al descubierto. Anthony levantó su vista hacia un Alfa con un traje militar pero que no pertenecía a Hydra, con una máscara cubriéndole la mitad de su rostro y un arma pesada en una mano. Cabellos negros como sus ojos azules penetrantes que le inquietaron. Sin embargo, lo que más llamó su atención fue el otro brazo de aquel hombre, un brazo artificial, de bandas de metal brillante.

-Anthony Stark –dijo el desconocido.

El castaño frunció su ceño antes de jadear cuando fue levantando por un brazo. De pronto la claridad vino a su mente. Era un ataque parecido a Uruk, un estallido similar. Algo que había hecho nada menos que Venganza de Invierno, el mismo que estaba contemplando de frente con sus propios ojos. Y él era nada menos que el Omega del Comandante Rogers.

-¡No! –forcejeó tratando de liberarse.

Únicamente logró ser alzado del suelo, terminando sobre aquel hombro metálico que sujetó sus piernas con fuerza, caminando aprisa entre el caos. Aquel Alfa se abrió paso entre los disparos, desapareciendo en una esquina donde le esperaba un transporte militar de Hydra pero que manejaban otras personas. Tony trató de liberarse con todas sus fuerzas sin conseguirlo, comenzando a desesperar al ver que iba a llevárselo. Ya no le importó gritar el nombre de Steve como si con eso pudiese hacerlo aparecer de repente, lanzando puñetazos o patadas cuando su captor le metió en el transporte. Siendo el Omega del enemigo de aquel Alfa, no le cupo duda alguna que cosas muy malas iban a sucederle. No supo en qué momento llegaron a un hangar, siendo nuevamente cargado sobre el hombro metálico hacia el interior de una nave falsa de transporte.

-¡No! ¡No, por favor!

Dejaron Nova atrás a una velocidad impresionante para su creciente terror. Aquel Alfa no le soltaba ni un solo instante, arrastrándole hacia una celda una vez que estuvieron muy lejos de la capital, perdidos en el inmenso y oscuro espacio. Tony peleó con las últimas fuerzas que le quedaban, sinceramente asustado de lo que fuesen a hacerle. Con un bufido de fastidio, su captor sujetó sus manos, sacudiéndole un par de veces para que se callara. El castaño lo hizo, aunque negó insistentemente con los ojos rozados por el miedo.

-Por favor... no me lastime... por favor...

-Yo no pienso hacerte daño –replicó al fin aquel hombre- ¿Puedes quedarte quieto por una maldita vez?

Con tal revelación lo hizo, mirando al Alfa removerse su máscara, dejándole ver por completo su rostro. Eran facciones duras aunque su mirada no era tan cruel como la de todos los Alfa en Nova. Por seguridad, Tony se alejó de él hasta que su espalda chocó contra la pared. Su captor rodó sus ojos, arqueando una ceja después.

-No voy a hacerte daño, Anthony.

-¿Por qué me secuestraste entonces?

-Resulta que eres el Omega del Comandante Rogers, pero no hice tanto jodido alboroto como para robarme al amante de mi enemigo.

-¿Entonces?

-Da la casualidad de que también eres el único aprendiz de Yinsen.

Aquello le confundió, mirando de arriba abajo al Alfa quien puso sus manos sobre sus caderas, caminando un par de pasos hacia él.

-¿Te enseñó sobre el reactor, cierto?

Piezas de un complicado rompecabezas comenzaron a armarse en la mente del castaño. Desde aquel día de la celebración de Uruk, le habían rastreado. Por eso la espía Romanov y la General Carter estaban ahí, no por mera casualidad siendo altos mandos de Hydra. Le habían seleccionado a propósito para cerciorarse de que era el aprendiz de Ho Yinsen y al darse cuenta de que era un Omega intacto no perdieron oportunidad en llevarlo hacia Nova para entregarlo al Comandante Rogers no solo para que le reclamara, sino para que más adelante le revelara el secreto de aquel reactor. Ahora entendía por qué le había permitido entrar a la biblioteca, le procuraba con tanta posesividad, Anthony Stark era el único que conocía la manera de hacer funcionar aquella fuente de energía casi eterna.

