El hechizo Jinx

Capítulo 3 

Había transcurrido dos días desde lo sucedido en el salón deduelos en el ala norte del edificio de Durmstrang. Lugar al queLut y Viktor no habían vuelto ir, y esto era, porque el chico unavez más se había perdido. Lut no le había vuelto a ver. 

Era fin de semana, uno que comenzaba anhelar Lut desde quellegó. Él consideró que necesitaba un poco más de tiempo paradominar el hechizo del Fuego Maldito, uno que por primeravez le había costado manejar. Normalmente era un chicoestupendo con cualquier encantamiento que le presentara, peroera la primera vez que sentía tanta presión por uno. Pero no erasu culpa, es decir, Lut había investigado un poco y habíaencontrado, que era considerado un hechizo de nivelessuperiores, utilizados usualmente por magos tenebrosos o poraquellos que deseaban consumir algo protegido por magia. 

Lut debía practicar, su impulso perfeccionista buscaba quererhacerlo, hasta lograrlo. Así que, levantándose de la camamientras arrojaba uno de sus libros a un lado, salió de lahabitación para correr escaleras abajo. Al bajar, encontró aRufus jugando con una chica en el sofá, pero, cuando Lutnuevamente les miró notó que aquellos juegos erandemasiados coquetos para ser un simple juego. Rufus sepercató de su presencia y lo atónito que estaba su amigo, quisodecir algo, pero ya Lut había salido de la sala común. Caminópor el pasillo dejando atrás la estatua del fénix, bajó unasescaleras para luego correr por un pasillo a mano izquierda,donde tuvo que esquivar a varios fantasma los cuales sequejaban ante la prisa del chico, pero a Lut poco le importó.

Divisó el césped mágico, comenzó a caminar por él, pero,cuando vio que sus pisadas cambiaban el color verde de lagrama por uno naranja, recordó que tenía que averiguar elpor qué del color de Viktor cuando pisó hace unos días aquellugar. 

Lut observó a un chico de cabellos castaño oscuro, corto, tezblanca y muy delgado, el cual jugaba sobre el césped. El chicoquizás era del segundo año, pues parecía tener unos doce añosde edad, y la cantidad de ropa le hacía ver muy escuálido porsu delgadez, casi como un tendedero viviente. El chico miróintrigante a Lut mientras se acercaba, y este divisó que sus ojoseran de un color verde muy bonito, por lo que Lut sonrió. 

—Oye... veo que te gusta jugar en este lugar. Soy Lut Cliford,un placer— dijo mientras alzaba una mano hacia el chico. 

Este le devolvió la sonrisa, y apretando su mano, respondió: 

—Soy Ferd Summers. Y sí, amo este lugar... si cambias tu estadode ánimo este logra reflejar todo eso en colores... ¡Essimplemente genial! 

—Ya veo... bueno, soy nuevo aquí y jamás había visto algo asíen mi antiguo colegio. 

—¿De qué colegio has sido trasladado? 

—De Hogwarts... 

—¡Qué! ¿En serio?, ¿por qué te cambiaste del mejor colegio demagia y hechicería?  

Lut resopló por el comentario del chico, estaba cansado deaquella impresión que daba a cada persona que comentaba dedonde venía. Así que con mucha paciencia respondió. 

—Digamos que mis padres son los causantes de esa locura —soltó pero quiso desviar el tema—. Pero explícame algo... ¿Cómo es que puedes cambiar de ánimotan fácilmente y reflejarlo en este césped de manera que sea unjuego para ti? 

El chico se iluminó ante la pregunta de Lut, y respirandoprofundamente, respondió. 

—Es fácil, sólo debes recordar cosas que te hagan sentir de unaforma distinta. Como una escena feliz o triste, o angustiante,nerviosa, entre otras cosas... y el césped transmitirá su color—dijo el chico con simpleza—. Haber intenta pensar en algotriste. 

—¿En algo triste? haber... 

Con dificultad, Lut intentó buscar un recuerdo triste pero loúnico que logró conseguir fue recordar una escena vergonzosa,y se trataba de algo que había sucedido el año anterior, cuandoSeamus Finnigan le había contado una mentira a HannahAbbot, sobre ciertos intereses románticos de Lut hacia ella, yesta muy ilusionada fue a darle un "sí" al chico, pensando quesería correspondida.  Cuando aquello se descubrió, Hannahduró meses sin hablarle a Seamus. 

Lut se sonrojó ante ese recuerdo, y pisando sin querer elcésped, este cambió a un color lila. Ferd miró aquello con unasonrisa burlona, y comentó.  

—Sea lo que hayas pensado, no ha sido nada triste ¿Mepregunto que ha sido eso que te ha causado vergüenza? 

—Oye... no seas entrometido —respondió Lut con nervios alcreer que sería descubierto, cambiando el césped ahora de uncolor ámbar. 

—Ahora estás nervioso, ¿qué ocultas? —señaló Ferd, irritandoasí a Lut. 

Lut se sonrojó de más, estaba siendo expuesto. 

Y queriendoacabar con aquello, recordó por qué estaba ahí. 

—Ferd, necesito preguntarte algo ¿Qué significaría si el céspedse vuelve de color amarillo? 

—¿Amarillo?... Hmmm... para que eso suceda, debes estar conotra persona a tu lado y creo que eso quiere decir: me atrae estapersona. 

—¡Qué! —gritó Lut—. ¡Debes haberte equivocado Ferd, eso esimposible! 

—Bueno, yo solo digo lo que creo que posiblemente es basadoen mi experiencia, pero debo decir que poco me equivoco sobre el césped mágico, júzgalo tú mismo con lo que acabo de decirte.

