🫦01: New York City🫦

La ciudad de New York resplandecía gracias a las luces nocturnas que le iluminaban en diferentes tamaños y colores.

En el quinto piso de un hotel de lujo se encontraba una habitación con altas paredes de vidrio, desde ahí las luces servían de espectáculo soñador al hombre que yacía encima del cuerpo de una sonriente y jadeante mujer.

Yoongi estaba concentrado en su trabajo, su cuerpo tonificado era el encargado de brindar placer a la castaña que le había contratado por toda una semana. Por lo general sus trabajos no requerían de tanto tiempo, pero Ava siempre fue una de sus clientes más habituales, sin mencionar la generosa paga que recibía al final de todo.

Fue así como tuvo que viajar hasta New York para reunirse con la extravagante mujer. Ava era dueña de una línea de maquillaje y su fortuna era exuberante, pero su vida amorosa siempre fue una catástrofe, es por ello que cuando se sentía agobiada buscaba algo de compañía, lo suficientemente bueno y sin ataduras sentimentales como para marearla.

Afortunadamente Yoongi entraba bien dentro de sus gustos. Cuando se reunían, el peligris entraba en su papel de amigo fiel y salía con ella a los lugares que quisiera, luego en la privacidad de una habitación se la follaría hasta el cansancio, justo y como estaba haciendo en esos momentos.

—Eres tan bueno, cariño —soltaba entre gemidos, mirando embelesada al hombre que la estaba haciendo sentir deseada.

El peligris aumentó sólo un poco la fuerza de sus estocadas, se inclinó y besó con sensualidad el suave cuello en caricias perfectas que aumentaban el éxtasis en la castaña, provocando que una sonrisa perpetua estuviera siempre en sus facciones delicadas.

Los minutos pasaron tan lentos como a ella le gustaba, Yoongi sabía que Ava prefería el sexo suave y con toques profundos, además de muchas caricias mientras era besada. Ciertamente era un poco repetitivo y no se quejaba, ella no tendía a ser exigente ni ruda como algunos de sus otros clientes.

—Córrete, dulzura —comentó ella con una sonrisa cansina y tremendamente satisfecha.

El peligris dio unas cuantas estocadas más y con un jadeo pequeño alcanzó su orgasmo. Apoyó la frente en el pecho suave y desnudo sólo porque sabía que a Ava le gustaba, y tras un par de segundos salió de la cama e inmediatamente buscó su bata.

Se la colocó bajo la atenta mirada de la mujer que yacía en la cama, los dos estaban en un silencio cómodo y sabían bien que el ambiente había cambiado porque aquella era la última noche que Yoongi pasaría con ella.

La semana había finalizado y al día siguiente el peligris debía regresar a Corea.

Luego de algunos minutos, Ava se levantó y al igual que Yoongi se colocó una bata, caminó con elegancia a través de la habitación hasta llegar a un escritorio de donde sacó un sobre sellado.

Al momento de voltear sonrió ampliamente, Yoongi estaba a punto de irse a su propia habitación para dormir tranquilo hasta el día siguiente.

—Gracias por todo —dijo ella, mientras le extendía el sobre al contrario.

Él lo tomó y no se molestó en revisar su interior. Hizo una pequeña reverencia y finalmente salió de aquella habitación.

Cuando estuvo en el pasillo sintió una pequeña sonrisa dibujarse en su rostro, finalmente había culminado con su trabajo y ya se encontraba ansioso de volver a su hogar.

De volver a sus brazos.

Caminaba por las calles concurridas a paso lento y tranquilo. La maleta que había llevado era pequeña y no le molestaba, lo suficientemente ligera como para desplazarse en la ciudad sin la necesidad de recurrir a algún taxi.

Caminó durante algunos diez minutos hasta que sus ojos se posaron en una joyería que solía visitar cada vez que estaba en la ciudad; así que, teniendo una idea de lo que quería hacer apresuró el paso hasta que logró ingresar.

Miró con detalle las diversas joyas que se exhibían en las vitrinas, cada una más hermosa que la otra, pero sin terminar de convencerle. Dio unos cuantos pasos más hasta que estuvo frente a una de las trabajadoras del lugar quien le recibió con una agradable sonrisa.

