🫦08: Love Forever🫦

Jimin y Yoongi decidieron que lo mejor para ellos sería comprar una casa.

El mayor se había propuesto conseguir el lugar ideal para su familia, Jungkook le ayudó con la búsqueda en línea y pudieron encontrar algunas opciones que lograron gustarle; sin embargo, para continuar debía contar con la opinión de su pareja.

Fue así como después de dos largas semanas de selección, podían tener un inicio prometedor. Quedaron dos casas al final de todo, y la primera en visitar fue una bastante lujosa, con dos plantas y de diseño londinense. Tenía todas las características para ser la ideal, pero la ubicación era demasiado central para el gusto de la pareja, quienes buscaban algo más privado y alejado.

La segunda casa era más pequeña, pero tenía un encanto diferente. Diseño rústico, acabados de madera, colores cálidos y un jardín trasero que se encontraba en excelentes condiciones con una fuente central, rodeada de rosales de distintos colores. Cinco habitaciones, tres baños, la cocina, recibidor, un garaje para dos autos y dos salones medianos que podrían utilizar más adelante.

Lo más importante es que se encontraba a las afueras de la ciudad, con una visión hermosa de un campo verde y el bosque. De noche las luces de Seúl iluminaban desde la lejanía como un espectáculo más que convenció a la pareja de comprarla.

Era perfecta para ellos, podían verse con claridad viviendo ahí y formando su familia.

—Ya contraté al equipo que nos ayudará con la mudanza —informó Jimin a su pareja.

—¿Cuándo vendrán? —preguntó, bastante ocupado en terminar de empacar las cajas restantes.

—En dos días, pienso que es el tiempo suficiente para terminar de acomodar las cosas y estar listos.

Yoongi se inclinó para dejar un beso en la frente de su pareja, luego continuó con su labor de acomodar cuadros y libros, mientras que Jimin se encargaba de la ropa de ambos.

—Cierto, había olvidado mencionarte que Jungkook ya hizo la elección de su habitación —dijo el mayor divertido.

—No me sorprende, ¿cuál eligió? —indagó curioso.

—La que tiene el ventanal con vista hacia el jardín, fue la que más le gustó.

Ciertamente no tuvieron que hablar para saber que se llevarían a Jungkook con ellos. El adolescente vivía más feliz al lado de su hermano que con sus mismos padres, y Jimin no tenía problemas con tenerlo, mucho menos Yoongi que también llegó a quererlo como un hermano.

Luego de un buen rato donde cada uno permaneció concentrado en su trabajo, el pelirrojo recordó algo importante.

—Yoongi, ¿hablaste con Siwon para discutir la venta del penthouse?

El mencionado asintió. —Dijo que no me preocupara, que él se encargaría de venderlo.

En medio de la conversación que ambos mantuvieron, también existieron risas y juegos. Jimin puso música para que la tarea de empacar no se volviera aburrida, y fue así como el tiempo pasó volando, hasta que cuando menos lo esperaron estaban cerrando la última caja.

—Empacamos todo, y ahora no tenemos donde dormir —recordó Jimin, soltando una risita.

—Eso es mentira —negó el contrario, sacudiendo las manos y dándole una mirada de soslayo—. La cama de Jungkook está dispuesta a recibirnos.

—Pero Jungkook no —debatió el menor—. La última vez nos echó a patadas.

—Ahora la situación lo requiere —repuso Yoongi, mostrándose divertido por molestar a su cuñado.

Jimin resopló. —Que conste que la idea fue tuya.

Formaron una sonrisa siniestra y al segundo siguiente se echaron a correr por todo el lugar hasta que llegaron a la habitación que pertenecía a Jungkook. Se tiraron en la cama del menor y lo abrazaron con fuerza, riendo a carcajadas cuando el pelinegro comenzó a patalear para que lo soltaran.

—¡Fuera de aquí! —chilló Jungkook, sintiéndose ahogado por los mayores.

Lo ignoraron por completo, fingieron dormir con ronquidos incluidos, importándoles poco lo malhumorado que estaba el menor.

Al final de todo, Jungkook terminó cediendo. Por supuesto que, se negó rotundamente a admitir que de vez en cuando le gustaba dormir acompañado por las dos personas más importantes de su vida.

Aunque muy en el fondo, sabía que era bastante evidente cuando decidía aplastarlos con sus abrazos de koala.

—Trata de relajarte, por favor.