Lut se le volvieron los colores al rostro.  

—No lo sé Ferd... pero de igual forma gracias, has sido de granayuda. 

—De nada, sólo espero no haber metido en problemas a alguiencon lo que acabo de decirte. 

 Lut sonrió y se alejó del chico, caminando hacia la sala deduelos. Pero en su mente no estaba practicar el hechizo, dehecho, hace rato que había dejado de pensar en ello. Ahora sólopensaba en lo que Ferd le había comentado. Sin embargo,aquello simplemente era una locura, Lut no podía creer queViktor tuviera esos pensamientos tan ajenos a lo que el colegiode Durmstrang representa. Además, Lut jamás había pensadocon respecto a su sexualidad, sobre lo que le atraía; siemprepensó que eran las chicas, y bueno, eso era así hasta que sedemostrara lo contrario. 

Lut maldijo por debajo, y sin darse cuenta, él se encontraba enla puerta que conducía a aquella habitación que daba al salónde duelos oculto. Para Lut no fue difícil aprenderse lacombinación, ya que, gracias a su memoria fotográfica se larecordaba de memoria. Entró a aquel lugar, y tan siquierailuminó el sitio, sino que se sentó sobre la tarima de duelo parameditar un poco. Se acostó sobre la tarima estirando un pocosu cuerpo. Cerró sus ojos para relajarse, cuando escuchó. 

—Veo que el chico ceniza buscaba un poco de silencio. 

Lut abrió los ojos bruscamente, encontrando que Viktor lemiraba de pie a un lado de su cuerpo. 

—¡Viktor! ¿Qué haces aquí?, creí que este lugar estaba solo. 

—Para empezar este sitio te lo presente yo, por lo cual es lógicoque pueda estar aquí. Además, también vine a pensar un pocoy practicar ciertas cosas que he aprendido. 

Lut asintió atónito, casi sin salir de su asombro al encontrarsecon su amigo en ese lugar. No entendía que hacía ahí, queriendo practicar con tan poca oscuridad. Se levantó yquedando en frente de este, dijo. 

—¿Qué te parece si me enseñas lo que has aprendido entonces? 

—Me parece bien, pero esta vez no será como la vez anterior. 

—Ya lo veremos grandulón —respondió él, con una sonrisadivertida.Viktor sólo sonrió. 

Los dos hicieron el ritual habitual para comenzar un duelo, y alestar a unos metros alejados, Lut gritó: 

—¡Centas! 

De la varita de Lut comenzaron a salir numerosos rayos a granvelocidad, y Viktor con el ceño fruncido, respondió por puroinstinto antes de que Lut hubo terminado de decir aquello: 

—Protego Horribilis. 

El ataque de Lut fue detenido fácilmente, quedandoimpresionado por el ingenio de Viktor. Sí que estabamejorando. Con velocidad, el chico agregó. 

—Petrificus Total... —Pero, antes de que Lut terminara elhechizo, fue interrumpido por el grito de su contrincante. 

—Impedimenta —anulando el hechizo de Lut, y añadió:—¡Jinx!  

Un rayo azul salió disparado de la varita de Viktor, impactandoa Lut directamente en el pecho. Este gritó de dolor mientrasvolaba por los aires, cayendo fuera de la tarima de duelo.Viktor se asustó por aquello, creyó que se había pasado unpoco, así que corrió hacia Lut, y al llegar, no dudó en levantaral chico entre sus brazos.Lut sonrió con una pequeña mueca en el rostro por la molestia,y dijo. 

—Vaya... creo que soy un excelente profesor. Eso ha sido muyinteligente. 

Viktor rió, y respondió. 

—Lo lamento mucho. En verdad no pensé que saldría tan bien...pero... creo que estás un poco distraído. No debí vencerte conaquello. 

—Sí, es cierto... lo que sucede es que averigüé lo quesignificaban tus pasos color amarillo en el césped mágico, y adecir vedad me tiene un poco confundido. 

La expresión de Viktor se ensombreció y preguntó, dejando aLut con cuidado en el suelo. 

—¿Qué descubriste? 

—¿En verdad quieres que lo diga o prefieres que tú mismo melo aclares? 

Viktor llevó una de sus manos a la nuca, y girándose para darlela espalda a Lut, agregó. 

—Yo... no lo sé... Sólo sé que es extraño y no quiero que porello te alejes de mí, jamás me había pasado esto. 

—Lo entiendo... 

Lut suspiró, y con mucha delicadeza se acercó a Viktor, tocando su amplia espalda para hacerle girar. Este lo hizo, pero no miró a Lut, por lo que el chico le obligó a que le mirase conuna de sus manos. Y haciéndolo, Lut se acercó a él hasta unirsus labios solo por curiosidad. 

Al principio, sólo habíanjuntado las bocas, pero luego comenzaron a moverlas de formalenta, hasta convertirse en besos muy apresurados yhambrientos; tanto, que tuvieron que separarse para recobrarel aliento. 

—Eso ha sido, raro... pero bueno —dijo Lut, aturdido.Viktor solo reía. 

—Para mí ha sido perfecto —respondió, sin creérselo. 

Lut fue estrechado sobre el pecho del chico, sintiéndose tanbien, tan seguro en aquellos brazos que nunca antes habíacreído poder sentirse así cómo lo hacía. Algo que duró por unbuen rato, ya que aquel lugar era perfecto para la privacidadque tanto anhelaban, que tanto necesitaban, transformándoseasí, en un lugar más, que para solo duelos. 

Ahora era el lugarmás romántico e importante de Lut.

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