🫦07: Expected News🫦
Yoongi podría admitir con facilidad que a lo largo de su vida se ha deleitado con todos los placeres descubiertos.
Viajes costosos, ropa de marca, zapatos de diseñador, joyas, dinero..., absolutamente todo lo que soñaba durante una noche lo cumplía al día siguiente.
Sin embargo, después de todos esos años, él seguía estando completamente seguro que el placer infinito del cual nunca se aburriría era tener el cuerpo de su pareja envuelto entre sus brazos.
Cuando conoció a Jimin pensó que era hermoso. Esa mirada cargada de encanto y coquetería le cautivó sin hacer esfuerzo, encontrando la perdición completa cuando pudo probar por sí mismo el glorioso sabor que desprendían esos labios gruesos que le incitaron desde la primera sonrisa.
Por él sería capaz de todo, se metería en cualquier papel con la condición de conseguirlo. A Yoongi no le importaba ser un poeta soñador o un hombre poderoso, si con ello ganaba noches de encanto con aquel precioso chico de cabellos rojos.
Grata fue la sorpresa de saber que Jimin se interesó por su parte real. Le encantó conocer que ese chico ardiente le gustaba escucharlo hablar, halagando el tono ronco de su voz al asegurar que lograba tranquilizarle completamente; que sus ojos pequeños eran lindos, pero que al mismo tiempo poseían la intensidad suficiente para hacerle temblar las piernas; y que su sonrisa relajada era mil veces más conquistadora que las muchas ensayadas que tenía preparadas.
Fue entonces cuando decidieron conocerse y entregarse en el camino. Fueron todo, un remolino intenso, un desastre estremecedor, una combinación perfecta de lujuria y tentación que siempre generaba el mismo resultado: presión y piel bajo las sábanas.
Y en algún punto del camino, el amor apareció..., sin ser llamado o requerido.
Para sorpresa de ambos, ninguno se asustó. Tomaron todo como lo hicieron desde el principio, ese sentimiento nuevo lo cuidaron como si fuera lo más valioso del mundo, quizás así lo era para ellos, quizás exageraban... nada de eso importaba; lo único real era lo que sentían por el otro, lo que los llevó a tener esos años de intensa y hermosa relación, marcando sus propios límites, expresando sus angustias y miedos; y absolutamente confiando en el otro.
Su relación probablemente sería considerada como extraña, pero, de forma curiosa había funcionado mucho mejor que algunas relaciones denominadas "normales".
Se sentían orgullosos de ellos mismos, y en esa noche tranquila nuevamente se encontraban envueltos en los brazos del otro; no obstante, sabían que existía algo diferente que causó latidos erráticos en sus corazones.
—Me siento como un virgen inexperto —admitió Yoongi, las manos le temblaban levemente y parecían burlarse de él.
Jimin se removió en las sábanas hasta colocarse encima del mayor. —Sólo déjate llevar.
El menor decidió iniciar con un beso lento y profundo; los labios rellenos acariciaron los finos con delicada parsimonia, recorriendo cada rincón disponible hasta sentirse completamente dopado por el sabor de sus texturas juntas, mientras que sus lenguas se entrelazaban de forma necesitada para reclamar una vez más todo aquello que consideraban suyo.
Yoongi mordió el labio inferior del pelirrojo ganándose un gemido que quedó ahogado en su boca. Respondió con la misma intensidad que era besado, al mismo tiempo que sus manos decidían dar inicio a caricias suaves y constantes en la cintura pequeña que sostenían.
Las caderas de Jimin comenzaron con su trabajo. Se balancearon con lentitud de forma circular y luego de lado a lado, el peso de su cuerpo sirviendo de presión para estimular de forma directa el pene en el que estaba sentado, mismo que comenzaba a endurecerse bajo su trasero.
Rompieron el beso cuando la necesidad aumentó de nivel. Las manos del menor viajaron hacia la cabellera gris donde dio pequeños tirones a medida que se balanceaba, mientras que Yoongi decidía internarse en la piel suave del cuello contrario, donde sus labios hambrientos encontrarían saciedad, aunque fuese por un momento.
—Yoongi... te deseo —susurró en voz baja, con los dedos presionando con fuerza los hombros desnudos del mayor.