—¿Busca algo especial? —preguntó ella, mirando curiosa el comportamiento entusiasta del peligris.

—Quiero un anillo lo suficientemente delicado y elegante que se haga lucir, pero sin que sea cargado o extravagante —comentó, esperando una respuesta afirmativa.

—Creo que tener lo que busca —respondió la joven, perdiéndose durante un par de minutos en las muchas vitrinas que habían en el lugar.

Durante ese momento Yoongi miró a su alrededor, habían pocas personas en la tienda, quizás algunas cinco sin contarlo a él, y las únicas que llamaron su atención fueron un par de muchachas que parecían muy cariñosas e ilusionadas mientras se probaban diversos anillos.

Luego de un rato un poco más largo volvió la joven que lo había recibido llevando entre sus manos una caja de terciopelo gris. Ella le mostró el anillo en silencio y con una pequeña sonrisa, siendo la joya del absoluto agrado para Yoongi.

Era delgado y de oro blanco con diminutos diamantes a su alrededor, y como protagonista tenía una piedra preciosa de un púrpura oscuro. Lo tomó con cuidado y lo midió en su dedo meñique, sonriendo feliz al saber que se ajustaba de manera perfecta.

—Lo llevaré —anunció a la mujer, quien asintió para comenzar a empacarlo.

—Son cuatro mil dólares —anunció—. ¿Con qué desea pagar?

—Con tarjeta —dijo, al mismo tiempo que se la entregaba para realizar el pago.

—¡Gracias por su compra! —exclamó la mujer con una sonrisa, Yoongi sonrió tenue y finalmente salió de la joyería.

Miró su reloj y descubrió que iba un poco tarde hacia el aeropuerto, así que sin dudar tomó un taxi para llegar a tiempo y por fin poder tomar un largo vuelo que seguramente lo dejaría exhausto.

Sin embargo, sabía que valdría la pena su pequeña sorpresa.

Todos los presentes en la sala de grabación se encontraban sumergidos en un profundo silencio, cada mirada atenta a la escena que se estaba llevando a cabo en el centro de la habitación con las luces tenues en rojos y dorados.

El cuerpo glorioso y completamente desnudo de un ardiente pelirrojo yacía tumbado boca abajo en la gran cama, la piel de porcelana lucía tentadora entre la delicada seda negra que la acariciaba, mientras que los gemidos agudos deleitaban a la audiencia que con destreza y profesionalismo se encargaba de grabar cada segundo de aquel momento.

La boca roja y pecaminosa se abrió cuando su compañero tocó aquel punto que le hizo jadear. Estocadas iban y venían al ritmo de los jadeos y en compañía de arañazos y mordidas que marcaban sus cuerpos, creando una pasión superficial que quedaría congelada en los lentes de las cámaras que se encargaban de grabarlos.

Jimin gimió cuando el contrario lo cambió de posición dejándolo en cuatro y con el culo alzado. Nuevamente fue penetrado, rudo y toscamente hasta sacudir su cuerpo en movimientos erráticos y casi animales; el sudor bañó sus cuerpos, agregando un sonido extra que fue producido por el choque de ambas pieles sensibles y calientes.

El orgasmo llegó como una tormenta abrazadora, el pelirrojo se desplomó en el colchón con la respiración agitada, mientras que su compañero salía de su interior para liberar su esencia en sus prominentes glúteos que estaban enrojecidos por tantas nalgadas.

—¡Terminamos! —anunció alguien en el set.

Las luces de colores fueron apagadas al igual que las cámaras, para dar paso a la luminosidad normal del salón. Jimin ignoró todo a su alrededor y cerró los ojos para descansar un poco; sin embargo, volvió a abrirlos al sentir como su desnudez era cubierta por alguien más.

—¿Fui muy duro? —preguntó su compañero, usando una bata roja para cubrir su cuerpo.

—No, sólo que me gusta dormir después del sexo —respondió con un bostezo.

NamJoon sonrió burlón. —No es el momento, Minnie. Tenemos que revisar la grabación y hasta entonces el tiempo será realmente nuestro.

Resoplando, Jimin tomó la bata que su compañero le ofrecía y se levantó de la cama para seguirlo hasta donde harían la revisión del video. Para él era un tanto extraño verse en las cámaras, aunque tampoco podía negar la enorme satisfacción de saber que siempre lucía encantadoramente bien, sin importar el ángulo o el lugar.

