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Lunatic
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Luna brillante y respiraciones jadeantes...sonidos dulces en una sola habitación.
La luna, en esos instantes Anna sólo piensa en aquella bella piedra luminosa que se posa en el cielo tras del cristal, mientras los labios de Ray recorren su fino cuello y siente sus hebras cerca a su rostro, así que las acaricia con cariño.
-Son tan suaves- suspira mientras su blusa del más blanco y puro color va siendo retirada de su cuerpo con delicadeza.
Ray por lo bajo sonríe pícaro, mientras las mejillas rosas de la rubia lo cautivan junto a su fragancia de tierna lavanda, que parece una droga al impregnarse en sus fosas nasales y hacer que él pierda la poquísima cordura que le quedaba.
Sus labios se unen otra vez más, mientras sus manos blancas recorren su cuerpo para recordar cada parte de él, Ray no puede evitar quitarse la prenda que lleva puesta para exponerse mejor.
Anna sonríe como aquella luna de cuarto menguante tras el cristal.
Cristal cristal cristal...su corazón es de ese material tan frágil y traslucido.
-Ray...Ray te amo- suspira ante la cálida sensación recorriendo su cuerpo y haciendo que su cordura caiga con la de él (pero ese no es un problema)
-Créeme que yo también- responde como un suplicio dulce, mirando los ojos cielo de la niña que sólo contempla la luna en el suelo.
Porque bueno...la camilla médica no aguantaría dos cuerpos a la vez, pero el piso pulcro sí.
-¡Ray!- se escapa su nombre de sus labios de forma quebrada, mientras suaves sonidos abundan en aquel cuarto y el silencio se obliga a romperse.
Los movimientos placenteros llevan a esas almas a un mundo lejano, casi mágico donde no hay dolor, ni tampoco muerte (quizás ambos deberían quedarse allí...
pero ya no se puede nada)
Ella se aferra a la piel de su espalda, la cual parece arder con cada toque, junto a la danza perenne de sus cuerpos sudados.
Siente estar cerca a una oscuridad que nunca había sentido, quizás sea Ray y sus sueños rotos, pero aún así, Anna adora tanto su oscuridad, que jura curar cada pequeño fragmento roto y hacerlos renacer.
Sus cabellos rubios se impregnan en la piel de él, quien está exhausto con ella, quien libera de sus labios melodías que a Ray le encantan.
Tocan el cielo, con la luna viéndolos.
-¿Estás...estás bien?- susurra el joven con las manos entrelazadas a la de ella, quien ríe tiernamente y une sus labios que dulzura y pasión.
-No podría estar mejor- responde cariñosa, para recostar el rostro de él en su pecho y tararear la frágil melodía que tanto ama oír.
Ray duerme y por primera vez, sueña.
-Ojalá...ojalá no te fueras tan rápido- susurra con sumo cuidado Anna, sintiendo las delicadas lágrimas recorrer su rostro.
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Los rayos se filtran en su habitación, bañando su piel con suavidad y levantándolo, su mirada cansina adorna su rostro sonrosado, buscando a la niña que parece haber desaparecido de su habitación.
Ray lo entiende, no pueden hallarlos juntos en ese estado después de todo, no podría aguantar que despidan a Anna y que la alejen de su lado, eso sería muy egoísta de su parte.
Suspira esperándola hasta que llega, con la bandeja de comida y su típica sonrisa dulce.
-Me alegra que te levantaras- murmura con suavidad, tomando la temperatura de su frente para verificar que su salud no empeore -Mmm, sí, estás bien, ahora debes comer y...
-Anna.
-¿Si?
-Necesito hablar con el Doctor James en su oficina.
El plan tenía que seguir.
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-Norman no dice nada, se quedó nuevamente en shock por la aparición de Peter- murmura la pelirroja con disimulo, mientras colorea el lienzo sin sentido alguno y observa al joven azabache con preocupación.
-Quizás esté molesto, prácticamente arruiné el plan el día de ayer.
-Eso no es cierto- refuta Emma con el ceño fruncido- Norman no está molesto por eso, para nosotros la prioridad es que salgas de aquí y...vivas- lo último es casi triste, Ray lo oye de esa forma y su mirada lila solamente se opaca al caer nuevamente en la realidad amarga, la detesta en demasía pero debe aceptarla.
Él morirá, y Anna... no sabe qué hacer con Anna.
Los gritos aturden a ambos jóvenes, se oyen cerca así que buscan el ruido preocupados. El semblante de Emma palidece y Ray tan solo muerde su lengua.
-El doctor James y...
-Norman.
-¡Calmen ya mismo al paciente de la habitación 101!- ordena Gilda, mientras alista el sedante en sus manos y los demás acatan sus órdenes.
