Pieza 10. Greenwich

Título: LUX AETERNA

Autora: Clumsykitty

Fandom: MCU de corte AU (oséase, Universo Alterno aderezado con Omegaverse).

Parejas: un Dark Stony, un cute Winteriron.

Derechos: Pos Marvel, que ni qué.

Advertencias: historia alterna, mundo alterno, ciencia ficción en un Omegaverse. Edades como algunos detalles están modificados (¿universo alterno?) para beneplácito de la irreverente, pervertida y loca autora. Steve malvado y cruel, mundo cruel. Hm.

Gracias por leerme.



PIEZA 10. Greenwich.

Son
You've got a way to kill
They're picking on you still
But they don't know

Son
You'd better wait to shine
They'll tell you what is yours
But they'll take mine

Way to fall, Starsailor.


-Tony... él es Venganza de Invierno, el auténtico.

-... ¿Q-Qué...?

-Su verdadero nombre es Lorde Rambaldi Blake.

Un recién nacido había sido encapsulado y puesto en hibernación por su propia madre para salvarle de una muerte segura a manos de los despiadados Alfas de Hydra. Había dormido ciento veinte años hasta que Armin Zola lo trajo de vuelta al mundo de los vivos, únicamente para volver a repetir el horror de perderlo todo una vez más por culpa del Clan Rogers, creciendo en un mundo donde los Omegas como él no tenían oportunidad de nada más que de morir. Lorde Rambaldi Blake no había heredado la genialidad de su madre, Ikol Rambaldi, pero si su talento para mover las piezas necesarias y tener la última carta en contra de Hydra, con una fortaleza física como voluntad imparable a prueba de cualquier dolor que pudiera experimentar, una herencia que su padre Donald Blake le dejó como testamento. Ese pequeño se transformó en la cabeza de un movimiento insurgente iniciado originalmente por su hermano adoptivo mayor, James Buchanan Barnes, quien había dormido igual que él pero perdido un brazo al salvarle por segunda vez.

Lorde se juró no hacer pasar más tragedias a nadie más por su nombre y su seguridad, encarnándose como Venganza de Invierno cuyo rostro falso lo tomaría Bucky mientras él se dirigía a su objetivo principal, la Colonia Nova, hogar de Hydra y los Rogers, disfrazado como un miedoso y frágil Omega cuya inocencia sería arrancada por el Mariscal Bismarck. Cosa que poco le importó. Lentamente iba obteniendo la información, movimientos y estrategias de todos esos ambiciosos militares, apoyándose en el doctor Banner para darle los anhelados hijos varones que ese viejo Alfa soñaba pero no había podido obtener y así, tener el acceso total a los rostros que deseaba ver con sus propios ojos, cabezas que pronto iban a rodar una vez que la guerra se declarara abiertamente. Al contrario de James quien aún conservaba la nobleza de su familia, Lorde estaba lleno de odio, dispuesto a sacrificar a media Terranova si con ello ganaba la guerra en contra de Hydra.

Hasta que conoció a otro Omega llamado Anthony Stark.

Tal como le dijo su hermano Bucky, era como volver a ver a Ikol Rambaldi, diferente pero al mismo tiempo similar y Lorde por primera vez experimentó lo que era cariño por alguien más que no fuese el propio James. Sus planes originales cambiaron y puso todo su empeño en proteger a Tony hasta donde fuese posible, moviendo a sus espías como aliados. Cuando la Leona de Terranova al fin bajó la guardia, permitiendo la entrada a los apuntes de Rambaldi que Vision duplicó en su memoria, llegó el momento para su estrategia final, llamando al Sindicato de Comercio, parte del verdadero ejército insurgente, con el fin de sacar de Nova a su amado amigo, y a quien veía como esa figura cuyo rostro jamás pudo recordar al ser separado de sus brazos tan violentamente. Hydra se había burlado de su madre, usando sus conocimientos para azotar a la Humanidad, a los Omegas de donde siempre había provenido esa genialidad. Lorde ahora quería demostrarles el verdadero alcance de los Instrumentos Rambaldi, si Anthony aceptaba hacerlo.

