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-Ray...¿no le tienes miedo a la muerte?- interroga de forma suave la jovencita de finas hebras doradas, con mirada entristecida que él simplemente no logra descifrar.

Respira un momento, mientras la brisa choca en su rostro de forma tierna, causando que sonría inconscientemente.

-Anna...¿a qué hora sirven el almuerzo?- pregunta entonces, con sorna en su sonrisilla diabólica.

La rubia pone su carita en blanco, con un tic raro en su ojo derecho y manos temblantes, causando que el azabache ría con burla ante tal expresión.

-¡Pero si acabas de desayunar!- refuta ella con molestia, mientras tapa sus labios de forma torpe al caer en cuenta que está en un manicomio, y por recontrapartida, en su trabajo-¡Ray!- reprocha en susurro, viendo la sonrisa del azabache.

Y es raro, porque el suele ser más reservado, así que en su corazón de puro color y mirada dulce, no logra evitar sonreír complacida ante tal escena.

-La que gritó fuiste tú, no yo- se defiende, y ella lamenta tanto que tenga toda la razón.

-A veces quisiera comprenderte un poco más- libera con suavidad, recostándose en el verde pasto, bajo la sombra del magno árbol cerca suyo, causando que Ray sonría ante la relajante imagen y se acerque un poco más a ella- Eres mi primer paciente, y en realidad me sentí muy afortunada de tener alguien cerca a mi edad, pero...resultaste ser alguien tan lejano que me siento patética a tu lado, porque eres tan diferente a como imaginaba- sincera Anna con sonrisa nostálgica, mirando con sus profundos orbes celestes al chico de hebras ébano.

-Entonces, supongo que fallé como tu "paciente ideal"- pronuncia Ray con gracia, causando que la enfermera ría con sutileza y niegue suavemente.

-No, en realidad me hace feliz tener un paciente como tú, Ray, eres muy especial...- anuncia con dulzura, mientras su rostro se tiñe de un carmín intenso al analizar mejor sus palabras.
Mira a Ray de pronto, con sus labios de cerezo temblantes y sin saber que palabra articular para corregir lo anterior dicho, pero lo que encuentran sus ojitos cielo parece ser algo tan lejano, lejano y bonito.

-¿Gra...cias?- murmura el azabache, con el rostro casi sonrosado y sonrisa tímida, y bueno, Anna no sabe muy bien si ello es cierto por el flequillo que tapa su rostro.

-Ray...- susurra la rubia entonces, tomando sus manos frías y sonriendo comprensiva- Realmente eres especial.

¿Era tan raro para él oír esas palabras?

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-Entonces...Norman no quiere ingerir alimento alguno- comenta James con seriedad, arreglando cada papel suelto de su escritorio.

-Así es, doctor, parece que el mundo cual imagina corrompe mucho la realidad, de esta forma puede padecer de desnutrición- añade Gilda con preocupación, a la vez que James toma camino hacia un rústico portaretratos, con una diminuta sonrisa nostálgica.

-Si sigue así, no nos quedará otra opción que alimentarlo a través de intravenosa.

-Entiendo, mas esa será la opción final ¿cierto? Él aún es un joven fuerte y saludable de forma física, tendremos que hacer ello en el peor de los casos.

-Así es, Gilda ¿tienes algo más que avisar?- pregunta el albino, con mirada suave y porte, aún así, profesional.

-La madre del paciente Ray Grace pidió visitar a su hijo el día de mañana, no sin antes hablar con usted.

James suspira cansado, sobando su sien con suavidad y mirando tras la ventana de su oficina a Ray caminando lentamente con Anna en el pasto verde, junto a pequeñas flores celestes y lilas.

-Acepte el pedido de la señora Grace, mas dile que el ver a su hijo será posible solo si éste desea- pronuncia con calma, volviendo a hundirse en expedientes y estrés nuevamente.

-Entendido, doctor James- anuncia Gilda antes de retirarse.

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-¿Por qué hay un piano en esta sala?- interroga el azabache, acercándose al instrumento con mirada ansiosa.