Emma se levanta con pavor ante esa escena, porque no aguanta que traten con brusquedad al chico de cabellos blancos, y se dispone a ir, quiere salvarlo pero la mano de Ray la detiene y la toma fuertemente.
-No te delates ahora, quédate quieta- masculla irritado Ray, la pelirroja cierra los ojos con fuerza, y la mirada cielo del chico está tan asustada.
-¡No lo traten con brusquedad, es un paciente!- reprocha James seriamente, alejando a los hombres que sostienen a Norman, quien lo observa molesto ante su agarre.
-Pero doctor James...- murmura Gilda con extrañeza, y la expresión del adulto es tan triste en esos instantes.
-Siéntate ahora- ordena por lo bajo Ray a la fémina que tiene sujetada, mientras ella respira y se limita a obedecer -¿Es que no lo entiendes? Esto definitivamente buscaba Peter, retrasarnos y alterar a Norman, no le conviene que se recupere, como tampoco le conviene que estés aquí.
-Si es así, todo esto terminará mal para Norman...
-Voy a encontrar esos papeles de una buena vez, los robaré y tú se los entregarás a Norman, sólo se calma contigo- alega con suavidad Ray, quien palmea el hombro de la chica para tratar de animarla, sonriendo con burla ante ella -Vamos, es tu novio, seguro le encantará verte después de esto, y le preguntarás la razón de todo este escándalo- Emma ríe con sutileza, asintiendo ante sus palabras y levantándose de allí para retirarse.
-Eres buen chico, Ray Grace- finaliza ella, sintiendo ese suave y triste mirar lila brillar fugazmente.
«Te salvaremos, deja todo a nosotros»
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Habitación 101, horas antes...
El rechinar de la puerta blanca es el sonido espontáneo que escuchan sus oídos cuidadosamente, su mente está algo agitada en esos instantes.
La llegada de Peter, el colapso repentino de Ray ayer, la falta de los papeles para acabar con la corrupción... todo en un solo día, además del repentino permiso para salir de su habitación; necesitaba encontrar la solución a todo para así salir rápido de ese manicomio, cumplir con el sueño de Emma y de paso, tener una vida con ella.
-Norman- escucha el murmullo débil de la persona que lo crió, y a la vez, que lo condenó a estar allí.
-No te necesito ahora- masculla por lo bajo, sin darle la cara, no quiere ver sus ojos de cielo caído y sonrisa rota -Eras un héroe para mí, todo yo quería ser como tú, amaba tenerte como mi padre y luego ¿cómo llegamos a esto?
-Ni yo lo sé...supongo que es meramente culpa de los padres, aunque estén o no en tu vida, siempre te dejan una herida peculiar- habla James con calma, acercándose a su hijo quien continúa de espaldas, tratando de aguantar las ganas de querer golpearlo.
-¿A qué viniste? ¿A qué vino Peter?- pregunta, mordiéndose la lengua para no decir algo inapropiado ante la rota sonrisa de James que se refleja en el espejo.
-Vine porque eres mi hijo, y no quiero que nada malo te pase- sincera el adulto, tomando el hombro del menor con miedo -Nunca quise dejarte en este estado, pero...
-¡No! Tú no sabes nada, ni sientes nada, porque no deberías tratar a un hijo como si fuese un objeto que te serviría, no deberías verlo como una ganancia ¡eso no es un padre!
-Entonces déjame ayudarlos- Norman no puede evitar perder el control en esos momentos, llamando la atención de las personas de afuera.
Le da tanta pena ver la expresión de Emma preocupada, y agradece a Ray cuidarla en esos momentos.
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-Anna Lisse me dijo que querías hablar conmigo, y lamento el escándalo que hace poco hubo, normalmente no es así- alega James dulcemente, acomodando papeles y unas cuantas pastillas, captando la mirada lila del más joven -¿Qué puedo hacer por ti?
-Yo necesitaba saber si podía hacer algo para...atrasar mi muerte- sincera con calma, depositando su vista en el portafolio azul y cambiándolo al segundo cajón camuflado de la estantería «Debe estar allí, y sino, en otros lugares, pero todo debe ser aquí»
-No- responde fácilmente James, acariciando su barbilla para mirarlo con seriedad- Es obvio que le temes a la muerte, Ray, pero yo puedo ayudarte, sabes. Puedo adelantar tu muerte, para que dejes de sufrir viendo a tu amada Anna llorar porque desgraciadamente se enamoró de ti.
James en esos momentos parece un ángel de la muerte, y le recuerda un poco al cielo de Norman.
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Acercándonos al final >/u/< Muchísimas gracias por leer 🌜🌻
¡Los quiero mucho! ❤❤
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