-Toda tu vida nadie te preguntó por tu opinión, Tony. Y prácticamente fuiste obligado a saber del legado de Rambaldi. Venganza de Invierno está dispuesto a valerse de sus propios medios si tú no quieres saber ya nada de esto. Solamente quiere que veas la cámara para reunir los datos que faltan. Luego de eso estás en completa libertad de decidir si te unes a su causa o te haces a un lado. Él no te lo reprochará. Peleará por ti y tu hijo. Por tu futuro. De forma particular y personal, ya has hecho mucho por todos nosotros pero más por él, Tony. Si el movimiento tampoco había avanzado tanto era porque sentíamos que Lorde era casi o igual que el Comandante de cruel pero no había manera de cambiar su manera de ver las cosas. Tú lo hiciste. Por eso ahora está dispuesto a protegerte, y mantenerte a salvo si ya no quieres ver la guerra que se avecina. Pepper te llevará a un lugar seguro, e incluso si no ganamos... no te harán daño. Es la oferta de Lorde como agradecimiento.

El castaño sintió más lágrimas resbalar por sus mejillas, imaginando ahora la vida que había llevado Raphael, teniendo que sonreír cuando estaba destrozado por dentro, levantarse cuando le habían pisoteado, mirar a otro lado cuando los suyos eran masacrados. Sirviendo a quienes habían traído la muerte, desolación y una vida llena de amarguras a su alrededor. Solo por liberarlos a todos, aún con todo y ese corazón lleno de rencor. Cómo no iba a tenerlo si jamás había probado la felicidad. Tony pasó saliva recordando sus encuentros, cómo había reído ante sus ingenuidades, sus comentarios, la manera tan tierna en que siempre le había mirado y que él creyó se debía a su naturaleza Omega. Jamás había estado tan equivocado. Raphael veía en él a Rambaldi, su madre. El original genio Omega que amara tanto a la Humanidad como para crear inventos que le salvaran de todo dolor y opresión, a costa de su vida, a costa de perder al único hijo que no vio crecer.

-No necesito ver esa cámara para decidirme, Brucie –el castaño sonrió a pesar de sus lágrimas- Dile a Venganza de Invierno que voy a patearle el trasero a Hydra. Y que no coma tanto helado o ya no le quedarán sus ropas.

Bruce rió con sus propias lágrimas, tomando el rostro de Anthony para besar su frente. –Gracias.

-Gracias a todos ustedes por creer en mí.

-Hasta el final de la línea, Tony.

Llegaron a la Colonia Delhi, de escasos habitantes, los pocos Alfas y Betas que ahí residían prácticamente solo visitaban esas tierras cuando debían hacer algunos ajustes o llevar a cabo órdenes, no pasaban largas temporadas ahí. La razón, en la Primavera de Delhi donde el Mariscal Rogers extinguiera al Clan Barnes, también había destruido parte de las maquinarias que sustentaban la vida saludable de los colonos, provocando que Delhi se convirtiera en un lugar lleno de arena caliente, que oxidaba naves como quemaba pulmones, tormentas eléctricas y un aire contaminado por las bombas radioactivas. Los Omegas que sobrevivían en el tercer nivel, estaban llenos de deformidades y padecían enfermedades que terminaban por extinguir sus vidas a muy temprana edad, teniendo una vida triste, dolorosa. Tan diferente a la floreciente como sana que una vez tuviera la colonia cuando los Barnes la protegieron.

El Valhalla aterrizó sobre las dunas ardientes, una nave de exploración salió de un costado rumbo a unas planicies que una tormenta de polvo seco azotaba. Anthony iba en compañía de una armada Virginia Potts, y Vision quien también ya portaba sus propios aditamentos. Las planicies mostraron las ruinas de lo que pareció ser una enorme residencia de piedra, aún con rastros en sus paredes de sangre derramada. Con tristeza ante la escena, el castaño se puso su casco protector junto con su traje para salir con sus dos acompañantes, tratando de imaginar cómo había sido la vida que una vez conociera Bucky entre esas ruinas. Un niño corriendo de aquí para allá sin mayores preocupaciones que terminar sus deberes o admirarse de las creaciones de su tutor y segunda madre, Ikol Rambaldi.

Bajaron por unas escaleras semi ocultas por la arena, hasta dar con una sala con dos paredes aun de pie donde Vision señaló en el centro. Potts disparó un mini cañón que abrió el suelo con una explosión sorda, revelando una entrada secreta de aleación de acero bien conservada pese al tiempo. Tony se adelantó observando los mecanismos de seguridad, leyendo las transcripciones matemáticas que ojos no adiestrados verían más como simples rayones. Un lenguaje básico, de tiempos ancestrales. Código binario. Tal vez eran las hormonas de su gestación pero una vez más sintió sus ojos rozarse al leer la clave para abrir la cámara.