Jimin asintió a las palabras del médico. Se encontraba en el consultorio para hacer un chequeo completo de su embarazo, Yoongi estaba a su lado, sosteniéndole la mano y con una sonrisa pequeña que tenía como objetivo el poder tranquilizarle.

Luego de la mudanza, pasaron algunos días para que todo estuviera en completo orden. Jimin agendó cita con el obstetra de su confianza y afortunadamente logró conseguir un cupo. Ahora que todo estaba tranquilo, y sus nuevas vidas establecidas, había llegado el momento para concentrarse en su embarazo.

Los dos estaban nerviosos y muy emocionados. El doctor les había asegurado que el bebé ya tenía las semanas suficientes para poder detectar el sexo, y Jimin estaba que no podía con la emoción.

—Bien, esto es bastante interesante —comentó el obstetra, moviendo el transductor de un lado hacia el otro sobre el abdomen del doncel.

—¿Todo está bien? —inquirió Yoongi, tratando de entender lo que aparecía en la pantalla, pero fallando en el intento.

El médico sonrió. —Todo está en perfecto estado. No deben preocuparse.

—¿Podemos saber si es niño o niña? —indagó Jimin con ansiedad.

—Permítanme un momento —pidió el obstetra.

Un par de minutos pasaron en silencio, Jimin tenía sus ojitos fijos en Yoongi. El peligris tenía una sonrisa ilusionada en su atractivo rostro, mostrándose bastante interesado en todo lo que el médico hacía o decía, y ese detalle calentó en sobremanera el corazón del pelirrojo.

Finalmente, el obstetra habló:

—Felicidades a los dos, serán padres de dos niños.

Niños..., niños, niños.

Yoongi miró a Jimin, ambos compartiendo una sonrisa cargada de sorpresa cuando ese detalle llegó para nuevamente modificar sus vidas de manera maravillosa.

Ellos no tendrían un niño.

Ellos serían padres de gemelos.

Meses después.

Yoongi tenía una hora exacta de estar dando vueltas en el mismo lugar, tanto era su nerviosismo e inquietud que no había notado el momento exacto en el que Siwon llegó en compañía de Jungkook y SeokJin.

—Deja de caminar como león enjaulado, Jimin y tus bebés estarán bien —dijo Siwon, mirando con reproche el actuar de su amigo.

—No puedo evitarlo —respondió el peligris, sin detener su caminar intranquilo.

SeokJin carraspeó. —¿Hace cuánto tiempo inició la cesárea?

—Se lo llevaron hace una hora —informó—. No me han dicho nada, me estoy volviendo loco.

—Todo estará bien, hyung —tranquilizó Jungkook—. El embarazo de Jimin hyung no tuvo ninguna complicación, así que no te preocupes.

—¿Entonces por qué le realizaron cesárea? —cuestionó con el ceño fruncido. Recordaba bien que su pareja quería un parto normal.

SeokJin rodó los ojos. —Porque son gemelos, y es un doncel. La cesárea no estaba a discusión.

Tiempo después una enfermera se acercó hasta el pequeño grupo. Yoongi la reconoció al instante, ella era la que se había llevado a su pareja para quirófano, así que suponía que llevaba noticias de Jimin, es por ello que no dudó en acercarse hasta la chica.

—¿Cómo está él? ¿Mis hijos están bien? ¿No hubo problemas con la cirugía? ¿Puedo verlos? —fue implacable al preguntar, logrando marear con facilidad a la chica.

—Tranquilícese, señor Min —rogó ella—. Todo salió bien, los bebés están sanos y salvos, lo mismo con su pareja.

Yoongi sintió como una enorme sonrisa se formaba en sus labios, al mismo tiempo que escuchaba las felicitaciones de sus amigos, y sentía apretones en su hombro para hacerle saber la felicidad que sentían con las buenas nuevas.

—Ya soy papá —anunció con orgullo, luego volvió a concentrarse en la enfermera—. ¿Puedo verlos?

La chica asintió. —De hecho venía para informarle que ya puede estar con ellos. Por favor, sígame.

—Estaremos esperando aquí —aseguró SeokJin con una sonrisa entusiasmada.

Yoongi caminó detrás de la enfermera hasta la sala donde se encontraba su pareja. Agradeció con una venia a la amable mujer, y con el corazón golpeando con fuerza dentro de su pecho ingresó a la habitación.

Jimin estaba despierto, pero por recomendación del médico no podía hablar hasta dentro de algunas horas. Sin embargo, eso no detuvo a Yoongi para acercarse y besarlo en la frente con todo el amor que estaba sintiendo.