-Uh...bueno, hay un paciente aquí que tocaba las sonatas más bellas que alguna vez, en mi vida, había podido escuchar- revela Anna con tristeza, mientras delicadamente posa sus finos dedos en cada tecla, sin emitir sonido alguno.

-Entiendo...¿era tu novio?- la rubia se sobresalta ante tal pregunta, viendo con asombro a Ray y negando efusivamente con su cabecita dorada, causando que este ría vagamente.

-No, solo un conocido, pero novio no- aclara con nerviosismo aquello, mientras este toma asiento y toca una tecla curioso.

-Sería interesante desarmarlo y armarlo nuevamente- murmura con leve verdad, mientras la rubia le pega en la mano.

-Ni se te ocurra- advierte ella, mientras sus labios se curvan, pintando una sonrisa agraciada y pintoresca en su rostro.

-¿Sabes tocar piano?- interroga con voz neutra, a la vez que la rubia asiente y sus manos se encargan del resto.

Ray no sabe que es más bello, el oír la tierna sonata de una estrellita o verla a ella; con sus cabellos sueltos, así como una cascada de oro, junto a sus iris de hermoso cielo celestial, que brillan momentáneamente.

Y claro, Ray piensa que es más la segunda opción, hasta que sus pensamientos son cortados con suavidad al oír...

-La melodía de mamá- murmura con asombro, mientras Anna asiente dulcemente y se encarga de seguir tocando, de forma inexperta, sí, pero ello no le quita la belleza.
Así que Ray, con dolor en el pecho, disfruta la sonata.

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-Ray Grace...- susurra James con los papeles de su investigación esparcidos en la mesa, tratando de averiguar como la actitud de una persona cambia al saber su fecha de muerte.

Repite una vez más el nombre ajeno, con frustración y, a la vez, asombro que le hace querer tanto reír a carcajadas, porque el chico realmente era un enigma, al igual que el esquizofrénico de la habitación 101 y la jovencita que sufre demencia.

-Entonces...Ray Grace y su intento de suicidio es buena fuente para realizar mi investigación, desde cero.



-¿Estás bien?- susurra Emma tras el cristal de la ventana, dando toquecitos suaves para que está sea abierta.
El albino por su parte sonríe amable, dejándola pasar y ayudando a la jovencita de hebras naranjas, así como el atardecer, bajar con cuidado.

Ella le sonríe agradecida y rodea el cuerpo helado del más alto con sus brazos, hundiendo su rostro en el pecho de él, quien acaricia suavemente su melena, que desprende fragancias tan dulces y alegres, que hace su mente temblar.

Porque Norman siente que Emma no es real, que pertenece a su mundo imaginario, donde no es lastimado por nadie y los colores abundan solo por ella.

-Emma...- tan solo ello pronuncia con cariño, causando que los ojos de ella se enfoquen en él.
Y el verde es tan bonito, tan cautivador para él, que siente su corazón palpitar con frenesí, junto a una sonrisa que solo ella puede admirar.

-Debes comer, Norman, no te la pases trabajando mucho, podrías enfermar- dice Emma con preocupación, mientras el albino ladea la cabeza y acaricia su mejilla con primor.

-Siento que, en realidad, eres tú la que más está cansada, Emma. Tú...siempre tratas de ayudar a todo ser viviente, incluso si para ello debes agotar tus últimas energías.
La nombrada niega de forma efusiva, mientras una risa sutil es liberada de sus labios de cereza, los cuales son depositados en su fría y pálida mejilla fugazmente.

-Los pacientes aquí son bien atendidos, ello es bueno ya que cuando me vaya, no tendré que preocuparme por ellos.

Norman sonríe enternecido ante tal obra de arte puesta en sus ojos, alumbrando aquella fría habitación con sus sueños de preciosa felicidad y sonrisa que calma los fuertes mares de su corazón.

-Supongo que siempre eres así.

-¿Así como?

-Así de radiante- contesta con verdad, mientras Emma se recuesta en la blanca cama de Norman y sonríe sin saber.

-¡Oh! Se me olvidaba a lo que realmente vine- medio grita ella, con ánimo y torpeza al final, causando la suave risa del albino.

-Adelante, necesito saber lo que has investigado- pronuncia con calma el contrario.