Buckaroo.

Presionando los botones en la secuencia correcta, el piso comenzó a estremecerse, hundiéndose con ellos hasta dar con unas escaleras de piedra bien conservada en color blanco que bajaban un par de metros hasta una puerta circular decorada por unas manos inquietas que la pintaron de colores. El castaño tomó aire unos segundos, conmovido. James había estado ahí cuando crearon aquella cámara secreta. Se adelantó una vez más, leyendo los mensajes encriptados de Rambaldi como si estuvieran hechos exclusivamente para él, así lo sentía. Un mensaje del pasado para el futuro. Con la ayuda de la General y Vision, fueron removiendo cada uno de los pesados candados, hasta que la puerta fue libre de todos ellos, abriéndose lentamente en espiral. Luces se encendieron de inmediato al percibir movimiento, permitiéndoles ver una cámara de amplio espacio con un centro más elevado donde se hallaba un tanque abierto.

Tony lo tocó con su mano enguantada, apenas rozándolo, dejando las huellas de sus dedos al retirar el polvo que le cubría. El tanque de hibernación de James y Lorde. Se alejó buscando más pistas que Rambaldi dejara, sabía ya que todo lo había planeado como un laberinto para confundir a quienes intentaran descifrar sus conocimientos más avanzados. Él, asombrosamente, lo veía claro como el agua. Sonrió de oreja a oreja mientras se arrodillaba en el suelo, tocando marcas cubiertas por polvo, casi corriendo para ir a una esquina, luego una pared, incluso el techo. Pepper y Vision solo intercambiaron una divertida mirada al ver al Omega tan ansioso, respingando cuando un manto de luz azul cielo les cubrió, formando después lo que pareció ser una representación holográfica de un mapa estelar. Lo era y no al mismo tiempo. Anthony gritó de alegría, alzando sus brazos. Ahí estaban, los apuntes finales de los Instrumentos Rambaldi.

-Gracias... Ikol –susurró.

-¿Cómo vamos a llevarnos esto? –preguntó la General, aún asombrada.

-Vision, ¿tienes la micro tarjeta?

-Aquí, Tony –ofreció el replicante, extendiendo su mano cuya palma se abrió, sacando una diminuta tarjeta de oro puro.

Anthony la tomó, tecleando sobre el suelo más instrucciones que hicieron al enorme holograma encogerse y después desaparecer por una diminuta apertura que brilló azulada. Insertó ahí la micro tarjeta que silbó unos segundos, apagando esa tenue luz. Vision se adelantó, arrodillándose para tomarla, comprobando que los datos se habían traslado con éxito, introduciendo la tarjeta en su palma de vuelta, mirando a la nada al reunir todo lo que había recibido en Luxor y ahora esta nueva información. Sonrió volviéndose al Omega que le miraba expectante, emocionado como divertido.

-¿Vision?

-Compilación exitosa.

-Eres el mejor replicante de Terranova.

-Tengo al mejor maestro –sonrió Vision.

-Debemos irnos –habló Potts- Antes de que Hydra detecte aquí al Valhalla.

-Adelante.

Salieron de ahí, cruzando las ruinas de la mansión Barnes con algunos pedazos de paredes aun manchados de sangre. Anthony miró alrededor, girándose sobre sus talones de manera imprevista y echando a correr hacia la parte trasera, recordando las palabras de Bruce a cerca de las únicas tumbas que siempre estuvieron en el patio trasero de aquella residencia. Trató de ubicarlas, hallando solamente un enorme pilar caído sobre el sitio que debieron ocupar, sepultado a medias por esas dunas tóxicas que soplaban inclementes alrededor. De cualquier forma sonrió, porque imaginó por unos segundos a Ikol Rambaldi y Donal Blake mirándole, un Alfa del cual Bucky había aprendido a pelear pero sin perder su corazón, y un Omega genio que jamás estuvo satisfecho ni se rindió aunque la muerte cayó sobre él. Ahora era su turno, la estafeta que le entregaban a través del tiempo por medio de aquel legado de conocimientos únicos.

-¿Tony? –le llamó Vision.

-Vámonos.