-¿Cómo...? –jadeó, buscando dónde sentarse.

El Alfa alzó su brazo metálico. –Armin Zola fue el ingeniero que creó esto para mí cuando el Mariscal Rogers casi me mata, destruyendo mi brazo de paso. Zola tuvo contacto con las investigaciones Rambaldi, de donde obtuvo la forma de crear un Reactor Arc con la energía de fusión repulsora tan potente como para volar todo un crucero de guerra. Pero el Mariscal Bismarck lo asesinó, quedando solamente su mano derecha, Ho Yinsen quien huyó hacia el otro extremo de Terranova, a la Colonia Uruk para esconderse de aquella cacería. Pasamos por muchos problemas para hacerle llegar el reactor, vidas preciosas de mis soldados se sacrificaron para que Yinsen pudiera terminar el trabajo de Zola. Pero Hydra –gruñó, castañeando sus dientes- esos malditos bastardos lo notaron.

-¿Por eso atacaste Uruk? –preguntó Tony, con el ceño fruncido.

-Yo no volé esa parte de la colonia, fueron ellos para culparme a mí. Lo hicieron para borrar toda evidencia de Yinsen como del reactor que aún se encontraba en la bóveda de la torre. Ahora solamente quedas tú como único depositario del secreto del reactor.

-¿Por eso estoy aquí? ¿Quieres que haga un reactor nuevo para ti?

-¿Uno? Los que sean necesarios para derrocar Hydra.

El castaño pasó saliva, era prisionero de nuevo con otras circunstancias. El Alfa le miró con ojos entrecerrados unos momentos, acercándose después para tenderle una mano como saludo.

-No somos como ellos, Anthony, lamento si todo esto fue demasiado abrupto pero teníamos el tiempo contado antes de que toda la flota de Hydra nos cayera encima. Me permito presentarme formalmente ante ti. Mi nombre es James Buchanan Barnes, suelen decirme Venganza de Invierno pero eso solamente lo hace Hydra. Mis amigos me llaman Bucky.

Tony miró la mano ofrecida con indecisión pero la estrechó, sintiendo el apretón firme pero no agresivo de aquel Alfa cuyos ojos azules miró. Eran feroces más no hostiles, como si le prometieran que nada malo iba a sucederle. Apretó una sonrisa, más calmado cuando se separaron.

-Anthony Stark. Aunque ya lo sabes.

-Gusto en conocerte, Anthony.

-¿A dónde me llevas?

-Realmente a ninguna parte –rió James- Vamos en dirección a un cinturón de asteroides que se localiza en medio de una tormenta radioactiva. Sí, así como lo oyes. Es la clase de medidas que debemos tomar para estar a salvo de esos monstruos mentirosos como pérfidos. Te juro, Anthony, que el Comandante Rogers va a pagar por todo el mal que ha sembrado pero particularmente por todas las lágrimas que te haya hecho derramar. De forma personal me encargaré de eso.

Aquellas palabras fueron como un cáliz de salvación para el Omega, relajando sus hombros y expresión. Era tan extraño percibir en la seguridad de un Alfa que apenas si le conocía la promesa de una protección a cambio de nada. Ese hombre no le miraba como si fuese una raza inferior, lo estaba considerando su igual e incluso tomando como ofensa personal las amargas experiencias que había experimentado en Nova. El rumor era cierto. Venganza de Invierno era un Alfa único, como se suponía debían ser todos ellos, protectores, amorosos, comprensivos. Asintió apenas levantando su mirada hacia James cuya sonrisa cálida, esperanzadora, trajo una calma que no había tenido desde que saliera de Uruk. Era una ridiculez pero no le importó adelantarse para abrazarle porque anhelaba tanto sentir esa paz, ese confort de estar libre de aquella pesadilla.

-Ssshhh, ya pasó, Anthony. Eres libre.

Éste le creyó, realmente lo hizo.


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