-Ray, bueno...él tiene un corto tiempo de vida.

-Ya veo- susurra con asombro, aunque de ello Emma no se percata, solo le rodea con suavidad, acurrucándose en su pecho y sonriendo. Norman, quien continúa en silencio, esboza una sonrisa casi temerosa, cubriendo sus labios mientras abre sus ojos de cielo encantado aún más.

-Es muy joven para morir, tiene tu edad- admite con pena la fémina de atardecer color, aunque su corazón se oprima con tan solo recordar a Ray vomitando y tan desesperado por salir de allí _quizás para disfrutar de sus últimos días de vida, quizás para terminar lo que él empezó, y quizás, solo quizás, para empezar a amar_

-Eres tan noble y amable- pronuncia entonces Norman, con una pequeña sonrisa pura- Siempre piensas en los demás, a pesar de todo lo que te han hecho, a pesar de apenas conocerlos- revela con sencillez el mayor, y Emma no hace más que mirarle cariñosa, aunque ya le haya descubierto.

-Entonces...lo sabes, viste a través de mis palabras- murmura apenada, y Norman admite que esa expresión realmente es bonita.

-Deseas que él salga con nosotros, para que...probablemente para que disfrute de sus últimos días de vida ¿me equivoco?

-No, estás en lo correcto...como siempre- admite Emma llanamente, dándose por vencida siempre ante Norman, quien parece descifrar cada una de sus palabras y miradas-¿Cuándo podré vencerte?

El albino suelta una suave risa, mientras niega con la cabeza y acaricia sus cálidos cabellos- No necesitas vencerme, tú siempre estarás delante mío, Emma-

El silencio es tranquilizante entre ambos, y la suave ráfaga de viento nocturno, bañado en angustia y locura ajena remueve sus cabellos de forma sutil.

-¡Llevaremos a Ray con nosotros!- exclama de la forma más baja posible la lunática de bonitos ojos, quien sonríe radiante ante la mirada suave de Norman.

-Pensé que se había negado a ayudarnos, por eso no añadiste más información.

-Bueno...nunca me dijo que no, solo se burlo de mí y lo que había dicho...¿Norman?- pronuncia de pronto con terror, mientras el de hebras níveas mira el suelo y se aleja de ella casi tambaleando, no tiene mirada seria, solo dulce y calmada, mirándola y susurrando palabras ininteligibles, moviendo sus manos y luego riendo de forma sutil.

Él había entrado en su mundo.

-Norman...- murmura Emma con leve tristeza, acercándose a él con suavidad y sonriendo comprensiva al conocer su estado mental- Saldremos de esta, lo prometo- le susurra, aliviada porque eran inusuales las reacciones que tenía, saliéndose de aquella realidad donde viven para regresar a aquel mundo imaginario que Norman mismo tenía para él.
Y bueno, aquello para Emma era algo así como que relajante, debido a que al menos en aquel mundo, totalmente distinto y sin preocupaciones, Norman podría estar mejor, no obligándose a encontrar una salida para así escapar de Marystela.

Lo recuesta en la cama con calma, alegrándose de forma muy retorcida que ella sea la única capaz de calmarlo, mientras tararea suavemente una melodía nocturna, remojada en el esmeralda de sus iris y los sueños que tiene de libertad, de alegría, de amor.

-Em...Emma- susurra de forma casi confundida, lejana ante la jovencita de tierna sonrisa.

-Descansa Norman, ya no necesitas pensar más- habla ella, subiendo a la ventana cristalina y despidiéndose con el suave movimiento de su mano.

Poco a poco, ambos iban mejorando; esquizofrenia y locura regulada, corazones en sincronía, y el leve deseo que va creciendo y creciendo cada vez más.

-Vamos a escapar de aquí, y derrotaremos a Peter- piensa con ansias Emma, mientras pinta el camino hacia la verdad y sueños de hermoso lila que quiere conseguir- Saldremos con Ray de aquí.

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Holi amado lector y lectora ¿Cómo les parece hasta ahora la historia? Quisiera saber realmente su opinión ❤😄


¡Muchas gracias por leer,los quiero mucho!🌜🌻

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