El Valhalla partió sin problemas, tomando la ruta hacia Greenwich cuyo nombre tuvo inquieto al castaño por la emoción de volver a ver a James. Ni siquiera pudo descansar como se lo pidió el Doctor Banner porque no quería perderse detalle alguno del arribo a la colonia. Greenwich estaba siendo asediada en esos momentos por cruceros de Hydra que pretendían retomar el control luego de una huelga general donde apresaron a los Alfas gobernantes. Noticia que se mantenía oculta a los demás habitantes de Terranova para no motivar a más levantamientos. La ofensiva estaba siendo dirigida por el General Johann Shmidt, un enfrentamiento que hasta el momento estaba en punto medio sin ventaja para nadie. Una vez que salieron del túnel, Anthony contuvo el aliento al ver por las enormes pantallas el panorama de la batalla.

Seis enormes cruceros de guerra disparaban sin piedad sobre el campo protector de la colonia y las naves que salían a enfrentarles. En el espacio flotaban los restos de otras naves ya destrozadas por los cañones de Hydra, las tenues luces de los disparos perdiéndose en la oscuridad. Pepper se paró junto al Omega, señalando con su mentón al crucero principal, con cascos en color negro y el enorme emblema militar sobre la torre de comando protegida por su cañón que disparó hacia un grupo de naves caza de los insurgentes, convirtiéndolos en más escombros flotando como un cementerio alrededor. Era el crucero del general, mismo que se giró cuando la presencia del Valhalla fue detectada por sus radares.

-Deben estar preguntándose qué clase de nave tienen ante ellos –sonrió apenas Potts- Y nosotros sin duda queremos saber qué pueden hacer los nuevos cañones.

-A toda potencia –casi ordenó Tony sin poder contenerse.

-¡Ya escucharon a Anthony Stark! ¡Adelante, Vikingos!

-¡AHOO, AHOO, AHOOOO!

Otro crucero más de Hydra se unió al del general, apuntando todos sus cañones hacia el Valhalla. Pepper tomó el mando de su nave, mirando hacia las pantallas que le indicaron grado y distancia de sus primeros disparos. Con un rugido, disparó al mismo tiempo que lo hicieron sus enemigos, pero el poder del Valhalla fue superior, rechazando la potencia de los rayos de Hydra, sobrepasándolos antes de estrellarse sobre el crucero que defendía el de Shmidt, terminando hecho añicos como si de una hoja seca se hubiera tratado. Los Vikingos aullaron con sus manos en alto al ver el resultado y al otro crucero comenzar a huir junto con lo quedaba de su flota. La General Potts sonrió, disparando por segunda vez solamente para asustarlos, sin darles en realidad, disfrutando de verles alejarse igual que un perro con la cola entre las patas.

-General, tenemos comunicación con Greenwich.

-Adelante.

-Potts, ¿qué demonios ha sucedido allá arriba?

-También me da gusto hablar con usted, Director Fury.

-Aterriza de una jodida vez, perra desgraciada.

-Director, me acompañan el Doctor Bruce Banner y Anthony Stark.

Tony miró a Pepper al hacerle ésta un guiño travieso por los segundos de silencio que antecedieron a la sarta de groserías que profirió una de los caudillos del movimiento insurgente. Ambos rieron antes de que Fury pudiera hablar decentemente.

-¡Pudiste haberme dicho!

-¿Y perderme su reacción?

-Ven acá, de una buena vez.

-Cambio y fuera.

-Se escucha como un hombre muy particular –observó Tony aun riendo.

-Mal carácter, por las agruras. ¿Listo para aterrizar, Tony?

-Estoy muriéndome de ansiedad, Peps.

-Vamos a remediar eso.

Más que ansiedad, Anthony sentía que iba a desmayarse y su gestación no estaba ayudándole en lo absoluto. Tomó aire cuando el Valhalla al fin entró en espacio aéreo de Greenwich. Era una colonia cuya superficie era pantanosa en partes con matorrales en otros. Una vista no muy atractiva para Alfas de Nova con necesidades muy exigentes. Para él fue como un paraíso, del brazo de Bruce quien le calmaba al verle tan alterado, caminando hacia la plataforma de descenso con la General tras ellos y dos de sus hombres de confianza. Cuando las compuertas se abrieron, dejando ver un día soleado con nubes refrescando, los ojos del castaño se abrieron de par en par al distinguir una figura por demás querida esperando a que descendieran. Se soltó del doctor para correr a abrazarle, gritando como loco su nombre.

-¡Rhodey! ¡Rhodey!

-¡TONES!

El Beta le cargó en brazos, girando con él por el impulso que tomó Anthony para brincarle encima, rodeando su cuello, riendo con lágrimas de felicidad.

-Hey... tranquilo, Tones.

-¡Estás vivo!

-Eso espero, no sería bonito estar alucinando en la muerte.