—Te amo tanto, mi amor —le susurró, mirando aquellos ojitos que le devolvían la mirada.

Hasta que el indicio de un llanto captó por completo su atención.

Miró hacia la cuna que estaba colocada en el lado derecho. Justo ahí estaban dos bebés de tamaño diminuto, piel enrojecida, y abundante cabello negro, vestidos con pijamas amarillas que hacían juego.

Yoongi jamás podría describir con palabras exactas todo lo que sintió cuando miró a sus hijos por primera vez. Era un amor tan grande, puro e incondicional que logró estremecer cada partícula de su cuerpo, junto con aquel instinto protector que nació desde lo profundo de su alma, y que quedaría impreso para el resto de su vida.

—Hola, mis bebés —saludó, inclinándose un poco sobre la cuna.

Sus dedos acariciaron las manitas pequeñas de sus hijos, sonrió con ternura cuando descubrió que ambos estaban tomados de la mano con fuerza, negándose a separarse aún cuando él quiso intentarlo. Besó un piecito de cada uno, y no sabe por cuánto tiempo estuvo contemplándolos, pero nunca se cansaría de hacerlo.

Y es que en esa sala de hospital que parecía pequeña a comparación del resto del mundo, se encontraba el universo entero que pertenecía sólo a Yoongi.

Uno que cuidaría y haría feliz durante todos los días de su vida.

Los gemelos Min eran los niños más consentidos.

El tío Siwon había mandado a decorar la habitación de los gemelos, agregando muchos juguetes que sus padres dudaban mucho que pudieran usar; sin embargo, lo agradecieron porque era un detalle hermoso, y además sabían que nada ni nadie podía detener al gran señor Choi en su ardua tarea de consentir a los pequeños.

El tío SeokJin y el tío NamJoon se habían tomado en serio la tarea de saquear todas las tiendas de ropa para bebés. Jimin y Yoongi gritaron asustados cuando la sala completa de su casa se vio repleta de muchas bolsas de compras, cortesía de la pareja Kim.

La tía Nayeon fue la culpable de que en cada rincón de la casa hubiera un peluche llamativo. La alegre mujer se encargaba de llevar bolsas completas que contenían los peluches más extraños; unos con forma de comida, otros de animales y había otros que simplemente no le encontraban forma.

El tío Taehyung y el tío Hoseok fueron los encargados de llenar toda la casa con cámaras para la seguridad de los bebés. Yoongi les aseguró que no era necesario, que él mismo se encargaría de ello, pero, como en todas las ocasiones obtuvo una negativa, y no le quedó de otra que resignarse.

Sin contar que, el pequeño Taehyun amaba convivir con sus primos pequeños, siendo tres remolimos que siempre mantenían intacta la energía de la casa.

Por otro lado, el tío Jungkook se había encargado de arrasar con todos los cuentos infantiles existentes. Para Jimin era divertido ver como su pequeño hermano era capaz de crear disfraces para usarlos y que de esta manera los cuentos que le contaba a los bebés tuvieran mejor visualización; o al menos eso era lo que el pelinegro siempre decía.

Y los abuelos Park, que siempre llegaban para cuidar de los pequeños, aprovechando también para alimentar adecuadamente a sus propios hijos y consentir a Yoongi, aprovechando los viajes constantes que hacían para la capital y así pasar un tiempo en familia.

—Minhoo es más tranquilo —aseguró Jungkook—. Aquí el diabólico es MinJae.

—Y MinJae es el que te quiere más, porque no llora con tus muecas raras —opinó Yoongi. Jimin, quien estaba sentado en el regazo de su pareja soltó una risotada.

Jungkook se encogió de hombros. —MinJae es mi favorito, es tan perverso como yo.

—Es un bebé, Kook —dijo Jimin—. Y no mientas, los dos son tus favoritos.

—Está bien, lo acepto —resopló el pelinegro, luego sonrió ampliamente al ver las dos bolitas pequeñas jugar en sus carriolas—. Los llevaré al jardín.

Cuando se encontraron completamente solos, Jimin se aventó sobre su pareja para llenarle de besos. Besó la nariz, mejillas, frente, mandíbula, y finalmente caer en aquellos labios finos que le estaban esperando con ansias locas.

—Te amo, Gigi —le susurró, sus miradas y corazones conectados por un mismo sentimiento.

—Te amo, Minnie —respondió él, volviendo a entregarse en un beso dulce que demostraba con hechos lo que había confesado con palabras.

Todo su amor, aquel que nació bajo la pasión que muchos conocían como...

Lussuria.

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Tita.

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