El peligris quitó con suma facilidad la camisa de pijama que estaba usando su pareja, la aventó a algún lado de la habitación y segundos después se encontraba admirando con lujuria el torso desnudo del chico ardiente que yacía a horcajadas sobre su cuerpo.
Se miraron por un instante que disfrutaron abiertamente, compartiendo una sonrisa traviesa al mismo tiempo.
—Tu polla está pulsando con fuerza en mi trasero —dijo Jimin, moviéndose una vez más sobre la dureza.
—Lo mejor sería que la saques de mi pantalón y juegues con ella —gruñó Yoongi, con sus manos grandes amasando cada glúteo del menor.
—Primero quiero besarte —confesó el pelirrojo.
Se inclinó sobre el cuerpo del mayor y sus labios iniciaron un lento camino de besos húmedos que tuvo origen en el cuello. Jimin decidió que lo mejor sería agregar mordidas suaves y algunas succiones, quería marcar la piel blanca del peligris y no pensaba detenerse.
Continuó bajando hasta llegar al pecho firme, su lengua salió para lamer porciones de piel y deleitarse a su antojo, mientras sus oídos eran bendecidos por los jadeos roncos que Yoongi expulsaba cada vez que la boca del pelirrojo impactaba en la piel sensible.
Jimin no se detuvo, siguió descendiendo, pasando sobre el abdomen que se movía de forma superficial hasta llegar al camino de vellos que estaba bajo el ombligo, y que lo guiarían hacia su próximo destino.
Con sus manos tomó la tela del pantalón de chándal que Yoongi estaba usando, tiró hacia abajo de un sólo golpe, siendo ayudado por el mayor quien terminó por deshacerse de la prenda con ayuda de sus pies.
Sólo entonces, el menor admiró la completa desnudez de su pareja. Los ojos de Jimin devoraron cada porción visible, deteniéndose todo lo que quiso en el miembro grande, grueso, completamente erecto, con un glande hinchado y mojado de líquido seminal que continuaba goteando hasta crear hilos finos que caían sobre las venas marcadas.
—Eres tan descarado, bebé —confirmó Yoongi desde su lugar.
Jimin tomó la polla de su pareja en un agarre firme, y con delicadeza comenzó a estimular hasta sentir como esa misma sangre caliente que yacía presa en las venas, se removía inquieta bajo su toque.
—No puedo evitarlo —respondió el menor, y al segundo siguiente estaba inclinado sobre la polla dura del peligris.
Yoongi lanzó una sarta de maldiciones cuando la garganta experta y profunda del pelirrojo alojó la totalidad de su polla en una sola engullida. Podía sentir con nitidez como su glande era capaz de profanar la sensibilidad de aquella garganta, como la lengua ajena acariciaba el tronco, haciendo la presión exacta para enloquecerlo por completo.
—Mierda, Jimin —gruñó, tirando la cabeza hacia atrás y sus ojos nublándose de placer.
Los labios del menor presionaron la carne que acariciaban, las manos suaves y pequeñas se encargaron de tocar los muslos de Yoongi, con los dedos enterrándose levemente y luego otorgando roces superficiales que eran capaces de crear un completo cosquilleo en el cuerpo del más grande.
Segundos después, el pelirrojo sacó de su boca el miembro que estaba completamente empapado de saliva y líquido blancuzco; con ayuda de sus manos dio masajes constantes de arriba hacia abajo, creando sonidos húmedos que se esparcieron por la habitación.
—Te quiero ahora —demandó Yoongi con la respiración pesada.
Jimin fue obediente cuando se tumbó boca arriba sobre el colchón, abrió las piernas en una invitación, mostrando con naturalidad lo bien que le quedaban aquellas bragas blancas de encaje.
El peligris se situó en medio de aquellas piernas, sus dedos largos las recorrieron con tranquilidad hasta llegar a la delicada tela. Retiró la prenda con suavidad, admirando como se deslizaba con facilidad sobre la piel de porcelana de su pareja hasta caer libremente en el suelo.
En silencio llevó dos de sus dedos a la boca contraria. Jimin se encargó de succionar y llenarlos de saliva, mientras su mirada permanecía conectada a la del mayor, disfrutando de la atmósfera erótica que se había formado hasta hacerles vibrar en deseos sin control.