-¡Rhodey! –el Omega le miró su uniforme de insurgente con algunas insignias- ¿Qué es todo esto?

-Tony, debes descansar –el doctor negó llegando a ellos- Coronel Rhodes.

-¡¿Coronel?!

-Creo que me llevaré a este travieso a su habitación –dijo Rodhey, pasando un brazo por los hombros de Tony- Permita que me encargue, doctor.

-Adelante, luego iré a revisarte, Tony.

-¡No! ¡No! ¡No! ¡Esperen ustedes dos! –Anthony se separó con las manos en alto- Quiero ver a James ahora mismo. ¿Por qué no vino a recibirme?

Los dos Betas intercambiaron una mirada seria que angustió de inmediato al castaño. Pepper rodó sus ojos con sus manos tras su espalda, llegando donde Anthony.

-Hombres. Ven conmigo, Tony, te llevaré con James.

-¿Está bien, verdad?

-Sí, lo que pasa es que tuvo una recaída, pero está a salvo. Sígueme.

Pasaron de largo aquel enorme hangar lleno de cruceros del Sindicato de Comercio que cientos de insurgentes revisaban o reparaban. Lentamente todos ellos iban volviéndose hacia Anthony cuando su presencia fue noticia, señalándolo discretamente o hablando en murmullos. Ése es Anthony Stark. Tony Stark. El sucesor de Rambaldi. El castaño sintió sus mejillas enrojecer mientras pasaban por las puertas de seguridad al escuchar cómo hablaban de él, olvidando por unos segundos su preocupación por Bucky. Tomaron un transporte que les llevó hacia una barricada no lejos del hangar, con una actividad digna de un pandemónium en cuanto se elevaron hacia la colina donde estaba montada. Tony apretó una mano de Rhodey quien asintió, dándole ánimos y ayudándole a bajar cuando se detuvieron frente a la puerta principal, un arco de piedra natural con banderines blancos y un símbolo pintando a mano de forma apurada en color azul.

-General –saludó un insurgente a Potts.

-Anthony Stark desea ver a James Buchanan Barnes.

-Por aquí.

-¿Por qué mi nombre es tan... importante? –preguntó en un susurro el Omega al coronel.

-Porque lo eres, Tones.

Cruzaron un patio húmedo por la piedra de su suelo, con musgo corriendo desordenadamente. Banderines del Sindicato ahora decoraban las esquinas vigiladas de aquella parte, entrando a un pasillo de techo con cajas de medicamentos, armas y víveres que más de aquellos rebeldes buscaban poner en orden, deteniéndose en sus actividades para ver al Omega quien pasó saliva, sonriendo tímidamente a quienes le hicieron una leve reverencia con la cabeza. Una nueva puerta de seguridad y entraron a lo que debía ser el ala médica de la barricada. Anthony apretó sus labios y puños, siempre cerca de Pepper quien le guió hasta las habitaciones separadas, abriendo la puerta para él con una sonrisa quieta, posando una mano en su hombro.

-Adelante, nadie les molestará.

-Gracias, Peps.

Respirando profundo, el castaño entró con pasos mudos y la puerta deslizándose tras él. La habitación estaba iluminada, con una camilla en su centro, rodeada por monitores y pantallas holográficas que mostraban signos vitales como información médica del paciente que dormía en esos momentos, semi recostado sobre sus mullidas almohadas con una cánula de oxígeno ayudándole a respirar. James tenía el torso desnudo, con la cintura vendada y su hombro izquierdo cubierto por una férula médica que sujetaba la mitad de su brazo metálico. Anthony contuvo la respiración. Aquella aleación siempre brillante parecía que se hubiera tallado contra algo que le había borrado su pulcritud, dejando horribles rasguños en su lugar. Pero lo peor eran esas serpientes oscuras corriendo por la piel pálida de Barnes, abarcando la mitad de su pecho, cuello y tocando su mandíbula. El líquido que mantenía estable el brazo le envenenaba.

Con enormes ganas de llorar, el castaño se acercó hasta quedar junto a la camilla, en el lado contrario a su brazo metálico. El rostro del Alfa estaba ligeramente recostado de lado, hacia él, sus ojos mostraban unas profundas ojeras con labios secos, sus cabellos caían ligeramente sobre sus costados, ocultando parte de aquella expresión agotada, preocupada. Tony buscó la mano caída a un costado de James, entrelazando sus dedos apenas que quiso besar, contando los segundos en que los párpados de Barnes vacilaron antes de comenzar a abrirse lentamente hasta estar completamente abiertos. Sonrió a ese par de ojos azules que se llenaron de lágrimas al tiempo que escuchaba su voz cansada hablarle con un murmullo tembloroso.

