Parte cinco.
Sentía esas manos sobre su cuerpo otra vez. Lo volvía loco, extrañaba el calor que ellas tenían. Extrañaba el tacto de esas suaves manos.
Quien fuera eso que lo visitaba únicamente en las noches, comenzó a besarlo. Mientras lo hacía, deslizaba su mano en dirección a los bóxers de Minho, ¿Era capaz de ayudarlo con esa dolorosa realidad?
Dejó su boca tomar aire nuevamente, trazó un sendero húmedo hasta ocupar el lugar que sus propias manos ocupaban antes. Lo desnudó, le daba pequeños besos en los muslos, los acariciaba y luego le proporcionaba un duro golpe. Minho caía rendido, su debilidad siempre sería el tacto en los muslos.
Otra vez ocurrió lo mismo, lo dio vuelta. Besó su rosada entrada y subió sus besos hasta la espalda, para luego bajar usando la lengua. Minho tomó su propio pene en desesperación y comenzó a agitarlo como sí fuera un sonajero, el otro individuo con quien estaba en la cama, lo ayudó en esa tarea. Minho apoyó su cabeza contra la almohada y dejó que el otro termine el trabajo sucio.
Esa gran mano le dio todo lo que necesitaba. Parecía morirse con cada sacudida, realmente lo disfrutó, pero no era su casa en donde estaba pasando la acción...
一¡MINHO, MIS PUTAS SÁBANAS! 一abrió los ojos, se encontró con un furioso y asqueado Jeongin.
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