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Al día siguiente

Jungkook se sentía demasiado calentito, mientras que susurros y un olor de maravilla lo despertaban. La almohada que estaba abrazando le hizo cosquillas en la nariz y frunció el ceño antes de acurrucarse todavía más a su suavidad.

Ahora esa almohada comenzó a reír y los susurros empezaron de nuevo. Jungkook abrió los ojos chocando con la tenue luz y el cielo encapotado en el exterior. Levantó la cabeza y se topó con Suni risueña sentada en el suelo con una tasa en las manos junto a la cama.

-Buenos días -dijo la hija de Dong Wook, sonriendo.

-¿Tanto te afecta la tormenta que te has escabullido en mi habitación?

-Vine en busca de Jimin, pero no ha podido escapar de tus garras, así que nos estamos tomando un café -se burló.

Jungkook bajó la vista y se dió cuenta que tenía razón. Estaba envolviendo a Jimin tanto como le era posible. Cada centímetro de su cuerpo tocaba el suyo. Tenía una mano sobre su abdomen y la otra en su cintura. Sus piernas entrelazadas y su entrepierna bien pegada a su trasero.

Un pequeño problemita había despertado con él: Una dolorosa erección.

Mierda.

Ocultó su rostro en el cuello de Jimin y quedó encantado de lo natural que le parecía despertarse así con él.

-Suni... -dijo con voz ronca-. Largo.

Jimin abrió los ojos como platos al escucharlo. La.hija de Choi comenzó a reír y se levantó del sueño con su taza de café.

-Hombres -dijo carcajeándose. Saliendo de la habitación.

Jungkook no desaprovechó ese momento.

Le besó el cuello y le encantó el estremecimiento que le provocó. A diferencia de los temblores aterrados de la noche anterior, esa mañana se estremecía de placer. Recorrió su espalda e hizo que arquera su torso y que su culo se pegara más a él.

Cuando se aseguró que Suni se había ido lo suficientemente lejos, le dió la vuelta a Jimin y lo besó. Lo besó con brusquedad y con la necesidad de sentir más sus labios contra los suyos. Rozando sus lenguas y mordiendo el labio ajeno.

Aún desesperado. Se apartó jadeando.

-Mierda, Jimin... Me estás matando.

-P-pero -respondió nervioso-. No hice nada. Solo estaba dormido, Jungkook ¡Dormido!

El mayor sonrió contra su cuello, mordiendo levemente la zona.

-Así, me encanta estar así -dijo frotándose contra él-. Jimin... Dios, mierda.

Jimin, nuevamente, abrió los ojos a más no poder y le gruñó. No era que él no quisiera, todo lo contrario, pero tenían una visita muy importante en casa.

Jungkook cerró los ojos y se apartó de él con el pecho jadeante. Se cubrió el rostro con un brazo y habló.

-Ve con Suni. Necesito una ducha fría y larga.

-Lo siento -respondió, aguantando la risa.

-Si, si. Tranquilo -Jungkook le hizo una seña para que salga de la habitación, pero le tomó el brazo-. Espera. No te vayas todavía. Quédate un poco más. No quiero que Choi Suni crea que me... Esto... Que me falta resistencia.

Jimin apretó los labios. Un poco más y se reía de la situación que estaba pasando su querido esposo.

Jungkook quitó el brazo de su rostro y lo miró serio.

-Te juro que si empiezo a padecer el síndrome del túnel carpiano. Al final tendré que pasar por el quirófano.

Ahora sí no podía contenerse. Jimin se echó a reír. Sus hombros se sacudían mientras enterraba la cara en la almohada y las risas se convertían en carcajadas.

Jungkook también contigo la risa, pero sus labios amenazaban con esbozar una.

-No da gracia.

Pero su esposo no dejó de reír y él también lo hizo. Se tumbó sobre él, ahora Jimin estaba debajo. Dejó que su erección roce con su cuerpo. Levantó su cabeza y vio sus mejillas sonrojadas y sus ojos brillantes.

Lo volvió a besar.

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