-Gatito...

Anthony no pudo más, llorando abiertamente al tiempo que le abrazaba con sumo cuidado, escondiendo su rostro en el hueco del cuello de James cuya mano se soltó de la suya para acariciar con cariño, alegría y un profundo alivio sus cabellos castaños que besó apenas, uniéndose a su llanto silencioso combinado con risas quebradas.

-James... James...

-Perdóname, gatito... no fui lo suficientemente fuerte para salvarte...

-Cállate, cállate –sollozó el castaño- Lo hiciste.

-Fallé en mi promesa.

-Bucky –Tony se irguió mirándole con reproche- No fallaste en nada, ¿de acuerdo?

El Alfa sonrió con sus mejillas húmedas, su mano recorriendo ese rostro, recibiendo un beso en su palma junto con una caricia. Su mirada se posó en el vientre de Anthony, deslizando su mano hasta colocarla ahí, rozándole en círculos. El discurso que tenía preparado el Omega se fue al caño, una vez más, por las palabras de James que le desarmaron.

-¿Cómo vas a ponerle?

No estaba enfadado, ni siquiera decepcionado de que estuviera gestando un hijo del Comandante Rogers, para Barnes era su hijo y nada más.

-No sé –respondió con un hilo de voz por la emoción. Casi había olvidado el enorme amor que ese Alfa podía profesar.

-¿Eres capaz de hacer un Reactor Arc pero no tienes idea de cómo nombrar a tu primer hijo?

-Aún no lo sé, no que no pudiera. Y tú tienes que ayudarme con sugerencias.

-¿Tengo que...? –James alzó sus cejas, el Anthony tímido que conociera, había ganado confianza.

-Sí.

-Lo anotaré en mi lista de pendientes.

-Justo debajo de tu recuperación –Tony se limpió de mala gana las lágrimas- Porque ahora mismo vamos a remediar ese brazo.

-Gatito, pero...

-Sshh, los Alfas se ven más bonitos calladitos.

James sonrió trabajosamente. –Estoy bien, solamente me duele cuando me río.

-No, lo voy a arreglar. Tengo a Brucie conmigo, y tengo también a Vision. Es más, no solo voy a arreglar tu brazo, lo mejoraré.

-¿Pero no estás enojadito, verdad?

Anthony le besó, un beso apasionado, desesperado y luego calmado. Se quedaron con sus frentes pegadas, las manos del castaño sujetando el rostro de James.

-De ahora en adelante harás lo que yo te diga, pobre de ti si tratas de desafiarme.

-Suena doloroso.

-Ya has peleado suficiente, James, déjame a mí protegerte.

-Tony...

-Quiero que saques a Lorde de Nova.

-Estás muy mandón.

El Omega se separó, sentándose con brazos cruzados. –Como me dijo, Brucie, toda mi vida nadie me preguntó por mi opinión. Bueno, ahora la van a escuchar.

-Te amo, Tony.

-Y yo te amo, Bucky. Cierra los ojos y duerme, ahora yo me encargo de todo.

James le sonrió apenas, quedándose dormido casi de inmediato bajo el escrutinio del castaño quien acomodó sus cabellos y su mano antes de retirarse en silencio. Afuera le esperaba Rhodey como Banner y Vision, los dos primeros con rostros preocupados.

-¿Todo bien? –preguntó el doctor.

-Bien, todo bien. Brucie, necesito de tus conocimientos, vamos a reparar el brazo de Bucky. Vision, descarga los apuntes de medicina de Rambaldi.

-A la orden.

-Rhodey, ¿serías tan amable de conseguirme algo de comer?

-Tal vez si descansaras... okay, okay, como tú digas. ¿Lo mismo de siempre?

-Y leche para Jarvis.

-¿Ah? Bueno, regreso enseguida.

-Recomiendo que descanses al menos un par de horas, Tony.

-Recomiendo que prepares todo lo necesario para lo que vamos a hacer, Brucie.