Yoongi retiró sus dedos cuando los sintió bastante húmedos; sin apartar su mirada de aquellos ojos los llevó hasta el orificio que se contraía en necesidad, donde decidió ingresar uno primero, al tiempo que un segundo dedo quedaba dando caricias circulares alrededor.
Poco tiempo después ingresó un segundo dedo. Los enterró tanto como pudo e inició a abrir y cerrar en certeros movimientos de tijeras que tenían como función dilatar lo máximo posible para que la intromisión no fuese del todo dolorosa. Fue paciente, se llevó su tiempo en el proceso repetitivo, donde se aseguró de otorgar pequeñas dosis de placer al chico que tenía a su merced.
—¿Se siente bien? —preguntó Yoongi, estando atento a las expresiones del menor.
—Sí..., ya estoy listo —avisó entre jadeos bajos.
—¿Estás seguro? —inquirió con duda. No llevaba mucho preparándolo y no quería lastimarlo.
—Lo estoy —se removió inquieto y le dio una sonrisa ansiosa—. Vamos, quiero tenerte dentro.
Y tras esas palabras, nuevamente llegó a ellos el sentimiento diferente.
Yoongi no estaba usando protección, de hecho nunca lo hizo con Jimin. Sin embargo, el menor se había retirado el implante sub-dérmico, y ya había pasado el tiempo necesario para que todo estuviera en orden y así poder embarazarse.
Ese conocimiento llegó a ambos, disparando en dosis iguales los nervios y la emoción.
—Te amo —confesó el mayor, al mismo tiempo que comenzaba a penetrar el interior caliente y estrecho.
Jimin se encargó de tomar profundas respiraciones, relajó su cuerpo para que el proceso fuese menos doloroso y trató de concentrarse en las emociones que estaban llegando como fuerte tormenta para derribar todo en su interior.
El cuerpo del peligris cayó sobre el contrario cuando estuvo completamente dentro. Los brazos del menor lo abrazaron con amor, al mismo tiempo que empezaba a sentir múltiples besos ser distribuidos por sus hombros y cuello.
—También te amo —respondió Jimin en un susurro.
Yoongi comenzó a moverse con lentitud, trataba que sus empujes tuvieran la profundidad exacta para llegar al punto dulce de su pareja y así brindarle placer. Supo que lo estaba logrando cuando los dulces gemidos de Jimin se escucharon sobre su oído, siendo un impulso más para adquirir fuerza y velocidad en sus embestidas.
Llegó un momento donde los sonidos entre ambos subieron de volumen; Jimin gemía sin contenerse al sentir la intensidad con la que estaba siendo tomado, ambos alternando besos profundos y mordidas constantes que dejaban sus cuerpos marcados.
El tiempo pasó sin ser contado, sus cuerpos se empaparon de sudor a medida que los movimientos aumentaban. Jimin rasguñó la espalda del mayor, sus muslos se enroscaron en la cintura que arremetía con fuerza contra él, volviendo a sentir la dureza de aquel miembro excavar en lo profundo de su ser.
El orgasmo del menor llegó de forma inmediata. Jimin gimió con fuerza sobre la boca que le estaba devorando a medida que su miembro expulsaba toda su esencia la cual quedó impresa entre ambos cuerpos.
Yoongi siguió besándolo con intensidad y no detuvo sus embestidas, continuó aplastando el cuerpo que temblaba bajo su cuerpo, aprovechándose de la sensibilidad que había llegado con el orgasmo para multiplicar el disfrute en el menor.
Hasta que un cosquilleo bastante conocido comenzó a tomar fuerza en el vientre bajo del peligris.
—Estoy cerca, Jimin —anunció con jadeos.
El menor lo abrazó con fuerza. —Te quiero, Yoongi.
Tres, cuatro y cinco empujes más que fueron dados con la misma intensidad para que Yoongi alcanzara el orgasmo. El mayor dejó salir toda su esencia, el líquido caliente se internó en las profundidades del menor, llenándole por completo.
Finalmente, los dos cayeron en un profundo cansancio, aunque no el suficiente para hacerlos dormir, pero sí el perfecto para permanecer abrazados.
—Fue grandioso —murmuró Jimin, permaneciendo abrazado al cuerpo de su pareja—. Eres maravilloso, Yoon.