—Quedó espectacular —comentó NamJoon a su lado. Ambos completamente duchados y vestidos.

—Claro que sí —anunció SeokJin, haciendo su entrada al lugar y ganándose una reverencia conjunta de todos los presentes—. Ustedes son los mejores que tengo, y trabajan muy bien juntos.

El moreno rápidamente se puso de pie y saludó a su novio (y jefe) con un tierno beso en sus labios. SeokJin le sonrió amoroso y con orgullo, para luego mirar a Jimin de la misma manera.

—Hicieron un buen trabajo, no tendrán tomas hasta dentro de un mes —informó.

—¿Cuándo saldrá el video? —indagó Jimin, mientras tomaba sus cosas para poder irse.

—Hoy por la noche se estará publicando —respondió Jin, siendo abrazado por el moreno—. De cualquier forma te enviaré un mensaje para que no lo olvides.

Jimin asintió. —Bueno, si no hay nada más pendiente me iré.

—Nos estaremos viendo —se despidió SeokJin, con un abrazo al igual que NamJoon.

El pelirrojo abandonó las lujosas instalaciones y subió a su auto, colocó una melodía suave para poder conducir hasta su hogar, con la esperanza de tomar un sueño profundo y descansar.

Entró al penthouse y lo primero que hizo fue sustituir sus zapatos por unas pantuflas cómodas, dejó su bolso en la mesa de entrada y finalmente terminó de ingresar.

Sus pasos frenaron de golpe cuando llegó a la sala, sus ojitos abriéndose más de lo normal cuando detectó una serie de detalles que poco a poco estaban alocando a su corazón.

Había un abrigo armani sobre el sofá de terciopelo color azul eléctrico, la televisión estaba encendida en el canal de noticias, y un delicioso aroma a café se extendía por todo el lugar hasta acariciar sus fosas nasales.

Jimin lamió sus labios en un reflejo de mitigar la ansiedad que estaba sintiendo; sin embargo, poco a poco fue frunciendo el ceño ligeramente, pues no esperaba que su pareja llegara justo ese día.

—¿Gigi? —habló en voz alta, dando pequeños pasos por el lugar—. ¿Eres tú, amor?

Había ocasiones en las que su hermano se adueñaba de su hogar, y no le sorprendería que aquella fuera una de ellas.

Escuchó el sonido de pasos apresurados, Jimin volteó hacia la entrada de la cocina y fue ahí cuando lo miró.

Yoongi le sonreirá ampliamente, estaba usando un pijama gris que hacía juego con su cabellera revuelta y estaba descalzo. Los ojitos de Jimin parpadearon un par de veces, tratando de asimilar la imagen que veía.

Una risa ronca lo sacó de sus sueños, trayéndole de vuelta a una experiencia real mucho más cálida.

—¿Y bien? —inquirió Yoongi con una ceja alzada y abriendo ambos brazos—. ¿No vas a darme un abrazo, bebé?

El pelirrojo no necesitó de más. Corrió los pocos metros que lo separaban de su novio e inmediatamente se fundió en aquel cuerpo grande y cálido que siempre le protegía. Yoongi enterró la nariz en la suave cabellera de su chico y ahí permaneció durante algunos minutos, mientras el menor restregaba su nariz en el pecho contrario.

—Pensé que vendrías dentro de dos días más —murmuró Jimin, con la mandíbula apoyada en el pecho del mayor para poder verle.

Yoongi le besó la nariz con cariño. —Te extrañaba terriblemente, así que apenas terminé mi trabajo decidí regresar para estar contigo.

En un movimiento rápido Jimin se sujetó al cuerpo del más grande. Los muslos gruesos rodearon la cintura del peligris y los brazos hicieron lo mismo con el cuello pálido; Yoongi lo sujetó con fuerza y ambos se miraron directamente a los ojos.

—También te extrañé —confesó Jimin, para luego unir sus labios en un profundo beso.

Finalmente, y después de largos días volvían a sentirse completos, porque estaban donde realmente pertenecían.


















Espero que les guste. ❤️

Anillo que compró Yoongi. 👇🏻















Tita.

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