Éste suspiró vencido, llevándole a una sala de operaciones, comentándole los cambios que harían para montar todo lo necesario, el tiempo que tardarían y los posibles escenarios tanto buenos como malos de aquella intervención quirúrgica. Una vez que Vision puso a disposición del doctor Banner los apuntes necesarios, un grupo de ayudantes entre enfermeros y médicos llenaron la sala con instrumental, equipos, lámparas, robots auxiliares y más cosas bajo la mirada seria de Anthony, prácticamente devorando lo que Rhodey le había traído, pidiendo una ración más. En un par de horas todo estaba listo. La camilla de James fue llevada a la sala de operaciones con unos pasillos llenos de curiosos por ver las maravillas que el nuevo genio Omega estaba por hacer a favor de su líder, el cual ya dormía gracias a la anestesia cuando lo pasaron a la mesa de operaciones.

Anthony tuvo ganas de vomitar al ver al descubierto el horrible daño en el hombro de Barnes pero su rabia le permitió enfocarse en lo que tenía que hacer, llamando a Bruce para comenzar. Testigos rodeaban la sala de cristales, ahuyentados por la General Potts o el Director Fury. Solamente se quedó Rhodey vigilando la salud de su querido amigo, admirando del cambio que había obrado en él, uno muy bueno como milagroso. La intervención duró mediodía, quedando al final solamente Banner como el castaño quien daba los últimos toques finales al nuevo brazo de James, observando sus signos vitales estables y normales con una enorme sonrisa de satisfacción, acariciando aquel brazo de nuevo reluciente al que por broma le había puesto en el hombro un nombre.

Stark.

Sonrió una vez que terminó, poniéndose de pie con la espalda dolorida como sus pies. Cuando salió recibió una lluvia de fervorosos aplausos, rechiflas y vítores tanto del equipo médico que le había auxiliado como de los más cercanos al líder del ejército insurgente. Pepper le abrazó, sobando su espalda unos segundos antes de presentarle formalmente a Nicholas Fury, un Beta y director de estrategias, logística como administración de las bases guerrilleras en Greenwich cuya mano estrechó ya sin muchas fuerzas. Realmente necesitaba dormir, así que pidió a Vision y Rhodey que le escoltaran a su habitación con la orden de despertarle cuando James lo hiciera. Quería ser el primero que vieran sus ojos. Tendría que esperar por esa sorpresa pues descansó largo y tendido sin que nadie le interrumpiera su apacible sueño. Al visitar la habitación del Alfa, Bruce le explicó que tardaría en abrir los ojos debido a la naturaleza de la intervención, pero estaba en perfectas condiciones.

-Pepper quiere que conozcas el resto de este lugar. Hay personas que desean saludarte, Tony.

-¿Me llamarás si despierta, verdad?

-No lo dudes. Jamás desobedecería a Anthony Stark.

-Ja.

Alcanzó a la General en el patio principal, entrando a un pasillo mayor, donde recibió más reverencias como saludos marciales de los insurgentes de todas las razas... o en un segundo pensamiento, solamente seres humanos dispuestos a pelear por la libertad y futuro de la Humanidad. Una guerra cuyas campanadas ya comenzaban a sonar. Subieron y bajaron niveles hasta dar con un centro de operaciones. En el camino escuchó de su amigo Rhodey como había ganado su rango de Coronel con los Vikingos, luego de la explosión en Uruk había recibido un mensaje que creyó provenía de Nova, una orden de traslado. Enorme sería su sorpresa cuando descubrió la verdad de manos de James, quien le habló de todo sobre el ejército insurgente como de los planes para proteger a Tony, razón que terminó de convencer al Beta de unírseles.

-¿Quién ha hecho llegar tales mensajes a un sistema por demás protegido? –quiso saber el castaño, mirando a Pepper.

-Eso es lo que precisamente quiero mostrarte.

Llegaron a una sala muy amplia llena de una enorme cantidad de pantallas de todo tipo, con un cubículo central donde estaba empotrada una silla giratoria que se volvió a ellos, permitiéndoles ver a una joven Beta, casi adolescente de cabellos rojizos y su uniforme de guerrillera. Tenía la mitad del rostro cubierto por un casco negro que se levantó, dejando ver sus pícaros ojos igual que su sonrisa para el Omega más que sorprendido de ver a una chica como ella dirigiendo un panel de controles que hubiera sido la envidia de las torres de control en Nova. La general se adelantó unos pasos, haciendo las debidas presentaciones.

-Tony, quiero presentarte a nuestra mejor hacker, Wanda Maximoff alias la Bruja Escarlata. Wanda, él es Anthony Stark.

-¡Qué gusto conocerte en persona! –sonrió ampliamente la joven, saltando de su silla para estrechar su mano con fuerza.