El mayor sonrió, besó con ternura la frente del pelirrojo y lo apresó más fuerte entre sus brazos.
Jimin se encontraba nervioso, si es que esa palabra podía definir todo lo que sentía.
Trataba de mantener la respiración tranquila en lo que esperaba que los minutos pasaran, mas pronto descubrió que esa misma espera era la responsable de que el tiempo se alargara más de lo esperado.
Suspiró por tercera vez en el mismo minuto de tiempo.
Habían pasado varios días, y luego de una larga conversación con Yoongi ambos decidieron que era el momento indicado para hacer la primera prueba. Es por ello que habían corrido a comprar tres pruebas de embarazo (entre más mejor, eso creían) y hace pocos minutos el menor de ambos se había encerrado en el baño para realizarlas.
Se aseguró de cumplir con cada una de las indicaciones, y ahora se encontraba en la extensa espera de los cinco minutos más agonizantes de su vida.
Estaba dando vueltas sin sentido, esforzándose en no mirar hacia la mesita donde reposaban los tres objetos que podrían cambiar su vida para siempre.
—Cálmate, Jimin. Todo estará bien —habló en voz alta, con el fin de tranquilizarse.
Yoongi estaba esperando afuera de la habitación. El menor esperaba que no estuviera hecho un desastre de nervios como lo estaba él.
Esperó un poco más, y cuando los minutos exactos pasaron, Jimin se acercó con miedo al lugar donde reposaban las pruebas de embarazo.
Decidió que lo mejor para sus nervios sería actuar rápido y es lo que hizo. Tomó la primera prueba entre sus manos y miró el resultado con el corazón retumbando con fuerza dentro de su pecho; inmediatamente las lágrimas nacieron de sus ojos, pero Jimin necesitaba convencerse, no caería tan rápido.
Miró la segunda prueba y el resultado fue igual al primero. Con los sentimientos a flor de piel y las manos temblándole con fuerza tomó la última prueba, ahogando un sollozo cuando descubrió que tenía el mismo resultado.
—¡Yoongi! ¡Yoongi! —llamó a gritos, el llanto escalando con velocidad en su garganta.
El mencionado ingresó rápidamente al baño, lucía tan ansioso como el mismo Jimin se encontraba. Ambos se miraron e inmediatamente se refugiaron en un abrazo fuerte.
—Tranquilo, amor —susurró el peligris, preocupado de que su pareja llorara de esa forma.
—Yoongi... —pronunció el menor, sus manos aferrándose con fuerza a los brazos del mayor.
—Respira, vamos —pidió con dulzura, esperando lo necesario para que Jimin se tranquilizara.
Los dos se tomaron un momento, el necesario para que la tranquilidad se instalara en el ambiente. El pelirrojo tomó una profunda inspiración, saliendo de su escondite cuando se sintió seguro de poder hablar sin llorar de por medio.
—Me siento mejor, Gigi —aseguró con la sonrisa más brillante que Yoongi miró en su vida.
Y fue esa sonrisa tan hermosa en el rostro de su pareja, la responsable de que una chispa de esperanza se encendiera en su interior.
—Jimin... —llamó, lamiéndose los labios con ansiedad—. ¿Cuál fue el resultado?
La respuesta fue inmediata, y puso el mundo de Yoongi de cabeza.
—Positiva, las tres fueron positivas —informó el menor, soportando el nuevo llanto que amenazaba por salir.
—Mi amor... —jadeó el peligris, sintiendo como las rodillas perdían fuerza.
—Seremos padres, Gigi —susurró Jimin, guiando las manos de su pareja a su vientre plano—. Aquí está nuestro bebé.
Yoongi lo abrazó y lo levantó en sus brazos, no se molestó en ocultar el llanto de felicidad porque Jimin estaba igual o peor que él. Los dos rieron como dos tontos enamorados, sintiéndose ilusionados, y deseando que el tiempo pasara rápido para tener a su hijo con ellos.
—Seremos padres, Minnie —dijo con la emoción contenida dentro de su pecho.
La mirada que compartieron luego de esa noticia, fue la primera promesa de una nueva vida con la que soñaron desde hace mucho tiempo, pero que hasta ahora comenzaban a construir.
Mañana nos leeremos en el final de esta historia. 🥰
Les deseo una excelente noche/día.
Tita.
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