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Las prendas estorbaban. Jungkook necesitaba la piel de Jimin, de pasear sus manos por cada rincón de su cuerpo, besarlo y probarlo.
Sabía perfectamente que el menor estaba zumbido en el placer. Podía ver y escuchar cómo gemía; y cómo sus caderas no dejaban de moverse en un vaivén.
Jimin mordía su labio y a Jungkook le pareció jodidamente sexy verlo tan alborotado, queriendo más. Frotando más sobre su entrepierna y jadeando, imaginando a su esposo debajo suyo. Siendo solo para él.
—Cariño… —susurró con voz ronca, haciendo estremecer el cuerpo de Jimin y abrir los ojos para mirarlo.
Su rostro completamente rojo y con la respiración agitada. Sus pupilas dilatadas y sus labios entreabiertos.
—Tú… —dijo en voz baja, acercándose lo suficiente para que sus labios rozaran con los de Jimin—. Eres tan sexy, que muero por escuchar mi nombre salir de tus labios mientras te hago mío.
—¿Y qué te detiene? —preguntó en un susurró.
—Eres virgen.
Jimin se alejó un poquito de él. ¿Era malo eso? ¿Tenía que tener la suficiente experiencia para acostarse con él?
—Oh… ya —fue lo único que respondió—. Mmm… lo siento.
—¿Qué? —Jungkook estaba confundido. Pero pudo darse cuenta cuando el brillo de los ojos de su esposo se apagaron y como bajó la mirada avergonzado—. Jimin. Mírame.
No lo hizo.
Jungkook suspiró y subió sus manos a su cintura para acariciarlo y acercarlo más a su cuerpo. Tomó el rostro de Jimin y lo levantó para mirarlo directamente a los ojos.
—Te deseo, cariño. No quiero que pienses que no quiero hacerte mío ahora mismo y recorrer tu cuerpo. Me dijiste que aún no has estado con nadie y no sabes cuanto agradezco ser el afortunado de tenerte aquí.
—Tienes buena labia, Jungkook.
—Hey… Solo quiero hacerlo especial, quiero hacerte sentir bien y que no sea un simple acostón. Ambos sabemos que estamos dejándonos llevar por el placer y no por amor.
Más tarde, en la madrugada...
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