-Ella es quien se ha encargado de los robos de información y mensajes encriptados –explicó Pepper con una sonrisa.

-¿Tú...?

-¿Qué? –Wanda levantó una ceja- ¿No crees que una chica como yo pueda ser tan diestra?

-Lo creo. Así que tú fuiste quien me hizo llegar las palabras de James.

-Sí –ella asintió orgullosa- Como muchos otros...

Miró por encima de ellos a alguien más, rodeándolos para abrazar emocionada a Vision, quien le correspondió en el gesto con una expresión tranquila pero complacida.

-¡Vision!

-¿Cómo estás, Wanda?

-¿Ustedes se conocen? –quiso saber un perplejo Tony.

-Por supuesto –la pelirroja rió, colgada del brazo del replicante- Hemos estado intercambiando mensajes desde que nos conocimos.

-Ya veo...

-¿Dónde está tu hermano? –habló ahora la rubia.

-Pietro se fue a repartir víveres al campamento sur. No debe tardar.

-Wanda y Pietro son hermanos mellizos –Pepper se volvió al Omega- Hijos adoptivos del Teniente Barton.

-¿El Teniente Barton? ¿Ése Teniente Barton...? –Anthony no pudo evitar sobarse su mandíbula.

-No sabes cómo lo siente –intervino Rhodes- Era parte de la pantomima.

-Ya me las arreglaré con él.

-Por favor, no seas duro con papá –suplicó Wanda- Suficiente tiene con estar aguantando los acosos de Rumlow todo el tiempo.

-Trataré de no olvidarlo. Espero que no haya más sorpresas de momento, ¿o sí Peps?

-Un descanso te vendría bien, Bruce se volverá loco si no te ve reposando.

Tony sonrió, terminando su charla con la joven Maximoff quien le llenó de besos una vez que terminaron, trepándose de vuelta a su silla y colocándose su casco para navegar una vez más en todos los sistemas que conformaban Terranova. Por eso le decían la Bruja Escarlata, su habilidad para manipular el lenguaje de las inteligencias artificiales, ordinarias como otros medios de comunicación la hacían un miembro invaluable en las estrategias del ejército insurgente. Su hermano Pietro al que el castaño aún no había visto, era más bien del tipo de chico que gusta más de las experiencias de campo, hiperactivo como él solo, con un humor que luego hacia enojar a su jefe, el Director Fury. Tantas emociones y rostros nuevos mermaron las energías del Omega, pero no fue a su habitación sino al pabellón médico, recostándose a un lado de James quien aún seguía durmiendo pero con una respiración normal, contraria a la que le viera al llegar.

Miró su rostro preguntándose qué hubiera sucedido si Hydra no hubiera atacado ese día el tercer nivel de Delhi. La vida de Bucky como de Lorde hubiera sido diferente, incluso no le hubiera conocido. No le tendría en esos momentos, era un alivio con cierta culpa. Dejó esos pensamientos de sentimientos encontrados para concentrarse hasta quedarse dormido en su siguiente objetivo, los Instrumentos Rambaldi. Reactor Arc, Núcleo Arc, Onda Arc, eran los principales, el Puente, la Estrella, el Portal y la Semilla eran los secundarios pero no menos importantes. Todos ellos tenían que funcionar a la perfección en los nuevos términos de su plan para rescatar Terranova de la colisión planetaria mientras la guerra estallaba. Se imaginó al lado de su Alfa rebelde, caminando por la superficie de aquel exoplaneta que Rambaldi llamó Theia. Un mundo con una atmósfera muy débil pero de un tamaño al menos del doble de la Tierra original, con tierra firme, mantos acuíferos escondidos bajo sus gruesas capas de hielo.

Ikol Rambaldi no solo había ideado la manera de detener a Theia, incluso había llegado a proyectar su colonización. Un mundo libre para una Humanidad libre. Aquel paraíso estaba al alcance de sus manos, tan solo debían quitarse los grilletes de Hydra que les impedían estirar los brazos y Tony desde hacía tiempo ya tenía idea de cómo lograrlo. Se acomodó sobre el pecho de James, abrazándole apenas por su cintura, cerrando sus ojos con una media sonrisa. Era cierto que la situación no era cualquier cosa, pero por primera vez en su vida, desde que tenía memoria, al fin se sentía a salvo, seguro, pero más que cualquier otra cosa, se sentía feliz. Nada ni nadie iba a arrebatarle ese tesoro. Así tuviera que tomar la vida del Comandante Steve Rogers.

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